Red hair, black sweater, blin...

By eve-andthestars

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Sintiéndose completamente aburrido y abrumado de su vida cotidiana y vacía; Frank encuentra consuelo y algo m... More

I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VII.
VIII.
IX.
X.
XI.
XII.
XIII.
XIV.
XV.
XVI.
XVIII.
XIX.
XX.
XXI.
XXII.
XXIII.
XXIV.
XXV.
XXVI.
XXVII.
XXVIII.
XXIX.
XXX.
XXXI.
XXXII.
XXXIII.
XXXIV.
XXXV.
Epílogo.

XVII.

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By eve-andthestars

Cuando Billy Russo no le está preguntado cada cinco minutos ¿Qué toca hacer en la agenda? y le mira de esa manera insinuante que pone a Matt nervioso, el trabajo de Matt suele ser bastante agradable.

La primera asistente de Billy se llama Gwen Stacy. Tiene el cabello rubio sostenido en una coleta alta, utiliza siempre un cintillo negro y cuando Billy se pone increíblemente pesado con Matt, ella suele ser la que lo rescata de confrontaciones incómodas.

También se sienta a su lado en el comedor y habla hasta los codos de ciencia y de sus hermosos hijos que ella y su esposo Harry Osborne tienen juntos.

También, pero menos recurrente, suele sentarse a su lado Scott Summer. Igual de joven que Matt e igual de ciego, siempre usando unas gafas grandes que ocultan su mirada perdida. A veces, Sam Wilson, del área de Recursos Humanos, suele invitarles cafés calientes en las mañanas.

A Matt le gusta su trabajo, aunque no se ve a sí mismo en el por mucho tiempo. El bufete Russo es lo suficientemente reconocido en Hell's Kitchen como para ser un dato interesante que añadir a su currículum. Pero sigue sin ser, a pesar de la agradable compañía y los beneficios que vienen con el, su trabajo soñado.

Las interminables horas sentado en una silla reclinable hacen que sea un infierno poder dormirse por las noches por el dolor de espalda, se levanta demasiado temprano y se acuesta demasiado tarde. Y ni hablar de su insoportable jefe.

Además de todo eso, el hecho de casi no ver a Frank le está afectando cada vez un poco más.

Se ven solo de vez en cuando. Cuando Frank no está con sus hijos y con María o practicando en el gimnasio. Cuando Matt sale temprano y no decide cubrir horas otras entredientes. Valen la pena eso pequeños momentos, cuando Frank aprieta sus caderas contra las suyas y Matt se sonroja con picardía.

Matt solo desease que durarán más.

—Entonces —dice Gwen, mientras guarda algunas cosas con rapidez en su cartera. Matt la espera, con tranquilidad, a un lado de su cubículo. Ya ha terminado su turno, es momento de que se vayan.—, ¿hoy también te viene a buscar tu flamante y misterioso novio? ¿Será que esta vez si podremos hablar aunque sea unos segundos con él en vez de solo unos saluditos cordiales?

—Para mí que el tal Frank Castle ni existe. Nunca lo hemos visto. —murmura Scott, desde su cubículo, haciendo Dios-sabrá-qué con la mirada gacha.— O escuchado, en mi caso.

— ¿Fingir tener un novio para impresionar a tus compañeros de trabajo en pleno siglo veintiuno? —dice ahora Sam, que está llenando su quinta taza de café de la noche, que no está ni cerca de ser la última.— Patético. —canturrea el moreno.

Matt se ríe con suavidad, mientras escucha a Gwen salir en su defensa: — ¡Ustedes dos solo están celosos porqué Matt se va a ver con su hombre y ustedes estarán encerrados en una noche de viernes!

—Solo nos quedamos hasta las diez. Tenemos que hacer guardia. —dice Scott, pero no sé oye ni un poquito entusiasmado por ello. Matt sabe lo que se siente, las guardias son simplemente lo peor del trabajo.

—Mientras tú haces guardia, Matt y yo estaremos disfrutando. —Hay un tono pícaro en como Gwen lo dice que hace a Matt reírse con nerviosismo.

—Ay, míralo, ya se sonrojó otra vez. ¿Acaso no es adorable? —murmura Sam, mientras se ríe con suavidad.

—No te metas con el bebé de la oficina. Voy a hablar con el encargado de recursos humanos de esto. —Le sigue la broma Scott.

—No los soporto. —murmura Matt, riéndose— En serio que empiezo a creer que las únicas personas decentes de este lugar somos Gwen, Eddie y yo.

—Pues hasta que Eddie no se recupere del parásito que lo ha tenido enfermo toda la semana, nosotros somos tus camaradas, querido compañero. —sonríe Sam, alzando su taza hacia Matt y Gwen, con socarronería.

—En serio espero que Brock vuelva pronto, no podré con ustedes una semana más. —dice Gwen, tomando el brazo de Matt, indicándole que ya está lista para que se vayan.— Hasta el lunes, muchachos. Los quiero, que tengan un lindo fin de semana.

—Adiós, Matt. Adiós, Stacy. —dice Scott— Nos vemos el lunes.

Gwen y Matt caminan lado a lado a las puertas del ascensor. Ella presiona los botones para llamar el ascensor, esperando pacientemente unos cuantos segundos.

—Y dime —le farfulla ella—, ¿qué harás este fin de semana?

—Pues como Billy va a estar fuera de la ciudad y no va a estar llamando por ningún motivo cada cinco segundos —Gwen se ríe ante eso. Ella más que nadie sabe como Billy puede llegar a ser—, Frank y yo vamos a pasar este fin de semana juntos.

Después de que Matt hubiese confirmado que este último viernes no iba a tener que hacer sus casi rutinarias horas extras o guardias, el primero en saberlo había sido Frank, que rápidamente había aceptado pasar todo el fin de semana con él. Matt solamente tuvo que hacer una coartada con Foggy, diciéndole a su padre que pasaría este fin de semana con él y Karen, haciendo un trabajo escolar que no existía. Foggy había aceptado al instante, y después de que Karen le diera su charla de ¿cuándo le vas a decir a tu padre qué estás saliendo con Frank?, ella también aceptó.

¿Matt estaba emocionado? Era ridículo simplemente el preguntarlo. No había pensado en otra cosa toda esta semana.

—Eso se escucha divertido. —dice Gwen, otra vez con ese tono divertido y pícaro que hace que Matt se sonroje como un crío. Las puertas del ascensor se abren y se oye un sonido chillón al momento, Gwen y Matt entran a la caja metálica y Gwen presiona el botón de planta baja. Pasan unos tantos segundos en silencio hasta que Gwen vuelve a hablar.— ¡Deberías de traer a Frank a la fiesta que vamos a hacerle a Eddie la próxima semana! Recuerda que es su cumpleaños y me niego a dejar que no lo celebre. Ha pasado demasiado tiempo enfermo por culpa de ese parásito, necesita pasar un buen rato. —le dice ella. Matt no la ve, pero es que se la imagina, con una sonrisa de oreja a oreja, emocionada de poder pasar tiempo con el novio del cual Matt ha hablado en varias ocasiones.— Y será una buena manera de conocer al señor Castle.

Matt asiente con lentitud, sintiendo el calor extenderse por sus mejillas y sonriendo levemente a su compañera de trabajo: —Hablare con él, quizá acepte venir conmigo.

Gwen suelta un chillido de felicidad, que hace juego con el chillido de las puertas del ascensor al abrirse. Ambos salen de la caja de metal y terminan en la recepción del gran edificio. Ambos logran ver a Scott Lang, su guardia de seguridad, sentado en la silla reclinable detrás del gran escritorio. La gorra le tapa la mitad del rostro y, por lo que Matt puede escuchar, se está quedando dormido.

— ¿Cómo estás, Scott? —pregunta Gwen, con un tono divertido.

Scott brinca sobre la silla reclinable y dice, con un tono alarmado: — ¡No estoy durmiendo en el trabajo!

—Tu secreto está a salvó con nosotros. —dice Matt, con diversión, siguiendo el paso de Gwen mientras ella se acerca riendo al escritorio donde Lang siempre se encuentra detrás.

—Es que el imbécil de Rumlow está llegando retrasado otra vez y no puedo simplemente irme y dejar el edificio sin seguridad. —dice el guardia de seguridad. Matt nota el tono con el que habla, puro cansancio puede sentir provenir de él. Pobre Scott.

—Tranquilo, que ya es viernes y podrás estar con Hope tranquilamente este fin de semana. —dice Matt.

Scott sonríe casi sin pensarlo ante la mención de su novia.

—Sí, sí. Mi ex esposa de hecho permitió que saliéramos los dos juntos con mi hija. Así que estoy emocionado por ello. —Matt puede notarlo por la manera en la que habla, con entusiasmo, maravillosa alegría. Puede sentirse identificado en él.

—Espero que la pasen muy bien, Scott. —dice ahora Gwen. Una corneta se escucha de afuera y Matt, al sentir como Gwen aprieta su brazo con fuerza y chilla emocionada, sabe que Frank ha llegado.— Vamos, vamos, yo te acompaño.

Matt no puede ni intentar detenerla porqué ella lo jala con fuerza hacia la entrada del edificio, con una sonrisa. Matt se da cuenta de que están afuera por el frío que lo invade de repente y porqué Gwen se ríe con nerviosismo.

—Hola, Frank. Es un placer conocerte, Matt me ha hablado mucho de ti. —dice Gwen entusiasta, apenas Frank baja el vidrio del automóvil.— Soy Gwen Stacy, compañera de Mattie.

—Hola, Gwen. También he oído de ti. —dice Frank, siempre tan amable con las mujeres a su alrededor. Matt está sorprendido de que no la haya llamado señora— Es un placer.

—De acuerdo, Matt, nos vemos el lunes. —Ella suelta el brazo de Matt pero no tarda en abrazarlo con rapidez, despidiéndose. Cuando lo suelta, vuelve a dirigirse a Frank.— ¡Adiós, Frank! Cuídalo, por favor, tú y yo sabemos que es puro y delicado.

—Así será, señora. —dice Frank, sonriendo hacia Gwen pero con la mirada puesta en Matt, que se sonroja una vez más.

Frank abre la puerta del auto y, después de otra despedida esporádica de Gwen, Matt sube al auto.

—Hola, Frank. —sonríe con dulzura Matt apenas siente que Gwen está lejos.

Frank sonríe con cariño hacia él, acercándose. Sobre los labios de Matt dice, con picardía: —Hola, Mattie.

Frank procede a besarlo, con lenta intensidad. Matt siente la mano de Frank posarse en su muslo y siente como una ráfaga de fuego subirle hasta el vientre por el contacto.

Cuando Frank se aleja, para empezar a conducir, Matt se siente encendido, deseoso de más contacto, que Frank no puede darle en ese momento porqué empieza a conducir.

En todo el camino, está sonando una canción de un ritmo alegre en la radio. La mano de Frank no deja el muslo de Matt en ningún momento pero las ganas de más contacto de Matt no hacen mas que aumentar.

Frank dice algunas cosas en el camino, habla de que Lisa fue aceptada en la universidad y de que Frankie va a pasar este fin de semana con su madre. Matt sí lo escucha, en serio lo hace, pero también se pierde en la ronquera de su voz y en como su acento cambia la pronunciación de algunas palabras.

Cuando Frank conduce hacia el estacionamiento del edificio, lo estaciona en su predeterminado espacio y apaga el motor, lo que menos espera es sentir como Matt se acerca con rapidez hacia él, para besarlo con fuerza.

Se miente a sí mismo si se dice que no ha extrañado a Matt, a sus sonrojos adorables y la manera en la que sonríe. Así que simplemente lo acepta, deseoso, cuando Matt lucha por pasarse al asiento de conductor y sentarse en sus piernas sin pudor alguno.

Las piernas de Matt se hacen un espacio bastante incómodo entre los huecos del asiento, tampoco es que esté pensando mucho en su comodidad en ese preciso momento, cuando sus labios están contra los de Frank y sus manos están en su mandíbula.

Frank desliza sus manos hacia las caderas de Matt, las aprieta de una manera que tal vez en deje marcas.

Matt se aleja, tomando una bocanada de aire, sintiendo la dureza entre sus piernas chocar contra el abdomen de Frank. Dice, en un leve suspiro: —Te extrañé.

—Yo también te extrañé, sunshine. —dice Frank, sonriendo con socarronería.— Tengo que admitir que ese uniforme de oficinista te queda muy bien.

Matt se sonroja como un adolescente una vez más. Y con ese tono pícaro y encantador que a Frank tanto le gusta, dice: —Ni imaginas lo bien que me veo sin él.

Eso es suficiente para que Frank vuelva a besarlo, apretando más la tierna carne de sus caderas con la yema de sus dedos. Matt gime entre el beso y todo eso hace que Frank sienta que va a asfixiarse en el automóvil.

—No podemos hacer nada aquí. —dice Frank, separándose un poco de los labios de Matt.— Alguien podría vernos.

— ¿Ves a alguien cerca? —pregunta Matt, con la voz agitada y el corazón a mil.

Frank mira por las ventanas del auto. El estacionamiento está iluminado por las luces en el techo y no logra divisar a nadie, tal vez la única persona cerca sería el guardia de seguridad de su edificio. Y están bastante lejos como para que no sospeche.

—No.

—Entonces podemos hacerlo.

Matt ni le da tiempo a Frank de reaccionar cuando sus manos van, temblando, hacia sus pantalones. Las ganas con las que los desabrocha se contagian a Frank, que no dura ni un poco en seguirle y empezar a desabrochar los del abogado.

Matt suspira con fuerza cuando su erección es liberada y cuando Frank lo aprieta aún más a él, deseoso, sediento por aún más contacto.

Sus pechos casi chocan y Frank procede tomar su erección y la de Matt entre sus manos, masturbándose con rapidez.

Un gemido escapa de los labios de Matt y se acerca una vez más a los labios de Frank, besándolo con fuerza mientras continúa siendo estimulado por las grandes manos del boxeador.

Matt mueve sus caderas contra la de Frank, sin en realidad importarle ya si alguien puede estarlos viendo en este punto. Está demasiado ocupado besando a Frank con fuerza mientras los espasmos que el placer le provoca recorren su cuerpo de arriba a abajo.

Cuando Matt siente que está cerca, se aleja de los labios de Frank. Murmura su nombre con suavidad, con tanto deseo que Frank siente que se puede morir ahí mismo.

Frank-

Yo voy por el mismo camino, cariño. —farfulla Frank, casi temblando— Córrete para mí, rojo, por favor.

Matt sigue gimiendo contra el cuello de Frank hasta que finalmente llega al orgasmo. Frank no tarda mucho en seguirle. Los ojos del boxeador se mantiene cerrados por algunos minutos que se siente como segundos, mientras siente a Matt respirar con lentitud contra su cuello, hasta que los vuelve a abrir. Frank y su mente post-orgásmica sonríen como idiotas al ver como las ventanas del auto están empañadas.

—Frank. —dice Matt, con la voz débil, contra su cuello.

— ¿Si, sunshine?

—Hicimos un desastre en el auto. ¿Tienes algo con que limpiarnos? —Frank se ríe lo que sus pulmones le dejan y niega con la cabeza. Matt suspira— Creo que no debimos hacer nada aquí al final entonces.

Frank se mantiene sonriendo cuando besa con cariño a Matt en el cabello.

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