LIVING IN SIN © Lesbian

By iPhary

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Skyler Grey vive el mejor momento de su vida, con absolutamente todo bajo control... Hasta que vuelve directo... More

. . .
1. Nuevamente Tú
2. Caótica
3. Despotricar
4. No Mereces Una Mierda
5. Goddamn!
6. Me haces falta
7. Quierete Un Poco
8. Nuestros cuerpos están cansados
9. Navaja
10. Hijo Perdido
11. Más Rápido
12. Di Que Sí
13. Soledad
14. Eres Tan Bonita
15. Baños Grupales (1/2)
16. Baños Grupales (2/2)
17. Mal Querer
18. Celosa
19. Europa/Lesbianas/Perros
20. No Domir
21. Jodimos Todo
23. ¿Con cuántas tuviste que estar?
24. Fuerza y Poder
25. Un Bebé
26. Luz Propia
27. Desorganizame
28. Se ve intenso
29. Estarías Llorando Rose
30. Las estrellas no caen del cielo
31. No confío en nadie
32. Básicamente irreal
33. El efecto
34. Pulp Fiction
35. Nunca Sabes Halsey
36. Deseaba Tanto
37. City's Cold And Empty
38. Eres Mala... ¿Lo sabes?
39. Ilusionarnos
40. Una completa porquería
41. Pequeños Placeres
42. Bloody Mary
43. Lo mejor de esta historia

22. Lo Perra Que Fui

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By iPhary

Skyler's POV

Ni un día entero pasamos allí, nos subimos en la mini-van de vuelta a Illinois y cada cierto tiempo que debíamos parar en el camino volvíamos a pelear, a echarnos en cara la frustración y a preguntarnos cosas.

Le enumeré todo lo que me molestaba, todo lo que había querido decirle siempre.

Odiaba que fuera tan ruda con las personas, odiaba su forma de ordenar las cosas, odiaba que no le importara tener amigos y por lo tanto su único contacto con las personas era un coqueteo suave, odiaba que no se cuidara, odiaba que siempre se enojara más de la cuenta con la gente, odiaba su gusto para los zapatos y por eso siempre se los regalaba para que no tuviese que comprar, odiaba un jodido ruido que hacía con los dientes cuando se aburría, odiaba que me hiciera dormir regularmente, odiaba su forma de coger un bolígrafo, odiaba que fingiera no saber que es tan guapa, odiaba sus argumentos políticos, odiaba su silencio, odiaba que fuera tan orgullosa, odiaba ir a hacer la compra porque siempre decía que no quería nada, odiaba sus respuestas, odiaba cuando se emocionaba por cualquier deporte de lucha, odiaba que no gastara todo su potencial, odiaba que fuese mejor que yo en todo pero que no se le diera la gana de hacer absolutamente nada.

Pero para ser sincera entre más pensaba en cosas que odiaba de ella más me sentía mal conmigo misma.

Le dije que no, que no iría con ella a cualquier parte y ella interpretó que yo paso por encima de sus malditos sentimientos.

Y francamente mi corazón se rompió desde el momento que me di cuenta del daño que le estaba causando, ni siquiera cuando nos separamos de verdad, ni cuando estuvimos con otras personas para olvidarnos la una de la otra, se rompió cuando me dijo con lágrimas en los ojos que no era feliz.

Que no era feliz y que siempre estaba insegura porque su bienestar dependía de mí, si yo la hubiese engañado ella no lo habría soportado y eso no estaba bien... Por eso ella llevaba meses dándole vueltas a la misma pregunta que quería hacerme; - No me importa que te vaya a romper el corazón porque debo irme ¿Nadamos o nos hundimos? ¿Vienes conmigo para que yo sea feliz o te quedas sola?

Y nunca conecté más de dos neuronas para saber que esto era inevitable... y vivir el resto de nuestras vidas aquí y hasta el maldito anillo de bodas que nunca compré eran fantasías inviables.

Claro que debí sosprecharlo, pero el amor te hace ignorar las señales.

...Ella también declaró su propia lista para mí.

Rose odiaba de mi; que pretendiera cosas para caerle bien a la gente, mi letra, que no sea realista, que me creyera superior por esforzarme más, mi entusiasmo para hacer tonterías, mis prejuicios, que sea rigurosa, que no sea abiertamente lesbiana porque a veces me gusta usar a los hombres, que trate mal a los hombres porque no me gustan, que pregunte cosas obvias todo el rato para asegurarme, que sea formal en cosas inecesarias, que no duerma a horas regulares, que no entienda que talento no es sinónimo de gusto.

Llegamos a casa después de lo que se sintió como mil horas de recorrido, ella no deshizo las maletas y tampoco durmió conmigo en casa. A la mañana siguiente Delgado apareció en mi puerta.

- ¿Estás bien? - preguntó, luego se tapó la boca - Tú sabes qué...

- Cree que no la amo... Cree que soy egoísta, se va a ir odiandome, la odio por eso - otra vez comencé a llorar.

Delgado llevaba una botella de alcohol, me la bebí de un trago, no pude ni vomitar porque no había comido nada.

- Dile algo, por favor, ella no se irá sin una despedida.

En la noche llegó también Halsey porque la llamé y de repente todo el mundo sabía que algo grave había pasando.

Al día siguiente no pude contenerme y llamé a la ojiverde, le dije que viniera a casa, me hizo caso pero volvimos a tener la misma discusión, le eché en cara absolutamente todo lo que también me había hecho, mencioné hasta al profesor de antropología, pero respondía cosas muchísimo más hirientes, le grité demasiado, ella le dio una patada al sillón que sonó como un crujido y respondí lanzandole una pintura de la pared.

Nos detuvimos, ella me calmó, se disculpó y luego comenzó a empacar sus cosas. No la dejé, las desempacaba a la vez, le rogué que se quedara pero ella se fue de nuevo muy enojada, Delgado y Halsey lo presenciaron todo e intentaron hacernos entrar en razón, pero esa tarde ya no tenía remedio.

Pasaron otros días, yo seguía en shock y no asimilaba que cada vez se ponía todo más grave, nuestros dos amigos nos llevaron a la fuerza a la casa de Delgado, colocaron música y nos dieron alcohol para (según ellos) hablar más relajadas. Fue todo lo contrario, el roommate de Delgado quiso entrometerse casi a la fuerza en una de nuestras discusiones, y Rose terminó peleando con él a puñetazos, el chico se cortó la mano con un artilugio filoso que había en la sala, fuimos a urgencias, allí Rose me dijo que iría a casa para sacar sus cosas de una vez por todas.

Fui tras ella, al llegar al departamento me miró como si estuviese derrotada, me acerqué de nuevo, la besé, me correspondió, follamos todo lo que pudimos, pero con demasiado enojo, sin cariño y sin decir una sola palabra, sólo gemidos y forcejeo hasta que de la nada ella se detuvo y se fue sin despedidas.

Pasó un mes y ninguna era capaz de enviarle un mensaje a la otra, pero sabía que ella no se había ido aún, la quería de vuelta, después de seis años la resca amorosa era cómo la cosa más inconcebible y anormal del mundo.

Un día que no lograba soportarme a mi misma en ese departamento fui a buscarla a casa de Delgado, era de noche, ella estaba sola y no encendió ni siquiera las luces para invitarme a pasar, lo hicimos con la ropa puesta contra la jodida puerta de entrada, en algún punto quise disfrutar una vez más de los besos desesperados como si olvidaramos el odio y volviéramos a la normalidad, pero ella no lo permitió, básicamente me echo de allí.

Una semana después fue ella esta vez quién llegó a casa, lo hicimos en el sofá, me aterraba pensar que podía ser el último, que tal vez se estaba despidiendo y entonces todos esos fueron polvos rápidos, escandalosos, ardiendo de deseo pero sin ninguna intención de detenernos a pensarlo demasiado... Eran despedidas, necesitábamos valor y resignación para dejarlo de verdad, pero yo tenía en el fondo una esperanza frágil y sé que en cambio a Rose ya no le quedaba nada.

Pasaron dos semanas más, los amigos de ella dejaron de hablarme, siempre supe que si alguien acababa las cosas de raíz entre nosotras sería Rose. Salí una noche a una discoteca, allí la vi.

Estaba con una chica muy guapa, me enojé, seguramente no pasaba nada entre ellas pero yo besé a una de mis amigas para que ella nos viera, Rose no reaccionó, ni siquiera le comió la boca a su acompañante en respuesta, pero hizo algo aún peor.

Creo que fue justo esa noche cuando me di cuenta de que esto sí estaba pasando y nosotras, ella y yo como pareja habíamos llegado a ese momento de la avalancha dónde no hay vuelta atrás.

Rose, en medio de la discoteca besó suavemente la mejilla de la chica guapa y le dio un abrazo entre risas, luego la llevó de la mano al baño, ahí frente a todos, frente a mí, como si fuera algo real, como si en cambio a lo que yo sentía ella en ese momento no estuviese pensando en mi.

Sentí ira y mi corazón ya había encontrando todas las excusas para romperse.

Los días y noches siguientes quise tener muxho sexo, sexo de venganza, quise hacerlo con una chica de la universidad, luego con una amiga de Rose, llamé incluso a Maddy, pero siempre las echaba repentinamente de casa antes de que me vieran romper en llanto.

Rose seguía trabajando y subía fotos con otras mujeres, los rumores sobre nuestra separación se esparcieron, cerré todas mis redes sociales y aún la seguía en mi cuentas fake, me estaba matando la cabeza.

Era casi peor que cuándo a los diecisiete lo dejamos porque esta vez se sentía más real.

Y casi podía afirmar que pasaba todas mis noches llenandome de alcohol hasta quedar inconsciente porque no quería, yo no quería estar en esa situación y que de la nada la mujer de mi vida me hiciera falta.

La busqué una vez más, me abrió la puerta de la casa de Delgado y se acercó para darme un beso sin antes saludar, como si quisiera volver a follar para luego echarme, le di un empujón, pero al instante me retracté y le pedí que volviera conmigo.

Le rogué, le rogué de un montón de formas y ella sólo respondía que lo haría si aceptaba lo que ella me había pedido, me decía que ya había tomado una decisión y pronto se iría de la ciudad. Yo quería que todo fuera como antes y maldije el día en que subimos a esa puta mini-van.

No sé cómo todo se destruyó tan rápido, no estaba preparada para perderla. Ni para estar sola, ni para una mierda.

Y ella aún no se iba de la ciudad, despertaba cada día con miedo a que llegara de nuevo por sus cosas, prepararé las palabras correctas para hacerla cambiar de opinión, pero fue una larga espera.

Un día estaba tomando un té rojizo junto a Halsey en la terraza del Gotten, hablábamos de cosas aleatorias, ella me contó que se iba de viaje otra vez, no dejaba de pensar en lo sola que de pronto me iba a quedar.

- La verdad siempre he soñado con Las Vegas, ojalá nos vaya bien allá, tanto como para que el maldito teatro de Chicago al fin nos acepte - me comentó.

- Seguro que todos los teatros del país les rogaran que vayan... Pero vamos, que no te vayas a casar en Las Vegas - reímos.

- Deberías venir conmigo.

- No lo creo - respondí llevándome el té a la boca.

- ¿Porqué quieres quedarte? - de repente la chica hace un gesto muy serio - ¿Chicago vale tanto la pena? ¿De verdad te gusta?

- No es Chicago, es que no quiero volver a vagar por cualquier lugar, tu sabes cómo nos criaron... Nuestras prioridades son diferentes a nuestros sentimientos.

- Heredaste lo peor del Señor Grey, ¿Para qué te sirve tu trabajo y lo que sea que hayas logrado aquí si no sales de esa burbuja que te metieron en la cabeza? Ya saliste de ella una vez cuándo te diste cuenta de que eras lesbiana.

- ¿Porqué no puedo ser tan corriente como lo era en WeiBulll?

- Sky, allí no éramos ni de cerca gente corriente.

- Bueno, pero sí normales y tranquilos...

- ¿Qué pasa contigo? ¿Quieres conocer a otra chica para aprecionarla? ¿Es eso? Porque entonces mejor te hubieses quedado con Ashton, dos hijos de puta funcionan muy bien juntos.

- Estás del lado de ella...

- No hablaré más del tema contigo Sky.

Silencio de nuevo, no es una pelea, las conversaciones con Halsey siempre llevan este tono.

- Te haré caso - afirmé, Halsey me miró con los ojos bien abiertos.

- ¿En qué? Dije muchas cosas...

- La dejaré ir porque tampoco es buena para mí, y ahora estoy en la mierda, pero seguro que se me pasará... Eso espero.

- Te maldigo, las maldigo - ríe Halsey, no entendí la broma.

Intenté pensar en otra cosa.

- No puedo ni siquiera imaginar no estar enamorada de esa mujer - afirmé.

Halsey puso una mano sobre la mía.

- Tranquila, pasará, a mi un Huffman ya me rompió el corazón hace tiempo... Creo que lo más difícil es lo de salir con gente con ojos feos, no te acostumbras... Te vuelves muy selectiva - reímos.

Me levanté para pagar la cuenta y de paso coquetear con la cajera que estaba bastante linda.

Cuando iba a buscar mi billetera en el bolsillo, alguien me tomó repentinamente del brazo, giré mi rostro... Era Rose y su jodida belleza que suele darte escalofríos cuando la dejas de ver por un tiempo.

No dijo nada, me quedé de pie helada, entonces se acercó fugazmente y me besó un par de segundos hasta que reaccioné, me separé y le di una cachetada suave pero sonora, todo el mundo en la terraza giró a vernos.

Ella no hizo ningún gesto de dolor, sólo se volvió a acercar, pero esta vez a mi oído y dijo con palabras cortas: - Sólo me estaba despidiendo...

Se dio la vuelta, tiré de su brazo, ella me miró y esperó, esperó durante mucho tiempo y entonces yo aflojé mi agarre y la dejé ir...

La vi de cerca sacar sus cosas de nuestra casa en cajas y me contuve para no interrumpir esta vez, después de todo si teníamos pertenecías muy propias, lo último que me dijo fue que no le importaba el departamento, me dejó sus llaves, un par de joyas en una caja y las tarjetas de banco que compartíamos.

La vi irse, me enojé de nuevo y no recuerdo ni siquiera cuantos meses estuve literalmente desecha, dolida y aislada hasta que pude continuar decentemente con mi desgraciada vida otra vez...

. . .

Dos años, pasaron dos años enteros, con navidades, veranos, cumpleaños y San Valentín. El paso del tiempo es algo que nunca entenderé.

Ahora me encuentro aquí, tirada en el césped de un parque de Norridge sin saber siquiera como llegué hasta aquí, Rose está a mi lado y yo decido saborear los recuerdos al mismo tiempo que olvido todo lo que acaba de pasar por mi mente.

Lo perra que fui, lo mucho que me gustaría cambiar la historia, el hecho de que nadie la sabrá, que no se volverá a mencionar, que ya no importa porque sólo el presente tiene un valor real.

Casi olvido que debo buscar unas cajas de mi padre que por razones desconocidas me importan.

- Bueno, vamos dónde esas monjas a recuperar las cajas - se levanta Thomas de golpe - No tengo toda la vida.

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