—Creo que me enamoré —suspiró Louis cuando llegó a mi lado mientras yo sacaba el libro de literatura de mi casillero para la siguiente clase.
— ¿De quién? —pregunté riendo. Louis Tomlinson enamorado sí que era una novedad.
—De Beatrice —suspiró otra vez.
— ¿Quién es "Beatrice"? —dije imitando su afeminado respiro.
—Betty la fea, idiota —respondió y yo solté una enorme carcajada.
— ¿Crees que estás enamorado de ella? ¿Te volviste loco? —grité por lo bajo al ver su cara de seriedad. Definitivamente él no estaba jugando.
—No —respondió agitando la cabeza—. Ella es muy tierna, simpática, dulce y graciosa —sonrió. En realidad ella era no era tan horrenda, solo era la típica nerd del instituto que no se preocupaba mucho por su apariencia física.
— ¿Ya olvidaste las fotos desnudo? —pregunté riendo para luego cerrar el casillero.
—Oh, cállate —respondió—. Ella me dijo que eso solo era un rumor, nunca haría eso. Juro que cuando encuentre al imbécil que lo inventó, lo asesinaré.
Me reí nervioso, mi secreto tendría que irse a la tumba. Pero no me arrepentía de nada, lo haría mil veces si fuese necesario para ver otra vez el rostro de Louis cuando ella se acercaba. Había sido épico.
—Me alegro mucho de que te "enamoraras" Lou —me mofé haciendo las clásicas comillas con mis dedos—. Pero me temo que necesitarás más que ternura y simpatía de ella para sobrevivir —le di un codazo y ambos reímos.
—Todo a su tiempo mi querido amigo, todo a su tiempo —dijo con su cara de perversión y reímos nuevamente.
El timbre del regreso a clases volvió a sonar y tomé rumbo a la clase de literatura, la mejor clase de la vida. Mi habilidad para el lenguaje superaba con creces mi habilidad matemática, aunque muchas veces deseé que estas dos estuvieran un poco más equilibradas y que pudiera sumar sin tener que utilizar mis dedos.
Cuando entré al aula, vi que Lou se había sentado con Betty y yo decidí sentarme con Zayn. Al parecer, mi amigo ya había olvidado el incidente de la clase pasada donde lo había cambiado por Ann, ya que él lo estaba haciendo justo en ese momento.
—Wow, tus ojeras son casi tan negras como tu cara —bromeé y Zayn sonrió chocando nuestros puños en forma de saludo.
—Ayer fue una mierda —siseó poniendo las yemas de sus dedos en su sien. Supuse que debía tener un fuerte dolor de cabeza—. Llegó la policía a mi casa, creo que un vecino se quejó. Llamaron a mi mamá en su viaje de negocios, ella regresó y mi plan de faltar el primer día se esfumó. Estuvo gritándome toda la noche, joder.
Era tradición de Zayn hacer una gran fiesta al comenzar cada curso, pero ¿hacer un fiestón el día antes de comenzar el primer día de instituto? Eso era una locura.
Miré hacia la puerta y vi como Ann entraba al salón con una sonrisa en su rostro. Su mirada chocó con la mía y le guiñé un ojo riendo.
Vi como ella se sonrojaba nuevamente y caminaba hacia el fondo del salón.
— ¿Te gusta la nueva, eh? —Dijo Zayn codeando mi brazo—. Ella es caliente.
—Después de mi, puedes hacer lo que quieras con ella —le susurré y el asintió.
***
—Creo que invitaré a salir a Betty —dijo Louis indeciso cuando nos sentamos a comer en el periodo del almuerzo. Los chicos aún no llegaban y estábamos solos. El momento preciso para que mi mejor amigo comenzara a hablar de sus sentimientos sin ser molestado por el resto de los chicos.
— ¿Y por qué no lo haces ya? —cuestioné tomando un sorbo de mi Coca-Cola. Louis siempre se había caracterizado por ir siempre al grano, y yo pensé que esta no sería la excepción, y más aún si de la persona de la que estábamos hablando era Betty la fea.
—Es difícil, solo quiero conocerla un poco mejor. ¿Recuerdas cuando invité a Eleanor a salir por primera vez? Mierda, ella era vegetariana y yo no lo sabía, te juro que casi llora sobre el plato en la cita.
Eleanor había sido novia de Louis hace un año. Su desastrosa relación acabó cuando la chica tuvo que cambiarse de ciudad por el trabajo de su padre, Louis lloró por semanas. Pero a mí ni si quiera me caía tan bien.
— ¿Y qué tal Ann? —preguntó con la boca llena.
—Es linda, me gusta —sonreí como idiota.
—Te gusta, nunca había escuchado decir eso a Harry Styles —opinó—. El amor tocó nuestros corazones amigo —dijo el fingiendo un horroroso llanto y yo reí.
Pero Louis sabía exactamente que el amor no era para Harry Styles.
***
—Entonces ¿Qué te gustaría comer? —le pregunté a Ann al salir del instituto. Tenía unas jodidas ganas de tirármela en el mismo auto, pero se veía que ella era una chica buena y que necesitaba algo más que unas palabras calientes para caer en mi trampa. Tal vez un helado sería suficiente.
— ¿Aún esta ese local de pizzas en esa calle cerca del centro comercial?
— ¿En la calle del frente? Amo ese local.
— ¿En serio? Yo siempre iba con papá cuando era niña —habló con nostalgia.
—Ahí vamos entonces —le tendí mi brazo para que lo enganchara y la guié hasta mi auto, que por cierto me había costado bastante limpiar después de mis constantes ataques de vómito de días atrás. Era un alivio que papá no lo hubiese visto.
—Lindo auto —sonrió ella en cuanto se acomodó en el asiento delantero y abrochó su cinturón—. ¿Tú lo compraste?
—Con un poco de ayuda —respondí—, pero me llevo casi un diez por ciento de créditos.
Ella rió. La verdad era que papá lo había comprado para que yo no llegara nunca más tarde a sus estúpidas reuniones de la empresa. Siempre me presentaba como el hijo ejemplar frente a sus amistades comerciales, pero yo tenía un serio problema de puntualidad y eso lo avergonzaba. Cuando estábamos en sus cenas de negocios eran las únicas oportunidades en las que yo lo oía hablar de mí con una pizca de orgullo. Comentaba con convicción acerca de mis buenas notas, de mi inteligencia y de mi "capacidad de afrontar la adversidad" refiriéndose a mi madre. Todo un montaje.
Cuando aparcamos en el estacionamiento del centro comercial, vi como los ojos de Ann se iluminaban cada vez que veía algún edificio o estructura, supuse que estaba recordando. Yo nunca me había mudado de casa o de ciudad. La casa en la que vivíamos había sido heredada de mis abuelos paternos y aun estábamos en ella. No sabía que era realmente extrañar un lugar, pero si a alguien: a mamá. Aunque no había punto de comparación. Un lugar podía ser exactamente el mismo diez años después de que te fueras de ahí, pero una persona siete años más tarde, es alguien completamente distinto, alguien nuevo.
— ¿Harry? —habló Ann sacándome de mis pensamientos.
—Lo siento, estaba un poco distraído —confesé.
— ¿Estás bien? Si quieres podemos dejar el paseo para otra ocasión —comentó preocupada.
—Por supuesto que no —le dediqué una sonrisa. Nada iba a impedir que me la llevara a casa esa misma tarde.
Caminamos dentro del centro comercial y cruzamos la calle para llegar al local. Desde la acera del frente se podía percibir el delicioso aroma del queso derretido y del pepperoni.
Cuando entramos el aroma se sentía aún más increíble. Nos dirigimos a una mesa y abrí la silla caballerosamente para que ella se sentara. Le dediqué un guiño furtivo mientras lo hacía. Sus mejillas se sonrojaron nuevamente y me encontré amando ese gesto de su parte. Era tan hermosa.
— ¿Qué pedirás? —Preguntó Ann—. ¡Hay demasiadas! —dijo cuando abrió la carta.
Reí. — ¿Qué te parece una hawaiana?
— ¿Con piña? ¿Estás seguro? —preguntó un tanto asqueada. Mezclar algo dulce con algo salado no era muy común, pero era una elección especial y quería compartir algo así con ella.
—Piña y jamón —corregí—, tengo un buen presentimiento —dije con segundas intenciones, lo que ella pareció notar, ya que sonrió avergonzada.
Yo ya había comido ese tipo de pizza con anterioridad y sin duda era una de mis favoritas. Me encantaba ese sabor agridulce de la combinación del jamón y la fruta, y junto con el queso hacían una mezcla explosiva y diferente que resaltaba al paladar.
—Está bien —sonrió—. Confiaré en ti.
Pedimos nuestra pizza y pasamos el rato de la espera entre inocentes coqueteos de mi parte. Solo eran cómplices miradas y comentarios sutiles acerca de lo linda que era. Si quería meterme en sus pantalones no necesitaba asustarla.
Todo iba sobre ruedas hasta que el equipo de lacrosse casi completo del instituto entró a la pizzería y nos vieron.
— ¡Hey, Styles! —Gritó uno de los idiotas—. ¡No sabía que ahora necesitabas citas para llevarte una chica a la cama!
Los demás cavernícolas comenzaron a reírse fuerte y a vitorear al que reconocí como Adam Parker, el capitán. Ambos teníamos diferencias, al ser los capitanes de los dos equipos más reconocidos del instituto, pero él siempre nos había envidiado por ganar más campeonatos y habernos burlado de ellos durante casi todo el año anterior no ayudaba a su problema de celos.
— ¿De qué habla? —me preguntó Ann y yo sentí la furia correr por mis venas.
—De nada. Ignóralos.
Ella frunció el ceño y una ráfaga de decepción golpeó su rostro por completo. —Es mentira —afirmó—. ¿Así que todo este montaje fue solo para acostarte conmigo?
Ella sacó su billetera y arrojó un par de billetes a la mesa. —Ann, no es lo que crees —intenté tomar su mano, pero ella me lo impidió.
—Creo que puedo sacar mis propias conclusiones, Harry —dijo levantándose—. Debí suponer que me veía lo suficientemente estúpida como para que pensaras que podías jugar conmigo de esta manera.
—Lo siento —dije patéticamente. No podía creer que estaba rogando el perdón de una chica que quería llevarme a la cama—. Te juro que esas no eran mis intenciones.
—Tengo que irme —dijo poniendo la cartera que traía en su hombro.
—Espera, no es necesario que pagues, yo te invité —le tendí los billetes que había puesto sobre la mesa.
— ¿Ni siquiera nos acostamos y ya me tratas como prostituta? —preguntó duramente y lo bastante alto como para que los idiotas del equipo lo escucharan.
—Ann, espera... —Sentí sus risas detrás de mí y mientras veía que Ann se alejaba, la rabia y el enojo se apoderaron de todo mi sistema.
Esperé que ella cruzara la puerta para luego darme la vuelta y caminar decidido a la mesa donde estaba el idiota de Parker con su tropa de idiotas.
—Adam —le llamé tratando de tragarme mi enojo y sonar amable—. ¿Puedo hablar contigo un momento?
El se giró y se estaba levantando cuando mi puño chocó con violencia contra su nariz. Vi que sangraba y sonreí satisfecho. Sacudí mi mano que dolía un poco, pero nada comparado con el dolor que él debió sentir. Algunos de los chicos que lo acompañaban se levantaron a ayudarlo, pero ninguno fue capaz de enfrentarme por haber golpeado a su amigo. Y esa era justamente la diferencia entre ellos y yo y mis amigos.
Nosotros si éramos un equipo.
—Eso es para que recuerdes no meterte donde no te llaman, hijo de puta —dije para luego salir del local.