The Teacher's Son [Gay + Adul...

By jav_lar

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"Lo que ves es lo que soy, Pero no soy lo que crees que ves, Ni lo que ves es todo lo que soy" Diego es chico... More

Parte 1 - Capitulo 1 *
2. "Ten cuidado con lo que deseas"
3. "Murphy"
4. Antes que nada es un bully
5. Espía atrapado
6. "La Noche" *
7. Normalidad anormal
8. Verano
9. Nuevos inicios *
10. ¿Un jabalí no es lo mismo que un cerdo?
11. Pool Party
12. La Primera Cita
13. "Estoy casi seguro que es un hombre lobo"
14. "Citas no citables"
15. "Sexo, Tacos y Rock&Roll" *
16. On line
17. La pelea
18 "Tutorías"
19. "Don't tell me it's over..."
20. Xbox, Pizzas y Cervezas
21. "La Mascota del Equipo"
22. "Tú-Aquí-Ahora"
23. "Bad Dragon"
24. "Max el Terrible"
25. "Shadow"
26. "Franco"
27. "Parte del grupo"
28. "Amigos de verdad"
29. "La cena"
30. "Te amo"
31. "Estaré contigo siempre que me necesites"
III - 32. "Entre broma y broma..."
33. "La Mazmorra"
34. "Amigos, más que amigos"
35. "Fortuito y divertido"
36. "Duelo"
37. "Así no es como me hubiera imaginado terminarían las cosas."
38. "Joven 18"
39. "Yo no soy gay"
40. "Halloween"
41. "Encuentros y desencuentros"
42. "Memorias de un pasado olvidado"
43. "Domingo"
44. "Gemelos"
45. "Visita inesperada" *
46. "Absolutamente nadie debe enterarse"
47. Helado frito
48. "Misión de rescate"
49. "Intervención"
50. "Alex"
51. "Blue Moonstone"
52. "¡A por él!"
53. "Hola"
54. "Te presento a mi..."
55. "Charlas"
56. ¿Dónde quedo yo?
57. "¡Dime que no es verdad!"
58. "¿En dónde he venido a parar?"
59. "Día siguiente"
60. "No, no somos amigos"
61. "La Broma"
62. "No eras tan listo como creías"
63. "Luau"
64. "El Jabalí Salvaje, acorralado"
65. "Navidad"
66. "El chico del bus"
67. "Cuenta atrás"
68. "Tiempo fuera"
69. "Tenemos que hablar."
IV. 70. "CmO 4.2"
71. "Promesas rotas"
72. ¿Qué haces aquí? ¡Vete!
73. "Días oscuros"
74. "Secuelas y consecuencias"
75. "Segundas oportunidades"
76. "Mudando a una nueva vida, parte 1"
78. "Si de verdad lo amas... Déjalo ir"
79. "Playlist de los corazones rotos"
80. "Todos los caminos me conducen a..."
81. "Estira y afloja"
82. "Cuatro noches, tres días, dos errores, un anillo"
83. "Te juro que no es obsesión"
84. "Padre"
85. "Padre parte 2"
86. "Despedidas"
Epílogo. "La noche del cometa"

77. "Mudando a una nueva vida, parte 2"

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By jav_lar


77.

"Mudando a una nueva vida, parte 2"


Roberto cursa la carrera de comunicación, es extrovertido, alegre y habla hasta por los codos. Pero no fue eso lo que me gustó de él, fue la forma optimista que ve el mundo lo que me atrapó.

Cuando le conté acerca de la campaña que llevamos para el refugio de mascotas, enseguida la buscó por internet y me dio sus puntos de vista al respecto, así mismo hace observaciones para mejorar lo que teníamos. Con su ayuda y la de Iván, que todavía estaba colaborando en la página, desarrollamos un proyecto que no solo lo utilizó el refugio, sino que también nosotros pudiéramos presentarlo en nuestras respectivas carreras. Daban puntos extras por la colaboración interdisciplinaria.

La mayor parte del trabajo lo hacíamos en la escuela, nos reuníamos en los descansos que coincidíamos y al finalizar las clases, el trabajo de edición lo hacíamos en su casa, pues su computadora estaba mejor equipada para ello que la mía. Sus padres trabajan hasta ya entrada la noche por lo que no había nada que nos interrumpiera, excepto el cansancio.

Después de tener un día realmente pesado en la escuela, una neblina comienza a formarse en mis ojos fatigados, inclinándome hacia atrás del respaldo de la silla cierro los parpados unos instantes antes de seguir con el proyecto. Aprovechando la oportunidad, Roberto se acerca y suavemente coloca sus labios sobre los míos.

La sensación es tan sutil y a la vez profunda que, le devuelvo el beso.

-Perdóname, no volverá suceder. –Se separa y disculpa con la misma velocidad que inició.

-Tranquilo, no pasa nada. Además, a mí me gustó.

La cara de Roberto fue de alivio, entusiasmo, miedo y excitación, todo al mismo tiempo. Ahora más relajado, vuelve a acercarse poco a poco para besarnos de nuevo. En un par de ocasiones choca sus dientes con los míos, mientras sus manos suben y bajan de mi espalda tan rápido como si intentara secarme con una toalla.

Es evidente su inexperiencia en el tema. Toca guiarlo y enseñarle a disfrutar sin prisas de un buen beso.

Al separarnos, evitamos el contacto visual con el otro. Seguro que él es por pena, en mi caso, es confusión. La última vez que bese a alguien fue hace cuatro años, en una vida diferente. Tomo mis cosas y salgo de la casa inmerso en un mar de sentimientos encontrados.

Debido a que nuestros horarios no coincidían, a mis amigos se les hizo normal el que permaneciera con ellos todo el día. Por la tarde, tampoco fui a buscarlo a su casa, la excusa, tenía sesión con la señorita Núñez. Es a ella a quien le expongo mi dilema, en busca de consejo.

- ¿Por qué huiste? –Pregunta la psicóloga.

-No lo sé. –Y justo ese es el problema.

-Este joven, ¿Qué sientes por él?

-Roberto es atento, educado, divertido y alegre. Me siento bien y cómodo cuando estoy con él, por eso tengo miedo de echarlo a perder. Me gusta mucho.

-Si te gusta, entonces, vuelvo a preguntar. ¿Por qué huiste?

-Hasta ese momento, ignoraba que yo también pudiera gustarle, lo veía como un amigo. O así es como me sentía más cómodo, algo puramente platónico.

-Bueno, pero si a ti te gusta y tú pareces gustarle a él, ¿Por qué no dar el siguiente paso? O, ¿sigues sintiendo algo por el otro chico?

Respiro irregularmente unas cuantas veces antes de responder.

-Sí, bueno, no creo. Hay veces que aún me sorprendo pensando en cómo estará. Nuestra historia concluyó tan abruptamente como inició, por lo que no tuve la oportunidad de cerrar como es debido ese ciclo.

- ¿Piensas qué al empezar una nueva relación, sin haber terminado satisfactoriamente el noviazgo anterior, de algún modo estás traicionando a ambos?

-Sí. –No podría haberlo explicado mejor.

- ¿Hace cuánto tiempo que dieron por terminada la relación?

-Una pregunta difícil. La última vez que estuvimos juntos como pareja fue hace cuatro años. Poco más de dos de no vernos, por cierto, fue cuando le pedí que se fuera y me dejara. Luego, estuvimos en contacto por mensajes unas pocas veces más. Así que, más de año y medio sin saber de él.

Conforme voy haciendo los cálculos me doy cuenta de varias cosas: El recordarlo ha dejado de producirme un episodio; más que dolor o tristeza, lo que siento es, nostalgia. La revelación más importante es el darme cuenta que el "guardarle luto" a estas alturas es absurdo.

Decidido a aclarar el asunto, marco a su celular en cuanto salgo de consulta.

-Aló.

-Hola Roberto, habla Diego. ¿Podemos vernos?

El tono seco en su voz me deja frío, sin saber que pensar espero su respuesta, la cual no llega en seguida.

-Estoy en mi casa, si te parece bien.

¡Claro que me parece bien! sirve que tenemos privacidad para conversar.

Un cuarto de hora más tarde, toco el timbre de su casa. Al abrir la puerta evita el contacto visual. –Pasa. – Es todo cuanto dice.

Una vez dentro, en lugar de ir a su cuarto como acostumbrábamos se queda sentado en la sala.

-Roberto, quiero que hablemos de lo que pasó ayer. –Con voz tranquila, tomo asiento a su lado.

- ¿Estás enojado? –Aún húmedos sus ojos son hermosos.

-No. Tranquilo. –Lentamente para no asustarlo, llevo mi mano a su mejilla, con el pulgar limpio una lágrima. –¿Te gusto?

Decido ser yo quien lleve la batuta del asunto.

Él solo asiente la cabeza sin mirarme a los ojos todavía. –Sí, me gustas. Eres el primero que me gusta tanto como para intentar lo que hice. –Por fin levanta la vista, sus ojos oscuros buscan los míos temiendo un rechazo.

Con mi mano en rostro lo acerco al mío hasta pegar nuestras frentes. –Tú también me gustas. ¿Quieres ser mi novio?

A modo de respuesta, con una amplia sonrisa, sus labios y los míos se unen nuevamente.

Me confesó que a pesar de ser consciente desde hace mucho tiempo que le gustaban los hombres, nunca había estado con uno. Por lo que decidimos irnos con calma, ya habría tiempo para lo demás después. Desde entonces solo nos separábamos para las clases y para estar con nuestras familias.

#

Para festejar el fin del semestre, Román organiza una fiesta en su casa, a la que todos nos apuntamos encantados. No es para menos si tenemos en cuenta que su patio trasero es una playa de arenas blancas y suave oleaje.

Nuestro amigo sabe ser un buen anfitrión, tiene cubierto a la perfección las 3 B's: botanas, bocadillos y muchas bebidas. Todos nos alocamos bailando, cantando y divirtiéndonos a nuestras anchas. Román y su novia Sandra (la chica del piropo cursi) se desaparecen un buen rato quien sabe dónde. A Daniela y César no hay quien los saque de la pista de baile, Roberto y yo intentamos seguirle el paso sin éxito.

Extenuados por el baile y ensordecidos por el ruido de la música a alto volumen, convenzo fácilmente a Roberto me acompañe a dar un paseo por la playa. A pesar de que esa noche la luna menguante estaba muy baja para poder iluminarnos más allá del camino señalado por antorchas, decidimos bajar hacia las dunas buscando un lugar apartado del ajetreo.

Una vez que estuvimos acomodados y seguros de que nadie podría vernos, no dudamos en comernos a besos recostados en la arena.

En contraste con el interior, los sonidos que aquí predominan son los de la campana de una boya y el chocar del mar en el rompeolas, ambos lo suficientemente lejos para que lleguen a nosotros como susurros. A pesar de ser entrada la noche, una cálida brisa proveniente del océano nos envuelve como una sábana, alentándonos a deshacernos nuestras ropas cada vez más húmedas.

Sin dejar de besarnos, mis manos se deslizan sobre su cuerpo buscando su sexo. Una vez que lo encuentro no dudo en masajearlo suavemente de arriba abajo.

- ¡Ah! –Se le escapa un quedo jadeo a Roberto. –Cuidado con la cabeza.

Por un momento no entiendo lo que me dice hasta que otro quejido coincide cuando intento bajar el prepucio por completo.

-Eres virgen. –Le digo al oído.

-Sí. –Responde del mismo modo.

Su respuesta logra excitarme todavía más de lo que ya estaba. Sin vacilar bajo por su torso desnudo saboreando su piel salada por el sudor y la brisa marina hasta llegar a su vientre. Me entretengo un momento jugando con su prepucio, subiendo y bajando, con calma. Cuando creí que ya estaba relajado, fui metiéndolo poco a poco en mi boca. Los gemidos entrecortados de mi novio son un aliciente a continuar con mi trabajo. Con su precum y mi saliva, consigo liberar por primera vez al completo su glande.

Roberto aprovecha el instante que me separo de él buscando tomar aire para intercambiar los papeles. Ahora es él quien torpemente replica las atenciones que le he procurado. No es un experto, pero consigue llevar un buen ritmo con su felación. Vuelvo a la realidad cuando tras una pausa escucho el rasgar de un envoltorio. Después de todo, él sí venía preparado.

Nunca habíamos hablado al respecto de nuestros roles, así que tampoco debe sorprenderme cuando me coloca el preservativo. Intenta sentarse sobre mí un par de veces sin conseguirlo. Tomándolo de la cintura logro voltearlo para que sea él quien quede de espaldas sobre la arena, coloco sus piernas en mis hombros y lubrico con saliva mi pene. Con movimientos lentos poco a poco voy pasando la barrera de su esfínter. Juraría que incluso logro escuchar un plop cuando logro atravesarlo por completo. El gesto de dolor en su rosto también cambia por uno de placer.

Las olas cada vez más embravecidas son una burda imitación de la pasión que liberamos después de tanto tiempo de haberla reprimido.

Para cuando regresamos a la casa de mi amigo, las antorchas ya estaban extintas, la música ahora suave, ambientaba a un pequeño grupo que charlaba alrededor de un bracero de jardín. Nos unimos a ellos como si nada fuera de lo normal hubiera sucedido. La única que pareció darse cuenta fue Dany que en un susurro me dijo.

-Traes el cierre abajo.

#

Un martes de la primera semana de vacaciones de invuerno, alguien toca el timbre de la puerta cuando ya estábamos a punto de comenzar a cenar.

- ¿Esperas visitas? –Me pregunta mamá, extrañada por lo irregular de la hora.

-No que yo sepa.

-Anda, sé bueno y ve a ver de quien se trata.

Un poco a regañadientes, porque muero de hambre, camino hacia la puerta con la plena convicción de decirle un par de verdades al tunante que osa interrumpir a estas horas. Nada más abrir la puerta me quedo hecho una piedra.

Iluminado solo con la luz del pasillo del interior de la casa, veo a un hombre de espaldas con cazadora de cuero tratando de desatar un par de maletas de una motocicleta negra aparcada frente a la puerta.

El tipo, al darse cuenta que lo observo desde el lumbral sin moverme, se voltea solo un poco ofrecerme una amplia sonrisa mientras me dice.

- ¡Vamos Diego! No te quedes ahí parado y ven a ayudarme, creo que se apretó mucho el nudo.

Una vez que lo reconozco voy a su encuentro. –Creí que vendrías hasta dentro de semana y media.

-También yo, pero terminé antes con los exámenes y decidí venir y relajarme un poco con el parrandero de mi hermano.

-Ja ja, muy gracioso Iván.

-Por ahí escuché que ya te mandas solo, vas a fiestas, llegas hasta el amanecer, todo mal vestido y oliendo a sexo.

- ¡Calla! Que seguro ese debes ser tú, sin nadie que te supervise por allá. Por cierto. ¿Desde cuándo tienes moto?

-Ya ves, ni te enteras hermanito. La compré hace como cinco meses porque necesito moverme mucho, entre la escuela, el refugio, la clínica donde trabajo, salir con la novia, etc. No la había traído antes por qué aún no me aventaba a manejar en carretera.

- ¿Y qué tal va? –Pregunto emocionado.

-Corre como el viento. Si quieres mañana podemos salir a rodar y lo ves tú mismo.

-Vale, me late.

Entramos a la casa abrazados cargando una maleta cada uno. Sergio al escucharnos no tarda en bajar las escaleras para recibir a su hijo con alegría.

Concluida la cena, se disculpa y encierra a dormir en su habitación. No volvemos a verlo hasta dos días después. Con el cabello todo alborotado y vistiendo solo un delgado pantalón de pijama, deambula por la casa aún medio dormido hasta la cocina.

-Muero de hambre. ¿Qué hay de almorzar?

-Lo que puedas prepararte. –Respondo apurado. –Hay huevos, leche, cereal o si quieres todavía queda guisado de ayer en el refrigerador.

Con un amplio bostezo se me queda viendo con mala cara. - ¿A dónde vas tan temprano?

-De temprano nada, ya son las once de la mañana, quedé en almorzar con mis amigos.

-Te acompaño, deja me doy una ducha rápida y estoy listo en quince minutos.

No fueron quince, sino veinte minutos los que se tardó. Lo bueno, es que al ir en su motocicleta nos ahorramos tener que esperar el autobús. Mis amigos como ya lo habían visto en ocasiones anteriores lo reciben con entusiasmo. A quien no le hace mucha gracia el que quiera acompañarnos a todos lados es a Roberto.

Iván quería que le enseñara todo lo divertido que se podía hacer en la ciudad: go karts, parque de patinetas, bares (aunque sabe bien que no tomo), y su favorito, ir a ligar a la playa.

El hecho de no habla ni pío de portugués, no le impide ofrecerse a untar bronceador a una chica brasileña recostada a unos pocos metros de nosotros. Después de unas risitas coquetas e intercambio de palabras, regresa con el grupo muy contento.

-Espero no les moleste, he invitado a Carine a venir con nosotros al Chiringuito de Pietro.

A los demás no les importa, por el contrario, les causa gracia ver como Iván se las apaña para comunicarse con su nueva amiga.

De camino al bar lo aparto un instante. -Se supone que tienes novia en casa. – Le recuerdo tajantemente.

-Tenía. Me dejó por un tipo con más tiempo y dinero que gastar con ella. –A pesar de que trata de sonar de lo más casual, puedo percibir que está muy dolido.

-Lo siento. ¿Por eso has llegado antes?

-Sí, había planeado pasar una semana los dos solos, pero ya ves, su nuevo novio la llevaría a un crucero. Así que, de nuevo soy libre hermanito y la vida es una. –Recompone su expresión antes de regresar con su nueva amiga.

-De acuerdo, pero cuídate bobo.


Lo suyo con Carine no pasó de ser ligue de un día, lo cual no parece afectarle tanto. A quien si llegó a molestar su constante presencia es a mi novio.

- ¿Por qué no lo mandas a casa? –Me dijo un día cuando se nos pegó para ir al súper. De hecho fue la excusa más aburrida que se le ocurrió a Roberto para persuadirlo que acompañarnos, obviamente no funcionó - ¿Que no se da cuenta que quiero estar contigo a solas?

-Yo también quiero. Pero tampoco puede ser tan grosero. –La cara de fastidio que pone es suficiente para saber que se ha enojado y mucho. -Déjame ver qué puedo hacer. –Estando entre la espada y la pared, decido apoyar a mi novio, pues comprendo que él también tenía planes para nuestras primeras vacaciones juntos, planes que se vieron interrumpidos.

Tras unas cuantas indirectas demasiado directas, Iván por fin nos deja una tarde libre. A la que Roberto pretende sacarle todo el jugo posible.

Vamos al centro comercial para comprar suministros: galletas, gomitas, chocolates, helados, y unas cuantas películas nuevas. El plan es sencillo, pasar el resto del día en su casa viendo televisión. O por lo menos es lo que hicimos los primeros treinta minutos.

Al estar acurrucados en el sillón los besos esporádicos y caricias mutuas poco a poco van dando lugar a un morreo en toda regla, de pronto, ambos estábamos desnudos.

Beto, al ser educado en una familia conservadora, conocía muy poco de las posibilidades y los placeres que el sexo podía ofrecer. Como yo no tampoco soy ningún experto, ambos pretendemos ponernos al corriente.

Por lo menos pudimos aprovechar esa "escapada", entre Iván, mis padres y los amigos, no volvieron a dejarnos pasar un rato a solas el resto de las vacaciones.

El último día antes de entrar de nuevo a clases, paseando por la calle encontramos una tienda rematando disfraces para hallowen, entramos a curiosear más que nada para perder el tiempo. Al salir habíamos comprado un uniforme de policía y uno de bombero, a manera de broma pensamos que sería divertido probar el juego de roles en nuestro próximo encuentro.

La pasamos tan bien que no me di cuenta del momento en que incursionamos en el shibari (un estilo japonés de bondage), ni en qué momento dejamos de salir o hacer otras cosas juntos que no fuera el encerrarnos en su habitación.

Un día, conversando entre clases, le comento. – Porque no este sábado salimos solo tú y yo. No sé ir al cine, una cena romántica, recorrer el malecón al anochecer e incluso ir a bailar. ¡Cambiemos la rutina! ¿Qué dices?

-Tienes razón, es hora de probar otras cosas.

Complacido por lo fácil que ha resultado todo, el sábado por la tarde, me esmero más que de costumbre en arreglarme. Según Beto, me llevaría a un sitio increíble.

En punto de las cuatro de la tarde, ya estaba Roberto tocando a mi puerta. Estaba realmente guapo con un pantalón kaki, camisa blanca y blazer azul. Por lo regular siempre usa jeans, camisetas con estampados y houdies, el cambio definitivamente pinta muy bien.

Subimos al auto de su padre y emprendemos el camino, solo que primero haríamos una "para técnica" en el centro comercial. Por un momento pensé que pasaríamos a buscar algún recado que le habían encargado de su casa, o algo que se le había olvidado para nuestra cita.

Estuve más o menos en lo cierto y equivocado a la vez. Resulta que no íbamos a una tienda, sino a ver a un sujeto. Por lo que me dijo, había hecho una compra por internet y habían acordado verse en ese lugar para cerrar el negocio. Sonaba lógico, yo mismo he hecho transacciones de ese tipo.

Una vez que el sujeto apareció, sentí que algo no iba del todo bien. Su apariencia era normal, incluso se veía agradable, lo que me llamó la atención fue la forma tan discreta en que hicieron el intercambio. El tipo voltea a uno y otro lado discretamente, cerciorándose de que nadie los observa antes de entregarle un paquete pequeño a Roberto, al mismo tiempo que este le pasa unos billetes.

- ¿Qué se supone que fue eso?

-Una sorpresa, al rato te cuento.

Como no quiero parecer pesado, ni tampoco arruinar la tarde, decido dejarlo pasar.

Saliendo del estacionamiento, tomamos el boulevard que lleva a la zona turística, con los mejores hoteles, restaurantes, bares y miradores de la ciudad. Me emocioné bastante al pensar que iríamos a uno de esos lugares. Roberto en cambio, es de otras ideas.

El lugar al que decide llevarme es a un hotel.

Uno bonito he de admitir, pero no deja de ser un hotel. Mientras caminamos por el corredor me doy cuenta que cada puerta es diferente, una es de madera roja, otra asemeja una escotilla, o de juncos. La que tiene el número 316 coincidente con la llave de Roberto, es de color azul con marco blanco.

La habitación del otro lado luce como las fotos que he visto de villas griegas, el color azul, blanco y arena en un perfecto equilibrio. La enorme cama con dosel, un confortable diván, hielera con una botella de vino y un jacuzzi componen lo más destacable.

Bueno, esto es nuevo, una cena romántica al estilo mediterráneo. ¡Ja! Que idiota fuí.

Nada más cerrar la puerta de la habitación, Roberto me abraza por la espalda besándome justo en esa parte que el cuello se une al torso, mi punto sensible. Pensando que solo era el preámbulo de las sorpresas que había planeado, me dejo llevar.

-Robe.

-Mm?

-El restaurante del hotel se veía interesante, ¿Qué te parece si bajamos a comer primero?

-Ahora no. –Responde sin pensárselo. A la vez que oigo como cae pesadamente su saco al suelo.

Sin gracia alguna se desprende de sus ropas, es más, aún no se había quitado bien la camisa cuando ya estaba sobre mi tratando de desabrochar mis pantalones.

-Espera, hoy no tengo ganas.

- ¿Porqué? Anda, aunque sea solo un rapidín y ya.

-Lo siento Roberto, pero no.

Cansado y, lamento decirlo, aburrido del sexo, hablo con Roberto para hacerle ver mi punto de vista.

-De un tiempo a la fecha lo único que hemos hecho es coger, ya no salimos a dar una vuelta, por un helado, ni divertirnos.

-Eso lo hemos hecho ya muchas veces y es aburrido, el sexo es definitivamente mejor. –De su blazer recupera una licorera de la que bebe un largo sorbo.

-Sí, el sexo está bien. La cuestión, es que me gustaría tomarnos un descanso. -

- ¿Un descanso? ¿Quieres decir que te cuesta trabajo que se te pare? Haberlo dicho antes, mira, tómate esto, el tipo al que se las compré dice que con eso se te pone tiesa de volada por horas. –Me ofrece una pastilla y la licorera.

- ¡No!, ¿Cómo crees?

- ¿Acaso no te gusta coger conmigo?

-No digo que no lo disfrute, pero no quiero que nuestra relación se base en el sexo.

- ¡Pero si el sexo es la razón principal para tener pareja!

-No. la razón principal es para apoyarse mutuamente, para ofrecer y dar estabilidad emocional al otro. Además, sabes bien que yo ni siquiera tomo alcohol, no digamos drogas.

- ¡Cómo si no te atiborraras de chochos y suplementos en el gimnasio! ¿A caso crees que me trago la historia de que eres tan santo? Seguro has de coger con tipos cachas en las regaderas.

- ¡Por supuesto que no!

-Ya, te voy a creer. –Visiblemente molesto, se da la vuelta para inhalar un par de veces el contenido de un pequeño y extraño frasco. –Uff, que subidón, anda prueba.

- ¿Qué demonios es esa cosa?

-Ayuda a que te desinhibidas, te relajas y gozas como no tienes idea. Anda, dale un toque y sabrás de lo que hablo.

-Yo no voy a tomar drogas. Y tú tampoco deberías.

-No seas un puto aguafiestas y éntrale.

Lo repentino y extremo del cambio en su comportamiento, logra que me preocupe como hace tanto tiempo no lo estaba.

-No. –Le repito con voz firme. Dando un paso atrás para reafirmar mi negativa.

- ¿Estás seguro que me vas a dejar así con ganas y todo prendido?

- Si no quieres que me marche, entonces vístete, vámonos y tira esas porquerías.

- ¡Pues vete! ¡Que ya encontraré otros más potentes que tú con quienes garchar toda la noche!

No quería creer que era él quien hablaba, debía estar bajo el influjo de lo que sea que se haya metido. No era tan corpulento, pero si era el más fuerte de los dos, por ello avanzo hacia él y sin miramientos le arrebato el frasco y el paquete donde traía esas porquerías.

- ¿Qué demonios crees que estás haciendo?

Entro al baño y tiro al retrete el contenido del frasco, pastillas e incluso los porros que le había comprado al camello ese.

- ¡Estás loco! –En medio de su "viaje" y muy cabreado, intenta golpearme para impedir me deshaga de la mercancía.

Forcejeamos.

Me golpeo en el rostro y le respondí. No lo suficientemente fuerte para noquearlo, pero si para que se calmara.

Dolido tanto por el moretón en la mejilla, como por sus palabras, lo llevo dormido en el asiento trasero del coche a dar una vuelta esperando se le baje pronto el efecto.

Le doy mil vueltas a la cabeza tratando de... justificar su comportamiento. -Fueron las drogas quienes le pusieron esas palabras en su boca. –Le digo al espejo retrovisor tratando inútilmente de convencerme. El reflejo de mis ojos dice otra cosa. -Desde hacía mucho que la relación fuera de la cama se había acabado.

Es entrada la noche cuando despierta un poco más lúcido, por lo menos lo suficiente para regresarlo a su casa sin que sus padres vean nada más raro que una borrachera.

-Una discusión con otros parroquianos en el bar. – Le dije a su padre cuando lo vio todavía un poco aturdido y la hinchazón en mi pómulo.

-Ja, ah que muchachos estos. –Fue todo lo que dijo, mientas cerraba la puerta.

No es sino hasta el lunes por la tarde que lo encuentro a la salida de la universidad. El metro y medio de separación es insuficiente para fingir haberme confundido con alguien más.

Media semana después, por fin se dignó a buscarme, para hacerme saber lo apenado que estaba. Por mi parte, lo único que tenía para decirle es que lo nuestro había llegado a su fin.

-Debes de entender que lo que hiciste estuvo mal, en muchos sentidos.

-Perdóname, no sé qué me pasó, tal vez como fue la primera vez que inhalaba no supe controlarlo.

-Por tu bien espero sea algo que jamás vuelvas a repetir.

-Lo juro, pero por favor, quédate conmigo.

-En este momento lo único que puedo ofrecerte es una amistad, nada más.

Llegué a pensar que fui muy egoísta, al no quedarme a su lado, total, solo había sido una vez.

De nada hubiera servido tantos años de terapia, si permitía que alguien me tratará de esa forma, sobre todo si venía de mi pareja.

##

Presente.


- ¿Qué haces ahí sentado todo pensativo? Vámonos que se nos hace tarde y mis padres nos esperan.

- ¿Te has puesto también de mi loción? –Le pregunto al levantarme y llegarme el inconfundible olor a madera y pachuli.

-Sí, de esa forma no se mezclarán los aromas cuando estemos juntos, ¡No es genial terroncito!

-No lo es. –Refunfuño malhumorado.

-Conduces tú verdad, yo todavía no me acostumbro a esta ciudad.

-Dame las malditas llaves y súbete al auto de una vez.

-Ja ja ja. –En un movimiento aparentemente descuidado, pasa la mano por su cabellera para darle ese toque de perfecto despeinado que le faltaba.

Se bien cuanto le gusta sacarme de mis casillas, ¿de dónde saca tantas ideas locas? lo ignoro. En alguna ocasión le pregunte ¿Cómo le haces para pensar tanta tontería?, a lo que muy serio me respondió. –Fácil, me levanto temprano.

A pesar de su loquera, él ha estado conmigo cuando le he necesitado. Quizá por eso a pesar de los años aún seguimos juntos.

##

Flashback


Con forme avanzaba en la carrera el tiempo que tenía libre era cada vez menor. Entre presentar proyectos para cada materia, estudiar para los exámenes, pero sobre todo las prácticas profesionales requerían casi mi total atención.

Había conseguido que me aceptaran en una agencia de publicidad de renombre. El primer día llegue muy emocionado a las oficinas centrales, pasaría seis meses conociendo de primera mano cada aspecto de la creación de una campaña.

La sonrisa en mi rostro de desdibuja al enterarme que, por un error (seguramente de la escuela o mío), no estaba registrado mi nombre entre los seis practicantes que aceptaban cada año.

-Tranquilo, respira, inhala – retén – exhala. –Me digo mentalmente al darme cuenta que si no me controlo puedo llegar a tener un episodio a mitad del lobby.

-Lo siento señor Sayas, pero no puedo ayudarle, las vacantes ya han sido designadas. Quizá para el próximo año. –Se disculpa mecánicamente la secretaria.

-Podría hablar con alguien de la oficina de vinculación o recursos humanos. -Intento a la desesperada.

No dice nada, solo marca una extensión, a quien le responde le habla rápido y en voz baja para que no entienda. ¡Dios cuánto secretismo!

-Te recibirá el Lic. Covarrubias de Recursos Humanos, planta 4, preséntate en el módulo con la secretaria y ella te dará mayores indicaciones. –Extiende un gafete de visita e indica el elevador por el que debo de subir.

Pasan más de cuarenta minutos en la sala de espera, sin poder hacer más que permanecer sentado y sudando por los nervios y la desesperación. Una vez que pasan a entrevista el bloque de aspirantes que ha llegado antes que yo, por fin entro con el licenciado.

-Buenos días, pase señor...

-Sayas, Diego Sayas, buen día licenciado.

- ¿Sayas? Oh cierto, vienes por las prácticas. Perdón por hacerte esperar, como te habrás dado cuenta la mañana ha estado algo ajetreada por aquí. Bien, veamos. Hum.

Revisa unos archivos y supongo yo, se mensajea con alguien más en su computadora. Mientras tanto, hace un poco de plática para que no me sienta tan intimidado. Seguro no me gustaría verlo enojado, pero ahora presenta un semblante amable, es de esas personas que te da confianza.

-Bueno, sí aquí está el correo de la escuela con tu solicitud, mi visto bueno, la jefa de departamento y... hum.

¿Hum qué? Diga otra cosa que no sea hum.

Suena su extensión y la contesta enseguida. -¿Entonces cómo estuvo el asunto? ................... Hum ya veo........... Chécalo por favor y me dices ..... ok, espero.

No pasan ni diez segundos de haber colgado cuando vuelve a sonar el teléfono. - ¿Qué me tienes?....... hum, podría ser....... eso lo vería yo, no te preocupes....... muchas gracias...... te veo luego, bye.

Espero no se note que ardo en ascuas. A todo esto, el licenciado vuelve a teclear rápidamente en su computadora antes de dirigirse nuevamente a mi.

-Bien, hable con el responsable del área dónde ubicamos a los practicantes, la mala noticia es que efectivamente las seis plazas están cubiertas de momento, no te preocupes, te tomaremos en cuenta para el próximo año.

- ¿En otra área quizá?

-Esa sería la otra alternativa. Veo que en la escuela llevas producción publicitaria. Háblame sobre ello.

Como buen nerd, le doy un resumen de lo visto en la materia, incluso le hablo sobre algunos proyectos que hicimos para la clase y cuánto me ayudó para la página web del refugio.

-Por lo que veo, tienes una buena idea de por dónde va la cosa. Bien, lo que podemos hacer es ubicarte en nuestro departamento de producción, tal vez no sea tan glamuroso como estar con los creativos de allá arriba, pero estoy seguro sabrás aprovechar la experiencia.

-Sí, suena excelente.

-Perfecto, le voy a mandar tu ficha al jefe de departamento y él te dirá que es lo que debes de hacer.

-Muchas gracias Licenciado Covarrubias.

-Trabaja duro muchacho.

Nos despedimos y salgo de su oficina sintiéndome 10 kilos más ligero de cuando entre. Su secretaria imprime una hoja para que se la entregue a mi jefe y me da las indicaciones para llegar al departamento de producción.

¡Cuánta razón tenía al decir que no sería nada glamuroso! En un principio lo único que hacía era ir por los cafés, panquecitos, entregar notas, sacar fotocopias, recibir paquetes, acomodar cables, y un interminable de etcéteras más.

Una pérdida de tiempo total. Mientras, allá arriba, los demás practicantes estarían empapándose del teje y maneje real. Entablando contactos importantes y con suerte asegurando un empleo en la agencia. O por lo menos eso era lo que yo pensaba al pasar el tiempo encerrado en la bodega.

Un día, cuando me mandaron a la pastelería por sus biscochos encontré formado en la fila justo enfrente de mi a un conocido de la escuela que también estaba haciendo sus prácticas en la agencia, con él estaba una chica con cara de fastidio. En el tiempo que esperamos a ser atendidos, la chica se quejó amargamente del trato injusto del que eran objeto.

-No digo que nos den un proyecto para trabajar, eso sería súper cool, pero por lo menos deberían de dejarnos participar, mínimo observar como lo hacen.

-Sí, pero puedes echarle una hojeada cuando vas a sacar copias, o parar echar oreja en las reuniones cuando les sirves cafés, eso es lo que hago. –Le aconseja mi amigo.

-Por lo menos ustedes están allá arriba y pueden captar como es la cosa, abajo ni siquiera hablan entre ellos, menos aún conmigo, se la pasan todo el tiempo pegados a sus computadoras. –Me uno a las indignaciones.

-Oye sí, que feo, escuché que le dieron tu lugar al nieto del dueño. Según para "que se fuera empapando del negocio familiar". –Comenta mi amigo, remarcando las comillas de la frase con los dedos.

Nepotismo, lo que me faltaba.

-Se la pasa holgazaneando todo el tiempo, es más, ha venido apenas un par de días y solo un rato, ni siquiera el turno completo. –Esta vez es la chica quien se enoja. – Lo malo es que yo tengo que hacer sus deberes, ¡Cómo si no tuviera suficiente con los míos!

Una vez que les despachan sus órdenes, regresan de inmediato a las oficinas. La mía tarda un poco más porque en mi caso, soy el asistonto de todo el departamento, no solo de un ejecutivo, así que son muchos y diversos los pastelitos que debo llevar. El chico que me entrega la caja con el pedido me dice antes de soltarla.

-No te desanimes, así son siempre al principio, mientras tú aprovecha cuanto puedas. –Sin duda había escuchado toda nuestra plática, lo cual me cohibió, ya que es atractivo y no me gustaba que pensara que soy un quejica.

Pasan los días y todo sigue como siempre. Pronto me aprendo la rutina así que no es necesario que me pidan las cosas. Las visitas a la pastelería son igualmente frecuentes, por lo que incluso la cajera al verme entrar sonriente dice. - "La orden de siempre", ¿verdad guapo? – Con el tiempo llegué a conocer, por lo menos de vista a los empleados de la pastelería, pero no volví a ver a aquel chico.

Cierto día, uno de los asistentes de cámara se reportó enfermo, por lo cual me piden acompañar al equipo de grabación al malecón. El trabajo no era muy complicado, solo ayudar a jalar cables, asegurarme que no se desconectaran, quitar todos los obstáculos para que el camarógrafo no se tropezara y cosas por el estilo. Como las tomas serían usadas en la campaña promocional de una marca de ropa femenina importante, al rodaje también vino el ejecutivo encargado de la cuenta y un representante del cliente para asegurarse de que las cosas se hicieran como ya lo habían estipulado.

Estar en medio de ellos, me da la oportunidad de entender mejor la interrelación de los equipos. Aunque de forma indirecta, vi cómo se realizó la campaña. Una vez que terminamos de grabar en la locación, y de vuelta a la oficina, observé el trabajo de los editores y diseñadores en post producción. El agotador intercambio de opiniones entre el ejecutivo y el responsable de producción, hasta finalmente quedar en tres propuestas de 30 segundos cada uno.

Mis compañeros estaban celosos, pues ellos solo vieron al ejecutivo sentado en su escritorio trabajando en su computador, mientras le servían café o iban a ser sus mandados.

Para cuando finalizó el periodo de prácticas, mi participación en las grabaciones y sesiones fotográficas fueron tan bien recibidas que me ofrecieron un empleo de planta como segundo asistente de uno de los directores de producción. Vamos, igual seguía siendo el gato del gato, con un poder de opinión casi nulo. A quién le importa, ¡Ya estoy en el juego!

#

La soltería me sentaba bien, no tenía a quién darle mayores explicaciones que las que les daba a mis padres. Aunque, en ocasiones también extrañaba tener un hombro en el cual descansar la cabeza un rato y olvidarme del estrés que entre la escuela y el trabajo me tenían azorado.

Por suerte tengo a mis amigos Daniela, Román y César para sonsacarme de vez en cuando a salir con ellos a bailar o a algún karaoke-bar. Claro, siempre que nuestros horarios así lo permitan, los cuales últimamente no han coincidido tanto como nos gustaría.

Entonces, solo entonces y como última baza, recurro a los amores desechables. Encuentros fugaces en que los nombres, profesiones, pasados y futuros importan nada. Una breve charla a través del chat de una aplicación de contacto es suficiente para quedar en vernos, ya sea con la intención de conversar y tomar un café, o saltarnos todo el preámbulo e ir directo a la cama. Vacíos paliativos a la soledad, nada que pasara más de dos, máximo tres citas. Con el escaso tiempo disponible y mi falta de interés por crear lazos emocionales con alguien, era lo único que de momento podía permitirme.

De las pocas veces que entraba a buscar algún prospecto, siempre lo hacía lo más alejado posible del trabajo o la escuela. El primero, por obvias razones, el segundo, bueno tuve la desgracia de encontrarme el perfil de Roberto con la leyenda: "Pasivo complaciente y aguantador".

Una mañana que prodigiosamente tenía el día por completo libre, decido entrar a revisar los perfiles, más por ociosidad que por querer tener una aventura. Como de costumbre, recibo mensajes de tipos que lo primero que dicen es. [–¿Edad, rol y que buscas?] –Ese tipo de mensajes los elimino de inmediato, a menos que lo que busque sea un acostón rápido.

Un perfil, destaca agradablemente. Bajo la leyenda "Solo salgo si mi perrhijo me acompaña" aparece la foto de un joven corriendo con su perro, ambos de espalda a la cámara. Se me hizo tan cursi y fuera de lugar que no dudo en saludarlo.

[-Se ve que ese cachorro está muy consentido.]

[-Sí que lo es, y además es un travieso.]

Pasamos medio día conversando, sobre perros la mayor parte del tiempo, lo cual resultó ser un cambio agradable. Desde entonces solo entraba a la aplicación para conversar con él haciendo oídos sordos a todos los demás. Eventualmente, intercambiamos nuestros números telefónicos para poder seguir charlando con mayor comodidad. Lo cual en cierto punto fue extraño dado que ninguno hacia mucho intento por conocernos en persona.

#

Mientras, el trabajo en la agencia cada vez era más absorbente, la parte buena es que, al tener un mayor acercamiento con los demás miembros del equipo, también voy conociendo más acerca del trabajo de cada uno de ellos.

Una de las cosas que más me gustan del trabajo es que a veces, para tomar filmar los promocionales toca salir a locaciones, ya sea dentro o fuera de la ciudad. Tal es el caso de una marca de café, para el concepto que se le habían diseñado se requería que el equipo de producción se trasladara a una pequeña población ubicada en medio de las montañas.

El viaje fue largo y pesado, más que otra cosa por lo agreste del camino, sin embargo, las penurias bien valían la pena. El lugar es perfecto. Se había rentado una confortable y amplia cabaña, para que pudiéramos trabajar sin interrupciones. El primer día lo dedicamos a descargar e instalar el equipo, buscar el escenario perfecto para las tomas, hacer prueba de luces, verificar el estado del caballo y muchas otras cosas a tener listo para cuando llegaran los creativos.

El modelo masculino, Jonas, es un tipo con el que te sientes cómodo trabajar. A diferencia de otros, él saluda a todo el staff al llegar, hace bromas para aligerar el ambiente y no se desespera (mucho) cuando el trabajo se prolonga. Otra de sus características es que le gusta los deportes extremos, razón por la cual lo eligieron en esta ocasión y no solo por lo atractivo de su rostro y su cuerpo trabajado, pues igual puede hacer mountain bike, motocross que montar a caballo.

Es precisamente por eso que decidió viajar junto con nosotros, pues quería "calar" tanto al caballo como el camino donde se harían las grabaciones. Como en la mañana nos ayudó a bajar las cajas con el equipo y monto un rato al caballo con el que trabajaríamos al día siguiente, ya salió avanzado el día con la bici para hacer la prueba del camino. Quería ir a su paso, por ello rechaza ser acompañado por alguien más.

El vigilante de la cabaña le aconseja no alejarse demasiado, ya que los senderos podrían ser confusos y peligroso, agradece la advertencia amablemente y se interna en la montaña. A nadie le extraña que se desapareciera por unas horas, pues esa es su costumbre. Sin embargo, también es sabido que nunca llega demasiado tarde.

Las cinco de la tarde y el sol comienza a perderse detrás de las nubes, ni rastros de él. Preocupado, más por el posible retraso de la filmación que de la salud del modelo, el director me encarga coordinar su búsqueda. Junto con otros dos compañeros, armados con linternas, soga, radios y una mochila cada quien con suministros básicos emprendemos la marcha.

Decido seguir el camino que se había marcado previamente para la filmación, pues en teoría, Jonas quería probar la ruta para agilizar las labores de todos.

- ¿Y si decidió alejarse más o intentar otra ruta? –Pregunta uno de los muchachos que me acompaña.

-Esperemos que ese no sea el caso. –Contesto sin mucha esperanza, con la vena aventurera que se carga, bien podría haber hecho eso.

Avanzamos con lentitud no tanto por lo agreste del sendero, sino porque vamos gritando su nombre cada pocos metros, guardando silencio por si escuchamos una respuesta y observando todo por si encontramos algún rastro.

Pasada hora y media con el sol a punto de ocultarse nos encontramos con que el terreno se volvía cada vez más difícil. Estábamos por decidir si dar un rodeo o regresar, cuando escuchamos su llamado.

- ¡Hey amigos! ¡Aquí abajo! –Nos grita desde unos cuantos metros debajo de la ladera en que caminábamos.

- ¡Jonas!, ¿Estás herido? –Le grito preocupado, pues apenas si logro verlo entre los matorrales, aún con las linternas iluminando la saliente en la que se encuentra.

-Creo que me torcí el tobillo, fuera de eso bien. ¿De causalidad traen comida? He perdido mi mochila al caer.

- ¿Cómo puedes pensar en comida? – Le dice divertido uno de los voluntarios.

Es una suerte el haber recordado traer una soga, con ella, los muchachos improvisan un arnés que utilizamos para subirlo hasta nosotros. Una vez arriba, revisamos su tobillo izquierdo, se ve hinchado y le duele al asentar el pie, fuera de eso, parece no estar roto. Con unas ramas y vendaje del kit de primeros auxilios le inmovilizo el pie para evitar mayores daños.

Emprendemos el regreso cuando el sol ya se ha ocultado por completo. Por fortuna, no fue necesario alejarnos del sendero marcado o nos habríamos perdido. Con el radio avisamos que ya íbamos en camino y que Jonas necesitaba a un doctor que lo revisara y una cena caliente.

- ¿Qué ha pasado? –Le pregunta el director en cuanto entramos a la cabaña.

-Ah, una tontería, todo iba bien, pero me he encontrado con un tramo muy fangoso, derrapé y caí por una pequeña ladera. No me ha pasado nada grave, salvo por el tobillo, por eso no pude volver al camino.

Una vez más calmados, el doctor del pueblo que fue a revisarlo, nos confirma que efectivamente no tiene heridas de gravedad.

-Solo es un esguince en el tobillo, bastará de momento con mantenerlo vendado y compresas frías para reducir la inflamación, ah y mucho reposo.

Esto último no fue algo que el director quisiera escuchar.

Las grabaciones del día siguiente fueron más lentas de lo calculado. Si bien Jonas es capaz de hacer la mayoría de sus tomas con la chica, el caballo y algunas en la moto. Gracias a que logramos disimular el vendaje con botas más grandes que su talla normal y trucos con la cámara que en postproducción se podrían retocar. Lamentablemente, la secuencia en MTB le eran imposibles, dado que debía utilizar ambos pies.

Peor, nadie en producción que supiera montar en bicicleta tenía su complexión, excepto... más o menos yo. Teníamos la misma estatura, y aunque él era un poco más musculoso, lo pudimos arreglar rellenando un poco el traje con las fibras de una almohada destripada, en cuanto al rostro, se solucionó utilizando un casco con visera y googles.

En el corte final, quién aparece bajando la montaña a toda pastilla era yo, mientras que Jonas, de pie junto a la bici se quita el casco para tomar una taza de café caliente.

Al regresar a casa y contarle la anécdota, Sergio no podía con la risa. –Necesito grabar ese comercial, mira que no cualquiera puede presumir que su hijo es doble de un modelo de comerciales. ¡Jajaja!

Todos nos reímos de la broma, incluida Dany que trataba de convencerme de acompañarla a uno de sus viajes.

-Ya ves, estás más que listo, además necesito a mi amigo que me cuide. –Obvio no me necesitaba, pues ella sabía cuidarse bien solita, se le había metido en la cabeza hacer el Camino de Santiago los cuatro amigos.

#

Tras meses de conversar con "Solo salgo si mi perrhijo me acompaña", finalmente acordamos vernos en el parque, en la banca de madera frente a la fuente.

Mientras lo espero sentado, reviso algunos detalles del siguiente proyecto en el que trabajaremos, así mismo mando unos rápidos correos al equipo para que tengan todo preparado. Tan concentrado estaba que apenas ni me di cuenta cuando alguien se sienta a mi lado. Fue necesario que un peludo de tamaño mediano color gris oscuro, hocico chato y una graciosa mancha blanca alrededor de este y sus ojos me diera un par de lametones en el rostro para que levantara la vista extrañado.

-Oh, lo siento, perdona al confianzudo este. –Se disculpa el dueño del perro.

- ¿Teddy? –No puede ser posible, lo sé, aun así siento que es verdad. Y si no es él, es su gemelo perdido. El susodicho ladra de nuevo dando brinquitos y moviendo la cola como rehilete

-Sí, ¿cómo sabías?

-Tal vez te suene raro, pero creo que tienes a mi perro.

-Suena loco, ya que no somos de aquí.

Levanto la vista a observarlo, según yo por primera vez. Me encuentro de frente con rostro jovial, brillantes ojos café, hoyuelos en las mejillas y una cálida sonrisa. Es un rostro familiar, aunque no logro ubicarlo del todo.

-Espera. ¿Ya nos conocíamos de antes? –Definitivamente no son figuraciones mías, a él le pasa igual.

-No oficialmente. Hola, soy Diego. –Me presento.

-Te recuerdo, ¡Eres el chico de los cupcakes! Mi nombre es Said, te vi el otro día en la pastelería, quizá ni.

-Claro que te recuerdo, tu consejo me alentó a no darme por rendido. Gracias.

-Pa' que veas papá, tú solo júntate conmigo.

-Por cierto, no volví a verte, a pesar de que regresé muchas veces.

- ¿Enserio? ¿Por qué no preguntaste por mí? Por lo regular estoy adentro en la cocina, preparando con especial cariño tus panquecitos. Fue una suerte que ese día cubriera a una compañera que tenía resfriado.

-De haber sabido. Además, ni siquiera conocía tu nombre o si estabas interesado.

-Y yo pensando que me habías olvidado.

-Guau!

-Creo que Teddy se ha puesto celoso. –Le acaricio detrás de las orejas y enseguida tamborilea con su patita.

-Eso es un hecho, aunque a estas alturas, ya no estoy tan seguro que lo esté por mí. Ahora que reencontró a su otro papá.

##

Presente


Bajo la velocidad entrando al estacionamiento. Lo sabía, ya está lleno.

-Ahí pastelito, adelante hay un espacio libre. – Me señala Said un cajón que por poco paso por alto.

-Ya lo tengo.

-Lo ves, aún tenemos tiempo. Y tú queriendo llegar súper temprano. –Con cara de suficiencia Said me manda un beso al aire en un intento de apaciguar mi mal genio.

-Vale sí, pero camina a prisa, que estamos justos de tiempo. "Pastelito".

Sin perder más el tiempo nos damos prisa hacia los jardines donde se llevará a cabo la ceremonia.

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