Treinta y dos

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Michael

La neta es que no me acuerdo cuánto hace que estamos en el bar, un error mío empezar con tragos tan fuertes, pero el ambiente amerita, música alta y demasiada gente moviéndose al compás.

Entre la multitud noto a la rubia bailandole muy cerca a su novio, puedo ver la presión en sus cuerpos bastante juntos.

Me muerdo la lengua para poder  intentar reprimir los pensamientos que se me fabrican en la mente al verlos así.

Siento hasta ganas de vomitar pero soy tan cabron que me dirijo hasta la barra para pedir más, a veces pienso que el alcohol puede solucionar mis problemas, pero la realidad es que mañana en la mañana lo único que voy a tener es una resaca tremenda, los problemas claramente van a seguir existiendo aunque tome.

El chico me atendió y me trajo el trago que le pedí.

De lejos vi a Ruggero con Gastón alzando sus brazos para que yo fuera.

Me tambalee un poco para dar algunos pasos intentando ir en dirección a ellos, no llegue muy lejos ya que me topé con la espalda de un tipo y mi vaso se derramó completo sobre el.

Se giró bastante furioso y sus brazos me empujaron haciendo que yo cayera a el piso.

— Para Marcos, ¡Es Mike!— oí la voz de la rubia.

—¿Que te pasa wey?— cuestioné, la cabeza me da tantas vueltas que ni siquiera sé dónde estoy, intenté hacer fuerza sobre el suelo con mis manos para pararme, pero fallé.

— No sabía que eras vos, perdón.— el morocho se estiró para ayudarme pero no acepté.

La rubia lo alejó un poco de mí y ahora fue ella la que me estiró su mano, la tome y me pare como pude.

— oye este que se piensa que es, no tiene derecho a empujarme.— balbucee con voz de borracho y me intenté tirar sobre el pero Valentina se puso en el medio de los dos.

— ¡Vos fuiste el que me tiraste el vaso encima pelotudo! — lo escuché gritar.

— ¡Yo no soy el que estaba en el medio de el camino! — le contesté, yo no quería pelear pero las palabras me salían solas.

— ¡Ta! ¡paren los dos! — gritó la rubia media frustrada por la situación y el forcejeo de ambos sobre ella.

— Na este wey me va a escuchar.— intenté tirarle una piña en el rostro.

¿Ya les dije que soy medio pésimo boxeando?

Lamentablemente el que la recibió fui yo por parte de el morocho.

Mi cuerpo perdió el equilibrio y caí sobre el piso, en la boca senti un leve dolor pero no estaba seguro de si sangraba.....

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La luz entró por la rendija directo a mi cara.

Con una de mis manos me sobe el rostro hasta mi frente,aún con los ojos cerrados, la cabeza me dolía tanto y creo que hasta tenía fiebre.

Levante la cara de la almohada y mire mi reloj, marcaba las 10:27.
Gire viendo hacia mi costado y vi a la rubia sentada en la cama escribiendo en su celular.

Quede bien sorprendido.
¿Que hace ella acá?

— Hasta que despertaste.— hizo contacto visual conmigo.

—¿Qué haces acá?— dije mientras me sentaba.

— Alguien te rompió la cara ayer y tenía que cuidarte.— carcajeo.

Saqué mi celular de entre medio de la almohada y la cama.

Me observo en la pantalla buscando la herida haber si es grave, para mí suerte solo tengo el labio inferior medio hinchado.

—¿Quién carajos me hizo ésto?— interrogué sorprendido.

— Marcos.— soltó ella.

Abrí mis ojos como platos al escuchar su nombre.

— La neta es que no me acuerdo de nada, ¿Fue por ti?— la señalé.

— Le volcaste un vaso de no se qué mierda arriba.— aclaró.

— Espera, Espera, ¿Tu porque te quedaste conmigo entonces?— pregunté intentando entender algo de la situación en la que me había metido.

— Me Pelié con el por defenderte a vos.— la mire sorprendido y no tardé en mostrar una sonrisa.

—¿El dónde está ahora?— interrogué.

— No te hagas muchas ilusiones porque todavía no se va, está en mi habitación.— aclaró.

— ¿Y porque me defendiste pede?—

— El reaccionó pésimo, igual vos no ayudaste mucho porque estabas demasiado empedo.— la mire divertido pero aún así no recordaba nada de lo que había hecho.

— No necesito que me defiendan, pero igual gracias.— al segundo de escucharme me intentó pegar en el rostro pero la detuve.

Me tente de la risa por su cara desafíante y a la vez enojada, pero también ocultando una carcajada.

Sus manos agarraron mis brazos, los apretó fuerte y de un tirón me volvió a acostar en la cama.

De un momento a otro se colocó encima de mi, eso no lo vi venir y mi cuerpo tampoco tuvo capacidad de reacción a su movimiento.

Sus rodillas quedaron a ambos costados de mi abdomen, trague duro cuando la sentí sentarse sin delicadeza alguna encima de mi parte baja.

Hice un gesto de dolor y ella sonrió victoriosa.

Maldita.

Mis manos apretaron su trasero, se fue acostando hasta llegar a estar bien cerca de mis labios, sin dudar ni demorar mordí uno de ellos, ella soltó un gemido que quedó atrapado en mi boca.

Sus manos fueron a mi cabello y lo alborotaron, empiezo a amar que haga eso siempre.

Su lengua juega con la mía y se mueven al compás, gemí de dolor cuando mordió mi labio lastimado, ella sonrió sobre mi boca disfrutando claramente que yo sufra.

En la habitación solo se escuchan nuestras respiraciones ya agitadas.

El corazón me late con mucha fuerza al sentir su cuerpo haciendo tanta presión contra el mío, se siente bien rico, solo ella lo sabe hacer tan bien.

El juego ya iba comenzando nuevamente.

Quien sabe hasta donde llegaríamos esta vez.

Lo único que sé es que no quiero detenerme porque cuando empiezo es imposible hacerlo.

Al diablo todo.

Al carajo si su novio está afuera y por entrar a nuestra habitación, ojalá lo hiciera y nos viera así para no tener que ocultarnos nunca más.

Para demostrarles que ella es mía y yo soy suyo.

Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa en ese cuarto de hotel sin importar nada ni nadie.

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Deseo Prohibido (Michaentina 💜)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora