—Tú no vas a manejar mi jodida motocicleta —dije enojado tratando de recuperar las llaves que ella me había quitado con anticipación antes de salir de la casa.
Maldije el lugar tan inapropiado donde había decidido dejarlas, pero yo no sabía que una loca entraría escalando por mi ventana a secuestrarme.
—Si lo haré —dijo decidida.
—No —repliqué.
—Si.
—No.
—Si.
— ¡No! —grité negando con la cabeza—. De ninguna manera tocarás a Jane.
Esta chica estaba loca si pensaba que le iba a permitir poner un solo pie en mi motocicleta.
—No me digas que nombraste a tu moto —dijo burlándose de mi otra vez—. ¡Eso es ridículo!
—Tú eres ridícula.
— ¡Dios! ¿También le tienes nombre a tu amigo de abajo? —preguntó—. Debe ser Cíclope o algo así.
Lo dijo riéndose tan fuerte que me contagió.
Estaba loca. Joder, ella estaba malditamente loca.
Y me encantaba.
— ¿Si quiera sabes como se maneja?
—Por supuesto —dijo saltando como cuando era pequeña. Aún recordaba los brincos que daba por todos lados en la primaria.
— ¿Si te dejo manejar seguirás hablando estupideces? —pregunté un poco más resignado, quería callar su pequeña boca besos, pero eso sería totalmente inconsecuente a mi plan. Aunque también salir con ella era una oportunidad única y no quería desaprovecharla, podía seguir ignorándola después.
—Posiblemente —dijo fingiendo que lo pensaba.
Me encantaba eso: que fuera atrevida, pero sin llegar a ser vulgar ni ofrecida como lo eran casi todas las chicas calienta pollas del instituto. Me encantaba que fuera inteligente, graciosa y dulce.
Pero por sobre todo, que ella lo intentara por mí. A pesar de que yo tenía bastante claro que ella me gustaba, la evitaba y no hacía nada para que ella pudiese interesarse en mí de algún modo. Pero ella lo estaba intentando, iniciando nuestras conversaciones, ayudándome con matemáticas, engañándome para pasar el rato conmigo, escalando hacia mi ventana... ella lo hacía por mí y me hacía mas fácil y a la vez más difícil decidir si quería estar alejarla de mi o no.
—Hazlo —dije dándole una oportunidad si llegar a pensarlo mejor—. ¿Dónde iremos? —pregunté.
Quería calcular las horas para llegar a tiempo a casa. Normalmente papá llegaba a las ocho de la noche, pero yo prefería estar en casa antes por si el llegaba temprano y así evitarme una golpiza como la del día anterior.
—Te llevaré a mi lugar favorito en el mundo —respondió y sentí que algo dentro de mi me susurró que lo merecía.
Que podía dejar que alguien me quisiera, se preocupara por mí y confiara en mi tanto como para enseñarme algo tan importante y significativo.
Sin decir nada más se montó en Jane y me hizo una señal con la cabeza para que me subiera. Me subí detrás de ella mientras encendía la motocicleta, y con la confianza que me caracterizaba puse mis manos en su cintura, pero por debajo de su blanca y suave blusa.
Sentí como ella se estremeció y su respiración se hizo más pesada, su piel era tan suave y tibia. Respondía tan bien a mi tacto que me hizo desear más. Quería más de ella, y no solo físicamente.
Traté de subir mis manos más arriba, buscando más suavidad en su piel cuando sentí que mi mano picaba y la retiré de su cuerpo.
Ella me había golpeado.
—El toqueteo para la siguiente cita Styles —dijo riendo y reubicando mis manos por sobre la tela de su blusa. Yo me reí y decidí obedecer. Ella había dicho cita, lo que significaba que con cuatro invitaciones más podría tocarla como yo quisiera.
Condujo la moto por las calles mientras yo pensaba en la estupidez que había hecho, pensando con la polla en vez de la cabeza. Ella posiblemente era una conductora inexperta y yo le había dado todas las facilidades para que acabara con nuestras vidas antes de salir del instituto.
Cuando noté que lo hacía bastante bien, me relajé, reposé mis manos en su cintura e hice círculos por encima de su blusa suavemente. El viento golpeaba en mi cara y mis rizos se despeinaban más de lo normal. Necesitaba un corte de cabello pronto.
Cerré los ojos y me dejé llevar. Era como si estando con ella todos mis problemas no estuvieran ahí. Era como si mi madre no se hubiese ido, como si mi hermana no me hubiese abandonando y mi padre no me golpeara hasta dejarme inconsciente cada fin de semana.
Luego de casi diez minutos sentí como la motocicleta se detuvo.
Sin decir nada, me tomó de la mano y me electricé ante su toque nuevamente.
Era un simple parque de juegos, había muchos niños con sus padres y traté de recordar mi dulce infancia. Pero no lo logré. No logré recordar más allá de los golpes o los gritos, o un solo día en que no estuviera infeliz o asustado.
Me condujo hacia unos columpios. Solo eran dos y estaban bastante lejos del resto del parque. Eran muy grandes, pero demasiado bajos para nosotros.
Annie se sentó en el columpio de la derecha y yo la imité poniéndome en el de la izquierda.
—Dicen que uno siempre vuelve a los lugares donde amó la vida, y supongo que este es el mío —dijo balanceándose un poco—. Papá mandó a ponerlos aquí, solo para mi. Veníamos cuando queríamos estar los dos solos o cuando me enojaba con mamá. A veces solíamos venir en días de lluvia y nos mojábamos tanto que teníamos que correr al auto para no morir congelados. Por supuesto siempre nos daba un resfrío de muerte y mamá tenía que faltar al trabajo para cuidarnos.
—Lo siento mucho —dije—. Lo de su muerte.
—También yo —respondió—. Lo extraño tanto.
— ¿Por qué murió? —pregunté tratando de alguna manera consolarla, aunque pensándolo bien estaba metiendo los dedos en su herida y lo sabía, porque yo odiaba que hablaran de mamá.
—Tenía cáncer, al pulmón. Mi mamá le dijo mil veces que dejara de fumar pero él no hizo caso. Ahora somos nosotras las que estamos pagando las consecuencias.
—Eso es una mierda —respondí suspirando.
La verdad era que no sabía que más decirle. Nunca había sido bueno dando palabras de apoyo, Ni si quiera sabía cómo mantenerme a mí mismo a flote cada día, estaba jodido.
—Lo sé, solo lo extraño demasiado —dijo limpiando los bordes de sus ojos—. ¿Quieres jugar a algo? —me propuso y yo asentí.
—Cada uno tendrá tres preguntas que hacerle al otro —dijo triunfante—. Pero tienes que responderlas con la verdad —sonrió mirándome, sus ojos habían recuperado ese brillo especial y juguetón que usualmente tenían, ese brillo que me encantaba.
—Está bien —asentí, probablemente ella quería saber mi banda favorita, si me gustaba la pizza o alguno como eso.
—Júralo —dijo entrecerrando los ojos.
—Lo juro —rodé los ojos y ella los rodó también.
—Comienza tu —dijo tomando impulso para empezar a columpiarse suavemente, ella era bastante alta y sus pies chocaban con el césped bajo nosotros.
—No lo sé —dije pensándolo un momento—. ¿color favorito?
—Azul —respondió, el azul también era mi preferido.
— ¿Música favorita? —pregunté tomándome un poco de tiempo.
—Rock —el rock también era mi favorito.
— ¿Qué es lo que más te gusta hacer? ¿Algo que sobrepase los limites de gustar?
—Dibujar —dijo segura—. Es lo que más amo en el mundo.
— ¿Y eres buena? —inquirí.
—Por supuesto —dijo usando un tono de ofendida bastante cómico.
—Es mi turno —dejó de mecerse para mirarme a los ojos—. ¿Quién te golpeó?
La sangre se fue directa a mis tobillos y estuve seguro de que todo el color se había ido de mi cara. Debí haber supuesto que Annie no se quedaría tranquila con mi respuesta cuando me lo preguntó antes.
Odiaba eso. Odiaba que me preguntaran por mis estúpidos golpes, y más aún, odiaba mentir. Tener que cubrir el abuso de mi padre para no quedarme solo en el mundo y no tener que ir a un orfanato.
—Tuve una pelea —respondí como siempre. Aquella era la excusa perfecta, ya que todo el instituto sabía de mi fama de busca pleitos.
— ¿Por qué? —siguió preguntándome.
—Estuve con una chica que tenía novio —mentí—. El se enteró y me golpeó, pero debiste ver su cara, el quedó peor. Reventé todo su puto rostro —dije tratando de hacerlo creíble, pero por su cara supe que no lo era lo suficiente.
—Segunda pregunta —continuó—. ¿Dónde están tu madre y tu hermana?
—Esa cuenta como la tercera —dije tratando de distraerla.
Ella claramente había pensado bastante en sus preguntas y supuse que el "juego" era un truco para cubrir un inminente interrogatorio que debía haber planeado con bastante antelación.
—No hagas trampas, es la segunda.
Suspiré derrotado. —Ellas se marcharon —dije hablando con total sinceridad—. Cuando tenía diez, ella y Gemma se fueron sin decirle nada a nadie.
— ¿Nunca supiste por qué lo hicieron? —preguntó, y vi en su rostro lo que veía en todas las personas cuando confesaba que mi cruel madre y mi malvada hermana me habían abandonado: lástima.
—No, y no quiero saberlo —dije sintiendo como el nudo en mi garganta se formaba—. Este no es un tema del que me guste hablar, ¿puedes pasar a la siguiente pregunta, por favor?
—Claro, lo siento — susurró apenada—. No lo sabía.
—No lo sientas, supongo que lo acepté hace mucho tiempo pero aún no logro superarlo.
Nos quedamos en silencio un largo rato, agradecí que Annie no siguiera preguntando sobre mamá. Era un tema que no estaba completamente cerrado para mí y en serio detestaba hablar de eso. El por qué se fue lo tenía muy claro, pero ¿por qué no me había llevado con ella? ¿Por qué a Gemma si? Simplemente nunca pude comprenderlo.
— ¿Puedo hacerte la última pregunta? —dijo Annie rompiendo el silencio.
—Claro —respondí temeroso, sus preguntas comenzaban a amedrentarme un poco.
—Cuando llegué al instituto y me senté junto a ti... pensé por un momento que yo te gustaba pero luego pareció como si de un momento a otro me hubiese contagiado de peste porque me has estado evitando desde que te supimos que éramos vecinos —dijo rápidamente y yo quedé paralizado, claramente ella no tenía vergüenza de decir lo que sentía—. La pregunta es, ¿por qué estás alejándome?
—Me gustas Annie, pero te alejo porque no quiero revolver mi vida. No quiero que nada cambie —respondí sin mirarla a los ojos.
—¿Entonces quieres seguir siendo el jodido mujeriego que se folla a todo lo que camine? —bufó enojada. — ¿Sabes por qué escalé por tu hermosa ventana esta tarde?
Negué con la cabeza.
—Porque cometí el error de decirle a mi madre que me gustaba un lindo y tierno chico del instituto que probablemente tenía ETS y se llamaba Harry Styles.
—No tengo ETS.
—Oh, es bueno saberlo —dijo con ese tono sarcástico que había estado utilizando todo el rato—. Entonces ella dijo "Harry es un buen chico, le gustas desde que eran pequeños y estoy segura de que no tiene ETS". Pero ahora llego aquí, y el jodido chico al cual se supone que le gusto prefiere seguir follándose a todo el instituto que cambiar solo un poco su rutina diaria por mi.
—Lo siento, pero no lo haré —susurré y ella se puso de pie. No podía decir nada más. No quería gritarle, ni discutir con ella. Porque tenía toda la razón.
—Está bien, lo aceptaré y lo voy a superar. Te espero en la moto.