El Novio De Emma© #2

By shipsinthesky

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Aceptar que eran almas gemelas no fue sencillo, y tú ya conoces la historia. Libro #1 Al Estilo Emma Libro #2... More

Sinopsis
EL NOVIO DE EMMA
1: Se amaban, y no cabía duda
2: El verano de los dos
3: Ansiedad generalizada
4: Inútil
5: Con todo respeto
6: Una gema rara con toques amarillos
7: A pesar de todo
8: La pesadilla de Jakey
9: Séptimo mes
10: En este planeta, y en los otros
11: Invitación
12: Dos minutos en el cielo con Colin
13: Esmeralda
14: Siempre te voy a cuidar
15: Almas gemelas
16: Milo Walton
17: Mentiroso
18: Hipotético fracaso
19: Día en la azotea
20: La familia Oschner
21: Ángel de alas amarillas
22: Los buscados
23: Un espanto
24: El postre de la confusión
25: Amigos
26: Perseguida
27: Gael
28: Una familia entretenida
29: Un Miller más
30: Una batalla por la superioridad
31: El brownie
32: El error
33: La ruptura
34: Vulnerable
35: La Emma que conocían
36: La despedida de soltera
37: Benditamente organizado
38: Princesa guerrera
39: Raramente llena
40: Las paces
41: La próxima semana
42: Planes con Colin
43: La misma estúpida historia
44: Cenizas
46: Enfermo
47: Un mes horrorosamente vacío
48: Coney Island
49: Hawái
50: El mundo real
51: Jamaica
52: Walton, Walton
53: Niño herido
54: Los girasoles más bellos
55: La frágil florecita
56: Soltera
57: Lasaña de camarones
58: ¡Traicionera!
59: Las chicas como ella
60: Bronce
61: En los brazos equivocados
62: ¿Por qué?
63: Culpa
64: Vivian
65: Justo a tiempo
66: Un deseo
A que no esperaban...
Tercer libro. ¡Ya disponible!

45: Florecer

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By shipsinthesky

—Todos sabemos qué pasará en ese departamento todas las noches de los primeros tres meses. —Gillou absorbió su cóctel a través de la pajilla metálica. Era la primera vez que hablaban de sexo en lo que llevaban de amistad, y Emma se sonrojó de forma dramática al escucharlo. Esmeralda rio despacio, tapando su boca con su mano de una manera que Gillou consideraba delicada—. Es la pura verdad.

—No creo. —Emma removió el hielo de su bebida con una vara de color que tenía dentro del vaso largo, se encontraban en un bar ubicado Williamsburg—. No tenemos mucho sexo en realidad.

Gillou abrió su bocota para contestar con una tontería ideada por el alcohol, pero se detuvo cuando Esmeralda tomó la mano de Emma. Emma les había contado todo lo que pasó la noche anterior, y lo tonta que se sentía por haberse puesto insegura. Al final, les había dicho que estaba bien, incluso había actuado como si se encontrara bien, pero el comentario de Gillou le hizo pensar cosas que probablemente carecían de sentido, sin embargo, cualquier idea estúpida sonaba convincente a oídos de su ansiedad.

—Por favor. —continuó él—. No estarás pensando en que realmente te está siendo infiel porque no tienen mucho sexo. ¿Qué demonios tienes en tu cabeza, mujer? Eres la que siempre proclama confianza hacia Colin. ¡No puedo creer que estés dejado que esa loca, porque es una loca, te fastidie como quiere!

—Confío en Colin por encima de cualquier cosa —lo vio con una mirada rota. Había evitado sacar sus verdaderas emociones, es que no quería arruinarles la noche, pero finalmente su cofre se había llenado hasta el exceso, necesitaba sacar un poco para poder cerrarlo.

—¡Entonces, actúa de esa manera! —la regañó. El sonriente Gillou había desaparecido, ahora era un rabioso francés borracho y sudoroso— ¡Carajo! Tienes toda la razón. Necesitan agarrar sus cosas e irse de esta ciudad cuánto antes. No puedo creer que te pongas a dudar en este momento, a pocos días de mudarse juntos. Me has cabreado a un nivel que no te puedo explicar, hasta me siento acalorado —se sopló usando sus manos, aunque el acaloramiento tenía más que ver con la bebida.

—Yo lo amo bien. —Emma recostó sus codos sobre la mesa y se cubrió su cara con sus manos, evitando a toda costa ponerse a llorar como siempre lo hacía porque era una boba con serios problemas mentales, pero, al final se rindió, y se permitió evacuar su dolor intenso de pecho—. Él jamás me sería infiel. No sé en qué carajos estoy pensando. Es mi tonta inseguridad apunto de sabotear todo aquello que construí en más de ocho meses. ¡Diablos! —Los miró con sus lágrimas recorriendo sus mejillas rosas. Ahora estaba más rabiosa que Gillou, pero rabiosa consigo misma—. No tienen idea de la clase de relación que tenemos.

»Si no confiara en Colin, ni siquiera hubiésemos llegado al primer trimestre, porque es un hombre absurdamente ocupado. Y si Vivian siempre nos ha llamado aburridos por no tener mucho sexo, estamos perfectamente bien de esta manera, pero que quede claro que, si no tenemos sexo, se debe a que él está estudiando o está en reunión o está cansado o durmiendo. ¡Ni siquiera tendría sentido que me sea infiel porque está insatisfecho sexualmente, porque, la mayoría de las veces, hacerlo ni siquiera depende de mí!

Tal vez necesitaba gritar más fuerte. Le estaba hablando a ese par cuando en realidad se estaba dirigiendo a sí misma, se estaba gritando con rabia, desmintiendo cada inseguridad que su ansiedad había plantado en ella desde anoche. Y tanto Gillou como Esmeralda notaron que Emma estaba enojadísima con su propia mente, iban a decirle algo, con temor a fallar, pero Emma siguió hablándose de forma indirecta.

—Colin es la extensión de mi alma. Probablemente me puse a maquinar estupideces porque todo es tan increíblemente hermoso que le temo —secó sus lágrimas con su muñeca, y remojó sus labios antes de continuar—, quiero decir, me siento cien por ciento segura de que quiero mudarme con él, es solo que estoy tan acostumbrada a que las cosas me salgan mal, o a medias. que me asusta la brillantez de nuestra relación. ¡Por Dios!... —abrió su boca con asombro hacia su descubrimiento—. ¡Me estoy autosaboteando porque estoy acostumbrada al fracaso! —golpeó la mesa con sus palmas—. ¡De ninguna manera fracasaré en esto! ¡Nos mudaremos juntos y todo marchará demasiado bien!

—Claro que sí —dijo Esmeralda.

— ¡Y lo haremos casi todas las noches!

Gillou entrecerró sus ojos, diciendo:

—Eres como tu propia enfermedad y tu propia cura al mismo tiempo.

—Emmy, me alegra que puedas mirarlo desde esa perspectiva. —Esmeralda le sonrió. En el fondo se preguntaba a qué rapidez debía pasar Emma del punto A al punto C, retrocediendo al punto B, y saltando al punto D—. Por supuesto que todo marchará demasiado bien.

—Y quien quiera rompernos, se puede ir a la mierda. —Emma decretó, dándole un toque a la mesa con su índice—. Esa mujer, quien sea realmente, no tiene idea de que él y yo nos amamos bien.

—¡Así es! —apoyó Gillou, aunque no tenía idea de a qué se refería con que se amaban bien, pero sonaba lindo y bueno—. Propongo olvidarnos del drama. Como apenas es medianoche, deberíamos irnos a beber en mi casa, ya que en este establecimiento de mierda no se puede. Mi madre no está, claramente.

Sucedió que a Emma le habían pedido su identificación y, a diferencia de Gillou, aún le faltaba dos meses para cumplir veintiuno. Lo más tonto fue que a Esmeralda no se la habían pedido, y era la menor.

⠀⠀

La casa de Gillou se ubicaba en la Quinta Avenida, y a pocas calles del Museo Metropolitano de Arte, era una construcción antigua de cinco pisos y fachada marrón, todo adentro estiraba al color chocolate, en especial los pisos de madera. Emma resaltó el buen gusto de Bianca por el arte, había pinturas del Romanticismo por todas partes. A Esmeralda le sorprendió lo rápido que Emma identificó a qué movimiento pertenecían las obras, es que ella solo podía verlas como unas cuantas pinturas antiguas. Gillou les ofreció toda su sofisticada bodega, pero al final Emma se decidió por la Stella que se encontraba en el refrigerador. Subieron al tercer piso, donde se encontraba toda una sala de recreación, donde había una mesa de billar.

Emma subió sus pies sobre el sofá de cuero oscuro, esa noche estaba usando un pantalón blanco.

—He estado buscando un maestro —colocó la botella en el hueco entre sus piernas cruzadas. Los otros la miraron sin comprenderla, pero Emma le estaba mirando a la botella—. Descuidé mi figura por todo un año, y también mi salud, porque si hacía mucho deporte en el pasado, tenía más que ver con mi salud mental. Buscaré un gimnasio cerca del departamento, eso no me preocupa, lo que me estresa es no hallar un maestro de ballet que se adapte a mi forma de ser. Tengo un maestro en Nueva York, y me ha pasado un montón de contactos de maestros en Los Ángeles, pero me asusta un poco contactar con ellos. No bailo bien, ni me encuentro cerca de pertenecer a una compañía, por eso temo que me tomen como una broma.

—Amiga —Gillou soltó un suspiro—, ¿tú piensas que no querrán ser tus maestros? Pelearán por conseguir el puesto. Me pone feliz que tengas ganas de mejorar en todo sentido, Emmy. Eres algo así como la mujer más hermosa del universo. Lo siento, Esmeralda, era hermosa también —le tocó la pierna a la otra. Esmeralda le sonrió—. Pero, Emma, no mereces sentirte menos. ¿Piensas que eres menos atractiva porque subiste de peso? Absolutamente no. Pero si necesitas ponerte en forma —hizo comillas con sus dedos— para sentirte más confiada. ¡Hazlo! ¡Pon una alarma a las cinco de la mañana y sal a correr por tus sueños!

Emma sonrió de costado, todavía mirando su botella.

—Tal vez me anime a buscar un nutriólogo también. —Ahora alzó su mirada. En su mente añadió: Y podría convencer a Colin de ir. Sacudió su cabeza, mordiéndose el labio en medio de una sonrisa—. Hice un montón de planes desde que surgió la mudanza. Tengo muchas ganas de sacar mi licencia de conducir. Mi papá odiará la idea, pero tener mi licencia me haría sentir más independiente y valerosa —arrugó su nariz y se rio, los otros le estaban mirando con una sonrisa—. Suena estúpido, pero en mi mente se escucha genial. Estoy ansiosa por regresar al gimnasio; por volver a bailar; por sacar esa licencia; por aprender a comer maldita sea, y, cielos, me pone tan, pero tan feliz —miró el techo con sus ojos brillosos— saber que Colin estará a mi lado. Lo elegí para que me acompañara, y es como, Dios mío —los observó con unos ojos enormes y estrujó algo invisible con sus dedos—, nos elegimos. ¿Cuántas personas pueden decir eso?

—Varias, excepto yo. —Gillou levantó una mano.

Esmeralda sonrió un poco. Emma le parecía extraña, en el buen sentido, porque hablaba de Colin como una adolescente hechizada, pero, al mismo tiempo, sonaba madura. Tenía muchos amigos en Miami, en La Habana, en Oxford, todos de distintas culturas, pero todos conocían el amor, sin embargo, Emma era la única de sus amigos que lo entendía. Escucharla le hizo pensar que ni ella misma lo hacía.

—Oh. —Gillou miró su celular y se levantó—. Llegó lo que ordené. Ya regreso.

Emma y Esmeralda se sonrieron cuando Gillou cruzó la puerta, seguidamente, la primera bebió su cerveza y llevó una mano a su pecho después de tragarla, le pareció refrescante.

—Espero que nos mantengamos en contacto —habló la segunda.

—Esme —se inclinó a tocarle la mano—, claro que sí. Nos mandaremos muchos mensajes, y nos encontraremos apenas podamos hacerlo. ¿Cómo se te ocurre que no hablaremos seguido? ¡Eres mi amiga!

—Lo sé —sonrió.

—Cielos. Necesito un abrazo —habló al techo.

Emma dejó su botella en el suelo y se lanzó sobre Esmeralda, quien estaba en un sillón de al lado. Se asustaron y rieron cuando el sillón se reclinó de repente. Ninguna quería dejarse tan pronto, pero ambas estaban felices de haberse encontrado.

—Desaparezco por tres minutos y me cambias. —Gillou se tomó de la frente, ingresando a la sala nuevamente, en compañía de Gael—. Si insinúas que no puedo ser suficientemente mujer para ser tu amigo y amiga a la vez, mejor olvídame. Y yo que con todo el amor del mundo ordené un Gael para ti.

Emma se sentó de costado sobre las piernas de Esmeralda, y respondió, riendo:

—Estás muy borracho. —A decir verdad, le preocupaba mucho que Gillou ahogara el estrés de su profesión en alcohol y postres (que Bianca tachaba como totalmente prohibidos para él), y que después se matara en el gimnasio todos los días a las cinco de la mañana.

—Es viernes, Emmy. Y tú nos dejas en pocos días.

Gael saludó a Esmeralda con un tímido hola, en cambio, Emma extendió su brazo y Gael la tomó de la mano por dos segundos, y no fueron incómodos. Ellos tomaron asiento, y Emma trepó hasta el sofá, después se acostó boca arriba, el sofá no era tan grande, pero cabía de sobra. No sabía que Gillou había invitado a Gael, pero tampoco le molestaba.

La noche le parecía perfecta. Probablemente no había iniciado bien gracias a las inseguridades que había arrastrado desde anoche, pero ahora estaba demasiado feliz porque se hallaba en compañía de sus amigos, amigos que había hecho ella sola, y que eran excelentes seres humanos; sumándole a lo emocionada que estaba por mudarse con el amor de su vida, y todos los planes que había hecho para florecer. Cielos. Florecer. Quería florecer. Quería sentirse bonita, valerosa e independiente. Le llenaba de ansiedad de la buena saber que estaba a días de plantarse en Los Ángeles, donde pondría en marcha todos sus proyectos personales.

Los demás siguieron hablando, pero ella no había oído el tema, solo se sentó, y se dirigió a Gael:

—No sé cuáles son tus planes, pero debes saber que alguien debe cuidar a pa, y ese no será J.J.

Todos se sorprendieron al escucharla.

Gael sonrió, diciendo:

—No tengo planes, tampoco pienso mudarme a Los Ángeles.

—Menos mal. Alguien debe estar aquí por si Bianca le rompe el corazón.

—Cuenta conmigo.

—Nadie le va a romper el corazón a nadie. Puro amor en la ciudad. —Gillou alzó su whisky.

⠀⠀

La música sonaba en todo el piso tres, las vibraciones subían y bajaban, esparciéndose por toda la casa. Eran las cuatro de la mañana y se estaba viviendo una competencia dramática de quién jugaba peor al billar, el único que realmente sabía lo que hacía era Gael. Gillou alegó su inutilidad diciendo que la mesa venía con la casa, y que era la primera vez que la usaba, porque hasta hace poco era un perdedor sin amigos, se puso un poco sentimental después de decirlo. Emma terminó de beber su segunda botella de la noche, a continuación, su celular comenzó a sonar en su bolsillo trasero, y lo sacó, riéndose de las quejas de Gillou por haber interrumpido el sangriento juego. Emma salió al pasillo y se asomó a las barandas de madera oscura, sintió vértigo al ver hacia abajo, el alcohol le había alterado la percepción, estaba viendo el precipicio mucho más alto de lo que realmente era, se alejó de las barandas, respondiendo la llamada un segundo antes de que se dirigiera al contestador automático.

—Oschner, tenemos un problema. Estoy jugando billar y, pues, no podré pagar la renta del primer mes. Me quedé seca —bromeó, pero en verdad había apostado dinero y también había perdido. Caminó por el pasillo con una gran sonrisa que pronto se apagó por el extraño silencio que nació—. ¿Cole? ¿Colin?

Al otro lado, Colin se estaba cubriendo los ojos con una mano, sentado en el suelo contra su cama.

—Nena necia —secó sus lágrimas. Habló normal.

No había sido capaz de acostarse en su cama desde que llegó del club, se había bañado por más de una hora, frotándose el jabón con obsesión y compulsión. Ahora se encontraba en ropa interior, sentado en el suelo de su recámara, llorando y masacrándose con pensamientos. Se sentía sucio, y, se encontraba atravesando por un episodio tan severo, que hasta podía sentir la picazón de la suciedad en todo su cuerpo. No podía dejar de llamarse loco, y a veces recordaba la voz de Rebecca diciéndoselo. Estaba loco porque ninguna persona normal se perturba de esa manera cuando alguien invade su espacio personal. No tenía solución, era un demente que necesitaba dejar de actuar como si algún día todo iba a mejorar.

Emma se rio al escuchar nena necia.

—¿Qué haces despierto? —miró el reloj inteligente que tenía en su antebrazo—. ¿Saliste también?

—No puedo dormir.

—¿Estás demasiado emocionado por mudarte con tu nena? —mordió su lengua en medio de una sonrisa. Sabía que si él no podía dormir se debía a su ansiedad nocturna, pero no quería que se centrarlo aún más en sus pensamientos catastróficos.

—Estuve empacando —observó las maletas y ropas tumbadas en el suelo, no las había recogido—, pero aún me faltan ultimar algunas cosas.

—Yo espero tenerlo todo listo este fin de semana. No quiero llegar al miércoles, y que aún necesite guardar cosas. Por cierto —levantó su índice—, sobre la Vía Láctea que colgará encima de nuestro lindo sofá blanco. ¿Está bien si termino la pintura allá? —En verdad estaba preocupada por eso—. Quiero estar totalmente relajada para terminarla bien.

Colin abrió su boca y sus ojos le titilaron. Emma estaba teniendo en cuenta hasta el último detalle. Podía imaginar cómo la ilusión de ella se desplomaría al enterarse de todo. Comenzó a temblar de nuevo.

—Sí, está bien.

Emma se llenó de aire y se puso de puntitas.

Te amo bien.

Colin se hundió en llanto, dejando su celular boca abajo, sobre el suelo.

—¿Cole? —Emma bajó sus talones.

Colin miró el celular, escuchándola preguntar si seguía ahí.

—Colin.

—Me quedé dormido por cinco segundos.

—Eso no es raro en ti —sonrió—. Descansa. Y seguramente nos vemos luego. Te amo demasiado.

—Pero yo te amo más fuerte.

—Adiós, adiós —susurró.

—Adiós, mi nena.

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