El Novio De Emma© #2

By shipsinthesky

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Aceptar que eran almas gemelas no fue sencillo, y tú ya conoces la historia. Libro #1 Al Estilo Emma Libro #2... More

Sinopsis
EL NOVIO DE EMMA
1: Se amaban, y no cabía duda
2: El verano de los dos
3: Ansiedad generalizada
4: Inútil
5: Con todo respeto
6: Una gema rara con toques amarillos
7: A pesar de todo
8: La pesadilla de Jakey
9: Séptimo mes
10: En este planeta, y en los otros
11: Invitación
12: Dos minutos en el cielo con Colin
13: Esmeralda
14: Siempre te voy a cuidar
15: Almas gemelas
16: Milo Walton
17: Mentiroso
18: Hipotético fracaso
19: Día en la azotea
20: La familia Oschner
21: Ángel de alas amarillas
22: Los buscados
23: Un espanto
24: El postre de la confusión
25: Amigos
26: Perseguida
27: Gael
28: Una familia entretenida
29: Un Miller más
30: Una batalla por la superioridad
31: El brownie
32: El error
33: La ruptura
34: Vulnerable
35: La Emma que conocían
36: La despedida de soltera
37: Benditamente organizado
38: Princesa guerrera
39: Raramente llena
40: Las paces
41: La próxima semana
42: Planes con Colin
43: La misma estúpida historia
44: Cenizas
45: Florecer
46: Enfermo
47: Un mes horrorosamente vacío
48: Coney Island
49: Hawái
50: El mundo real
51: Jamaica
52: Walton, Walton
53: Niño herido
54: Los girasoles más bellos
55: La frágil florecita
56: Soltera
57: Lasaña de camarones
58: ¡Traicionera!
59: Las chicas como ella
60: Bronce
61: En los brazos equivocados
62: ¿Por qué?
63: Culpa
64: Vivian
66: Un deseo
A que no esperaban...
Tercer libro. ¡Ya disponible!

65: Justo a tiempo

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By shipsinthesky

—Colin.

Colin se encontraba abrazando a Emma. Estaban durmiendo. En la cama.

—Colin —insistió esa voz femenina que había sido delicada, pero de todas formas lo sobresaltó, despertando a Emma también. Faith juntó sus manos frente a la cara de ambos, disimulando el odio y el rencor que traía en sus venas—. Son las siete de la tarde. Una chica se tiene que bañar para luego cenar.

Emma cerró sus ojos otra vez, acomodando su cachete sobre el pecho de Colin. No le importaba bañarse, no le importaba cenar, estaba en el lugar exacto donde quería estar. Entonces, Faith señaló hacia la puerta, indicándole a simple vista a Colin que debía irse, pero él lo entendió mejor. Había algo afuera que necesitaba su atención. Faith se alejó para encender la luz del cuarto de baño, fastidiando a Emma con sus pisadas por la recámara y los sonidos que hacía preparando el baño.

Colin acarició el hombro de Emma.

—Mi nena tiene que bañarse. ¿Qué quiere cenar esta noche?

Faith suspiró al escucharlo desde la puerta del baño. Hubiese sonreído en otras circunstancias.

—No quiero cenar —contestó, aferrándose a la camiseta blanca. Había pasado demasiado tiempo llorando por querer acostarse al lado de él, no lo iba a soltar esta vez. Pero, de pronto, se acordó de que él sí debía comer—. Quiero que cenes —susurró como si se encontrara contando un secreto entre los dos.

—Ya sé. te bañas mientras yo pienso en qué ordenar para cenar —se desacomodó, sentándose poco a poco hasta que la obligó a soltarlo. Colin se levantó de la cama, agarrando su celular de la mesa de noche con una actitud que apuntaba a que iba a buscar el menú de un restaurante—. Regreso en seguida.

Colin cerró la puerta detrás de sí. Miró su cara de dormido en un espejo. Seguramente había sido una de las siestas más largas que había tomado desde que era un recién nacido. Guardó su celular en el bolsillo de su pantalón mientras caminaba en dirección a la sala, donde se encontró con un montón de caras largas, llenas de ira. La furia dominaba donde antes se destacaba la melancolía. La familia Miller, y también Bianca y Gillou, estaban sentados alrededor de la mesa de centro. Todo indicaba a que había nuevas, pero malas, noticias. Colin no supo qué decir. Odiaba sentir vergüenza en momentos inoportunos, él no era así.

—¿Dormiste bien? —le preguntó Jake. La respuesta de Colin no le importaba, se le notaba, pero aparentemente tampoco supo cómo triturar el hielo. Colin avanzó despacio, oír el suspiro estresado de Jake le provocó náuseas—. Te lo informo de una vez. Agarraron al tipo en Los Hamptons. No ha declarado nada.

Colin tocó su reloj. Se paró frente a ellos.

—Pero eso no es lo que los tiene así —se atrevió a decir.

—No. Hallaron a Kayce Hart, y declaró cosas que aún no terminamos de procesar. Será mejor que te sientes y te tranquilices desde ahora —apuntó un sillón libre.

No sabía cómo sería capaz de repetirlo. Le pesaba la garganta si eso tenía algún sentido. Mirar la cara angustiada de Colin, mientras éste tomaba asiento, le provocó más rabia, porque se halló reflejado en esa mirada, aunque por encima se encontraba lleno de rabia. Colin inspeccionó a cada uno con disimulo. Había creído que ya nada podía empeorar, pero esas caras lo estaban llamando estúpido crédulo de frente.

—Vivian Spearman. ¿Te suena?

Colin sintió cómo su nuca se tensó.

—Sí. Lamentablemente.

Jake empezó a hablar, y ya no hubo vuelta atrás. Como en el juego de Jenga, retiró una pieza que mantenía de pie a la torre mental de Colin. Todo se desplomó de golpe. Kayce Hart había dado una historia digna de un maldito drama, y todo estaba relacionado con ese nombre. Vivian.

Kayce y Mikayla la conocieron el 4 de julio de 2019 en el hotel Hamilton, en el centro de Manhattan, se acercó a ellas, en el bar, cuando las oyó hablar y reírse de Emma Miller. Vivian les hizo creer que estaban en la misma sintonía, o probablemente sí lo estaban, se unió a la conversación para burlarse de lo patética que lucía Emma porque su inseguridad se expresaba por encima de su piel, con sus gestos, con su caminar. De alguna manera, entraron en suficiente confianza para que ellas les enseñaran las fotografías que tenían de Emma teniendo sexo en la azotea. Kayce dijo que Vivian cambió su expresión en ese momento, que su risa se apagó como si no le hubiese gustado ver a Emma con Colin, se marchó en seguida con un aparente malestar. Sin embargo, regresó a ellas. Vivian contactó con Mikayla por Instagram la noche del 15 de julio, solicitando verlas, a las dos, porque tenían cosas de qué hablar. Kayce dijo que Mikayla la aceptó por mero aburrimiento, que la obligó a reunirse con ella y con Vivian en un bar ubicado en Williamsburg, lugar donde Vivian les propuso reírse un poco de Emma, pues afirmó que Emma le había hecho algo, que no mencionó, y deseaba darle un poco del mismo dolor que sintió. Mikayla tenía mucho dinero, pero, al parecer, se aburría con facilidad. Lo aceptaron, y decidieron darles uso a las fotos de Emma, pero filtrarlas nunca formó parte del plan. Las fotos eran el anzuelo con el que Vivian decidió pescar a Colin para comenzar a derribarlos.

Vivian le mandó los primeros mensajes a Colin el 18. Cruzó sus dedos, deseando que, además de confundirlo, acabara frente a la niñata insegura. Después de escuchar la voz furiosa de Colin, cuando éste llamó al teléfono robado que usaron para cometer el hecho, Vivian se burló y decidió que debían continuar. La noche siguiente lo citaron al club. Las consignas dadas por Vivian fueron lo suficientemente claras todo el tiempo. Debían poner a Colin en el baño con Kayce para capturar la escena perfecta que acabara frente a los ojos de Emma. Debían convencer a Colin de que todo se trataba de un chantaje de fotos íntimas para que jamás sospechara el punto final. Kayce dijo que, después de tanto, se arrepintió de querer hacerlo, no porque sintiera pena por Emma, simplemente decidió que ya no quería hacerlo, fue entonces que Vivian la manipuló y la drogó, bueno, eso fue lo que Kayce afirmó. La noche terminó con varias fotos de ella besando a Colin, pues fue sencillo para Vivian esconderse en un cubículo del escusado y tomarlas.

El 22 de julio, esas fotos se mandaron al celular de Emma. Tiempo después, asumieron que ambos habían terminado la relación por el simple hecho de que cada uno estaba en un punto distinto del planeta. En aquel intervalo de una semana, Vivian conoció a Milo en una reunión social gracias a Mikayla, y el tema Emma Miller salió a relucir. Kayce terminó ahí con su testimonio, pues no sabía más. No obstante, aseguró ser una víctima más de Vivian Spearman.

Colin se tomó de la cabeza cuando Jake acabó de contarle el relato del horror. Le empezó a doler la sien. Siempre había sido esa enferma. ¡No estaba loco! Y lamentaba no estarlo. Lamentaba haber tenido razón con respecto a Vivian. Lamentaba que terminara siendo tan despiadada como la describía en silencio. No supo qué pasó a continuación, pero despertó en la cama de la habitación de Emma. Dios. Se desvaneció por unos minutos. Ahora Gael le estaba atendiendo como un enfermero, le estaba ofreciendo un vaso con agua. ¡No necesitaba agua! Necesitaba que Vivian, Milo, y, cada uno de los involucrados, pagaran el daño.

—Colin, debes recostarte un momento —dijo Gael.

No. Él necesitaba ordenar la cena porque le había dicho a Emma que eso haría. Se sentó, con los pies en el suelo, y se frotó su frente. Le dolía demasiado. Le dolía la cabeza. Era tensional. No podía más, pero debía seguir. No podía rendirse. Aún. Trató de ponerse de pie y terminó vomitando entre sus piernas. Gael se asustó, sobresaltándose, lo había tomado completamente desprevenido. Colin vomitó puro líquido amarillento, le gritó a Gael que se apartara cuando éste quiso darle una mano. Estaba sobrepasado.

—Dime en qué te puedo ayudar —insistió Gael, porque sabía que eso era lo que Emma desearía si supiera en qué condiciones se encontraba Colin en ese preciso instante—. Te puedo fabricar una pastilla.

No le funcionaban las pastillas. Ojalá pudiese reducir el alivio de su dolor a una bendita pastilla.

—No necesito una pastilla. Necesito un milagro —se tomó de su puente nasal.

—Están buscando a esa mujer, y la encontrarán —trató de darle un poco de ánimos, pero tampoco estaba siendo el de las palabras vacías, realmente sentía que iban a encontrarla pronto—. Puedo traerte tu mochila —miró hacia la puerta, retrocediendo lentamente—. Puedes usar el baño de Emma.

Colin destapó sus ojos solamente para verlo. Estaba algo así como agradecido por la atención de Gael, aunque en ese momento no era del todo consciente de ello. Cuando se quedó solo, tardó en hallar la fuerza necesaria para ponerse de pie. La habitación de Emma se sentía fría, vacía, sin vida. No podía creer en esa misma cama se habían dado amor. Debía maquillarse. No podía regresar hasta donde ella con una cara de rabia o tristeza, ni siquiera de dolor. Debía recomponerse al menos superficialmente porque apenas habían rozado el inicio de la pesadilla que cada noche se ponía más estricta con sus niveles de resiliencia.

Emma no podía enterarse todavía, y, el día en que lo hiciera, Colin se rompería con ella. Lo tenía como un hecho adelantado. Escucharla llamarse estúpida por haberle confiado su corazón a un psicópata partió el de él. No quería seguir romantizando la ingenuidad de su nena como siempre lo había hecho, pero no la creía estúpida, sino demasiado buena. Que Emma se enterara que Vivian la traicionó abarcaría varias capas. No solo se sentiría estúpida, sino también culpable, tal vez abusada, porque eso era lo que ese virus había hecho con su ciega confianza desde que se metió a su vida: abusó de ella al nivel psicópata. Deseaba sentirse culpable esta vez porque culpabilizarse le hacía creer que pudo haber tenido una especie de control del desastre, pero ni él ni nadie hubiese predicho que Vivian regresaría para terminar con el trabajo que inició el día en que conoció a Emma hace un año atrás, el trabajo de destruir hasta la última flor de su prado.

—¿Pasa algo? —le preguntó ella.

Estaban comiendo pizza en la recámara. Ella contaba su segunda rebanada, él seguía al inicio de su primera, no podía ni masticar en esas condiciones. Le seguía doliendo la cabeza, por supuesto, pero lo estaba fingiendo, ella no podía enterarse de nada todavía, lo que ella necesitaba era recuperarse del aborto, de los golpes, y solo podría hacerlo en un buen ambiente sin más situaciones estresantes.

—No —abandonó la rebanada sobre el cartón y bebió de su lata de gaseosa. Estaba sentado con Emma en la cama, tenía sus piernas arriba, y el cabello humedecido después de la ducha—. El número de la pizzería estaba por el refrigerador, por eso tenía expectativas.

—¿No te gusta? —limpió sus dedos llenos de aceite con una servilleta.

—Creo que hasta yo podría hacer una mejor —aseguró. No la estaba mirando, no quería delatarse. Emma era una bruja cuando de leer su mirada se trataba, y ya había comenzado a sospechar algo por su silencio. Por cierto, la pizza no estaba ni bien ni mal, pero necesitaba decir cualquier cosa trivial.

Emma se quedó callada. Chef Colin. Milo cocinando lasaña de camarones para ella. Dios mío. No quería vivir de ahora en más evitando hablar sobre lo buen cocinero que era Colin. No quería vivir de ahora en más evitando verlo cocinar, o probar su comida, solamente porque le recordaba a su maldito error. Emma miró la tirita que tenía en su mano, donde le habían colocado una vía en el hospital.

—Quiero mudarme.

Colin se limitó a escucharla en silencio.

—No quiero vivir en esta ciudad.

—Pienso que tu familia te apoyaría sin dudar.

—Eso creo.

Emma lo tomó de la mano, y Colin por fin la miró a los ojos. Entonces, ocurrió lo que se sintió como una ruptura. Gillou entró a la recámara, cortando el contacto de una manera que se sintió arrebatadora para los dos.

—Solicito mi momento con Emma. Colin, vete.

Básicamente lo echó, pero Colin entendía la razón.

Comprobó la hora en el reloj de su muñeca cuando salió del cuarto. Eran cerca de las 10 p.m. No se había dado cuenta de lo tarde que había cenado Emma. Se sacudió esa preocupación y se preparó para escuchar lo peor. Caminó hasta la sala donde Jake se encontraba atendiendo llamadas. Podía imaginar a la locura corriendo de una esquina a otra. Con cada minuto que pasaba amenazaba con robarles la cordura a cada uno si es que aún la tenían.

J.J. se puso de pie cuando lo vio, caminó a él con una mirada impresionada, y le apretó el hombro.

—La encontraron justo a tiempo —informó.

¿Justo a tiempo? ¿Qué significaba eso? ¿Había tratado de escapar?

—¿Y? —su respiración se agitó.

—La encontraron en el suelo de un cuarto que alquilaba, a punto de pasar al infierno.

Colin tuvo que sacudir su cabeza.

—Sobredosis —asumió.

Con sinceridad, siempre había imaginado el final de Vivian por una sobredosis.

—Dejó una carta suicida —añadió J.J., confirmando lo que Colin asumió.

—¿Qué? ¿Sabes qué escribió? —lo agarró del brazo.

—Puso en evidencia a todos, a Milo Walton.

Era una carta de arrepentimiento antes de pasar al infierno que, para su terrible suerte, todavía no iba a pisar, pues le quedaba vivir el infierno de arriba, que no tenía idea de que sería mucho peor.

Expuso la verdad, pero antes escribió:

Ojalá algún día Emma me pueda perdonar.

Describió el suceso de la misma manera en la que Kayce testificó, pero ella terminó de contar la historia. Había conocido a Milo en el intervalo, cuando Emma se encontraba en Hawái y Colin en Jamaica, hablaron sobre Emma, y él confesó que siempre había sentido una atracción enfermiza hacia ella, la había llamado enfermiza por la diferencia de edad y porque solo la imaginaba desnuda. Entonces, Vivian calculó que Milo podía terminar de destruir a Emma, porque eso era lo que ella necesitaba. Quería destruir a Emma porque Emma la destruyó a ella prefiriendo a Colin por encima de su amistad, por encima de su amor. Se había ocupado de la relación de Emma y Colin, rompiendo el corazón de ambos, pero aún sentía que Emma debía pagarle más caro por haberle dado la espalda incluso después de hablarle sobre su doloroso pasado.

Nunca deseé que él la lastimara físicamente, escribió. Solo deseaba que se burlara de ella como todo hombre, pero la situación se escapó de sus manos. Vivian había mandado el mensaje de Emma donde contaba que había besado a Bruno. Quería enfurecer a Milo con esa información, pero no sabía que andaba borracho, no sabía que estaba completamente loco, añadió. Se enteró de que Milo estaba siendo buscado por la policía gracias a Mikayla. La buena reputación de Milo no duró mucho tiempo después de que Emma pronunciara su nombre como el de su agresor, aunque pocos sabían que la agredida había sido Emma.

Vomité cuando supe que Emma había sido herida. Ya no quería vivir, escribió. Añadió un profundo arrepentimiento, incluso por la ruptura que provocó, y deseó con todo su corazón que encerraran a Milo en una jodida prisión por psicópata. Terminó la carta diciendo: Nunca nadie la amará como yo lo hice, y mucho menos Colin Oschner. La encontraron en el suelo, con píldoras. La salvaron, y ahora iba a pagar cada daño.

Entonces... ¿Qué se supone que debo decirles ahora? ¿Hola? ¿Están bien?

Tengo el presentimiento de que esta sección se dividirá entre las personas que siempre supieron que Vivian estaba detrás de todo, y las personas que están malditamente sorprendidas por el giro de los acontecimientos. ¿A qué grupo pertenecen? 

Te dejo esta línea de desahogo grupal. Puedes llorar o enfurecerte o llorar y enfurecerte. 

Simplemente ya no sé qué decir. Llegué al penúltimo capítulo seca de palabras para mis notas de autora. Así que les pregunto, ¿están preparados para el capítulo final? 

¿Tienen ideas de cómo se cerrará el verano más oscuro?

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