Michael
[Los ojos dicen lo que el corazón aprisiona.]
Analicé su estado pero las respuestas no me venían, no entendía absolutamente nada.
¿Porque la tengo llorando en mi hombro?¿Alguien le había provocado esto?¿Ese alguien soy yo?
Pero... Si soy yo.. ¿Porque se está aferrando a mi?
¿Estamos mal?¿Esta llorando por nosotros?¿Por su ex?¿Tuvo una pelea con el? Bueno.. si es así.. ya me tomo el primer vuelo a Buenos Aires para matarlo.
Subí mis manos que abrazaban su espalda para tomar e inclinar su rostro obligando a que me mire, obviamente no quería pero lo hizo.
— ¿Soy culpable?—
Pregunté teniendo temor a su respuesta. Se alarmó y su cara se volvió confusión. Se secó alguna lágrima que había quedado esparcida sobre su piel. Me miró.
— No.. Bueno.. No se.—
Abrí mis ojos grandes. Rasque mi nuca y respiré hondo. Ahora la confusión me tomaba como esclavo a mi.
— ¿Cómo no sabes? —
Pregunté y ella negó, otra vez.
— Supongo que algo te puso en este estado, ¿Que fue?—
Insistí, me había realmente preocupado y necesito saberlo, precisamente si el motivo de sus lágrimas soy yo.
— Sabes que.. mejor me voy. No sé ni porque estoy acá. —
Quiso dar un paso pero uno de mis brazos tomó uno de los suyos. Nos miramos. Mordió uno de sus labios. Mi mente seguía sintiendo que algo me ocultaba o no quería decirme.
— Valentina, ¿neta que ya no tienes confianza en mí?—
Me hice el ofendido.
En su rostro apareció una sonrisa algo rara, por fin, lo logré, aún así me tranquilizó, podía quizás deducir que las cosas no están tan mal como parecen.
— Es que ni yo sé.. siento como que te extraño y no nos estamos tratando como antes..—
Confesó, otra vez sus manos se enterraron en mi nuca, me acarició el cabello lentamente y me hizo temblar, tiene poder en mi.
Pude oler alcohol en su aliento y me acomodé un poco en la situación. Ella también salió con los chicos y probablemente se haya pasado de tragos.
— ¿Valentina tomaste?—
Pregunté siendo de lo más estúpido, obviedad ante mis ojos.
— ¿Todo te sirve para ignorar lo que te dije?—
Se acercó más. Puso a pocos centímetros sus labios de los míos.
Tentación en el aire y sabe de verdad como actuar para provocarme.
— No lo ignoré. Yo también te extraño. Pero no creo que sea el momento correcto para hablar.—
Mis brazos alejaron su cuerpo con cuidado. Negó sonriendo.
— Nunca lo es. Aparte que no tomé tanto. No exageres.—
Sé quejó. Cruzó sus brazos, media ofendida.
Parecía una niña pequeña y de los más tierna. Nunca la había visto en este estado yo estando sobrio.
— Valentina estás borracha, no mames.—
Me reí bajito para que no lo notara.
Se quedó en silencio mirando el suelo.
Di un paso hasta ella y tome sus manos con delicadeza.
— ¿Quieres que te acompañe a tu habitación? Deberías darte una ducha y no te voy a dejar volver sola pede, mira si te caes por ahí, aparte que tú eres bien torpe.—
Me burlé, me miro desafiante pero en sus ojos también vi el reflejo de la picardía, de un segundo a otro me jaló de mi remera, ni siquiera pude darme cuenta para detenerla, lo hizo fuerte pero a la vez con debilidad pues sus manos son frágiles, fue dándome empujones chiquitos hasta que logró hacerme chocar mi espalda contra la pared.
— ¿Y si yo me quiero quedar con vos? ¿Me dejas Mike?—
Suplicó. Presione mis labios secos, me estaba ganando, la siento tan cerca y pierdo el control de mi cuerpo, mi razón y mi corazón que no deja de palpitar velozmente cada vez que me toca.
— Está bien. Pasá.—
No quiero arrepentirme pero tampoco dudar, quería también ser tierno y amable. Le di el "si" para que se adentrará en mi habitación y yo lo hice detrás suyo. Cerré la puerta y encendí la luz ya que estaba todo oscuro, caminó hasta la cama tambaleándose un poco, la tuve que sostener y ayudar porque no se podía tener muy equilibrada en pie.
—¿Oye que o cuánto Tomaste pede?—
Solté riendo mientras la ayudaba a recostarse con cuidado en la cama, me agradeció con una sonrisa frágil y se dió vuelta dándome la espalda.
Me hizo señas con sus manos para que me acostara a su lado y así nos quedamos, toda la noche, el uno al lado del otro, yo por mi parte no pude dormir mucho, ella si, me dediqué la noche a pensar, pensar en que pasaría luego de esto, los proyectos nos separarían claramente, bueno salvo uno en común que es el que aún no me tomé el tiempo de proponérselo, pero.. ¿y después? No tengo ni idea como va a seguir transcurriendo nuestra relación, ¿Nos veremos seguido? O.. ¿Cada mucho tiempo?...¿Nos veremos?.
Ella durmió a mi lado mientras yo la miraba, siento que es la persona más linda de el mundo y que me ha regalado la vida, también siento que quiero salvarla de todo lo malo que hay y que pasa alrededor, es una mujer con todas las letras, merece mucho amor y yo quiero ser quien se lo proporcione, ella es alguien que me ayuda a salir de los momentos en los que no me siento seguro o fuerte para pelear contra las piedras que aparecen en mi camino.
Siento quererla, quererla más que a nada, más que a nadie quiero tanto, con tanto sentimiento y profundidad.
Por más que no hemos sabido hacer las cosas bien, porque nos hemos equivocado mil y una vez, nuestro lazo se ha ido ajustando, afirmando y perfeccionando con el tiempo que hace que nos conocemos.
Puede que esa noche haya querido hacerle el amor un millón de veces.. pero preferí dormir a su lado, tranquilizarme mentalmente con su paz, con su existencia y presencia en mi, es una de las cosas que más me gusta hacer con las personas que amo, porque si.. yo a Valentina la amo.
Me atrevo a decir que lo hago desde la primera vez.
[Y así .. Una cama se
vuelve un Universo.]
[...]
Apurados, con los minutos más que contados, y eso que Matías nos había afirmado completito que nos quería puntuales, nosotros claramente nos destacamos en no serlo. Encima Ruggero nunca llegó a la habitación y teníamos que buscarlo.
Ahí los dos, caminando de la mano como pareja, en silencio, tengo bastante claro que a ella no suele gustarle dialogar mucho cuando es temprano en la mañana.
Mis ojos analizaron esa situación y me entreparé. La rubia me miro raro porque dejé de caminar y se dió vuelta a mirarme, no entendía y yo menos que ella.
No me afectaba en lo más mínimo lo que veía adelante pero tampoco dejaba de darme disgusto.. En el fondo yo siempre lo supe.
Una cabellera pelirroja y un morocho enrulado haciendo acto de presencia y "amor" frente a los ojos de aquellos.. aquellos que según ellos se habían equivocado, habían lastimado y dañado, habían sido hipócritas y mentirosos, habían quedado pésimo a la vista de todos... ¿Ahora quién se saca la careta?.
Los que nos critican o siempre ven en nosotros todo lo malo, los que son los primeros en fijarse y señalarnos cuando nos equivocamos terminan siendo incluso peores que nosotros mismos, llevan el mismo miedo y la misma carga por el miedo a que nosotros también descubramos que tienen malas acciones.
[Las personas son
veloces para juzgar
a los demás
pero lentas para
corregirse a sí mismas.]
{Continuará}