El Novio De Emma© #2

By shipsinthesky

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Aceptar que eran almas gemelas no fue sencillo, y tú ya conoces la historia. Libro #1 Al Estilo Emma Libro #2... More

Sinopsis
EL NOVIO DE EMMA
1: Se amaban, y no cabía duda
2: El verano de los dos
3: Ansiedad generalizada
4: Inútil
5: Con todo respeto
6: Una gema rara con toques amarillos
7: A pesar de todo
8: La pesadilla de Jakey
9: Séptimo mes
10: En este planeta, y en los otros
11: Invitación
12: Dos minutos en el cielo con Colin
13: Esmeralda
14: Siempre te voy a cuidar
15: Almas gemelas
16: Milo Walton
17: Mentiroso
19: Día en la azotea
20: La familia Oschner
21: Ángel de alas amarillas
22: Los buscados
23: Un espanto
24: El postre de la confusión
25: Amigos
26: Perseguida
27: Gael
28: Una familia entretenida
29: Un Miller más
30: Una batalla por la superioridad
31: El brownie
32: El error
33: La ruptura
34: Vulnerable
35: La Emma que conocían
36: La despedida de soltera
37: Benditamente organizado
38: Princesa guerrera
39: Raramente llena
40: Las paces
41: La próxima semana
42: Planes con Colin
43: La misma estúpida historia
44: Cenizas
45: Florecer
46: Enfermo
47: Un mes horrorosamente vacío
48: Coney Island
49: Hawái
50: El mundo real
51: Jamaica
52: Walton, Walton
53: Niño herido
54: Los girasoles más bellos
55: La frágil florecita
56: Soltera
57: Lasaña de camarones
58: ¡Traicionera!
59: Las chicas como ella
60: Bronce
61: En los brazos equivocados
62: ¿Por qué?
63: Culpa
64: Vivian
65: Justo a tiempo
66: Un deseo
A que no esperaban...
Tercer libro. ¡Ya disponible!

18: Hipotético fracaso

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By shipsinthesky

Todo sucedió de forma tan repentina.

Firmaron los papeles iniciales y al día siguiente aparecieron los empleados de su madre con un camión de mudanza. En media hora los dejaron sin el mínimo indicio de que alguna vez fueron cuatro en ese ático.

J.J. estaba dolido. Creyó que lo había disimulado, pero al mediodía regresó al ático para almorzar con su hermanita, le dio un abrazo que se sintió diferente y no hizo bromas durante la comida. No era un niño, era un adulto, pero en su cabeza se había repetido toda la noche el pensamiento de que aquella pareja, que lo había recibido con los brazos abiertos, y de la forma más amorosa y humana, se estaba separando para siempre. La noticia le pegó directamente sobre su pecho, y ni siquiera les dieron tiempo para procesarlo, fueron al grano, sin anestesia, firmaron como si llevaran meses queriendo hacerlo. J.J. sabía que ninguno de los dos era feliz en su matrimonio, pero ni siquiera lo intentaron. ¿Es que acaso las parejas ya no van terapia?, ¿no intentan arreglar los desperfectos antes de tomar esa decisión? Era triste pensar que dejaron de amarse bastante tiempo atrás. Y quizás ahora también le asustaba el matrimonio.

Emma.

La noticia no la impactó como todos lo esperaban. Colin pensó que iba a celebrarlo, pues siempre la había escuchado decir que sus padres juntos eran un error. Pero en realidad no dijo ni pío, hasta que llegó la madrugada y lo llamó llorando porque no quería que su padre se convirtiera en uno de sus divorciados gordos y rechazados por la sociedad feliz. Sabía que ahora su padre tenía la oportunidad de crear la vida que siempre quiso, y que su madre le había impedido, eso la llenaba de esperanza, sin embargo, nunca tenía pensamientos esperanzadores sin una buena dosis de pensamientos pesimistas.

Logró reponerse del ataque de ansiedad. Y despertó al mediodía, sorprendiéndose por el ramo de girasoles que alguien le había dejado sobre su mesa de noche.

Para mi único amor verdadero, decía la tarjeta.

Y durante la comida, J.J. le mencionó que su padre le había dejado cerveza en su mesa de noche con una tarjeta que decía: Te amo, y hubiese cambiado tus pañales con gusto.

Entonces, Emma supo que estarían bien.

Se sentó frente al tocador, acariciando su larga cabellera frente al espejo, entonces, abrió un cajón para sacar una tijera y se cortó el cabello porque sí. Dejó el enorme mechón sobre el mueble blanco, y colocó sus manos sobre sus hombros, cruzando sus brazos. ¿Cerrando ciclos? Posiblemente. Dejó de pensar y sus manos actuaron por sí solas, dejando su cabello corto hasta los hombros. Oh, mierda. Iban a estar bien, ¿cierto? Porque no podía imaginar una vida sin las bromas de su padre o sin la risa escandalosa.

Cerró sus ojos y respiró hondo, sintiendo el aire donde antes le cubría su cabello. No podía permitir que un montón de pensamientos ansiosos, y tal vez irreales, le arruinaran la noche, en especial porque ese concierto era el regalo de graduación de Colin. Entonces, se emocionó al recordar que iba a estrenar la camiseta de Imagine Dragons que él le había regalado meses atrás para su próximo concierto juntos, valga la aclaración final. Le encantaba la idea de crear recuerdos con él. Ambos disfrutaban de la música por igual, y los boletos eran más que un regalo de graduación, eran un gracias por dejarme poner la misma canción de Taylor Swift una y otra vez en tu camioneta.

—¿Qué demonios te hiciste? —preguntó Aqua.

Emma giró sobre su asiento, y respondió:

—No sé, llevo años con el cabello cerca de la cintura —tocó su corta melena.

—Qué atrevida —dijo Kayce—, no a todas les queda bien el cabello corto.

¿Qué significado real tenía ese comentario?

Emma regresó al delineado negro que estaba perfeccionando en sus ojos.

—Siempre llegan sin avisar —trató de sonar amable.

—Se me olvida que ahora tienes vida social. Mis padres dejaron que Marina saliera a una fiesta en casa de su mejor amiga, y tengo que admitir que me aburro sin ella. No te preocupes, la próxima vez no te tendré en cuenta. Otro familiar que tacho de mi lista, a esta altura solo me queda el tío Jakey, quizás ahora que se está divorciando tendrá más tiempo para divertirse junto a su sobrina menos preferida.

Emma terminó con sus ojos y se puso de pie.

—¿Ya todos lo saben? —preguntó.

—Lo lamento mucho, Emma. Mis padres tampoco están juntos —contestó Kayce, adentrándose al guardarropa con sus brazos cruzados—. Aunque yo no me sentiría mal con tanta ropa de consuelo.

—Emmy no usa ni el 30% de todo esto —comentó Aqua.

—Qué envidia. Vas de compras en tu propio guardarropa, Emma —miró los estantes que exhibían bolsos. Se preguntó cuánto dinero valdría todo ese armario, apostaba lo que sea a que mucho más de un millón.

Emma recogió un mom jeans del sofá y se metió al cambiador, cerrando la cortina.

—Colin llegará en cualquier momento, Aqua. Y mi papá desapareció desde la tarde.

Esperaba que su padre se hallara comiendo en compañía de sus viejos amigos.

—¿Ya nos estás echando? —preguntó Kayce.

—Disculpen. Debo cerrar el ático —mintió. Nunca cerraban el ático porque Archie era el portero estrella—. N-no lo tomen a mal, las hubiese recibido si no tenía planes, voy a un concierto en el Garden con Colin.

Emma metió su camiseta dentro de su pantalón vaquero, y suspiró.

—Lo entiendo —respondió Aqua.

—Diviértete con tu novio de oro, Emma —continuó Kayce.

Abrió la cortina para preguntar:

—¿Novio de oro? ¿Qué significa eso?

Ambas tuvieron que retroceder, ya se estaban yendo.

Kayce soltó una carcajada al techo. Jamás esperó esa reacción.

—Tienes el sueño adolescente en tus manos —contestó.

—Colin no es el sueño adolescente —salió del cambiador.

Enfrentó a su madre por hablar mal de Colin. ¿Cómo no iba a tener los ovarios para responderle a esa pretenciosa? Se creía amiga de Colin por compartir el mismo salón de clases por unos años, y ahora hablaba de él como si fuera una especie de trofeo adolescente.

—Marina está enamorada de él, eso prueba que lo es —bromeó.

—Déjalo en paz —pronunció fuerte y claro.

Aqua abrió sus ojos de par en par.

Pero Kayce rió de nuevo, y dijo:

—¿De acuerdo? Amiga, tengo suficiente experiencia de vida para saber que estás celosa. Calma —respondió en tono tranquilo, mirando a Emma con su ceño fruncido, esa clase de mirada que se le da a una persona que enloqueció con las palabras—. ¿Que deje en paz a tu novio? Ni siquiera lo he tocado.

Los ojos de Emma se aguaron.

—No son celos. Estoy harta de que hablen de él como si fuera un trofeo.

Su voz se apagó, ahora estaba avergonzada, pues quedó como la tóxica novia de Colin McClain cuando esa no era la realidad, no podría estar celosa de alguien como Kayce ni si se empeñara a estarlo. Pensarían que ella podría sentirse intimidada por ese voluptuoso cuerpo, pero no, a Kayce se le acababa lo bonito cuando abría la boca, aunque se esforzara demasiado porque los demás la percibieran como buena onda.

—Oh. ¿Te pasa seguido? No puedes controlar lo que la sociedad creó. Mejor activa tus alarmas donde en verdad tienes peligro de perderlo. Si me gustara Colin, hoy tendría un anillo suyo en mi dedo.

—¡No estoy celosa! —exclamó, frustrada.

—Qué bueno, porque nos seguiremos viendo —sonrió con gracia, como si no acabaran de tener un episodio denso. Emma pensó que probablemente la tipa estaba tratando de conservar su trabajo de verano.

—Kay, vámonos —habló Aqua.

Fue la escena innecesaria de la noche y moría por contárselo todo a Colin.

⠀⠀⠀⠀⠀⠀

—Dios mío, Dios mío. Es mi nena linda con el cabello corto.

Colin se asombró cuando Emma abrió la puerta trasera de la camioneta. Podía afirmar que le gustaba Emma en cada versión de ella, sin embargo, pensaba que aquel corte de cabello la hacía ver más preciosa de lo que ya era, quizás porque le dejaba un aspecto tan dulce como la miel, que combinaba perfectamente con su personalidad. No pudo contenerse, la agarró del cabello con suavidad cuando se sentó a su lado, y le dio un largo beso en los labios.

Tal vez se preguntarán cómo había dormido Colin luego de que la persona que más amaba en este planeta, y en los otros, lo llamara mentiroso, pues, no le fue muy bien bajo las sábanas, sin embargo, se le pasó cuando ella lo llamó llorando por una crisis de ansiedad, de esa manera se dio cuenta que Emma no necesitaba al Colin culpable, sino a su novio Colin, notó que para ella la mentira era historia pasada, que en ese momento le tocaba a él reconciliarse consigo mismo.

—¿Te gusta? —sonrió.

—Me encanta —continuó acariciándole el cabello por un rato más.

—Te cuento lo último que me pasó —subió su pie sobre el asiento y se sentó de tal manera en la que pudiera mirar de frente a Colin, quien también se dobló un poco para verla mejor—. Estaba terminando de arreglarme cuando llegó Aqua, me enoja que siempre aparezca cuando debo salir, eso me hace sentir medianamente culpable, aunque ahora mencionó que me tachó de su lista de familiares a quien recurrir cuando está aburrida, así que es poco probable que regrese de sorpresa. El asunto es que apareció con Kayce, y sabes que ella no me cae bien.

—¿Para qué le prestas atención? —posó su mano sobre la rodilla de ella.

—Le presté atención porque alguien debía ponerla en su lugar. ¿Sabes cómo te llamó? —preguntó, pero le tapó la boca con su mano—. Te llamó novio de oro, luego sueño adolescente —bajó su mano, pero subió su otra pierna, sentándose sobre ellas—. Le dije que te dejara en paz y ¿sabes qué insinuó de mí?

—¿Vas a dejar que adivine esta vez? —rió, entrecerrando sus ojos de forma dulce. Jamás le importó cómo esa mujer lo llamó, estaba disfrutando esa rabieta de quien aparentemente era su defensora.

—Insinuó que soy una novia tóxica. ¡Me llamó celosa! ¡Celosa por ella! —tomó su cabello entre sus manos.

—No la considero mi tipo de mujer, ni de persona —agarró el borde de la manga de la camiseta de ella, se acordó que le había regalado hacía meses, ahora olía tan bien.

—Pero escúchame, Oschner —se acercó más y lo cogió del cuello de su camiseta, aproximándose a la cara de él—. Me dijo que, si tú le gustaras, hace tiempo que ella tendría un anillo tuyo en su dedo. ¡Ahhh!

—¿Dijo eso? —frunció su ceño.

Emma regresó a sentarse sobre sus piernas.

—¡Tú no te casarías con alguien como ella!

—No le des el gusto de ponerte nerviosa, corazón.

—¿Qué clase de relación mantenías con ella en la escuela?

—Ni siquiera éramos amigos, Emma. Me quedé sin amigas cuando empecé a salir con Rebecca, pero, de nunca haber pasado por esa relación, ella no es precisamente la clase de persona a quien llamaría amiga.

—¿Entonces por qué demonios actúa como si te conociera? —bufó hacia el techo.

—Porque la gente hace eso conmigo. Por favor, cálmate. Aprecio que me defiendas a mis espaldas, pero no lo necesito, bebita. He aprendido a ignorar a la gente que lanza esa clase de comentarios, me gustaría que tú hicieras lo mismo. No me afecta lo que digan los extraños.

Emma miró las uñas de sus manos.

—Quisiera ser más como tú. Me sigue afectando lo que digan de ti, de mí.

—Que no te afecten lo que digan los demás es un proceso. Y claro que vas a conseguirlo, incluso vas a superarme, porque eres la persona más fuerte que conozco. Pero también estoy orgulloso porque le diste un puñetazo verbal a esa mujer; lo que sea que le hayas dicho, debió haberse atontado para sacar ese comentario tan desesperado. ¡Te amo y estoy tan feliz de estar contigo, mi superheroína! —se inclinó para abrazarla, la arrolló con sus brazos y le dio besos.

⠀⠀⠀⠀⠀⠀

El concierto fue otra experiencia maravillosa juntos.

Asistieron al mismo show en Los Ángeles, pero eso no le quitó la emoción. Y Emma cada día superaba más su ansiedad hacia las aglomeraciones, por lo que la noche no pudo haber sido más perfecta para los dos. Salieron medio roncos del Garden, pero les pasó con los minutos. Lo normal sería decir que ambos estaban cansados, pero ninguno quiso admitirlo, ambos aseguraban estar la batería llena.

—¡Emma! —exclamó Archie, se sorprendió cuando ésta dejó un billete de cien encima del mostrador, luego, colocó su dedo índice sobre el papel y lo arrastró hasta el lado del portero—. Tú padre no está y tu hermano tomó un vuelo a Miami —guardó el billete en el bolsillo de su chaqueta de uniforme—. Oh, me pregunto si Emma se estará divirtiendo en el concierto ése al que fue. ¿Será que ya habrá terminado? ¿Qué hora son?

Emma dio media vuelta sin mover sus labios serios, empujó a Colin por detrás hasta el ascensor.

—No sabía que sobornabas a tu portero —sonrió.

—Es la primera vez que lo hago, aprendí del sinvergüenza —presionó el botón de su piso.

—¿De J.J.? —se recostó contra el espejo.

—No, de mi papá —lo miró.

Eso sonó aún más lógico.

⠀⠀⠀⠀⠀

La puerta de la recámara fue trancada con seguro y los besos iniciaron desde ese momento.

Colin se agachó y Emma se puso de puntillas para moverse hasta la cama sin interferir con el imán que juntaba sus labios en un encaje perfecto. Lo que le hacía supremo al encuentro amoroso es que ninguno había sugerido hacer el amor después del concierto, sin embargo, se dirigieron al mismo escenario y actuaron como si lo hubiesen practicado.

Él, quien se encontraba sujetándola del cabello mientras sus lenguas danzaban, se irguió, interrumpiendo el acto inicial. Se miraron a los ojos. Y ella bajó sus talones al suelo. No era momento de hablar con la boca, sus ojos deseaban el estelar. Pasaron segundos de miradas antes que él se decidiera a quitarle la camiseta. Primero, sacó la parte que se encontraba dentro del jean, luego, regresó su mirada hasta esos ojos verdes. Ella subió sus brazos, accediendo a que terminara con eso.

La camiseta cayó para adornar mejor que la alfombra, y Emma se acostó a mitad de la cama, en sentido contrario; arqueó su espalda, sus costillas saltaron, quería provocarlo. Era la noche perfecta para despertar al señor de la oscuridad sexual, mejor conocido como Colin, sí, ese mismo Colin. Amaba lo grosero que podía ser cuando ella le daba el pase. Colin se inclinó, apoyando un puño al costado de ella, mientras que con su otra mano desabrochaba el sujetador. Entonces, su cabello cayó armoniosamente sobre su frente, lo que causó una sonrisa en Emma, quien usó sus dedos para peinarlo hacia atrás. Él remojó sus labios y se agachó para besarla. No tenía mucho en qué pensar, todos sus sentidos estaban enfocados en el diamante en bruto que esa noche iba a tallar y a embellecer con sus manos, apretó un seno por encima del brasier, provocando que ella mandara su cabeza hacia atrás, abriendo su boca, exhalando con desespero. Colin sonrió de costado, le resultaba tan fácil excitarla, y no porque las zonas erógenas de Emma fueran sencillas, no lo eran, pero nada era complicado para alguien que la estudiaba con pasión.

—Ojalá pudiera tomarte una foto, te ves tan perfecta desde este ángulo.

—Hazlo —alzó su mirada hasta él.

—Tenemos una opinión bastante racional sobre poseer contenido muy íntimo, Emma —le recordó.

—Quiero que me tomes una foto —insistió.

Colin se irguió y sacó su celular de su bolsillo trasero. No tenía idea de lo que estaba haciendo; en cambio, Emma, parecía más convencida que nunca. Él abrió la cámara y se sorprendió al ver en la pantalla que ella estaba posando con su espalda arqueada, sus brazos cerca de su cabeza, solo faltaba un suspiro de él para terminar de desacomodar el sujetador, pero eso no pasó, capturó la eminente obra de arte, y lanzó su celular sobre la mesa. Regresó hasta ella, quitándole el brasier para acabar con sus extensas ganas.

Pasó su lengua por un pezón, agarrándola de la espalda para que el arco no cayera.

—Colin —gimió, tenía los ojos brillosos.

—¿Hm? —abrió su boca y metió lo que cupo.

Emma estrujó la colcha y lagrimeó con sus ojos cerrados debido a la acumulación de libido.

—Quiero que me hagas llorar —pidió.

Colin abrió sus ojos y se irguió, mirándola desde arriba.

—Me encanta escucharte llorar —admitió, sacándole los zapatos. Ella cerró sus ojos y suspiró hondo cuando recibió un beso en las plantas de sus pies—. Pero esta noche quiero hacer algo diferente, mi nena.

—Lo que tú quieras —alzó su barbilla, sintiendo los masajes en sus pies.

Colin bajó las piernas de Emma.

—¿Jugarías conmigo? —preguntó, mirándola desde arriba, sin dejar que sus emociones se expresaran en muecas innecesarias. Emma abrió sus ojos, encontrándose con la cara más sexi del mundo, según ella. Para Colin, hacerle el amor exigía concentrarse en el momento, era su regla de oro para matar cualquier ansiedad, sin embargo, parte de su mente estaba minada de imágenes de fantasías que había sembrado sin querer. Y Emma se encontraba tan abierta esa noche que Colin no pudo resistirse a jugársela por ella.

Emma se recostó sobre sus codos, sin apartar su mirada de esos azules intensos.

—Sí —respondió sin dudarlo, aunque no tenía la menor idea de qué estaba pasando.

Poco a poco, se sentó sobre sus rodillas frente a Colin, quien seguía parado junto a la cama. Creía saber a qué se refería él, Colin se comunicaba metafóricamente cuando le poseía su lado autoritario, iba a follarla tan duro que la vecina de abajo se quejaría con el portero, a quien ella ya se había encargado de sobornar.

—Eso fue tan sencillo —habló Colin, alzando su mano para acariciarle el labio inferior con su pulgar. Había esperado preguntas de la Emma curiosa, no pasó. Le estiró el labio hacia abajo, humedeciendo su dedo.

—¿Puedo preguntar? —arrugó sus cejas. Ahora se encontraba mayoritariamente confundida, no sonaba a una de esas frases que él usaba como sinónimo de esta noche vamos a follar como animales.

—No —respondió, sin dejar el labio.

Emma miró el pulgar y lo chupó sin más.

—Tócate para mí. Por favor —solicitó Colin.

El serio y lleno de oscuridad desapareció. Si esa frase se incluyera en una tarjeta, estaría adornada con unicornios, arcoíris y una cascada, porque acababa de perder todo el suspenso con ese tono de voz medio inseguro, medio tímido, medio desesperado. Y Emma lo percibió rápido, sabía que temía que ella rechazara y que, al mismo tiempo, lo juzgara por tal pedido de poca vergüenza.

Emma dejó de succionarlo.

—Emma...—retiró su dedo.

—Bueno —respondió, tan serena. Deslizó su dedo índice por lo largo de la cremallera de él, se tomó una pausa, en silencio, antes de añadir—: Pero quítate la ropa, Oschner. Me molesta.

Se miraron a los ojos, y sonrieron.

Muchas cosas atravesaron por la mente de Emma, pero ningún pensamiento estaba compuesto por una negación hacia la solicitud. Raro, viniendo de una chica con tantas inseguridades. Primero, la foto en sostén; segundo, el pedido de llanto orgásmico; tercero, aceptar masturbarse para él. ¿Qué le estaba pasando?

Tan pronto como ella pronunció su disconformidad hacia la vestimenta innecesaria, Colin se quitó toda su ropa y subió a la cama. Llámenlo hombre de poca fe, pero no quería ilusionarse tanto con lo que estaba pasando. Emma tiró su mom jeans al suelo, quedándose con su braga, y se arrodilló junto a Colin. Entonces, se besaron despacio, sin apuros, disfrutándose con ardor. Los sonidos de sus besos formaban una sinfonía erótica, que estimulaba cada rincón de sus cuerpos desnudos.

Ella le estiró del labio inferior con un mordisco, y, cuando lo soltó, sonrieron sin detenerse demasiado. Sin embargo, todo frenó cuando él deslizó sus labios para besarle el cuello. Ella bajó su barbilla, manteniendo sus ojos cerrando, sintiendo el tacto de una gran mano entre su cabello.

—No quieres hacerlo —asumió Colin.

Y por eso no se ilusionó.

—Estoy nerviosa. Nunca hemos hecho algo como esto.

Hubiese quedado mejor decir nunca he hecho algo como esto. Ni siquiera lo hacía sola con la frecuencia que su mejor amiga consideraba normal en masturbación femenina. Nunca se consideró una adolescente curiosa, y llegó a su edad con cierta ignorancia que poco a poco fue eliminando (en parte gracias a Vivian).

—Mi nena necesita relajarse —le acomodó el cabello detrás de las orejas.

Emma asintió con su cabeza.

Iba a hacerlo, quería hacerlo. Por cada pensamiento que lanzaba su inseguridad dentro de sí, había una respuesta que funcionaba para deshacerlo, la respuesta era Colin. ¿Cómo podría considerar avergonzarse cuando se trataba de él? Su inseguridad perdía sentido con él.

Y Colin comenzó a ilusionarse.

La acomodó en una almohada y le dio un par de besitos en la boca. A continuación, se estiró sobre ella para encender una lámpara y apagar la luz principal de la recámara, apretó un control para abrir las cortinas.

—Te voy a decir la verdad —separó las piernas de Emma, lo suficiente para acariciarle con su pulgar sobre la braga de algodón fucsia, cerca del área donde se hallaba el clítoris. Ella suspiró entrecortado, mordió con fuerza al sentir cómo su energía se acumulaba—. Después de nuestro primer sexo telefónico, enloquecí imaginando cómo te masturbas. Cuando duermo solo, y despierto en medio de la madrugada, me encanta escuchar cómo gemías deseando que estuviera dentro de ti.

Emma cerró sus ojos con fuerza. No podía concentrarse en el relato porque su entrepierna gritaba. Su clítoris estaba completamente hinchado y podía sentir cómo su vagina se hallaba mojando toda su braga. Para rematar la escena, Colin se acercó a besarle el cuello teñido en rojo intenso, y subió su mano libre para pellizcarle los pezones erectos. Emma lloriqueó, gimió con una voz suave, estaba perdida y sin mapa.

—Es tu turno, corazón.

Emma abrió sus ojos.

Quería que él la acariciara, era un capricho.

—Espero que grabes este momento en tu memoria.

—Limpié mi memoria para esto, cariño. Ven.

Colin se acostó y la acomodó a su derecha, recostándole la espalda sobre su pecho. Podía afirmar que estaba viviendo el momento, su mente no quería estar en otra parte que no fuera cerca del cuerpo de ella.

Emma suspiró y Colin la agarró de su mano derecha para dirigirla hasta su sexo. Al final, pasó. Cerró sus ojos, echando su cabeza sobre el pecho de él, usó sus dos dedos para estimularse el clítoris. Exhaló con su boca entrecerrada y poco a poco fue flexionando sus piernas de manera involuntaria, sus dedos izquierdos se encajaron sobre la pierna derecha de él, fue lo primero que encontró, sin embargo, se dio cuenta que iba a terminar lastimándolo, entonces, buscó la colcha como material para estrujar del placer.

Colin dudaba de la realidad. Y por dos razones. En primer lugar, le costaba creer que se animó a pedirle que se masturbara para él, también que ella aceptara sin dudarlo; eso llenó su corazón de satisfacción, más allá del hecho que estaba cumpliéndole una fantasía, su corazón latía porque ella seguía confiando de la misma manera. En segundo lugar, dudaba de la realidad porque lo que estaba pasando era superior a lo que había imaginado; Emma se veía hermosa, no solo provocativa o seductora, se veía hermosa. Estrujando la colcha y gimiendo al techo, era una divinidad dándose placer mientras era alabada.

Por supuesto que necesitaba masturbarse también, mas su plena atención se dirigió a la manera imprevista en la que ella introdujo sus dedos en sí misma, gimiendo dulcemente, para los oídos de él. Tenía sentido que él resaltara lo apretada que era, pues sus paredes se comprimían por un segundo, a cada momento.

—¿Colin? —gimió.

—¿Hm? —le besó la cabeza.

Discúlpenla, no podía hacer el trabajo que él hacía mientras estuvieran en la misma cama.

Lo necesitaba a él.

—Por favor —susurró con su entrecejo fruncido.

Colin se sentó y la agarró con agilidad para sentarla en medio de sus piernas, recostándole la espalda contra su pecho. A continuación, le separó las piernas e introdujo sus dedos en Emma, dos de ellos. Emma gritó, alzando su brazo derecho para tocarle el cabello con sus dedos, su respiración se multiplicó por dos.

—Emmy...

—Emmy, Emmy no está —tragó saliva en medio de gemidos.

Colin sonrió, y preguntó:

—¿Quién está?

—No sé, no recuerdo ni mi nombre.

Él alzó su mano desocupada para darle caricias en los senos.

—¿Harías lo mismo por mí?

Sin abrir sus ojos, Emma movió su mano y comenzó a masturbarlo.

Colin gimió alto, incluso sufrió un percance al masturbarla, es decir, perdió el ritmo por unos segundos, gimió fuerte, gimió el nombre de ella, gimió como si le estuviesen dando la mejor masturbación de su vida.

—¡E-Emma!

Emma colocó su mano izquierda sobre el muslo de Colin, y abrió sus ojos. Ubicó un espejo redondo, que usaba para maquillarse, frente a un mueble paralelo a la cama, pudo observar una parte de la escena con ojos de tercera persona, pudo ver la manera en la que él la rodeaba con un brazo, por encima de sus senos, la estaba sosteniendo con fuerza mientras mantenía los ojos cerrados, como si no quisiera que escapara de él. Pues, ella tampoco quería que él se marchara. Cerró sus ojos de nuevo cuando él decidió sacarle los dedos para estimularle el resto de ella, necesitaba hacerla llegar porque ya no podía aguantar por mucho.

—Justo ahí —comunicó Emma.

La obedeció, estimuló justo ahí con sus dedos, abriendo sus ojos para observar cómo ella abrió la boca.

Era una de esas escenas que suplicaba que se guardaran en su memoria en buena calidad. Emma cerró sus ojos con presión, todo su rostro se puso rojo intenso por la fuerza que estaba haciendo, y el placer que estaba sintiendo, dejó escapar gemidos alocados que ni siquiera trató de controlar, también estrujó su cabello, usando sus dos manos, tironeó de sus mechones, mientras la energía se acumulaba en su entrepierna... Hasta que todo estalló en colores.

—¡Cielos! —cerró sus piernas, incluso pudo contra la mano que estaba sosteniendo una de ellas, se echó a un lado, fuera de las piernas de él, dándole la espalda, acurrucándose al mismo tiempo que sentía cómo su cuerpo regresaba a su temperatura normal, también escuchó cómo detrás alguien se vino por igual.

—Emma —habló con la voz ronca.

Emma giró en automático y se prendió a Colin como una sanguijuela. Una comparación poco romántica, pero ninguna otra la describiría mejor. Lo abrazó del cuello y subió su pierna derecha sobre él, evitando que se fuera lejos de ella. Colin inhaló hondo, bajando una de sus manos para acariciarle una nalga, mientras usaba la otra para abrazarla también, miró de reojo por el ventanal, ella lo hacía sentir más grande que la ciudad entera, una sensación que en el pasado ni siquiera se arrimó. Emma le hacía pensar que él era enorme, que era importante, que podía conseguirlo todo.

Emma se adhirió más, y escondió su nariz bajo el cuello de Colin para olerlo.

—Si me tengo que morir, espero que sea asfixiado por ti.

Emma cerró sus ojos, y susurró:

—Es que no quiero que te vayas.

—Me voy a las tres, tengo obligación de hermano, eso implica asegurarme de que todos durmieron porque debemos despertar a las seis. Ya sé lo que estás pensando. Nadie me pidió que asumiera tal deber, pero no quiero que los regañen porque cerraron los ojos en toda la misa.

Ella se sentó de repente y abrazó una almohada para cubrirse el frente.

Entonces, lo soltó todo. Sin pensarlo.

—Tú no crees en las relaciones a distancia. —Mirando el tejido que estaba abrazando, se secó una lágrima con su muñeca derecha. Colin frunció su ceño, sentándose también—. Lo dices desde que Al y Vi tomaron vuelos distintos, que uno de los dos lo va a arruinar, que no van a durar este verano. No haz dicho otra cosa que no saliera de tu más profundo pesimismo, y ni siquiera te interesa tratar, hablas como si ellos estuviesen hechos para fracasar. Me pregunto cuál de tus amigos será el pesimista cuando se trate de nosotros dos.

Colin entreabrió su boca, sintió recibir una golpiza en la yugular.

Odio cuando pones en mi boca palabras que nunca dije. Nunca —agarró una almohada para taparse también—, nunca dije que no creo en las relaciones a distancia. Pero gracias, Emma, gracias por recordarme el motivo de todos mis insomnios de mierda, de los cuales nunca puedo hablarte porque son cosas de las que no quieres escuchar.

—¿Por qué te pones a la defensiva? —preguntó sin mirarlo.

—No me pongo a la defensiva —apuntó su pecho con su dedo índice, mirando la curvatura de la espalda de ella, que cada vez se doblaba más—. Estoy furioso contigo. Son dos cosas distintas.

Emma flexionó sus piernas para abrazarlas, sin apartar el cojín del medio. Su mente solamente podía repetir un cálmate totalmente neurótico. No entendía lo que estaba pasando y, de pronto, comenzó a sentirse fuera de sí. En la otra esquina del cuadrilátero imaginario, Colin se dio cuenta que Emma no iba a justificarse. Él sintió como si acabaran de cortarle la llamada, sin embargo, siguió hablando, aunque se sintiera como un demente hablando solo.

—Implícitamente, acabas de afirmar que el hipotético fracaso de nuestra relación futura estará ligado exclusivamente a mi supuesto pesimismo hacia las relaciones a distancia. Y, para más, usas mi opinión sobre una pareja, que nada tiene que ver con nosotros, para basar todo tu pensamiento. Pero eso no es todo lo que me inflama los huevos, aquí viene la mejor parte, asumiste toda esa mierda en lugar de hablar conmigo. ¿Piensas que eres la única que le teme al futuro lejano? —remojó sus labios, hundió sus dedos en su cabello, peinándose hacia atrás en estado frustrado—. Tú estás segura de que conoceré a otra, como si fuera fácil tolerarme, como si fuera fácil reemplazarte.

Emma cerró sus ojos desde que él empezó a hablar. No podía creer que acabara de arruinar el recuerdo de la noche del concierto porque no sabía manejar correctamente sus emociones. Había situaciones que su corazón no podía tolerar, una de ellas era el enojo de Colin hacia ella, era tan brusco, pero todo sonaba más fuerte a oídos de su hipersensibilidad.

—Perdón —sollozó.

—Pero en algo tienes razón, lo que nos va a separar tiene nombre, se llama incomunicación —continuó con el mismo tono duro.

—No —cubrió su rostro.

Colin se quedó con su boca abierta. Pensó que iba a poder expulsar sus demonios e ignorar que ella estaba llorando, pero erró. Desde que comenzó a hablar, lo supo, «Va a llorar, pero tú no vas a ceder o nunca vas a poder enfadarte». Llenó sus pulmones, tratando de enfriar su sangre antes de proseguir.

—Comuniquémonos ahora —propuso.

—Me siento estúpida por arruinar la noche —habló sin abrir sus ojos, creyendo que de esa manera iba a regresar a su cuerpo más rápido, pues seguía separada de sí misma, abrir sus ojos le desesperaba más.

—¿Puedes mirarme al menos? —suspiró.

Emma giró su cuerpo, obligada a abrir sus ojos, se encontró con la mirada que imaginó y que temía presenciar de forma directa. ¿Algo más hiriente que las palabras de Colin furioso? La cara de Colin furioso. Por esa, y muchas razones más, le estaba dificultando comunicar. Pero él tenía tanto que decir.

—No me gusta que hables como si yo no tuviera inseguridades. No sabes cuántas veces sentí ahogarme al pensar que tarde o temprano voy a equivocarme porque no sé si mis buenas intenciones son suficientes. Tengo puesta una corona de impostor mientras barro para esconder todos mis problemas bajo la alfombra. ¿Crees que no me llena de ansiedad escuchar que debo estar bien conmigo para estar bien con el resto?

—No hablo como si no tuvieras inseguridades, mi amor —susurró.

—Sí lo haces, Emma. Porque nunca te pusiste a pensar en cómo me siento yo con respecto al tema de la hipotética distancia. ¿Piensas que la ansiedad no me sabotea? ¿Piensas que no imagino escenarios catastróficos en los que rompes conmigo por llamada porque sientes que te pongo en segundo lugar? O, el más temido por todos, ¿piensas que no me torturo pensando en que alguien más te pueda enamorar?

Emma negó con su cabeza.

—Eso pensé —finalizó él.

—Perdón —repitió.

—Quiero que sepas que no sé lo que pasará cuando termine el máster, ni si quiera sé qué pasará cuando termine esta semana o este verano, pero, si alguna vez tomamos caminos separados, nunca será porque mi corazón se enamoró de alguien más, y, si en unos años me ves con otra mujer, ojalá sepas que solo le estoy dando el 90% de mí porque el 10% que completa mi amor es tuyo para siempre.

Emma limpió sus mejillas con sus manos, y respondió con una vocecita:

Te amo bien.

No tenía otra cosa que decirle, esas tres palabras resumían todos sus pensamientos, resumían la manera en la que erizaba su piel o estremecía su cuerpo. No se consideraba tan buena usando las palabras, al menos no como él, quien siempre sabía qué exactamente decir en todo momento, pero se creía buena en otras cosas, sabía cómo usar el arte para comunicar todo aquello que su boca no podía, por ejemplo, y también se creía especialmente buena en amarlo bien.

Si en el futuro tomaban caminos separados, no quería quedarse con ni un porcentaje del amor de él. Deseaba, con el dolor de su alma, que fuera más feliz de lo que hubiese sido a su lado, pues su amor por él no era egoísta. La felicidad de Colin era todo aquello que rogaba a un Dios que ni siquiera conocía.

—Yo también te amo. Y te perdono. Más que creer en las relaciones a distancia, creo en las personas que se aman a la distancia. Sé que no necesito recordarte que en realidad no tenemos la menor idea de nada, ni siquiera sabemos si aprobaré el máster en un año o si me aceptarán en pre-medicina el mismo año —habló mucho más tranquilo. El fuego dentro de sí se había extinguido.

—Claro que lo conseguirás, Cole.

—Tengo un mal presentimiento —confesó.

—Tu maestro te regaló una medalla —le recordó—. Eres su niño mimado dentro de esa comunidad, habla de ti con sus colegas, y te consta. ¿Crees que permitirá que te atrases? Te ayudará hasta el último. Y con respecto al otro tema, las escuelas tendrán que estar loquísimas para no aceptarte, mi bebé.

Colin tocó su muñeca izquierda, y preguntó:

—¿Duermes conmigo hasta las tres?

Ya no quería tensión, no era lo que necesitaban. Y Emma tenía la habilidad de cruzar la calle cuando se trataba de regresar al lado del equilibro de su relación. Hizo a un lado la almohada y se impulsó para abrazar a Colin del cuello, entonces, cayeron sobre el resto de las almohadas, dándose besos en los labios antes de acostarse bajo la colcha.

Él apagó la lámpara y cerró las cortinas.

—También podría tener un año sabático —dijo.

—¿Otra broma? —recostó su cabeza sobre el pecho de él, abrazándolo.

—Mi papá me echaría del ático para siempre. ¿Me mantendrías? Puedes comprarme una bolsa de dormir, y no te preocupes por alimentarme todo el tiempo, puedes hacerlo tres veces por semana; con respecto al baño, sí, tengo ciertas manías.

Emma alzó su mano para tocarle la boca, la nariz, la frente.

—¿No vienes con botón de apagado?

—Podría dormir en tu balcón —insistió con el tema.

—En la riqueza y en la pobreza —pronunció, entrelazando sus dedos.

—En la salud y en la enfermedad. Gracias por recordarme que debo despertar a las seis para ir a la iglesia. Dulce sueños —la giró de forma ágil, luego, la abrazó por detrás y le dio un beso en el hombro.

—Dulces sueños, mi Cole —posó sus manos sobre los brazos que la rodeaban.

⠀⠀⠀

Más tarde:

—Cole —susurró.

—¿Hm? —se quejó.

—Es hora —informó.

—¿Hora de hacerlo de madrugada?

La abrazó más fuerte. Estaba bromeando, hasta tenía sus ojos cerrados. Sin embargo, su pene no captó la broma, sobre todo porque las nalgas de ella estaban al lado. A pesar de andar bien despierto, aún no entendía qué pasaba. Le faltaba encender su otra cabeza, la más importante.

Emma se sentó, y pronunció:

—Son las tres y media. Tienes obligaciones de hermano mayor. Debes irte antes que salga el sol, no quiero que mi papá nos pille —se estiró sobre él para tomar el celular del mismo—. Voy a pedirte un auto, Colin.

—¿Cómo sabes que son las tres y media?

Se recostó sobre uno de sus brazos, alzó su barbilla para mirar la pantalla que ella estaba manejando, luego, entrecerró sus ojos, observando alrededor del cuarto, había un reloj luminoso que le arruinó la noche. De todas formas, fue la ansiedad la que hizo que ella despertara para mirar la hora, se impregnó en su mente la obligación de despertarlo a las tres.

—Ya, viene por ti en cinco minutos —alzó su mirada.

—¿Quién? —se impulsó para encajarle un beso en la boca.

—Julián, quien espero que te regrese sano y salvo a tu ático. Tiene cinco en puntuación, y más de setecientos viajes. Ah, dice que llegará más pronto —estiró su brazo para encender la luz principal.

Colin se acostó boca arriba y dirigió una mano a su cabeza.

—La pasé bien contigo, mi amor.

Emma se ruborizó, y respondió:

—Perdón si arruiné la noche en algún momento.

—No lo hiciste.

Ella se inclinó para abrazarlo del cuello, le dio un beso en los labios.

—Te amo. Pero quiero que te vayas ahora. Tienes cosas importantes que hacer en la mañana —sonrió con unos ojos iluminados, acariciándole el pecho con sus manos—. Nos vemos para almorzar, si quieres.

—Siempre quiero. Y siempre te amo —respondió, tan serio.

Siempre la amaba, en cada momento, en cada faceta. La amaba cuando ella estaba triste, también cuando lo hacía enfadar. La amaba cuando sonreía e igual cuando gemía. La amaba con el cielo nublado o el día soleado, la amaba de mañana y no cambiaba de tarde.

Emma sonrió, peinándolo hacia atrás con sus dedos.

—Tienes que irte, mi Cole.

Colin la agarró de la mano y le dio un beso ahí. Agradecía la preocupación de ella, agradecía por ella.

—De acuerdo, mi Emmy —parpadeó una vez con ternura y se levantó de la cama para vestirse.

—Necesito beber un tanque de agua —comentó, poniéndose de pie en busca de una bata que colgaba en el borde superior de la puerta del guardarropa. Pero Colin no respondió—. Espero que tu papá se comporte.

—Ni siquiera me dirige la palabra —se sentó en la cama para ajustarse las agujetas.

Emma se acercó para darle otro abrazo y Colin presionó su rostro contra el abdomen de ella.

—Espero que tengas una hermosa mañana con tu familia.

—Gracias —se le escuchó a pesar de tener su cara pegada a ella.

Salieron juntos de la recámara, en silencio.

Nunca previeron una escena como ésa.

Frenaron de golpe frente a la pareja que acababa de llegar con una botella de vino, y carcajadas que daban a entender que hubo otra botella antes. Los cuatro pisaron el freno con la misma intensidad, como cuatro conductores con demasiada suerte, la reacción de cada uno fue muy propia.

Emma dejó de respirar por un momento, luego, se ruborizó de pena. Su querido, y ahora soltero, padre, se encontraba en compañía de nada menos que Girasol, mejor conocida como Bianca. Inesperado, demasiado inesperado. Pero, más que centrarse en dicha sorpresa, Emma se avergonzó porque su papá la pilló con Colin. Y ¿qué hacía cuando sabía que merecía los comentarios pesados de su padre? Se ofendía. Y tenía un buen motivo, pues creía que la falta de su papá era mucho más grave. Es que ¿cómo se atrevía a desaparecer y regresar a las tres de la mañana? Como si su hígado tuviera dieciocho años todavía. Frunció su entrecejo, cruzando sus brazos. Era una gran actriz cuando de defenderse frente a su padre se trataba.

Por otro lado, Colin se preparó para huir, pues creía que su suegro iba a dejarlo como filete. Solo miren la escena, Emma ni siquiera estaba usando zapatos, o ropa interior bajo la bata. En su mente no atravesó la escena paralela a ellos, su ansiedad estaba completamente centrada en su gran metida de pata.

—¿Qué hacen despiertos? —preguntó Jake, tan ofendido como su hija. Ambos usaban la misma estrategia. Tal palo, tal astilla, ¿cierto? —. No deberían estar despiertos a esta hora. Lárguense.

Colin entrecerró sus ojos con confusión.

—Sí... Ya me estoy largando.

Emma sostuvo la mano de Colin para que no se largara, y pronunció con indignación:

—Te habíamos declarado desaparecido, pa.

—Estaba con mi amiga Bianca. Como ahora pertenezco a su club. —Jake posó su mano sobre uno de los hombros de Bianca.

—¿Mi club? —preguntó ella.

—En teoría, aún no estás divorciado —habló Colin.

—¿Quién eres? ¿Bradley Oschner, experto en divorcios? —Jake lo apuntó con su barbilla. Se hallaba tan empeñado en quedar como el ofendido frente a Emma, que no se percató de la verdadera situación. Ese escuálido acababa de salir del cuarto de su florecita a las tres de la mañana, y, claramente, no se distrajeron con juegos de mesa—. No quiero convertirme en un divorciado amargado, así que llamé a Bianca.

—Creo que ahora ve el divorcio de una manera distinta —mencionó Bianca con cierto orgullo.

—Cole, Julián te está esperando hace minutos. —Emma cambió de tema. En realidad, pareció quitarle importancia a Bianca y a sus palabras. Empujó a Colin por atrás, poniendo todo su esfuerzo para moverlo.

—¡Ten una hermosa mañana con tu otra familia, hijo! —deseó Jake.

Ta-rán. A que no esperaban el contenido que acaban de leer,  inocentes personas. 

¡Cuéntenme qué les pareció! 

¿Qué tiene Kayce en la cabeza? ¿¡Cómo que un anillo de Colin en tu dedo, hermana!? Emma reaccionó, esperábamos tantas cosas menos esa, ¿cierto?  Tan orgullosa de mi Emmy.

Bueno, bueno. Y ese acto amoroso... 

que casi termina en tragedia. Emma, tampoco te culpamos; te entendemos, y amamos.

Cerrando con broche de oro el papi suegro, ahora apodado por mí: Rayo McQueen, kuchaus. "¿Qué hacen despiertos?", épico. 

En fin, espero que les haya gustado muchísimo. Yo amé escribirlo... como siempre.

Ah, y como dice el banner de arriba, ¡ya saben que puede seguirme en mi cuenta de Instagram! Estamos a nada de llegar a 1.000 seguidores. De no creerlo. Tres años interactuando con ustedes por esa vía. ¡Espero que con el tiempo se sumen más y más!

Los amo... ¡Y hasta la próxima!

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