Treinta y siete

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Michael

La vi dar un paso hacia mí y enredar sus manos por encima de mis hombros.

Mi cuerpo tembló al sentir su respiración tan cerquita de la mía.

— ¿En qué piensa esa cabecita?— pregunté mientras mi cuerpo la iba empujando hasta hacerla chocar contra la pared de el pasillo.

— Tengo un antojo.— carcajeó mientras me acariciaba el cabello de arriba a abajo.

— ¿Que quiere mi reina?— pregunté divertido y mirándola fijamente a los ojos.

— Helado. —  contestó segura.

— Ya....¿Tu cuarto o el mío? —

— El mío.— afirmó.

Caminamos de la mano hasta su habitación, moví el pestillo y empujé la puerta, ella entró detrás mío y volvió a cerrarla.

— Tu busca una película mientras yo  llamo, eso sí, una buena por favor.—

La vi aplastarse sobre la cama y estirarse a tomar el control, marque el número de la recepción en el teléfono y puse a llamar.

— ¿Chocolate cierto? — pregunté mientras ponía el teléfono en mi oreja.

— ¡Si baby! — contestó.

Me atendió un chico, hice el pedido y corté la llamada.

— En diez minutos viene el room service.— me tire en la cama a su lado.

— ¿Vemos esa?— me señaló el televisor.

— No wey es romántica, sabes que no me gustan esas...— me miró sería.

— Vemos esa.— afirmó dándole el click para que empiece.

— No te quejes si después me duermo.— le avisé mientras me acomodaba en la almohada.

— Yo no voy a dejar que te duermas corazón.— se acostó a mi lado y yo pasé una de mis manos por su abdomen a la vista.

La película comenzó, la neta es que yo no entiendo estás tramas y todo eso pero para complacerla iba a intentar seguirle el hilo.

A los veinte y algo de minutos sentimos tocar la puerta, entre los dos nos miramos para ver quién se paraba a buscar el pedido.

— Anda vos... Acordate que estás intentando que te perdone.— rió bajito.

— Claro, por eso te tengo que hacer caso a todos los caprichos.— me queje mientras me ponía las chancletas en los pies.

— ¡Exacto!— afirmó mientras soltaba un par de carcajadas.

Me pare y caminé hasta la puerta, abrí y tome el pedido en ambas manos, le agradecí a el chico y volví a cerrar la puerta.

— Aquí tienes reina.— tiré la bolsa sobre la cama.

De un salto me volví a echar en la cama junto a ella, no demoró un segundo en agarrar el pote y comenzar a degustar su helado mientras veía con atención la tele.

— ¿Querés?— Preguntó mientras se llevaba varias cucharadas seguidas a su boca.

— Si quiero.— intenté robarle la cuchara de la mano pero no me dejó, parecía una niña pequeña.

— Cómprate.— lo abrazo entre sus manos con una sonrisa divertida.

— Valentina no seas egoísta con tu novio.— dije intentando sonar molesto.

Ella río fuerte y hasta casi se atragantó con el helado.

— ¿Novio? Primero muerta....— comentó en tono chistoso o eso espero.

— ¿Ah sí? No te creo pede....—

— Empezá a creerlo, jamás estaría con un insoportable e infumable como vos....— me miro de arriba a abajo con asco pero logré verle una sonrisa cuando corrió su rostro a el costado opuesto a mi.

— ¿Insoportable? Yo soy todo menos eso...— me senté en la cama y la observé fijo, ya me estaban entrando las ganas de hacer cosas indebidas.

— por favor Mike no me hagas hablar de vos....— suplico devolviéndome la mirada.

— ¿Porque? Me encanta que una chava tan bonita como tú hable de mi... — me acerqué a ella y le quite el pote de helado de sus manos dejándolo sobre el suelo.

Bueno la verdad lo volque todo sobre el suelo haciendo un tremendo enchastré y recibí una infinidad de insultos por parte de la rubia.

— Lo vas a limpiar vos.— afirmó y con sus dos manos tomo mi rostro obligándome a verla.

— Después...— sonreí pícaro.

— No, ahor....— la callé de un beso.

Un beso para nada delicado, únicamente con necesidad y pasión.
La había extrañado muchisimo, habíamos tenido días jodidos por todo lo de su novio y las peleas, claramente  no habíamos encontrado nada de tiempo para estar solos.

Bueno en realidad cuando paso un segundo sin poder besarla o verla... Para mí es como un año.

¿Cuando todo esto se volvió una jodida necesidad entre los dos?

Sentí sus manos hacerme presión y tocarme el pecho desnudo, están frías, mejor dicho congeladas, supongo que por haber tenido tanto rato el pote de el helado encima.

Mis manos volaron a su cintura y la apegue más a mi cuerpo, puedo sentir su respiración tan agitada como la mía y sus labios devorando completamente los míos.

Abre sus piernas dándome más entrada y ambos gemimos al sentir el choque de nuestros sexos por encima de la ropa.

Maldición, sentí el celular vibrarme sobre el bolsillo de mi bermuda verde.

Me separé bruscamente de sus labios y ella me miro como intentando entender el porqué de mi reacción.

La verdad ni me importaba si alguien me escribía en este momento pero no sé ni porque lo hice, solo nos alejé y fue lo peor que pude haber hecho.

— ¿Que pasó?— me acarició el pecho remarcando cada parte y rincón.

— Celular, me suena el celular.— respondí medio nervioso e inseguro.

Lo saqué de mi bolsillo, revise los mensajes y alcance a contestar uno de ellos rapidísimo, quedé sin moverme y sin reaccionar cuando la rubia me lo quito de las manos con brusquedad.

La vi mirar la pantalla y al segundo su expresión cambio totalmente, no pude descifrar bien pero yo mismo sabía que no era nada bueno.

Supe que otra vez la había cagado feo.

Sus manos ahora me empujaron fuerte y quedé con mis rodillas apoyadas sobre la cama.

— Si vos querés jugar a este juego de a dos, mejor jugalo solo...— tiro el celular sobre las sábanas y se paró.

La vi presionar fuerte sus labios y mirarme otra vez a los ojos.

— Valu...— lo único que pude soltar de mi boca.

Solo la vi irse caminando rápido y después sentí el fuerte portaso, supuse que se había encerrado en el baño.

Otra equivocación.

Otro error más para la lista.

Soy un cabron con todas las letras.

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Deseo Prohibido (Michaentina 💜)Where stories live. Discover now