La convivencia está siendo muy complicada.
Ya me lo decía mi madre, que conviviendo es cuando realmente conoces a la gente.
Ahí, y en los momentos malos.
El viaje había empezado bien, todos veníamos con la mentalidad de disfrutar y pasarlo bien, pero la cosa ahora está demasiado tensa.
Álvaro había captado rápidamente que en el piso no era bienvenido y apenas sube. Me da un poco de pena porque quizá es una persona maravillosa, pero es la situación...la atmósfera de incomodidad que se crea en el aire cuando está cerca es insostenible.
Y todo esto se debe a que Sofía no deja de marear a Javi
No quiere que esté con Elisa, pero tampoco quiere estar con él. ¿Qué quiere entonces?
A pesar de que es una de mis mejores amigas no puedo defender lo indefendible.
Por otra parte, Paula y Rubén se pasan el día pegados como lapas y llega a ser bastante irritante, especialmente porque sentimos que los interrumpimos en todo momento.
David y Adri se quejaron directamente en varias ocasiones, pero la gota que colmó la paciencia de Paula fueron los comentarios de Sofía:
―Madre mía parece que sois siameses —bromea—. Podéis despegaros un poco, ¿no? —protesta, haciendo un gesto como si fuese a vomitar.
―Tiene gracia que me lo digas tú ―le contesta Pau, adoptando una actitud defensiva.
Sofía alza las cejas sorprendida.
― ¿Y a ti qué te pasa ahora? ―inquiere molesta―. Madre mía, te envalentonas enseguida cuando Rubén está por aquí —murmura.
Paula agarra la mano de Rubén y tira de él hacia la salida.
―No voy a entrar en la discusión que quieres iniciar, me tienes harta con tus comentarios —le dice a nuestra amiga, rápidamente se gira a mirar a su acompañante―. Vamos a dar una vuelta, me asfixio entre estas cuatro paredes.
Sofi abre la boca para rebatir, pero el portazo llega antes de que salga cualquier sonido de su boca.
Mi amiga se cruza de brazos y se sienta de mala gana en el sofá.
―No entiendo a qué ha venido eso ―murmura ella, enterrando la cara entre sus manos—. ¿Qué he hecho para que me traten todos tan mal? —entierra la cabeza entre sus manos.
Casi instintivamente me siento con ella a su lado.
―Si vienes a sermonearme, vete ―espeta sin mirarme.
―Solo quiero hablar contigo —le digo con tranquilidad—. Es hora de poner las cartas sobre la mesa, Sofía. Si sientes algo por Javi haz algo para recuperarlo.
La pelirroja resopla con frustración y se pasa las manos por la cara.
―¿Qué quieres que te diga? ―alza la cabeza y mira un punto fijo de la sala―. Javi ha sido mi primer amor, es una persona muy importante para mí y siempre va a serlo ―suspira.
―Pero... ―añado, incitándola a que siga hablando.
―Pero no estoy enamorada de él, ya no ―afirma, dirigiendo su mirada hacia mí.
―¿Y por qué no se lo dices? ―cuestiono—. La solución no es ignorarlo y subir a chicos al piso. Si tanto ha significado para ti lo mínimo que merece es una última conversación donde zanjéis esto de una vez.
—Lo haces parecer muy sencillo, Andrea.
—Y tú lo complicas todo —apoyo una mano en su hombro—. Mientras tú pasas página él está estancado, y es egoísta que te enfades por su acercamiento con Elisa cuando tú besas a Álvaro en todas partes.
―No lo entiendes ―suspira, negando con la cabeza.
―Pues explícamelo ―le pido.
― ¿Y si al hablar con él cambio de opinión? ¿Y si vuelvo a confundirme? Es la primera vez que tengo las cosas tan claras. Álvaro me gusta, y me gusta de verdad. Pero ¿y si al hablar con Javi se me nublan las ideas? ―me mira, y por primera vez entiendo lo que me dice.
Suspiro, estas cosas nunca son sencillas, pero sonrío internamente al darme cuenta del intento que hace para que intente entender su perspectiva.
―Está claro que el cariño nunca va a desaparecer, Sof ―le digo—. La cuestión es averiguar si de verdad ya no sientes ese amor que va más allá de la amistad. Si te soy sincera te aconsejo que enfrentes esa conversación, os hará bien a los dos.
La pelirroja entierra la cabeza en las manos y suelta un suspiro cargado de frustración.
—He sido una egoísta —se lamenta—. ¿Sabes cuál es el verdadero problema? Que me da miedo que nadie vuelva a quererme de una forma tan pura y bonita como él. Fue todo tan ideal en aquel campamento tía, es pensarlo y se me remueve todo.
Le sonrío
—A veces el amor de pareja se acaba, pero eso no significa que no podáis estar en la vida del otro.
Entonces levanta la cabeza y me mira esperanzada.
—¿Crees que me perdonará?
—Lo hará si te abres de la misma manera que has hecho conmigo, si dejas de lado esa fachada que levantas de "a mí no me afecta nada".
―Gracias, y siento haber sido una amiga de mierda ―me sonríe son sinceridad, me da un breve abrazo y se levanta del sofá—. Hablaré con Javi en cuanto pueda —añade.
―Ya me contarás.
Mi amiga asiente sonriente antes de alejarse por el pasillo y encerrarse en su habitación.
Decido salir a dar una vuelta mientras los demás duermen, yo creía que me gustaba estar en la cama, pero lo de esta gente es superior. Salvo Rubén y Paula el resto estaban sumidos en un profundo sueño y no iba a ser yo quien los despertase.
Cojo las gafas de sol y las llaves del piso antes de salir. Los rayos del sol me pegan en la cara nada más salir del portal y una amplia sonrisa ilumina mi rostro. Aprovecho para acercarme a los puestos de la playa y ver si hay algún detalle que pueda llevarle a mi familia.
Últimamente me he dedicado a vivir la vida nocturna y echaba de menos apreciar los colores y la luz del día. Salgo del establecimiento con un precioso imán para decorar la nevera y giro la calle.
Estoy colocándome los cascos cuando una voz desconocida me hace girarme.
―¡Hola chica de la fiesta! ―saluda una voz alegre.
Me quedo mirando la figura del chico esperando a que mis neuronas conecten y recuerden quién es.
―¿Eres el del Instagram? —pregunto, es la única persona que se me ocurre.
―El mismo, me llamo Gabriel por si no te acuerdas ―asiente orgulloso. Miro de reojo a la chica que le acompaña y el chico procede a presentarnos—. Ella es mi mejor amiga —añade―. Lauris, ella es Andrea, la chica guapa de la que te hablé.
―Encantada de conocer a la chica misteriosa de la que tanto habla mi mejor amigo ―me sonríe con simpatía.
―Siento decepcionar a tu amigo, Lauris, pero he venido con mi novio ―aclaro, a modo de respuesta.
—Prefiero Laura —añade ella.
—Lauris me gusta más —me encojo de hombros, mirando de reojo de Gabriel.
El susodicho intenta ocultar la felicidad en su rostro, pero no nos pasa desapercibido.
―Entonces... ¿no hay ninguna posibilidad? ―insiste su amiga.
―Ni la más remota ―niego con rapidez.
―Me conformaré con seguir sabiendo sobre ti a través de las redes, crush ―se lamenta bromeando.
Laura lo mira incrédula.
―Míralo que calladito se lo tenía, ha sido llegar a este lugar y empezar a desatarse ―me cuenta, yo me limito a sonreír.
—Los que van de buenos en realidad son los peores —bromeo, aunque en realidad lo pienso. No de Gabriel en concreto, tampoco puedo juzgarlo de primeras, pero sí en general.
—Totalmente de acuerdo, los otros por lo menos sabes de qué palo van desde el principio —asiente Laura.
—Exacto —concuerdo.
—Me siento atacado —se queja Gabriel.
Me encojo de hombros y sonrío levemente.
El sonido de un móvil hace que Laura desvíe la mirada, y tras enseñarle unos mensajes ambos deciden que es hora de irse.
Vuelvo al apartamento y me sorprendo al escuchar voces provenientes de nuestro piso. ¿Qué diablos está pasando?
―Chica ―me detiene una señora mayor—. Dile a esos muchachos que no queremos oír sus gritos, una más y llamaré a la policía para que os ponga a todos de patitas en la calle.
Asiento un poco confundida.
—Sí, claro...disculpe ―camino hasta la puerta de nuestro piso e introduzco la llave.
En cuanto abro la puerta los gritos inundan mis oídos.
―¡Esto sí que ya no lo tolero! ¿qué cojones es esto pensión Adrián o qué? ―protesta Adri.
―Estoy de acuerdo, a tomar por culo de aquí —lo apoya Pablo.
―¿Qué está pasando? ―le pregunto a Val, que asoma la cabeza desde la puerta de su habitación.
―Otra sorpresita ―me responde ella.
No entiendo de qué habla hasta que atravieso el pasillo y veo el panorama en el salón.
A un lado están Rubén y Álvaro comentando algo entre ellos, pero lo que me sorprende es que la bronca esta vez no va para ellos sino para otra persona, Álex.
―Por fin llegas ―sonríe Álex, haciendo caso omiso a Pablo y Adri—. Cómo te gusta hacerte de rogar eh —bromea.
―Te lo estás buscando solo...―le advierte Pablo al instante—. Estoy a dos pasos de darte la paliza de tu vida.
―Relájate Pablito, te veo nervioso.
—Que te calles...—continúa el castaño.
―¿Qué haces aquí? ―le pregunto.
―¿No me has echado de menos, amiguita? ―se burla—. Yo a ti sí.
Alzo las cejas instándole a que responda.
―Creo que es bastante obvio ―responde, refiriéndose al festival.
Miro a Pablo de reojo, que no parece nada contento con esa decisión. Sé que confía en mí, lo que no le gusta es la actitud desafiante de Álex, y lo entiendo porque resulta muy incómodo no poder bajar la guardia ni un segundo.
Lo único que espero es que no haya problemas
Aunque creo que eso va a ser inevitable...
¡Hola! Siento haber estado tan inactiva, la universidad me absorbe y luego no me apetece seguir pegada a la pantalla. Intentaré publicar el resto de la historia a lo largo de las vacaciones.
No olvidéis que me hacen mucha ilusión vuestros ⭐️ y 💬. ¡Nos vemos en el próximo capítulo!
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¡Gracias por esperar y leerme! Cuidaos mucho💖