Cuarenta

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Michael

Me quedé esperando la respuesta a el mensaje que le envié la otra noche, no las obtuve, ni positivas ni negativas, nada absolutamente.

Y bueno debo decir que le mandé un millón de mensajes más además de ese, pero tampoco fueron contestados.

Se podría decir que tomamos distancia..

Me evitó en desayunos, almuerzos, cenas, bailes, salidas en grupo, caminatas y playas.

Parecía que no podía estar ni un segundo con mi presencia al lado, yo tampoco seguí insistiendo en hablar, para qué....

Solo me observaba sin expresión alguna en sus ojos, y me parecía raro ya que nosotros siempre nos decimos tantas cosas con la mirada, pero está vez no, está vez cambio.

No me dejo darle explicaciones sobre lo que había dicho mi amigo o lo que ella suponía que yo había hecho.

Me he tratado de mostrar fuerte respecto a la situación en la que estamos pero la neta es que por dentro siento a alguien asesinandome.

Hasta me he alejado nuevamente de Anita para ver si por si acaso vuelve a hablarme pero no lo hace.

Yo no quiero esto para nosotros, no quiero su distancia.

No sé si fue mi culpa, o la de ella, o de ambos..

¿O es el destino que no nos quiere ver juntos?

Me lavé la cara con agua bien fría en la pileta de el baño de mi habitación, hace unas horas llegamos a República dominicana y ya había tenido oportunidad de dormirme una rica siesta.

Me cepille los dientes rápidamente y me seque la boca con una toalla pequeña que había colgada.

Salí de el baño y mire la hora en el reloj de pared, marcaba las 17:30, hoy no tenemos show así que pienso bajar a el gymnacio un ratito.

Me cambié mi camisa por una sudadera y me puse mi bermuda verde.

Me agache y busqué debajo de la cama mis championes, los saque y me los puse rápido.

Me perfumé un poco y tome mi celular de la mesa junto con la tarjeta de la habitación, caminé hasta la puerta, la abrí y apague la luz antes de salir.

Con pasos cortos y lentos llegue a el ascensor, apreté mil veces el botón llamandolo y me adentré cuando las puertas se abrieron frente a mi.

Cuando llegó a destino salí enseguida, luego de buscar y caminar sin ton ni son por unos minutos divisé la entrada a el gymnacio.

Estaban varios de mis amigos y algunas de las chicas, incluida ella que conversaba junto a Melissa, parecían estar divirtiéndose bastante porque no paraban de reirse un momento.

Yo aún estoy alejado de Ruggero y Gastón, bah en realidad de todos, los últimos días he estado bastante solo, definitivamente eso es muy raro en mí, nunca soy así con nadie, pero el ánimo me ha tenido demasiado quejoso conmigo mismo como para entablar alguna conversación.

Todos se sorprendieron al ver entrar mi presencia, bueno me faltó aclarar que los últimos días también estuve durmiendo mucho y sin salir casi nada de todas las habitaciones de hotel a las que íbamos, pero eso no es para nada raro.

Me dispuse a hacer mi ejercicio rutinario, aparatos, un poco de bicicleta y caminadora.

Normal.

Después de como una hora al ritmo de la música en mis orejas pare un poco a tomar agua.

— ¿Hermano aún estás enojado conmigo?— el italiano se acercó a mí.

— Ya sabes la respuesta wey.—

Me puse una toalla en mi cuello para secar el sudor que va cayendo por mi piel y tome varios sorbos de mi botella de agua.

— Pero... No es justo.— se quejó.

— Si lo es.— afirmé.

Volví a subirme a la caminadora pero antes de encenderla vi a la rubia despidiéndose de su amiga, trague duro porque aunque se notaba bastante cansada y transpirada se veía igual de perfecta, como siempre.

Empezó a acelerar sus pasos directo a la salida y no tuve otra opción, debía intentarlo otra vez aunque fallara nuevamente.

Aún así lo pensé detenidamente pero no me lo negué, está vez teníamos que hablar si o si.

Corrí a tomar el celular que anteriormente lo había dejado en el piso, lo guarde como pude en mi bolsillo de atrás de la bermuda y salí velozmente detrás suyo.

Entre a el pasillo y la vi caminando lentamente con su celular entre las manos.

Alcance su brazo y la obligue a girarse y mirarme, sus ojos se encontraron con los míos, presiono e humedeció sus labios y atinó a hablar pero no lo hizo, yo no la dejé.

— Necesito que me escuches.— afirmé en voz baja pero firme.

— No quiero.— se quejó e intento hacer que yo la suelte pero no lo hice porque probablemente saldría escapando.

— No me importa lo que tú quieras, yo te quiero explicar...

— No me interesan tus explicaciones de mierda, quiero irme Michael. — me interrumpió.

— No actúes como niña chica. —

Se rió falsamente y negó con su cara.

— ¿No podés respetar mi decisión?—

— ¿Tu decisión es evitarme?— sonreí de lado y mordí mi labio.

— Déjame en paz flaco, ¿como te lo tengo que decir?— forcejeo para poder soltarse pero falló, su voz ya se empieza a quebrar y eso a mí me mata.

— ¿Que te hice yo para que me odies? La neta que es absurdo todo esto.— Puse mis ojos en blanco y resoplé.

— Existir, eso haces.— afirmó.

Resignado solté su brazo y bueno... Que sea lo que tenga que ser.

Note su mirada fragil sobre mi un par de segundos y después la vi darse vuelta, se quedó parada de espaldas un tiempo y luego dió algunos pasos alejándose.

— La neta es que no pienso insistir más ni andarte atrás todo el tiempo... Así que si te vas esto es lo último Valentina. — solté con voz ronca y esperé que sus movimientos pararan pero no lo hicieron, solo siguió caminando con tranquilidad.

Mis palabras parecen haberse ido con el viento, con su cuerpo, haberse guardado en su corazón con una llave que no existe.

Lamentablemente..

No frenó por lo nuestro..

Y me dolió, me dolió muchisimo no ser tan importante en su vida como yo pensaba que lo era.

Fue desgastante... Pero estoy casi seguro de que este fue el último intento.

Nos ganó el descuido.

Ya es tarde para reconstruir, muy tarde.

Estamos a un paso muy pequeño de terminar lo que empezó siendo tan bonito, hermoso, precioso y delicado..

Sin motivos...

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Deseo Prohibido (Michaentina 💜)Where stories live. Discover now