POV ANASTASIA
Veo que son las seis de la tarde en mi reloj. Sostengo con fuerza el volante del Saab y escucho en el autoestereo a Donna y Bárbara.
Si, es suficiente.
Basta es basta es basta
No puedo seguir así, no puedo, ya no más
Basta es basta es basta
Le quiero fuera, quiero que salga por esa puerta
Basta es basta
Siempre soñé que encontraba al amante perfecto, Pero resultó ser como cualquier otro
Nuestro amor (falló desde el principio)
Nuestro amor (debí haber escuchado a mi corazón) Nuestro amor (nos alejaba)
Basta es basta es basta
No puedo seguir así, no puedo, ya no más
Basta es basta es basta
Le quiero fuera, quiero que salga por esa puerta...
La que se va, soy yo. Pero con todas mis cosas.
Doy un suspiro y salgo del auto, voy al maletero y saco los cartones para armar mis cajas y empacar.
Entro con la copia de la llave que Christian me dio y miro el entorno. Sólo he estado fuera de este departamento cuatro días y siento como si hubieran sido años.
Christian parece que no está, vuelvo a suspirar y llevo dos cartones al dormitorio y al baño. Armo la caja y comienzo a acomodar mis cosas de higiene personal y ropa de baño que tenía aquí. Al terminar salgo al dormitorio y saco mi ropa interior y ropa deportiva para comenzar a empacar. Sin sacar la ropa de las perchas arrojo las prendas al cartón hasta que se llena. Salgo con el al salón y tomo otros dos cartones.
Ya vacié el armario y sólo están sus cosas, que parecen pocas en ese lugar, pero si hago memoria, lo mejor y en mayores cantidades lo tiene en su lujoso Penthouse del edificio Escala.
Armo otros tres cartones y tomo del escritorio del salón y acomodo mis marcatextos, bolígrafos, blocks de notas, mi MacBook y su cargador, saco de los cajones mi papelería y ya retiré de aquí eso. Lo único que queda sobre la mesa es un portaretratos con una foto de nosotros dos que imprimió él. Nos la tomó en la casa del sound. En ella estamos desnudos y tumbados sobre una tumbona que da a la alberca, el cubre mi cuerpo con el suyo y solo estuvimos ahí besandonos, tocandonos, amandonos...
-Ana...- esucho tras de mi. Ha llegado.
-Te dije que vendría por mis cosas- le digo tratando de contener mis lágrimas y dejo la foto en el escritorio.
-No te vayas, Ana. Por favor... sólo escúchame.
-No quiero oirte. Suficiente tuve con lo que vi ese día en SIP y lo que me mostró tu noviecita la delincuente con la que también me engañó el otro imbécil de Paul.
- Por favor, te lo súplico...
-¡Dije que no! ¡¿En que idioma quieres que te diga que ya no quiero saber nada de ti?! ¡No te soporto!¡Te odio!- Le grito con rabia.
Christian queda viéndome sorprendido y dolido.
- Yo te amo... nunca antes amé una mujer, y ahora estoy locamente enamorado de ti.
Me río sin ganas.
-Deja de actuar ¿Quieres? Un hombre como tú no tiene ni idea lo que es el amor. No sabe lo que es amar ni ser amado- se queda pálido y abre los ojos como platos visiblemente heridos- compadezco lo que te quieren porque la verdad es que tú no mereces nada.
-Ah si... ¿eso crees?- me dice en un susurro.
-A ellos también les haz de mentir igual que a mi- arremeto furiosa.
-Mira que eres una hipócrita entonces...
¿Qué carajo ha dicho?
-¡A mi no me hables así, maldito embustero!- le grito fuera de mi.
-¡Yo te hablo como me da la gana, hipócrita de mierda!- ahora se ve cabreado. Mucho.
-No tengo por que oirte- mascullo y me doy la vuelta para comenzar a tomar mis libros de las repisas.
-Eres una cobarde, lo sabía- gruñe desde la puerta, hasta que lo siento tras de mi, y me gira sujetandome con fuerza del brazo -Lo supe desde que te volviste loca en el gimasio. Y te escondes en tus malditos libros. Eres tan estúpida que no me recuerdas...
-¡Cierra la boca!- ya no quiero oírlo. Me suelto de su agarre y vuelvo a mi tarea.
-Te voy a refrescar la memoria: te vi llegar a Savannah hace seis meses en la terminal de primera clase del Sardy Field, ibas con tu amiga, la bruja Kavanagh- me giro al oír esto y continua; -Después te volví a ver en el ascensor al siguiente día, en el hotel. Subias del bar y estabas leyendo El Guardián Invisible. Te vi de nuevo en la terminal cuando Kate te quitó tu libro y estaba fastidiada de que sólo te la pasas leyendo. Y antes de todo eso, ¡YO FUI QUIEN TE ENTREGÓ TU TÍTULO Y EN LA GRADUACIÓN. Y si recuerdo eso, es por que en el Anuario de la Universidad está la foto que nos tomaron cuando sucedió- me dice eso y me arroja desde la puerta el Anuario.
Lo hojeo y ahí está la foto.
Anastasia Rose Steele
alumna Magna Cum Laude de la Facultad de Letras recibe su título como licenciada de manos de Christian Grey.
Me quedo de piedra al ver la fotografía. Y releo el pie de foto otras diez veces para asimilarlo.
-Además de que me reprochas que nunca te dije que soy rico, ¿Qué te encabronas por eso? Creo que incluso tu tienes más dinero que yo, y para joderla más, tu naciste en cuna de oro, y yo, entre mierda.
-Con razón la falta de valores- me burló de él.
No dice nada y yo siento que soy una mierda. Me duele verlo lastimado por lo que acabo de decirle. Creo que no me detuve a pensar lo que saldría por mi boca.
-Mira, niña mimada. Estamos a mano. Yo te oculte el que soy rico, pero tu tampoco me lo dijiste, y tu abuela tiene el poder para perseguirme por todo el puto país y destrozarme. Y créeme, tampoco fue que tu me lo dijeras por que eres toda sinceridad- me recrimina y tiene razón.
-¡Pero yo no te mentí! Y tu a mi sí...- le grito, ahora tras el sillón y tomo mi manta y unos almohadones que yo le hice - "Acabo de llegar a la ciudad" cabrón miserable- gruño y tomo otros libros que estaban cerca. -Olvídate de mi, yo te voy a olvidar. Odio a los mentirosos, y tu eres el peor de todos. Si te amaba, tu acabaste con eso.
- Supongo que tienes razón... la puta adicta al crack no me amó ¿Por que ibas hacerlo tú?
- Deja de dar lástima porque a mi no me conmueven tus palabras. Ahora si me permites, sacaré mis cosas.
- No te vayas... contigo me sentí mas vivo que nunca y si te marchas moriré en vida- intento tragar saliva pero el nudo en mi garganta me lo impide.
Si tan solo él hubiera sido honesto conmigo yo quizás lo hubiera perdonado. Si no lo descubro, cuanto tiempo más se hubiera burlado de mi.
-Perdóname por lo de las mentiras... y por cómo te hablé hace un momento. Por favor, Ana... hablemos. Si te vas yo me muero.
-Me harías un gran favor si te mueres. A mi no me importa nada de ti- sé lo cruel que soy con él pero es que sus malditas mentiras han sacado lo peor de mi.
Christian se pone enfrente de mi y me dice:
-¿Estarias mejor si me muero? ¿Es eso lo que quieres? que me muera.
- Estas loco, imbécil- paso por su lado- por mi, haz lo que quieras.
Le aviento las llaves y caen a su lado. Tomó todas mis cajas y sin discutir más las llevo al ascensor. El portero me ayuda a sacar mis cajas del cubículo y nos apresuramos a acomodarlo todo en el maletero de mi auto. Sin decir palabra le tiendo un billete de diez dólares y me subo a mi auto.
No me tocó ningún semáforo en rojo, y eso me ayudó a ir más aprisa para llegar a mi casa.
Bajo cada caja y acomodo todo en la casa. Los libros, la ropa, papelería... todo se va a los lugares que tenía vacíos cuando llegué.
Veo entre las páginas de mi copia de Cumbres Borrascosas un trozo de papel y tomo el libro para mirarlo.
-Nena, te tengo un regalo- me dice Christian después de que llegamos a casa.
-Bebé, no deberías molestarte- le respondo con timidez.
-No es molestia, al contrario. Me gusta mimarte.
Abro el empaque y veo un libro antiguo. Lo giro ante la mirada ansiosa e impactante de Christian y me pongo pálida al ver cual es.
-Christian... yo... ¿Cómo lo supiste?
-Lo vi en tu Mac hace dos semanas. ¿Te gusta?- me pregunta nervioso.
-Es hermoso... ¡gracias!- lo abrazo y lo beso.
-No me agradezcas, amor...
En medio de las hojas está un corazón de papel color señala unas lineas:
"¿Qué clase de amor es el tuyo que no puedes resistir una tormenta de nieve?"
Cita atinada, mucho. Es de ese amor que no soporta las mentiras ni los chantajes. Un amor que si da sinceridad, espera lo mismo a cambio.
Más adelante encuentro otra papirola con forma de grulla. Le quedan fantásticas las grullas. La reconozco. Es la grulla que me regaló cuando nos conocimos. Leo la hoja entre las que está la figutita y me encuentro con otra cita:
"Quédate siempre conmigo, bajo la forma que quieras... ¡Vuélveme loco! Pero lo único que no puedes hacer es dejarme solo en este abismo donde no soy capaz de encontrarte..."
Suspiro y a punto estoy de destruirla en la chimenea, pero me detengo al recordar cuando lo leímos juntos el mismo día que me lo regaló.
Tumbados en la alfombra, sólo cubiertos de la cintura para arriba y después de haber hecho el amor de una forma tan tierna que no creo que sea posible superarlo, Christian me acaricia con sus dedos los muslos mientras leo en voz alta el nuevo tesoro que me ha regalado.
-Creo que si te gustó- comenta con burla.
-Si no me gustara, no lo estaría leyendo. Lo leí en el bachillerato y de ahí quede prendada de esta historia.
-Yo lo leí durante la Facultad... teníamos un profesor en economía que nos hacía leer un libro una vez al mes. Mi madre me lo recomendó.
-Es una historia hermosa...
-Si que lo es, pero no tanto como tú...- murmura y me sostiene del cuello para besarme lenta y tiernamente.
-Christian... te amo.
-Yo... espera y te muestro.
Marca la página que estaba leyendo y me lee en voz alta una frase...
Me abrazo a mi incunable que me regaló Christian y sin querer contenerme más comienzo a llorar.
Si te mueres, Christian, yo moriré contigo.
POV KATE
¡Mierda! Como dice una canción que una vez escuché a Mia cantar:
"Corro, vuelo, me aceleró para estar contigo..."
El problema es que no alcancé a Ana en SIP y no veo su auto fuera de este edificio. Según Elliot, aquí está el departamento que alquiló Christian para los dos.
-Buenas noches. Vengo a buscar al señor Christian James, y a su novia, Anastasia Steele- le digo al portero con fingida inocencia.
-Buenas noches, señorita. La señorita Steele no se encuentra... pero el señor James ahí está. Se encuentra en el piso cinco- me dice amable.
-Gracias, señor- le respondo y entro al ascensor.
Subo al piso cinco y lo que me encuentro me hace ver que la vida da muchas vueltas.
-¿Christian? ¿Christian?- el departamento está casi vacío y no veo a nadie por ningún lado.
La puerta la encontré abierta... ¿Qué pasa aquí? Recorro el departamento y me guío por unos gemidos y lloriqueos hasta que vuelvo a la sala.
-¿Christian?- le hablo y él no me responde.
Veo que está abrazando una camisa y mira una foto. Es de ellos. En ella están en un lugar con vista a una playa o algo así. Los dos pareciera que están desnudos o descubiertos... no se. Pero se veían realmente bien juntos. Christian tenía una sonrisa que nunca había virsto desde que lo conozco, y Ana se ve tan enamorada y feliz con él.
Dios Santo... ¿Qué hemos hecho?
-Ella me odia tanto que hasta me quiere muerto, Katherine... la he perdido... mi Ana...- balbucea son dejar de llorar.
-Christian...- me sorprende verlo tan destrozado.
-Ella ya se llevó todo... menos esta camisa... yo se la dejé como pijama cuando me mudé aquí y luego ella se quedaba... tenía sus cosas y aún así le encantaba esta camisa... incluso y una vez se la llevó al trabajo... y ahora se ha ido...
-Se puede...
-No... fue muy clara. Ella me odia. Y no la culpo.
-No eres el único. No me quiere ni ver. Y en cuanto a su abuela... Ofelia ya interpuso una orden de restricción. No podemos ni debemos acercarnos a ella.
-Perdón, Katherine. Fue mi culpa que Ana se vuelva así. Todos tenían razón. Y por mis errores ustedes también pagaron- se está disculpando.
-Bah...- me tumbó a su lado en el suelo.
-Elliot casi te termina...
-De hecho, terminamos. Yo decidí que tú lo necesitas más- le digo y le doy un suave empujón.
-Él te ama- me dice mirándome a los ojos.
-Y yo a él, pero ahora lo necesitas.
-Tu también- ya se dio cuenta.
-Lo extraño tanto...
Comienzo a llorar yo también y ahí estamos los dos idiotas. Lamentandonos de haber perdido a las únicas personas que nos hacían mejores.