TE QUIERO SOLO A TÍ

By CSHerrer

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CAPÍTULO 1: ESTA ES LA ÚLTIMA VEZ
CAPÍTULO 2: ¡SAVANNAH, AQUÍ VAMOS!
CAPÍTULO 3 ¡INCREÍBLE!
CAPÍTULO 4 ¡INCREÍBLE! parte 2
CAPÍTULO 5: YA PASÓ LA EUFORIA... ¿O NO?
CAPÍTULO 6: UNA IDEA DESCABELLADA
CAPÍTULO 7: SENSACIONES NUEVAS
CAPÍTULO 8: ¿UNA CITA?
CAPÍTULO 9: ¡A LA MIERDA!
CAPÍTULO 10: SOSPECHAS
CAPITULO 11: ¿COMPAÑEROS DE PISO?
CAPÍTULO 12: ¡GENIAL!
CAPÍTULO 13: ¿MEJORES AMIGOS?
CAPÍTULO 14: SI LO SOY, ¿Y?
CAPÍTULO 15: DOBLE PREMIO... ¿O MÁS BIEN CASTIGO?
CAPÍTULO 16: NO ME AMENACES
CAPÍTULO 17: INTERVENCIÓN ¿DIVINA?
CAPÍTULO 18: ¡DEJENME EN PAZ!
CAPÍTULO 19: LA INEVITABLE CHARLA
CAPÍTULO 20: JAQUE MATE
CAPITULO 21: MI CHICA MALA
CAPÍTULO 22: ¿DÓNDE ESTÁ CHRISTIAN?
CAPÍTULO 23: ¿MARIPOSAS EN EL ESTÓMAGO?
CAPÍTULO 24: DAÑO COLATERAL
CAPÍTULO 25: LA CALMA QUE PRECEDE A LA TEMPESTAD parte 1
CAPÍTULO 26: LA CALMA QUE PRECEDE A LA TEMPESTAD parte 2
CAPÍTULO 27: LA CALMA QUE PRECEDE A LA TEMPESTAD parte 3
CAPÍTULO 28: ALERTA DE HURACÁN
CAPÍTULO 29: HURACÁN ANASTASIA
CAPÍTULO 30: EL FARSANTE
CAPÍTULO 31: ¿TODAVÍA MÁS MENTIRAS?
CAPÍTULO 32: NO ME JUSTIFICO
CAPÍTULO 33: ¡¡¡AYUDA!!!
CAPÍTULO 34: ¿YA TE PERDÍ?
CAPÍTULO 35: TE ODIO
CAPÍTULO 36: ¿YA NO TE ACUERDAS?
CAPÍTULO 37: LAS IRONÍAS DE LA VIDA
CAPÍTULO 38: ¡QUÉ RÁPIDO TE CONSUELAS!
CAPÍTULO 39: NADIE ES PERFECTO
CAPÍTULO 40: APRENDIENDO A PERDONAR
CAPÍTULO 41: ¿ES@ ES MI ENEMIG@?
CAPÍTULO 43: AMOR DE MI VIDA
CAPÍTULO 44: LONDRES
CAPÍTULO 45: TIEMPO
CAPÍTULO 46: VOLVIENDO A CASA
CAPÍTULO 47: VOLVER A COMENZAR
CAPÍTULO 48: SÓLO TU Y YO
¿¿FIN??
Agradecimiento.
INVITACIÓN

CAPÍTULO 42: AÚN TE AMO

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By CSHerrer

POV ANASTASIA

Christian me sostiene con fuerza mientras bailamos y me canta al oído against all odds y yo trato de no llorar.

Al terminar la canción me besa con ansiedad, ternura y mucho deseo...

Ay dios, lo amo pero no se me olvida todas sus mentiras.

-Ana, sabes que tenemos que hablar- me dice mirándome a los ojos.

Dios...

Sin soltar mi mano me saca de la pista de baile ante la mirada atónita de sus hermanos, Ethan, Kate y mi abuela.

A su paso toma una botella de Möet Chandon rosado, dos copas y me lleva a un cobertizo que está apartado de la carpa.

Abre la puerta y me invita a pasar con cortesía. Cierra ya que estamos dentro y me vuelve a guiar hacia unas escaleras, abre una trampilla y me hace entrar a una habitación.

Veo que tiene una vitrina que tiene muchos trofeos de remo de Harvard. Los miro y todos le pertenecen a Christian.

-Practiqué remo en la universidad- me dice al verme atenta que observo la vitrina.
-¿A qué me trajiste a este lugar?- le pregunto y giro para verlo y esperar su respuesta.
-A hablar. A mis hermanos, a mi cuñado, y a la bruja Kavanagh ya les diste derecho de réplica. Creo que es justo que yo también me explique y me disculpe- responde sin rodeos.

Lo miro con preocupación. Ya no estoy furiosa con el. No puedo evitar verlo y sentir compasión y tristeza, y también culpa. Yo de haber sido más atenta, él no habría tenido oportunidad de mentirme, y tal vez, ni la necesidad de hacer todo lo que hizo. Sé que hubiera pasado si yo le hubiera recordado cuando lo volví a ver: Enamorarme de él como sé y me desmostró que se enamoró de mi.

-Te escucho.
-Mi madre era adicta al crack- empieza decir
-¿Era?- replico. Eso no me lo dijeron Mia y Elliot.
-Si, ella murió cuando yo tenía cuatro  años- me estremezco al escucharlo.
-Lo...vlo siento.
-Ya no importa.
- ¿Y tú donde estabas cuando ella murió?- Le pregunto
- Estaba con ella... durante cuatro días, encerrado en un asqueroso departamento, sin nada que comer.
-¡Oh Dios!- ahogo un gemido con mis manos.
-Hasta que la policía me sacó de ahí- me aclara.

Cierro los ojos e imagino un niño de cuatro años con el cadáver de su madre. Es horriblemente espantoso.

-¿Como se enteró la policía que tu estabas con un cadáver?- pregunto en voz baja.

El cierra los ojos y suspira. ¡Yo y mi maldita curiosidad!

-Se enteró porque el proxeneta que estaba con ella los llamó.
-¿Proxeneta?
-Si, el puto loco que me hizo esto- se quita el saco y desabotona su camisa dejándome ver sus cicatrices en su pecho.

Siempre pensé que eran cicatrices de varicela.

-¿Son quemaduras?

La expresión de Christian, se ensombrece y endurece.

-Era el cenicero de ese hijo de puta- gruñe.

Siento una punzada en el pecho. ¡Fue torturado! ¿Que animal tortura a un niño? Mis lágrimas empiezan a caer por mis mejillas.

-No llores, Anastasia. No quiero que sientas pena por mi. No lo merezco después de lo que te hice- sus palabras están cargadas de dolor.
-Christian... ¿Porque no me dijiste?- él se acerca a mi y me abraza.

Reprimo el abrumador impulso de besarlo y decirle cuanto lo amo. Quiero ser su fuente de consuelo, quiero curar sus heridas, quiero curar mis heridas.

El besa mi frente y me aparta de él.

-Nunca he confiado en nadie realmente, ni siquiera en mi familia- sigue diciendo- he tenido muchas mujeres en mi vida- ¡eso no es lo que quería oir!- Pero todas ellas me abandonaron y no porque yo fuera sádico, les encantaba esa mierda. Me abandonaban por que yo era incapaz de darles más, a ninguna de ellas amé- se queda viéndome.

Limpio los restos de lágrimas de la cara.

-No conocía el amor, había creado un muro para que nadie lo rompa. Ya te imaginarás por qué.
-Por lo de tu madre...- susurro y él asiente.
-Hasta que te conocí y pusiste mi mundo patas arriba. Sé que no hice bien las cosas, no me acerqué correctamente a ti. Te mentí, pero es que ya estaba harto que las mujeres se acerquen a mi por mi dinero.
-Nunca me intereso tu dinero- me duele que pueda pensar eso de mi- no lo necesito.
-Lo sé... tu eres buena y yo no me detuve a pensar en el desastre que provocarían mis mentiras pero es que me enamoré de ti locamente y me aterraba que cuando descubras la verdad tu me dejes, que fue lo que ocurrió. Me dejaste y me odias.

Se aparta de mi y yo me quedo de pie mirándolo.

-¡No te odio!- chillo y me acerco a él, sin tocarlo -No puedo... Yo también me enamoré. Contigo aprendí tantas cosas...- y ¿qué no me enseñó este hombre?- Yo me encerraba en un mundo diminuto en el que cabíamos solo unos pocos de mis amigos, mi padre, mi abuela, mis libros y yo. Pero era mi culpa.
-Pero tú me dijiste...- trata de interrumpirme, pero lo ignoro.
-¿Nunca dijiste algo hiriente por rabia? Estaba furiosa, me dijiste muchas mentiras. Yo creeme que siendo quien soy, el dinero nunca me ha interesado.
-¿Cómo dices eso? Creo que eres más rica que yo- me dice alterado. 
-No. Yo no tengo nada. Lo que me rodea, lo que has visto, me lo ha dado mi abuela. Mi padre murió en el ejército cuando yo era una bebé, y por ser hijo de la prominente Ofelia, es que el gobierno me da una mensualidad. Todo ese dinero lo he ahorrado. Por eso parece que soy rica, además de que mi abuela le encanta malcriarme. Por lo demás, soy solo yo: Ana la bibliofila- y es todo lo que soy...

Hasta que él llegó.

Él me mira asombrado por lo que le digo, y sabe que es la verdad. Yo no soy de usar ropa de tiendas de marca, ni de comer en restaurantes ostentosos, por ya no decir de vivir rodeada del lujo en el que él si vive, tanto por sus padres adoptivos, como por qué ha trabajado duro para mantener su estilo de vida.

-Yo me acerqué a ti pensando que me recordabas del aeropuerto,- me explica -pero nunca mencionaste nada. Me di cuenta de que no me recordabas, y pensé estúpidamente que te conquistaría sin hacer alarde de mi gran riqueza, mis gustos en cuanto al sexo, y solo usando mi atractivo físico y un encanto que nunca tuve ni tendré...
-¿Pero qué dices...?- es un hombre encantador, y muy divertido. Para mí.
-Tu solo serías una prueba de que se pueden enamorar de mi, solo de mi. Lo que no pensé es que yo también me iba a enamorar y haría todo por ser el hombre que tú merecías, excepto por el circo que monté. Cada vez que trataba de terminar con esto, porque sabía que te iba a herir, me era imposible hacerlo. Solo verte, tenerte cerca... Tú me permitías ser yo mismo. No te molestabas con mis manías, mis defectos o gustos. Contigo me libraba de cualquier tensión o problema... Eras mi refugio. Mi paz. Sé que te hice muchísimo daño. Y no me va a alcanzar la vida para pagar por ello.
-No... ¿Cómo dices eso? Tú eres un buen hombre. Tienes una familia preciosa, y la fortuna de que no te falta nada. Tu llegada al mundo fue muy difícil, pero fuiste recompensado al llegar a una familia que lo tiene todo para ti. Sobre todo, amor. Ellos te aman. Y te lo mereces.
-Ana, fui un pésimo hijo...- objeta avergonzado.
-Yo tampoco soy perfecta.- Admito en voz alta, por primera vez: -Sabotee a mi madre para que me devolviera a mi padrastro, Éramos como perros y gatos, y todo porque nunca acepté su divorcio, ni hice el esfuerzo por comprenderla, independientemente de todo, me ama y nunca me haría daño. Yo tampoco soy buena hija, pero aún así, mis padres me aman y yo recibo y agradezco ese amor. Déjate amar, no siempre te van a fallar.
-Pero yo sí he fallado. A mis hermanos, mis padres, y a ti, que no solo te fallé. Te rompí el corazón.
-No... No... No digas eso... No es tu culpa... Yo también me he equivocado. Y te dije cosas horribles- desesperada trato de razonar con él.
-Me las merecía.
-No...- insisto.

Él baja la cabeza y se sienta en un viejo sofá. Se pasa las manos por la cara y el cabello. Está frustrado.

Me aparto de él. Creo que ya me dijo lo que tenía que decirme.

Voy hacia la trampilla y de pronto me pregunta algo que me deja helada:

-¿Me amas, Anastasia?
-Desde que me ayudaste en el callejón y te agradó que supiera pelear- le respondo con las lágrimas a punto de salir.

Ése fue el momento en el que me permití ponerle atención. En el que finalmente lo ví.

-Perdoname, nena...- escucho ahora en mi oído.
-Claro que te perdono.

Nos abrazamos y me sostiene por la barbilla. Me besa despacio, muy despacio y me acaricia la espalda a la vez que yo acaricio su pecho y me aparto para besar sus cicatrices.

Siento como suspira y se estremece con el roce de mis labios y le quito la camisa para recorrer cada parte de su cuerpo.

Él baja los tirantes de mi vestido y lo dejamos caer al suelo, quedando solo en tanga. Con sus dedos recorre mi cuerpo y yo trato de desvestirlo. Quiero tenerlo para mí, solo una vez más...

-Nena, te he echado tanto de menos...- suspira y besa mi cuello.
-Yo también te extrañé, bebé- le respondo y ahogo un gemido en la piel de su pecho.

Se tumba sobre el sofá y frente a él, me quito la única prenda que me queda y mis zapatillas.

Quiero que el último recuerdo que tenga de él, sea el de su piel, unida a la mía.


POV CHRISTIAN

Despierto después de varios días de no dormir bien. Escucho a lo lejos la música de la fiesta.

A Mia y Ethan, algo que los une, es la música y bailar. Seguramente son los únicos en la carpa. Trato de incorporarme y me doy cuenta de que Ana no está a mi lado.

-¿Nena? ¿Ana?- le llamo pero no encuentro a mi chica por ningún lado.

Reviso mi entorno y veo que mi ropa está doblada sobre una silla y no veo un solo rastro de Ana.

Ni sus balerinas que tenía para la fiesta, su cartera... ni sus bragas.

Me visto rápidamente y salgo del cobertizo. Probablemente se unió a los demás en la carpa.

Al llegar al sitio, veo que solo están Cristina y Javier bailando, Elliot, Kate, mía y Ethan cantan en el karaoke que instalaron. El dj y la mayoría de los invitados ya se han ido. Solo está la familia.

-¿Y Ana?- me pregunta Kate que se acerca a mi tirando de Elliot.
-Yo creí que había vuelto con ustedes. Estábamos en el cobertizo, hablamos... Y nos dormimos. Al despertar, estaba solo.
-Mierda- masculla Kate.
-¿Qué sucede?
-Vi que le hablo a Ofelia hace un rato, salieron de la carpa y de ahí, no las volví a ver- explica Kate.
-¿Cuánto hace que las viste?- le pregunto preocupado.
-Aproximadamente... Hora y media- responde mirando su reloj.
-¿Ya aclararon todo?- me pregunta Elliot.
-Eso creo... Pero el irse sin despedirse, no me agrada.  

Es lo último que les digo y me voy rápido a buscar mi auto.

Mientras conduzco, llamo a su celular varias veces y me manda a buzón, hasta que definitivamente me dice que ese número ya no existe.

¿Qué demonios pasa?

Voy a casa de Ofelia y me pegó al timbre, pero nadie sale, ni a reñirme.

Vuelvo a intentar llamarla y se repite la grabación que dice que ese número ya no existe. Le llamo a su abuela y me dice que el número está fuera de servicio.

Maldición, Ana... ¿Dónde estás?

Voy desanimado a mi ático y llamo por teléfono a Welch. Él me puede informar. A él le dejé que organice el operativo de seguridad para ella.

-Marcus, necesito que me digas dónde está Anastasia Steele.
-Buenos días, señor Grey. Estaba ahora mismo tratando de localizarlo. La señorita Steele ha desaparecido desde hace dos horas. La última seña de ella fue cuando estaba en Bellevue, en la boda de su hermana, la señora Kavanagh. Ahora, estamos monitoreando la casa en la que estuvo viviendo las últimas semanas, el departamento de los hermanos Kavanagh, y el departamento de la senadora en AVA Belltown.
-Welch, encuéntrala.

Es lo último que le ordenó a mi jefe de seguridad y corto la llamada.

Con frustración trato de rastrear el celular de Ana y simplemente desapareció. Su última ubicación fue en casa de mis padres, de ahi, no hay rastro de ella.

Timbra mi celular y veo que hay una notificación de un correo electrónico. Me apresuro a abrir Safari y lo que veo en mi bandeja de entrada me hace sentir como lo que me queda de corazón se parte en pedazos.

De: Anastasia Steele
Para: Christian T. Grey
Asunto: Perdóname, Adiós

 

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