Cuarenta y cinco

1.9K 142 38
                                    

Michael

—¿Qué haces acá Mike?— Preguntó mientras se apoyaba sobre la puerta.

— Quisiera saber... Si puedo tener un ratito junto a ti.— dije con la voz un poco temblorosa y di un par de pasos acercandome a ella.

— Que insistente sos a veces..— se quejó cruzándose de brazos.

— vamos pede... ¿Cuántos días hace que no me das un poquito de tu amor?— llevé mis manos a su cintura.

Sonrió sin ganas y aplanó los labios.

— Por algo será....— miró hacía un costado.

Con una de mis manos tomé su rostro y la obligué a mirarme.

— ¿Ya no me quieres?— interrogué.

— No es eso, es que siempre complicamos todo.— dijo casi en susurro.

— No lo hagamos, digo si nos queremos deberíamos poder pasar obstáculos... Juntos.— afirme con seguridad.

— Y si apenas nos peleamos y ya estamos varios días sin hablarnos... No me gusta, no quiero estar lejos de vos.— sus manos fueron a el cuello de mi camisa y de un tirón me acercó a ella.

Su boca quedó a poquitos centímetros de la mía.

— Hasta ni me acuerdo porque era que nos habíamos peleado..— reí bajito mostrando los dientes.

Una de sus manos se fue a mi mejilla y descendió hacia mi cuello acariciando muy lentamente mi piel con la yema de sus dedos.

— No me interesa lo que pasé después o lo que piensen de nosotros, el amor que te tengo puede con todo...— senti su aliento tibio chocandome el rostro y una sonrisa se le dibujó en el rostro.

Me sentí aliviado al oírla.
No creí vivir para escuchar tan lindas palabras de alguien que quiero tan profundamente.

Asentí levemente con la cabeza, me había quedado completamente mudo y sin respuestas obvias.

Rozó su nariz media fría con la mía y no lo dudó, yo tampoco, era tanta la necesidad, tantos los sentimientos que nos habíamos guardado por días que ninguno de los dos titubeó.

Juntamos nuestros labios en un beso bastante ardiente y a la vez tierno en el cual nos demostrabamos cuanto nos habíamos extrañado.

Sentí su cuerpo alejándose un poco, abrí mis ojos lentamente, la vi haciendo presión sobre el pestillo pero no conseguía abrir la puerta.

Ambos reímos por la situación.

Una de mis manos se apoyó sobre la suya y los dos hicimos presión ahora con un buen resultado.

Entró caminando delante mío, yo hice lo mismo y cerré la puerta por detrás de mí espalda.

Seguí sus pasos y se frenó de espaldas a mi frente a la cama.

Tragué saliva.

Me acerqué a su cuerpo por detrás y con mis manos rodeé su cintura, mi cara se posiciona entre medio de el hueco de su hombro y su cuello.

Dejo varios besos y mordidas sobre su piel, ella arquea un poco su espalda apoyándose encima mío y puedo ver su cara de satisfacción al sentirme.

Acerco mi boca a su oído y lanzo un suspiro.

— Me traes completamente loco.— le susurré.

Se dio vuelta, sus bonitos ojos azules hacen contacto con los mios, un nuevo y suave roce de nuestros labios, otra vez volvimos a fundirnos en otro beso.

Parece que todo lo demás deja de existir cuando estamos juntos.

Solo ella y yo.

El mundo pasa a ser de adorno.

Mis brazos toman con fuerza su espalda, como si tuviera miedo a que se fuera, miedo a perderla.

Ella rodea mi nuca y me atrae completamente, ya somos uno solo, no existe ningún tipo de separación y me encanta.

Mi boca intenta lograr un ritmo con la suya, ella mientras tanto tiene sus dedos ya enredados en mi cabello y dando ligeros tirones.

Con una de mis piernas hice presión en sus rodillas haciendo que las doblará y con la fuerza de mi empuje, sus labios se soltaron de los míos y calló sobre la cama.

Aún con una sonrisa plasmada en su rostro y mirándome con deseó.

Me quite la camisa junto con la remera que traía abajo porque claramente ya empezaba a estorbarme y a darme calor.

Sus ojitos me miran impaciente, sonrio con satisfacción al ser yo el que genera y provoca esas ganas en ella.

Me acuesto por encima de su cuerpo sin dejar caer todo mi peso, sus manos vuelven a enredarse en mi cabello y nos quedamos contemplándonos un par de segundos antes de volver a besarnos.

Mirarla es como un pecado, es tan preciosa, admito que tengo ganas de pecar.

Temblé instantáneamente cuando sentí sus manos acariciarme el abdomen hasta bajar a el broche de mi pantalón, trague duro cuando lo desprendió y bajo con rapidez, aún sin dejar sus labios la ayude con mis pies a quitármelo.
Lo aventamos hacia cualquier parte de el cuarto.

Me quejo sobre su boca, ella se percata de eso y se separa.

—¿Que pasa?— pregunta confusa.

— Tienes demasiada ropa aún...— dije mirando pícaro su vestido y mordiendo levemente uno de mis labios.

Hice presión con ambas manos sobre el colchón y me gire quedando recostado a su lado.

Le señalé que se sentará sobre mí y procedió a hacerlo con cuidado.

Mis dedos volaron a el cierre de su vestido y lo fui bajando de a poco hasta hacerlo por completo.

Entre los dos lo quitamos medio desesperados y lo aventamos hacia el suelo.

Mis manos acariciaron por encima de su vientre, lo sentí subir y bajar, está agitada.

Sonreí satisfecho.

Esta mujer me párese un bombón de su cabeza hasta sus pies.

— ¿te gusta lo que ves?— Preguntó como leyéndome la mente.

Asentí sonriendo y aclaré mi garganta para emitir alguna frase pero ella interrumpió mis pensamientos.

— A mi también, me encantas Michael. — se deslizó nuevamente cayendo encima mío.

Mordí mi labio inferior al sentirla tan cerca nuevamente.

El deseo y las ganas ya se me convierten en una bola de fuego dentro mío.

— Me muero por hacerte el amor..— confesé en susurro cerca de su oído.

Cerré mis ojos con firmeza al sentir su intimidad haciendo presión con la mía por encima de la ropa interior que aún tenemos puesta.

Otra vez leyéndome la mente.

Me tomó el rostro en sus dos manos, hicimos contacto visual y en cuestión de segundos su lengua ya jugaba con desesperación junto a la mía.

Mi cuerpo se tensó un poco, sentí ruidos en la habitación pero no tenía control sobre mis acciones.

Oí nuevamente... Y si... Era la puerta cerrándose.

Valentina se fue separando de a poco de mi.

Ambos abrimos los ojos y miramos hacia el pasillo que luego da a la puerta de entrada.

Los dos completamente agitados.

Ahí vimos a la persona que aun no sabía de nosotros, con sus ojos abiertos ampliamente con una mirada que por lo menos yo no sabía comprender.

Tengo que aprender a cerrar con llave la puerta...

Sabiendo que tenemos compañeros insoportables.

______________________________________















Deseo Prohibido (Michaentina 💜)Where stories live. Discover now