Atrévete Conmigo

By almudeeniis

422K 23.9K 4.7K

Una única palabra, vacaciones Andrea y sus amigas deciden hacer un viaje juntas antes de que cada una vaya a... More

Prólogo
Personajes
Playlist
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42 (FINAL)
Epílogo
Agradecimientos
Valeria y David...

Capítulo 30

7.1K 384 14
By almudeeniis

Andrea

Dos semanas, dos semanas... eso es lo único en que puedo pensar.

―Para de darle vueltas, Andrea ―me regaña Val—. Incluso yo puedo escuchar tus pensamientos.

―Imposible ―suspiro, girando sobre la cama para mirar a Val, que me observa con una mirada reprobatoria negando con la cabeza.

―Lo que tienes que hacer ahora es disfrutar, no merece la pena que te estés comiendo la cabeza ―se apoya ligeramente sobre un codo, inclinada hacia mí.

¿Cómo no voy a darle vueltas al tema si Pablo ha sido de lo mejor que me llevo este verano? Me gustaría darle a un botón de apagado en mi mente para dejar de pensar, pero eso por desgracia es imposible así que tengo que vivir con ello.

―¿Por qué no puede vivir en Madrid? ¿Por qué a tantos kilómetros? ―inquiero, enfadada—. Menuda puntería tengo.

―Cariño hace un mes y medio ni sabías de su existencia —me dice Val—. Estas cosas no se eligen, simplemente pasan. Uno se enamora cuando menos se lo espera y donde menos se lo espera y en tu caso, ha sido aquí en Valencia ―añade.

Ahogo un grito de frustración en la almohada y luego la lanzo contra la pared.

—Es pronto para decir que estoy enamorada...—suspiro.

—Vale, pues te gusta mucho —corrige—. Otra cosa no, pero ha sido todo muy intenso.

—Sí...-suspiro—, menudo lío.

―Venga vamos a hacer algo para animarnos ―sonríe con complicidad—. He oído que se organiza una fiesta privada cerca de aquí —me cuenta, captando mi atención y consiguiendo, como siempre, hacer que desconecte un poco.

―¿De quién? ―pregunto, y ella me sonríe.

―¿A quién le importa? Sea quien sea nos colaremos ―me dice con obviedad mientras se encoge de hombros-. Si vamos todos será un canteo, así que hay que ver como organizarlo -permanece pensativa.

Estoy tan centrada en mis cosas que ni siquiera me he acordado de nuestros maravillosos amigos.

―A ver, Sofía comentó que pasaría el día con Álvaro y Paula más de lo mismo con Rubén ―le recuerdo yo—. Eso nos da vía libre, además, ¿quién necesita a los chicos pudiendo tener noche de chicas? —Val me mira, arqueando una ceja.

Valeria se muerde el labio inferior y eleva una ceja.

—¿Sugieres una salida de las nuestras como en los viejos tiempos? ―pregunta emocionada y yo asiento sin pensarlo—. Me encanta como piensas. No se hable más, hoy es noche de chicas. ―añade levantándose de la cama de un salto para irse a su habitación.

No sabíamos muy bien cómo vestir para la ocasión, así que optamos por un estilo bastante informal para no llamar demasiado la atención y pasar desapercibidas.

Casi se me desencaja la mandíbula cuando el google maps nos indica que la fiesta es en un yate y vemos a la gente vestida de etiqueta. Parpadeo varias veces y le doy un codazo a Val, que tiene los ojos abiertos como platos.

—No mencionaste nada de colarnos en un yate —comento, observando el vaivén de gente.

—Eso es porque no lo sabía —me susurra de vuelta—. ¿No te parece una pasada? —se le ilumina la mirada.

—Estás de coña —le digo cuando veo que está dispuesta a todo.

―Vamos, acabo de recordar algo ―me agarra del brazo y tira de mí hacia la cola.

―No vamos a entrar ―le digo, empezando a entrar en pánico—. Vamos a hacer el ridículo y la gente va a mirarnos.

Nunca me opongo a acompañar a Valeria en sus locuras, pero a estas alturas de la película no quiero volver a casa con una denuncia en mano.

―Confía en mí ―me aprieta la mano.

Estoy a punto de quejarme cuando veo que ya es nuestro turno. Intento no parecer demasiado nerviosa ante la inspección rápida del señor de seguridad.

―Nombres ―pide con voz grave.

―Lidia y Vanesa Pérez ―responde Valeria rápidamente.

¿Pero qué...? A la cárcel por suplantación de identidad, una idea estupenda.

―Estas deben ser las camareras -su compañero le palmea la espalda mientras nos recorre con la mirada sin ningún tipo de disimulo—. Estos han hecho un buen trabajo.

Estoy alucinando

―¿Disculpa? ―inquiero, alzando ambas cejas y mirándole muy mal.

—Disculpa aceptada, encanto —me guiña un ojo.

—Cualquiera diría que sois hermanas —comenta el primero—. No os parecéis ni en el blanco de los ojos.

―Bueno venga menos charlita y más trabajar, compañeros -les dice Valeria, pasando por su lado y arrastrándome detrás-, disfrutad de la noche.

—O atragantaos con el champán —murmuro yo.

Valeria tira de mí hacia un lugar lo suficientemente alejado mientras sigo procesando lo que acaba de pasar.

—¿De verdad acabamos de colarnos en una fiesta de ricos?

―Por los pelos -sonríe de manera triunfal—, por un momento creía que no entraríamos ―confiesa.

Decidimos seguir nuestro plan a rajatabla para evitar posibles incidentes, el cual consiste en evitar preguntas y mantenernos alejadas de la entrada.

En teoría no parece muy complicado

Optamos por ponernos únicamente la identificación con el nombre de Lidia y Vanesa Pérez y disfrutar de la noche. Como dice Valeria, para cuando nos descubran, ella ya habrá ligado con alguno de los presentes que nos evitará tener que escondernos y nos permitirá disfrutar al máximo la experiencia.

―Lo nuestro es la definición de tener una flor en el culo —le aseguro entre risas—. Por cierto, ¿cómo has sabido que esos nombres estaban en la lista? ―pregunto.

―Se lo escuché decir a una chica, que irían ella y su hermana a trabajar en una fiesta privada.

―Eres increíble ―me río, negando con la cabeza.

Nos movemos distraídamente por el yate, estudiando las zonas más concurridas para no llamar la atención. También evitamos las zonas apartadas para no parecer unas marginadas.

Me fijo en que las personas que están a bordo tienen más o menos nuestra edad. En mi mente hay dos opciones: la primera, que sea una fiesta de cumpleaños a la que hay que asistir muy arreglado o, la segunda, que sea una fiesta de niños ricos.

Val me pasa una compa de champán rosa y brindamos.

—¿Lista para abrirnos paso entre la élite? —sonríe Val, antes de darle un trago largo a su copa.

Antes de que pueda responderle, una chica se acerca a nosotras con una amplia sonrisa.

―Aspiro a ser vosotras en la vida ―nos dice, alternando la mirada entre las dos―, os habéis colado sin ningún problema.

Le lanzo una mirada a mi amiga sin saber muy bien qué contestar. La misma chica se apresura a aclarar:

—Tranquilas, yo os guardo el secreto —nos sonríe de manera cómplice.

Las dos nos relajamos al instante.

―¿Quién ha organizado esta fiesta? ―pregunta Val, tras darle otro sorbo a su copa.

―Adrián Ortega —contesta. Ambas la miramos dándole pie a continuar porque ninguna sabemos nada sobre ese chico―. Ah claro, perdón. Es un chico rico de la zona, su padre le ha organizado una fiesta de bienvenida. Al parecer ha estado unos años fuera del país y acaba de regresar.

Las dos asentimos, intrigadas por ponerle cara al chico.

―¿Y dónde está? ―pregunto yo, paseando la mirada por todo el barco.

―Mira, por ahí viene ―prácticamente chilla una chica a nuestro lado—. ¡Y está acompañado! —exclama como si estuviese a punto de desmayarse de la impresión.

Giro mi cabeza siguiendo la mirada de la chica y casi escupo el champán al ver a Adri, seguido de David y Pablo.

¿Qué cojones?

Ellos todavía no nos han visto así que me abro paso entre la gente seguida de Valeria. Al vernos su cara pasa de sorpresa a incredulidad.

Pablo me engancha del brazo y tira de mí hacia una zona más apartada, los demás nos siguen.

―¿Qué hacéis aquí? ―pregunta Pablo, bastante nervioso.

―Yo os podría preguntar lo mismo ―me cruzo de brazos, adoptando una pose desafiante.

―Joder, no me lo puedo creer —murmura Valeria mirando a Adri―. ¿Tú eres Adrián Ortega?

―¿Acaso eres tú...Vanesa Pérez? ―contraataca, leyendo nuestras identificaciones.

―¿Pero qué coño te crees que estás haciendo? ―le acusa Valeria, a punto de perder los papeles.

Le lanzo una mirada indicándole que baje el tono si no quiere que nos echen a todos de una patada.

―¿No está claro? —se encoge de hombros—. Pasar un buen rato ―contesta como si fuese obvio.

―Joder Adrián que nosotras nos hemos hecho pasar por dos camareras pero tú —lo señala de arriba abajo—, tú por el hijo del que organiza esta fiesta, ¿cómo es que se lo han creído? ―pregunta Val, incrédula ante semejante espectáculo.

―Mis dotes teatrales ―bufa Adri.

Valeria se sujeta el puente de la nariz para controlar sus nervios.

—En realidad la gente no sabe cómo es ese chico físicamente —explica al ver que Valeria está al borde de un ataque de nervios.

―Los de seguridad de la entrada son un par de inútiles ―resoplo, ganándome una mirada por parte de Adri.

―Lo cierto es que sí ―concuerda David, asintiendo en mi dirección.

Bueno, menos mal que estamos de acuerdo en que esto es una locura.

—Venga ya...¿qué puede salir mal? —se ríe Adri, intentando aliviar la tensión.

—¿A parte de todo? —pregunta Valeria.

—Creo que estamos llamando demasiado la atención —nos dice David, mirando el panorama de reojo.

Si yo nos viera desde fuera también nos miraría. Entre nuestra forma de vestir y que estamos cuchicheando todo el rato, normal.

―Y hablando de seguridad...-dice Pablo, mirando por encima de mi cabeza-. Creo que tenemos compañía.

Todos giramos nuestra cabeza temiéndonos lo peor. Los de seguridad venían hacia nosotros a pasos agigantados, seguidos por dos chicas que deben ser las verdaderas Lidia y Vanesa Pérez y su lado, el un chico que evidentemente es Adrián Ortega.

Cuando nos localizan empiezo a entrar en pánico. Mi primer impulso es llorar para dar pena y que no me lleven a comisaría, el segundo tirarme al mar. Antes de que pueda hacer cualquiera de las dos Pablo agarra mi mano y tira de mí para empezar a correr a la velocidad de un rayo. No me permito mirar hacia atrás, solo corro confiando en que conseguiremos perderlos de vista.

Pablo empuja sin dudar a cualquiera que se interpone en nuestro camino, por suerte nadie va lo suficientemente sobrio como para intentar detenernos.

Conseguimos bajar del yate, que no había zarpado aún y Pablo empieza a abrir puertas al azar en el puerto hasta que una cede y nos encierra ahí.

―¿Y los demás? ―empiezo a entrar en pánico-. Ay madre, he dejado tirada a Valeria.

El espacio no da mucho de sí y la sensación de sofoco me empieza a invadir. Pablo parece notarlo y me coge por los hombros, haciendo que lo mire a los ojos.

―Valeria es una chica muy inteligente, estará con Adri, David o quizá ella sola por su cuenta, pero sabrá salir ―lo dice con tanta seguridad que no me queda otra que creer en sus palabras―. Lo importante ahora es averiguar como salir de aquí.

—Necesito llamarla.

—Aquí dentro no hay cobertura —me informa—. Y fuera te necesito concentrada no podemos distraernos.

Hago mi mayor esfuerzo por mantenerme serena y calmarme.

―Vale, quizá ahora que han llegado ellos han decidido zarpar y continuar con la fiesta como si no hubiese pasado nada ―digo, con fe y esperanza.

Pablo pega la oreja a la puerta y me hace una señal para que permanezca en silencio. No se oye nada fuera, y eso significa que no importamos lo suficiente como para detener la fiesta.

Cuando Pablo está a punto de abrir la puerta, lo aparto y me apoyo en ella.

―¡Dios mío nos van a pillar! ―exclamo, y rápidamente siento su mano sobre mis labios haciendo que baje la voz.

―No nos van a pillar ―me asegura—. Y si lo hacen, ¿qué es lo peor que nos puede pasar? ¿Dormir una noche entre rejas? Tampoco es que estemos en medio de un tiroteo y sea cuestión de vida o muerte —me recuerda, ligeramente divertido.

Sí, la verdad es que estoy actuando como si fuésemos los protagonistas de una película y estuviésemos a punto de morir. Miro a Pablo con detenimiento, tiene el ceño ligeramente fruncido y permanece pensativo. Pero lo que más me sorprende es la capacidad que tiene para leerme como si fuese un libro abierto, ¿tan predecible soy?

—¿Este no es el momento en el que me dices que hay una moto en algún lugar y solo tenemos que llegar hasta ella para escapar? —le pregunto esperanzada.

Pablo se empieza a reír en bajito.

—¿Acaso me ves con cara de tener una moto en el puerto? —eleva una ceja.

Quién sabe

Suspiro, asumiendo que esta no es una de esas películas que veo el domingo por la tarde con mi familia.

Aquí no va a ocurrir ningún milagro

―Bueno, ¿entonces me prometes que no vamos a morir? —inquiero, con los nervios a flor de piel.

―Claro, nena ―se ríe. He debido sonar patética, pero no me importa porque mis nervios están justificados.

Me acaricia la mejilla y acorta la poca distancia que hay para darme un beso para tranquilizarme. Nos separamos y me aparto de la puerta en señal de que es el momento de irse.

―Vamos —me aprieta la mano con cariño. Tras asegurarse de que no hay nadie salimos de nuestro escondite.

Lo bueno del puerto es la cantidad de barcos que nos tapan y sirven de escondite. Pablo me señala el paseo marítimo con la mirada, indicándome que es dónde tenemos que llegar.

Casi me muero del susto cuando oigo un murmullo detrás de nosotros, me llevo la mano al pecho al ver a tres personas y siento que el alivio me recorre en cuanto enfoco la vista y reconozco quiénes son.

Veo el alivio en el rostro de Valeria y rápidamente nos fundimos en un abrazo silencioso. Ambas nos decimos con la mirada que nos alegramos de vernos sanas y salvas.

―¿Sabéis cómo salir? -pregunta Pablo.

―Está complicado, pero sí ―responde Adri—. Por cierto, bajad la voz si no queréis que nos pillen, se os escuchaba desde lejos. No os creáis que estamos aquí parados por gusto, nos hemos salvado por poco.

―Vaya, yo que creía que nos estabais esperando ―me quejo.

―¡Hay que salir de aquí ya! ―se limita a añadir David, haciéndonos reaccionar-. Lo mismo tenemos suerte y no han dado la voz de alerta.

—Lo dudo —rebate Adri.

—Pues más razón para salir de aquí cuanto antes —zanja David.

Empezamos a movernos sigilosamente entre los barcos, comprobando siempre que no hubiese nadie. Cuando ya podemos prácticamente pisar el paseo marítimo un par de policías nos señalan con linternas.

¡Joder! ¡Mierda!

En ese momento empezamos a correr como si nuestra vida dependiera de ello, con tan mala fortuna de que me caigo de bruces contra el suelo.

Genial

Me levanto como una campeona a pesar de que me he dejado las manos en el suelo y sigo corriendo.

Uno de los policías se lanza sobre David, derribándolo. Valeria se detiene de golpe y lo mira mientras decide qué hacer. Yo tiro de ella, y justo cuando empiezo a arrastrarla otro de ellos sale de una callejuela cerrándonos el paso.

―Me cago en la puta —murmura Adri cabreado.

―Venga, a hacer la bromita a la comisaría chavales ―nos dice el policía, esposándonos uno por uno antes de guiarnos hacia un coche patrulla.

Los cinco acatamos las órdenes sin rechistar.

Tampoco estamos en condiciones de llevarles la contraria.

Efectivamente nos ha salido todo mal, ya sabía yo que nos estaba yendo demasiado bien para ser verdad.


¡Hola! ¿Qué tal? Se nota que estoy en época de exámenes porque me siento muy inspirada jajajajaj.

Quería recordaros que me he creado un blog para subir reseñas sobre libros (si os interesa el link está en mi perfil). Y también que estoy encantada de que me sigáis en insta (almudeeniis) y me contéis vuestras impresiones de la historia.

Y nada más, espero que os guste el capítulo. ¡Muchas gracias por leerme y por seguir ahí esperando las actualizaciones! 🧡

Cuidaos mucho, un abrazo. ⭐️

Continue Reading

You'll Also Like

105K 17.6K 44
¿Y si es muy tarde para empezar de cero? Cuando Gia Davies se muda a Nueva York, está huyendo. Se ha dado cuenta de que su carrera no le gusta, su re...
4.9M 428K 80
Nunca debí caer por él. Sin embargo, tampoco detuve mi descenso. Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí. ...
2.9M 171K 105
Libro uno de la Duología [Dominantes] Damon. Un hombre frío, amante de los retos, calculador... decidido. Se adentra en un mundo desconocido, donde l...
50.6K 1.8K 38
en esta historia seras Mia 🔞