Red hair, black sweater, blin...

By eve-andthestars

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Sintiéndose completamente aburrido y abrumado de su vida cotidiana y vacía; Frank encuentra consuelo y algo m... More

I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VIII.
IX.
X.
XI.
XII.
XIII.
XIV.
XV.
XVI.
XVII.
XVIII.
XIX.
XX.
XXI.
XXII.
XXIII.
XXIV.
XXV.
XXVI.
XXVII.
XXVIII.
XXIX.
XXX.
XXXI.
XXXII.
XXXIII.
XXXIV.
XXXV.
Epílogo.

VII.

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By eve-andthestars

Karen tiene este don, este sexto sentido, que hace que sepa cuando algo le pasa a los muchachos. Como reconocer sus sentimientos y si algo está mal.

Así que cuando Karen está en su casa en la mañana y lo ve todo vestido y arreglado, no tarda en hacer un comentario.

—Pensé que tú y Elektra habían terminado. —dice ella. Matt brinca sobre sus pies a penas la escucha, porqué son las siete de la mañana y Karen debería estar en su casa desayunando, no en la de él. Tal vez el hecho de que su padre ame a Karen y viva suplicando que ella y Matt terminen juntos, tiene algo que ver.— ¿O acaso volvieron? Se veían lindos juntos, aunque siempre he creído que ella es muy salvaje para ti.

—Karen, ¿qué demonios haces aquí? —pregunta él, ignorando todo lo que ella está diciendo y sentándose en la mesa.

Matt tiene dos horas despierto con Peter Parker, uno de sus mejores amigos que vive algo lejos de él, por vídeollamada para decidir que ponerse y si estaba bien como se veía.

Las mañanas eran las peores porqué despertaba particularmente más alterado que el resto. Y con Peter hablando hasta por los codos y haciéndole preguntas —que Matt aún no quiere responder— hace todo peor.

Pero al menos ya estaba listo. Ahora desayunaría e iría al gimnasio y se vería con Frank.

Frank. Días enteros con ese nombre metido en la cabeza aunque él no quiere que sea así. Con sus rasgos gruesos y marcados que Matt aún puede sentir bajo sus manos y la manera en la que dice su nombre. Todo, de alguna manera, demasiado para Matt.

Y aunque tiene miedo de explorar todo esto, quiere hacerlo. Si es que Karen, que está mordiendo su tostada con mermelada de fresa y le echa aún más azúcar a su café con leche, lo deja.

—Esto- Estamos aquí porqué tenemos que empezar el projecto, ¿recuerdas? Lo concordamos la semana pasada; dijimos que vendríamos a tu casa temprano y tu papá nos hizo desayuno.

— ¿Foggy también está aquí?

— ¡Claro! Está con tu papá en el sótano, están buscando… Bueno, ni idea, pero alguna cosa que los hombres usan y demás.

Matt asiente y empieza a tomar del café con leche, pero sabe que Karen no va a parar hasta obtener un poco de información.

—Entonces… —Karen sonríe, mientras lleva la taza a sus labios— ¿Elektra y tú?

—No volví con Elektra. —murmura él.— No volvería con Elektra ni en un millón de años.

— ¿Entonces?

Matt no necesita verla. Sabe que tiene una mirada juguetona y una sonrisita de sabelotodo.

—Nada. Simplemente me esmeré un poco más en vestirme hoy y ya. No significa que vaya a verme con alguien o algo así.

—Si, si, hagamos como que te creo, Matt.

Matt suspira lo más leve que puede, aliviado. Porqué lo que menos quiere es que Karen se entere que va a verse con el hombre por el que ella lleva más de un mes suspirando y babeando.

Matt y Foggy han tenido que soportarla, con sus cremas corporales que huelen a frutas y sus sonrisitas nerviosos. Es hasta insoportable. Pero aunque Foggy ha hecho sus comentarios malintencionados, Matt no lo hace, solo muy de vez en cuando.

Sería hipócrita si lo hiciera, cuando él de alguna manera, está igual.

***

Logra escaparse de Foggy y Karen cuando su papá finalmente aparece. Dice que volverá temprano y que solo va a buscar algo rápido al gimnasio.

Soporta todo el camino los comentarios de sus papá preguntándole si Elektra y él volvieron y cuando Matt lo negaba, decía lo mucho que le desagradaba.

A Matt a veces le pican las manos por querer llamar a Elektra, por saber como está y si todo está bien. Pero recuerda que ella puso fin a su relación por algo y él debe respetar su espacio. Aunque para Matt es difícil, dos años juntos no se borran como si nada de su cabeza.

Pero ahora, justamente, con su bastón en la mano y con su papá haciendo chistes malos mientras llegan al gimnasio, alguien más está en su cabeza.

—Te veo más tarde ¿si? Avísame cuando te vayas.

Matt asiente y se pierde en los diversos olores del gimnasio. Huele a sudor, testosterona y bebidas energéticas.

— ¡Matt!

Casi se le cae el bastón de la manos por la sorpresa, siente sus mejillas calentarse y se siente como en las nubes. Matt dirige su mirada a donde proviene el sonido y sonríe.

—Hola, Frank.

Frank tiene una sudadora, cinta en las manos y está tan nervioso que podría morirse. Matt tiene una camisa negra y unos jeans desgastados, huele a colonia masculina  y a buenas intenciones y que Dios lo perdone por querer comérselo entero.

—Perdón por hacerte esperar, es que vine caminando con mi papá...

—No importa, no importa. No tengo mucho aquí tampoco…

A Matt algunos mechonsitos de cabello rojizo le caen sobre los lentes de sol y combinan con el rojo en sus mejillas. Frank se acerca a él y no duda en sonreír al ver como Matt también se acerca a él.

—Matt… Sobre lo de anoche…

— ¿Si, Frank?

Cuando una de las manos de Frank se coloca en su mejilla, todo alrededor de Matt da vueltas y se acerca un poco más.

—Déjame aclararte que ninguna de las señales que envié fueron ideas de esa bonita cabecita tuya. —Frank murmura, contra el rostro de Matt.— Quiero ser lo suficientemente audaz como para decir que las que yo he recibido tampoco son ideas mías.

Matt le sonríe y se deja acariciar, como un minino. Frank ya tiene su respuesta antes de siquiera recibirla.

—No. —dice, como ronroneando.— No lo fueron. Fuera sin querer o no, no fu obra de tu imaginación.

Frank sonríe y quiere decirle tantas cosas que no sabe como ordenar.

— ¡Disculpen!

La mano de Frank abandona la mejilla de Matt y ambos se enderezan ante las nuevas presencias en frente de ellos. Frank mira a los dos hombres, ambos están de traje. Uno es un hombre calvo y regordete y el otro tiene el cabello negro, usa lentes y es largirucho, como una sombrilla.

—Estamos buscando al señor Frank Castle. —dice el largirucho, mirándolos a ambos con suspicacia.

Frank casi sin querer coloca a Matt detrás de él, como protegiéndolo.

—Aquí estoy.

El hombre de traje y calvo sonríe y da unos pasos al frente, para luego estirar su mano hacia Frank. Su sonrisa es maliciosa, como si estuviese escondiendo demasiadas cosas.

—Soy Wilson Fisk, dueño de los gimnasios Fisk. —Frank asiente y estira su mano hacia él, estrechándola.— No sé si has oído de mí…

—Sé quien eres. —dice Frank— Conozco a tus boxeadores, pero nunca he peleado con ninguno.

—Por eso estoy aquí, Frank, porqué yo también he oído de ti y de las cosas que haces y de las cosas que haces en la cara de tus oponentes. —Otra vez esa sonrisa que le colocaba los pelos de punta a Frank.— Y quería retarte a ti y a este gimnasio a una pelea. Tú contra uno de mis hombres. Una pelea de pesos pesados.

Frank puede sentir la mano de Matt apretando su brazo y como se aferra un poquito más a él.

— ¿Qué se lleva el ganador? O es una de esa peleas de concurso y demás.

—Habrá dinero involucrado.

Ahora Frank sí estaba escuchando.



En realidad Wilson Fisk y el que parece ser su asistente se quedan para hablar con Jack y con Frank para la pelea. En todo ese proceso, Matt se mantiene cerca de él. Y no se ve contento.

Cuando Wilson Fisk sonríe por última vez como el gato del País de las Maravillas y se va, Matt dice: —No estoy de acuerdo con esto.

—Vamos, Matt. —murmura, perdiendo su buen humor mientras ve a su hijo cruzarse de brazos.— Es bastante dinero de por medio y nos vendría bien. Sabes que Frank le puede ganar a cualquiera, él es el mejor.

—No lo dudo. —Se queja Matt, apretando su rostro en una mueca. Frank cree que se ve adorable enojado, aunque no quiere ver esa faceta nunca más en él.— Pero Wilson Fisk es un maldito psicópata y tiene unos negocios muy sospechosos encima y ¿tú quieres de alguna manera vincularte con él? Estás loco. Ambos lo están.

—Mattie… —murmura Frank, súper bajito, como sin querer perturbarlo aún más.

—Yo no apoyo este suicido asistido que están haciéndole al gimnasio. Me voy a casa.

Y Matt lo hace, cerrando la puerta con fuerza detrás de él y dejando a Frank aún más atrás de lo que ya estaba.

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