El Novio De Emma© #2

By shipsinthesky

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Aceptar que eran almas gemelas no fue sencillo, y tú ya conoces la historia. Libro #1 Al Estilo Emma Libro #2... More

Sinopsis
EL NOVIO DE EMMA
1: Se amaban, y no cabía duda
2: El verano de los dos
3: Ansiedad generalizada
4: Inútil
5: Con todo respeto
6: Una gema rara con toques amarillos
7: A pesar de todo
8: La pesadilla de Jakey
9: Séptimo mes
10: En este planeta, y en los otros
11: Invitación
12: Dos minutos en el cielo con Colin
13: Esmeralda
14: Siempre te voy a cuidar
15: Almas gemelas
16: Milo Walton
17: Mentiroso
18: Hipotético fracaso
19: Día en la azotea
20: La familia Oschner
21: Ángel de alas amarillas
22: Los buscados
23: Un espanto
24: El postre de la confusión
25: Amigos
26: Perseguida
27: Gael
28: Una familia entretenida
29: Un Miller más
30: Una batalla por la superioridad
31: El brownie
32: El error
33: La ruptura
34: Vulnerable
35: La Emma que conocían
36: La despedida de soltera
37: Benditamente organizado
38: Princesa guerrera
39: Raramente llena
40: Las paces
41: La próxima semana
42: Planes con Colin
43: La misma estúpida historia
44: Cenizas
45: Florecer
46: Enfermo
47: Un mes horrorosamente vacío
49: Hawái
50: El mundo real
51: Jamaica
52: Walton, Walton
53: Niño herido
54: Los girasoles más bellos
55: La frágil florecita
56: Soltera
57: Lasaña de camarones
58: ¡Traicionera!
59: Las chicas como ella
60: Bronce
61: En los brazos equivocados
62: ¿Por qué?
63: Culpa
64: Vivian
65: Justo a tiempo
66: Un deseo
A que no esperaban...
Tercer libro. ¡Ya disponible!

48: Coney Island

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By shipsinthesky

El sonido de la puerta cerrándose lo despertó, abrió sus ojos.

—Arriba. —Emma lo animó con una sonrisa, traía consigo una bandeja de comida.

El día inició a las patadas porque lo primero que vio al despertar fue comida. Dios, no. El día inició de maravillas porque lo primero que vio al despertar fue a ella con un pequeño vestido floreado y una sonrisa capaz de iluminar cada parte de su oscuridad interior, aunque sea por un minuto. Miró la hora en el reloj de la recámara, era más de la una, tenía sentido el contenido de la bandeja con patas, que ella puso sobre él.

—Salmón y espárragos. No cociné para ti —se sentó en el borde de la cama, al lado de él—. Me hubiese gustado hacerlo. Ayer aprendí de memoria una receta facilísima de salsa de espaguetis, pero pensé que ahora mismo necesitas comer algo liviano, y no sé preparar salmón, lo hizo la mucama, pero yo la miré.

—¿Tú no comerás? —miró el salmón decorado con hojitas de vegetales verdes.

—Comí pasta hace rato —se puso de pie y le enseñó una mochila negra que tomó del escritorio—. O tu portero es un pesado o estoy demasiado acostumbrada a Archie. Tu ático estaba vacío. Te traje ropa y todo lo que necesitas para asearte —dejó la mochila al costado de él, sentándose de nuevo en el borde.

Colin abrió un bolsillo para comprobar que ahí estaba su caja de cigarrillos, pero no la sacó, solo la palpó, sin embargo, Emma la notó, y sus ojos se abrieron como los de una niña sorprendida al descubrir la manera tan absurda en la que algunos adultos se suicidan lentamente. No sabía qué decirle, pero sintió que debía abrir su boca con algo que le hiciera darse cuenta de que no necesitaba fumar. Lo agarró de la mano que estaba cerrando el bolsillo y le sonrió como si no acabara de ver nada.

—Tendremos un día hermoso como tu carita.

—Claro —sonó como obligado a seguirle.

—Pero primero a comer —clavó un espárrago con el tenedor y lo colocó frente a la cara de Colin—. Mmm. Se ven deliciosos, por encima de cualquier espárrago que hayas comido en el pasado. Pruébalo.

Colin le quitó el tenedor. No le gustaba lo que estaba pasando. Ella tratando de darle de comer le hacía sentir un verdadero enfermo. Emma sintió esa sacudida, una llamada de atención cuando le quitó el tenedor, parecía que él acababa de llamarla molesta, pero se forzó para seguir sonriendo, incluso se inclinó a darle un beso en la frente.

—El salmón está bien —comentó en cierto momento.

—Qué bien —sonrió. Ahora se levantó a ordenar un bolso donde estaba empacando maquillaje.

Comió hasta la mitad del salmón, pero acabó con los espárragos. Entró a bañarse mientras Emma ordenaba su equipaje para el miércoles. En el baño, se sintió irritado por todo, hasta por la manera en la que caída el agua en la ducha de Emma. Se lavó el cabello, tardó a propósito, no quería ir a Coney Island, quería encerrarse en su puta amargura, imaginar las caras felices en el parque de atracción le provocó odio. ¿Por qué él no podía ser feliz también? Feliz como un niño con un padre que no lo encierra en una recámara mientras se folla a su secretaria. Era uno de los recuerdos que tenía, ni siquiera su infancia había sido feliz. Entre paréntesis, había tenido momentos maravillosos en su infancia, con sus abuelos, con su madre, con su padre cuando fingía frente a su madre, pero ahora mismo no recordaba ninguno por la naturaleza de su pesimismo. Todo era negro, ni siquiera gris. Salió del baño con la toalla alrededor de su cadera y abrió su mochila, que estaba a los pies de la cama, entonces, Emma se echó de golpe sobre la cama, boca arriba, cerca de la mochila, ahora estaba usando un mom jeans con un sostén beige.

—Estaba pensando en que podemos adelantar el vuelo para mañana —sonrió ampliamente.

—No —contestó de forma apática y severa.

—¿Por qué no? —se sentó, tratando de no perder su entusiasmo.

Porque aún tenía cosas que arreglar en la condenada ciudad, porque aún no le contaba que Kayce lo había besado y seguía sin saber si mencionar las fotografías en el cuento.

—Porque no. No insistas —sacó una camiseta negra de la mochila y tardó unos segundos en darse cuenta de que ella se había levantado de la cama. Giró, no la halló. Imbécil, se llamó. Dejó la camiseta ahí.

Entró al guardarropa, Emma se estaba poniendo una blusa coral con tirantes finos, la abrazó por detrás y le dio besos en su cuello. Ella colocó sus manos sobre los brazos que la rodeaban y cerró sus ojos, sintiendo cada roce de la barba de él contra la piel de su cuello, pero no se sintió como se supone que debía sentirse, le dolió, era la primera vez que le dolía la actitud de él. Quería llorar, pero no se permitió hacerlo, fingió que estaba bien, que entendía su reacción, y probablemente era su culpa, porque estaba pidiéndole más de lo que él podía ofrecerle en ese momento. Se le escapó una lágrima que secó antes de que él la notara. Sintió el cuerpo mojado contra su espalda. En otras circunstancias, le hubiese quitado la toalla y ambos se hubiesen reído entre bromas para después acabar en su cama, haciendo el amor como locos, porque oficialmente hacía dos semanas desde la última vez que se demostraron amor a través del placer.

—Te amo —pronunció Colin, sabiendo que estaba cumpliendo el asqueroso papel de novio que intenta arreglar su mierda con un abrazo—. Tú no eres el problema. Nunca eres el problema.

—Deberíamos quedarnos en el ático —ignoró el te amo, ignoró las palabras.

—No. Tú quieres ir a Coney Island. Le escribiré a mi chofer —quebró el abrazado. Llamar al chofer de su familia le demostraría que estaban sintonizando en la misma estación, aunque en realidad no era así.

Emma sintió frío cuando él la soltó. Giró a mirar las puertas corredizas que él había cruzado.

⠀⠀⠀⠀⠀⠀

Llegaron a Coney Island en una hora. Caleb aparcó en el estacionamiento del parque. Emma bajó primero, prendiendo el primer botón de su suéter amarillo, colocó su bolso de forma cruzada, y volteó para buscar a Colin, lo agarró de la mano como siempre lo hacía al llegar a un lugar, como si corriera riesgo de perderse, de perderlo. Eran las tres. Colin se puso lentes de sol cuando bajó de la camioneta, estaba vestido de negro, como si le encantase ese color, hasta su gorra de los Yankees era negra.

Compraron pases ilimitados. Emma le soltó la mano cuando entraron al parque, y se adelantó unos pasos, brincando con entusiasmo para él, caminando en marcha atrás. Colin le sonrió, y Emma pudo notar, incluso con los lentes de sol oscuros, que también le estaba sonriendo con la mirada. Ahí estaba, su Colin, deseando salir. Regresó para abrazarlo, las personas tuvieron que esquivarlos. Ahí estaba. Ahí estaban. Él sintió un agarre especial en el abrazo, uno fuerte y resistente, parecía que quería tenerlo para siempre. Se propuso darle una buena tarde, iba a omitir sus problemas, ella lo merecía y lo valía, después regresaría a la locura. Necesitaba una pausa, otro abrazo, un te amo, unas risas, un encuentro en la alcoba. Empezó a anhelar tocarla y ser tocado, quería estar dentro de ella, hacérselo duro y lento, quería escucharla llorar, no de dolor, no de pena, quería escucharla llorar de amor, de placer. Cualquier instante con ella era valioso, y él no podía seguir desperdiciándolo como un grifo de agua que dejó abierto hace horas.

Fueron a la pista de carreras y a los autos chocones. Emma aún no le contaba que pensaba sacar su licencia, quería darle la noticias mientras cenaban en su departamento, pero tenía muchas ganas de ver su reacción, podía escucharlo decir «Mi nena tendrá su licencia de conducir». Lo besó en la fila de las tazas giratorias. No subieron a ninguna montaña rusa porque a Emma le producían terror. Compraron salchichas con papas rizadas, Colin solo comió las papas, y después helados. Caminando, ella sacó su celular y él se colocó detrás, agachándose y poniendo su barbilla sobre el hombro de ella, se tomaron una selfi, sonriendo.

—Aquí tienes. —Un sujeto le entregó a Emma un pequeño oso de peluche marrón con moño rojo, después de que ella encestara unos cuantos balones.

Emma colocó el oso sobre sus palmas y se lo entregó a Colin como en una bandeja de plata.

—Para mi amorcito.

Colin se rio, agarró el oso y abrazó la cabeza de Emma, después se la besó. Inhaló profundamente. El aroma característico de ella, el olorcito a salchichas y a dulces que no lograba descifrar de qué tipo eran. Quería recordar esa tarde con cada detalle. La brisa del mar, las risas de ella al chocarle el autito con fuerza, la manera en la que bailaron sobre una plataforma, y él perdió por cientos de puntos frente a su reina del baile, la forma en la que ella se había esforzado por ganar ese oso de peluche solamente para él.

Caminaron lentamente al aparcamiento. Era la hora de cierre del parque. Estaban exhaustos, casi no se habían sentado. Caleb se encontraba aburrido, los había esperado por cuatro horas, reconoció la risa de Emma en cuanto la escuchó acercándose, desbloqueó las puertas al comprobar que se trataba de ellos.

Emma se detuvo antes de llegar, se acercó a Colin, y se elevó para alcanzarle la oreja.

—Pasemos la noche en un motel de segunda —le susurró.

Bueno. Tal vez no estaban tan exhaustos.

Colin se puso duro apenas escuchó la propuesta.

—Me gusta —le desabrochó el primer botón del suéter.

Subieron a la camioneta.

—Buscaré el más cercano. —Emma sacó su celular de su bolso.

Lo primero que halló en la pantalla de bloqueo fueron notificaciones de un desconocido, eran fotos. Frunció su entrecejo, pero él estaba lo suficientemente ocupado mirando a su nuevo osito como para darse cuenta de que algo andaba mal. Emma entró a la conversación y pudo sentir como si le hubiesen arrancado el corazón, como si Colin le hubiese arrancado el corazón. Ahí estaba, en su propio celular, besando a otra mujer, a la niñera de sus primas, en un baño. ¿También habían tenido sexo? ¿Habían tenido coito? Emma trató de abrir la puerta, pero sus manos estaban temblando, al final lo logró, pero Colin ya la había sujetado.

—¿Qué pasa? —sintió pánico al verla completamente pálida.

—¿Cuándo estuviste con esa mujer? —zarandeó su brazo hasta librarse del agarre.

A Colin se le nubló la vista, soltó el oso que cayó sobre el suelo, intentó sujetarla de nuevo, pero Emma lo repelió de forma brusca, quería gritar, quería llorar, quería morir. Colin se quedó mudo, su mente no estaba ahí, sino allá, en la noche del viernes, en las fotos íntimas, en su padre, en lo inútil que era como amigo, novio y ser humano. De pronto, comenzó a apretarle el pecho de una manera que nunca antes había experimentado, se sintió a punto de morir, mientras Emma lo miraba llorando.

—La viste el sábado en la tarde cuando mentiste que estabas con tu hermano —dedujo—. Y ella te escribió esos mensajes el jueves, era ella, estabas hablando con ella.

—Emma... —Su discurso se enlenteció. No podía actuar rápido en un momento donde lo requería.

—¿La cogiste porque tú y yo no intimamos a menudo? —sollozó.

No estaba loca después de todo, y, demonios, era la primera vez que deseaba estarlo.

—¿Qué? ¡No, Emma! —se sobresaltó.

—¿Tuvieron coito? —le pesó todo su cuerpo al pronunciarlo.

Colin la agarró de la cara con sus manos y le habló a la altura, con sus ojos brillosos.

—¿Cómo se te ocurre? ¿Cómo se te ocurre que querría estar en otra mujer?

Emma lo apartó. No sabía la respuesta. Lo único que sabía era que él había besado a otra, que le mintió sobre lo que estaba haciendo el sábado, que tenía pruebas sobre su infidelidad. Pronunciarlo en su mente se sintió como un puñal en su espalda. Y el ataque de ansiedad de él, diablos, ¿acaso tenía que ver con un sentimiento de culpa después de haber estado con otra?, ¿se dio cuenta de que no la amaba fuerte?, ¿no quería mudarse con ella después de todo?, ¿por eso le habló tan feo cuando ella le propuso irse antes?

—¿Qué hacías besándola? —preguntó de forma clara.

Colin se sintió fuera de su cuerpo.

—Emma...

Se acabó.

—¡No!

La atrapó del brazo, pero no la sintió. No, no, no, no. Ella se estaba yendo, y él no podía sentirla.

—Si no puedes explicarme qué hacías besándola sin empezar con un Emma..., que supone una larga y estúpida historia para justificarte, entonces, se acabó, se acabó y para siempre —usó su otra mano para librarse de él, y se bajó de la camioneta rápidamente, cerrando la puerta con violencia.

Corrió porque lo conocía, corrió porque sabía que la seguiría para acabar en una discusión pública que no terminaría en nada bueno, fue entonces que se dio cuenta de que en realidad no lo hacía, no lo conocía, no la siguió. Chocó contra una multitud de personas que estaban abandonando el parque de atracciones. Las luces, el barullo, el fuerte viendo de la bahía, estaba desorientada como un cachorro perdido a punto de ser aplastado por un camión. Estaba por perderse. Estaba mareada. Estaba al borde de un barranco. Reunió la poca fuerza que le quedaba y caminó de prisa hasta una parada de taxis, subió a uno, y temblando abrió su bolso, de donde sacó un papel.

—Lléveme ahí. Lléveme ahí rápido —suplicó.

El taxista no se molestó por la exigencia, es más, se preocupó al escucharla desesperada.

El auto comenzó a moverse, y Emma se curvó hacia delante, abrazándose, hundiéndose en llanto. Recién se daba cuenta de lo que realmente estaba pasando. Lo terminó. Terminó su relación. En un par de segundos, con un par de palabras, todo se acabó. Comenzó a sudar en cada parte de su cuerpo. No, no, no. Quería regresar para abrazarlo y besarlo, para arreglar lo que acababa de partir en dos, pero no, diablos, tenía dignidad, tenía suficiente amor propio como para comer sobras, sobras de amor, de un romance que se acabó. Nada dura, a excepción del tiempo que pasas muerto, entonces, ¿por qué creyó que dudarían para siempre?, ¿por qué creyó que se mantendrían vivos en la eternidad de sus almas?, y, sobre todo, ¿por qué creyó que eran almas gemelas?, ¿por qué se creyó que era el destino final y no solo una parada más?

⠀⠀⠀⠀⠀⠀

A medida que el taxi se adentraba a un barrio pobre ubicado en alguna parte del Bronx, el chofer comenzó a preocuparse más por Emma. El lugar no se veía seguro, mucho menos para alguien como ella. Aparcó frente a una casa de dos pisos con fachada despintada y agradeció cuando ella le pagó, también le entregó el papel que le había dado al principio. Emma miró la numeración, coincidía. Unos tipos, sentados en el pórtico de la casa de al lado, se codearon cuando la vieron a través de la ventana del auto, sonrieron cuando ella bajó con inocencia, silbaron de forma depravada, fijándose en todo el cuerpo de ella.

—¿Por qué lloras, nena? —le preguntó uno.

Emma subió las escaleras de prisa, se tropezó en un escalón, provocando risas burlonas en los tres sujetos. No recordaba lo bien que Faith le había advertido sobre visitarla sola. Las palmas de sus manos se ensuciaron con arena, mugre, suciedad traída por los zapatos. Logró ponerse de pie y alcanzó la puerta. La golpeó, tocó el timbre, siguió golpeando.

—No te asustes —le habló otro.

—Entra a mi casa. Yo te cuido —pronunció un tercero.

Sintió como si su corazón hubiese subido hasta su garganta cuando el primer tipo bajó del pórtico, caminando en dirección a ella, se puso a llorar con más fuerza, golpeando con terror, entonces, Gael abrió, fastidiado por la insistencia de quien sea, y Emma lo abrazó, se aferró a su hermano, buscando protección.

—A Gael le mama una blanquita —habló el segundo y los otros comenzaron a reír.

—¿Gael? ¿Quién es? —se escuchó a Faith desde adentro, lejos de la puerta.

Gael se encontraba demasiado impactado como para decirle algo a los drogadictos que tenía como vecinos, metió a Emma a la casa, trancó la puerta. En silencio, la observó llorar, no sabía qué decir. Estuvo a punto de abrazarla para tapar su inútil silencio, pero su madre apareció en ese momento. Faith se llenó de susto al ver cómo Emma lloraba, temblaba y jadeaba como si acabara de morirse alguien. Pues, alguien no murió, murió algo, murió su relación. Faith la agarró del rostro, notando que llevaba buen tiempo llorando, por la hinchazón de sus párpados. Quiso hacerle preguntas, pero Emma la abrazó, la abrazó como si Faith llevara en sus brazos la fórmula secreta para calmar su dolor.

—¿Emma? —Gael se animó a dar la primera palabra.

—C-Colin... —titubeó.

—¿Qué? ¿Qué pasó? —inquirió Faith. Imaginó un accidente o una enfermedad severa.

—Estuvo con... con otra mujer.

Gael descubrió que tenía una energía protectora, una energía protectora hacia su hermana, porque una rabia se apoderó de su pecho al imaginar que tenía a Colin delante, después de que lastimara a Emma hasta tal punto de que ella decidiera recurrir a ellos, a ellos.

Faith se desconcertó. Le dolió más que cualquier accidente o enfermedad, es que había escuchado a Emma decir decididamente que Colin era el amor de su vida, la había escuchado hablar con ilusión sobre el futuro que tendrían, la había escuchado hablar de él como el hombre perfecto. Automáticamente pensó en Jake y en lo nervioso que se pondría al darse cuenta que había depositado su confianza un idiota más. Faith lo conocía lo suficiente para saber que odiaba que le vieran la cara de estúpido, aún podía recordar las palabras hirientes que le dio hace dos décadas atrás, siempre había sido agresivo con sus palabras, y confirmó que no había cambiado ese lado cuando ella pisó su ático, defendía a su familia como una bestia.

—Sentémonos —sugirió Faith. La guio hasta su sala, donde la sentó en un sofá remendado con resortes gastados, muy incómodo.

Emma observó a su alrededor, abrazándose. Sabía dónde estaba parada, pero, a su vez, se sentía desorientada. Todo su cuerpo estaba temblando. Gimió horrorizada cuando su celular comenzó a sonar, al principio no reconoció el tono, ni siquiera entendía de dónde provenía el sonido, hasta que Gael lo sacó del bolso al notar que ella no podía hacerlo, sin embargo, se lo pasó como si pudiera contestar. En la pantalla apareció el nombre Gi. Gillou la estaba llamando, pero pronto dejó de hacerlo, entonces, Emma vio su fondo de pantalla, una selfi con él en la universidad. Dejó caer el celular en cuanto la pantalla se apagó y su llanto se volvió más intenso. No entendía qué estaba pasando. No entendía cómo el hombre que siempre le había bajado el cielo hoy la estaba sepultando. Se dio puñetazos en su cabeza con rabia, hasta que Faith la paró.

«Colin no es así. Colin me ama. Colin jamás sería infiel».

Pero, entonces, ¿por qué no la había llamado?, ¿por qué no la había seguido? Si solo era culpable de amarla, ¿por qué no le dio una sólida explicación?, ¿por qué no se ofendió cuando ella lo señaló como infiel?,¿por qué no mencionó que lo estaba hiriendo con su desconfianza?, ¿por qué se quedó en blanco, aparentemente sin excusas, sin justificaciones? ¿Por qué la había engañado?, ¿no era lo suficientemente bonita?, ¿era demasiado complicada?, ¿eran sus kilos de más o sus problemas?, ¿era Kayce su sueño por cumplir?, ¿quería una aventura?, ¿era la monotonía de cada vez que se tocaban?, ¿necesitaba probar cosas nuevas?, ¿los senos de Kayce se veían mejor?, ¿la relación se había desgastado con el paso del tiempo?, ¿era demasiado cargosa, demasiado tonta, demasiado llorona?, ¿era demasiado inmadura para alguien como él?, ¿deseaba una mujer que supiera lo que quería hacer en su vida tal como él sabía?, ¿era el sexo o es que simplemente ya no la amaba de la misma manera que hace ocho meses atrás? ¿Le había entrado un sentimiento de culpa y por eso también lloró?, ¿se dio cuenta de que era una mala persona?

La voz de Faith, ordenándole a Gael que le trajera agua, la sacó de su laberinto mental. Ambas se miraron. Emma vio preocupación, y Faith vio desesperanza, pura y auténtica desesperanza. La segunda se sentó al lado, y la estiró, abriendo un refugio en su pecho, colocando la cabeza de Emma sobre su corazón, y la envolvió entre sus brazos de la misma manera en la que envolvía a Gael cuando algo andaba mal.

—Una vez dormiste en mis brazos —recordó—, entonces, supe que quería tener un bebé en algún momento de mi vida, pero nunca pensé que ese deseo se cumpliría tan rápido. Hoy tienes la misma sangre que el bebé que tanto deseé, ¿cómo no cuidarte?, ¿cómo no querer lo mejor para ti? No necesita pasar unos veinte años más para decirte que te quiero, Emma. Eres amada por tu familia, por tus amigos, eres amada de mil formas distintas. Y los falsos poetas existen en todas partes, nos rompen el corazón de formas inhumanas, pero ¿existe algo que no podamos superar?, ¿existe algo que tú no puedas superar?

Emma cerró sus ojos con presión y estrujó la blusa morada de Faith.

—Pensé que era real —tartamudeó.

—Cariño.

Pensé que me hacía el amor.

Faith cerró sus ojos, acariciándole el cabello con una mano.

—No dolerá para siempre.

—Pensé que era el amor de mi vida, pero ¿c-cómo puede serlo si al final no fue sincero?

—Es que él no es el amor de tu vida, y eso está bien. A veces pasamos una vida entera pensando que una persona es nuestro verdadero amor, entonces, llega otra y es como... Por todos los cielos, ¿lloré tanto por una persona incorrecta? Queremos arrancarnos los pelos. O a veces simplemente no llega nadie, y eso también está bien, algunos aprendemos a amarnos en la soledad.

—Pero yo quiero una familia —sollozó.

El corazón de Faith se terminó de quebrar por Emma.

—Y la tendrás, cariño. Si deseas una familia, la tendrás. Yo me quedé conmigo misma porque así lo deseé, pero si tú deseas un amor real, si tú deseas alguien que te haga el amor, si tú deseas un verdadero amor, lo tendrás, Emma. Cuando te sientas lista para regresar al amor, él vendrá a ti con el mejor hombre.

—Pensé que él sería mi familia —cubrió su rostro, hundiéndose en llanto.

Gael regresó en ese instante con un vaso con agua, y mordió su labio al percatarse de cómo Emma se encontraba llorando, se calmaba por momentos y después volvía con su lamento.

—Emmy —se atrevió a decir.

Emma no le hizo caso.

—Eres un partido que lo superó. Le gusta lo fácil, lo rápido. Tú eres un precioso enigma para quien desee descubrirte. Eres compleja, y eso es hermoso. También pienso que eres la chica más buena que he conocido, por eso me encanta ser tu hermano, Emmy, siento que podría tocar tu puerta a cualquier hora de la madrugada, y tú responderías.

Emma solo lo escuchó.

De verdad, Gael era su hermano, no era un sueño y, de serlo, esta vez no querría despertar.

—Bebe agua. —Faith agarró el vaso que Gael le pasó, y lo colocó frente a la cara de Emma.

Emma se sentó y bebió el vaso entero, inmediatamente después regresó a los brazos de Faith.

—¿Tienen sedantes? —preguntó con una vocecita.

Faith miró a Gael, después respondió:

—No, cariño.

—No quiero estar despierta.

Antes que nada: hola. 

No sé qué decir porque temo que me lancen una chancla virtual JAJAJA. 

¿Qué tan inesperado fue para ti lo que acabas de leer? Tranquilo. No tienes la obligación de responder. Sé que aún estás procesándolo. No es cierto. Respóndeme.

Bueno. Sé que ahora mismo caen lágrimas frente a varias pantallas. Solo quiero aprovechar este momento emocional para agradecerles todo el amor que le dan a Emma y a Colin, juntos como pareja y por separado, me llena el corazón leer diariamente cada uno de sus comentarios, tal vez no lo digo con frecuencia porque temo sonar aburrida y repetitiva, pero es la verdad. Son una de las partes más bonitas que conforman mi vida.  Los amo mucho.

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