POV ANASTASIA
Entro a la oficina jadeando. Me martillea el corazón y trato de serenarme. Que más quisiera que darle una oportunidad, pero en el instante que lo vi al bajar del auto me dio una ira tremenda.
Cada vez que cierro los ojos recuerdo el día que nos conocimos:
-¿Segura que estás bien? Te puedo llevar al hospital...
-Gracias, de verdad estoy bien. Me llamo Ana... Bueno, me llamo Anastasia, pero me gusta que me llamen Ana.- me presento, después de todo, me ayudó.
-Mucho gusto. Soy Christian.- se presenta el chico.
Y como ese mismo día lo vi de nuevo, en la tarde me dejó la comida junto con la grulla de papel.
-¿Te llamas Anastasia Steele? Me gusta tu nombre. - me comenta Christian en la recepción de SIP mientras me entrega mi pedido.
-Eh... Si. En cuanto a ti, no sé más que tu nombre. - le respondo incómoda.
-Me llamo... Christian Gr... James.- carraspea y tira del cuello de su camisa. Se nota nervioso.
Fui muy ingenua. Tanto, que hasta mis supuestos amigos abusaron de mi ingenuidad y me mintieron,
Kate... se decía mi amiga, mi hermana y también se quedó callada, todo para tener una vida más cómoda y no tener que mendigarle ayuda a su padre.
Con esos amigos, para que quiero enemigos.
Me tranquilizo tras servirme un vaso con agua que Hannah dejó aquí y busco en mi agenda las reuniones de hoy.
Veo sobre mi mesa un manuscrito con una hoja doblada en el escritorio y al revisarlo veo que es el borrador que me contó Ross. Lo leo y veo que en los márgenes tiene las notas sobre corregir errores ortográficos y cambiar algunos detalles. Al final veo que dice:
Revisado por John T. Ellis.
Dpto. De Ficción.
Seattle Independent Publishing.
No me suena el nombre, pero lo reservo para más tarde y me dedico a hacer muchas notas sobre el inventario y el equipo que se va a utilizar para modernizar completamente la editorial.
-Ana, la senadora te espera en la sala de juntas- me dice Hannah con rapidez desde la puerta.
Miro la hora y asombrada me doy cuenta que ya son las tres de la tarde. Tomo mi MacBook, mi celular, y mis llaves. Cierro con seguro la oficina y en el camino me preparo mentalmente para volver a ver la cara del mentiroso de Christian.
Al entrar veo que están esperando Luz, Cristina, Javier y todos los jefes de departamento; a un lado de la puerta están mi abuela y la señora Bailey; frente a una ventana está él.
-Buenas tardes. Empecemos.
-¿Señor Grey?- le habla mi abuela a Christian que está absorto en lo que sea que mira.
-Si me hace favor de centrarse en la reunión lo apreciaremos mucho- gruño desde mi asiento.
-Perdón, señorita, señores- se aclara la garganta y se acerca a la mesa -Pues... ya habiéndose consolidado la editorial como filial de Grey Enterprises Holdings, se hará un reemplazo completo de su sistema de comunicación y de su red. Se implementará un protocolo de seguridad y es esencial que para funcionar, este protocolo se diga al dedillo.
-Ajá...- siseo mientras tomo notas sobre lo que se va a mejorar pen la editorial.
-Señor Grey, -interviene Luziana, -¿Se va a armonizar el sistema en SIP con el de la matriz de Grey Enterprises?
-Así es, señorita Grant. Entiendo que es una industria creativa la editorial, pero la seguridad siempre se va a preservar, y usted sabe que la confidencialidad es primordial en mi línea de trabajo.
-Lo comprendo. Volveré a Grey House la próxima semana para comenzar a trabajar con el "Amigo de todos los niños y mi mejor amigo Marki...- comenta con guasa Luz y se ríen discretamente Christian y Ros.
Al no entender la gracia de su comentario carraspeo, además de que no soporto tener cerca a Christian sin que desee saltarle encima y arrancarle la lengua.
-Luz- le llama la atención mi abuela a la jefa de sistemas.
-Lo siento, senadora- se disculpa y le cede la palabra a Javier y Cristina.
-Nosotros aquí ya terminamos, pero necesitamos la autorización de Christian y Anastasia para adquirir nuevas instalaciones para expandir Grey & Steele Publishing en el país y en Londres, ya que la mayoría de los nuevos autores son de allá- les informa Javier.
-Así es. También debemos comenzar a diseñar los interiores y desarrollar la página web que solicitó el señor Grey- interviene su esposa y les muestra en una pantalla de protección los inmuebles y la localización de los mismos.
-Vaya que todo lo tienen bajo control... Es impresionante- les dice la senadora satisfecha.
-Nosotros sólo estamos haciendo nuestro trabajo.
-Perdón, tenemos que revisar también el informe financiero- interviene Ros y Christian muestra mucho interés en ello.
Él me vio más de una ocasión, cuando y vivimos juntos que en el departamento...
-Es el colmo... ¡¿con qué dirigían la editorial?!- grito furiosa.
Estamos en la sala del departamento que Christian alquila y está tarde quedamos en salir al cine.
-¿Qué sucede, nena?- me pregunta desde la barra de la cocina y sirve una copa de Sancerre.
-Mira... Está en números rojos la editorial- le tiendo una de las facturas.
-¡Uy! Supongo que eso es malo- se rasca la cabeza y parece incómodo.
-Es terrible- añado. -A todos los empleados nos iban a comenzar a descansar o despedir y eso sólo fue el principio.
-¿Hay más?- me pregunta con los ojos muy abiertos.
-¡Si! Ya estaban comenzando a ahuyentar a nuestros autores por que no había fondos. ¿Como mantendrían la editorial así por más tiempo?
-No lo sé, pero es malo.
-El imbécil ese de Abraham Jackson no hizo más que idioteces... no quería diversificar. Es más... hubo una ocasión que sugirió que lo mejor que habría que hacer era esperar a que sólo se solucione el problema.
-¡Estúpido!- gruñe enojado.
-Y mucho...- le doy la razón.
-Pues te sugiero que implementar una moratoria de gastos.
-¿Cómo?- le replico.
-Mira estas facturas- me devuelve la hoja que le di y mira rápidamente las demás. -Pueden prescindir de estos gastos que son totalmente innecesarios- encierra con un lápiz lo que el cree es despilfarro. -Ahora, yo no sé como es que trabajen con sus autores, pero con aquellos que su trabajo no sea rentable o que tenga mucho que no trabajan también liberenlos. Además, tengo entendido que están tratando de fomentar la lectura. ¿Por qué no ponen en marcha un proyecto de expansión? Pueden convocar a nuevos autores si sabes donde buscarlos...
Aún recuerdo como me ayudó a desarrollar una estrategia de ahorro y me aconsejó encontrar autores nuevos en Internet.
¡¿Cómo demonios no iba a saber aconsejarme?! ¡¿Qué demonios quiere ver del informe?! ¡Él me ayudo!
-Supongo, señora Bailey que el señor Grey estuvo muy ocupado para darle los pormenores del informe financiero desde que yo me puse al frente de la editorial.
-¿El señor Grey?-Me pregunta confundida.
-Si. Él me ayudó a hacerlo- respondo con osadía y el me mira triste.
-En fin. Yo se lo muestro en un momento, señora- interviene Cristina y me mira como si quisiera bofetearme.
¿Qué le pasa? ¿Por qué le molesta mi actitud con Christian? Es una mujer casada, hasta donde entiendo, tiene hijos con el señor Javier y casi me desolla al oirme decir que Christian me ayudó.
-Pues me entusiasma mucho ver lo que pudieron hacer juntos. Christian es un excelente líder, y tú, Anastasia, eres digna nieta de la senadora Mitchell-Lambert- dice Ros ajena a la tensión que hay en la sala.
-Empecemos entonces- menciona mi abuela.
-Si pueden mirar a la pantalla- nos pide Cristina y saca un apuntador láser.
Termina la junta y todos desocupan la sala. O eso creí.
-Anastasia, por favor, escuchame- escucho que no estoy tan sola como creí.
Mi abuela está junto a la pantalla de Proyección y Christian está frente a mi.
POV CHRISTIAN
Estamos en la sala de juntas Ofelia, Anastasia y creo que Crista ya se fue con Javier.
-Señor Grey, ya hemos terminado. Ahora desaparezca de mi vista, su presencia me repugna- me dice y me mira con el mismo desprecio con el que me habla.
-Ana... nena por favor habla conmigo- estoy súplicando.
-A ver, señor Grey, yo para usted soy la señorita Anastasia Steele, así que me respeta- responde con tono frío.
—
Escucha... yo sé lo cruel que fui al mentirte y no sabes cuanto me arrepiento, si pudiera regresar al pasado le juro...
-¡Le dije que se largue de aquí!- Se para y se va hasta la puerta lo abre- ¡Fuera de aquí ahora!- Grita.
Me paro y camino hasta situarme cerca de ella.
-Escuchame, por favor... te amo- estoy rogando por su atención.
Ella suelta una carcajada. Su abuela la observa con orgullo pero no dice nada.
-¿Es enserio? ¿Me amas... desde cuando?- Pregunta con tono burlón - lamento decirle que no comparto el mismo sentimiento, porque yo solo siento asco por usted. No lo soporto... lo aborrezco- me dice y me mira con rabia pura.
¿Quién es ésta mujer que está parada enfrente de mi? ¿Qué hizo con mi dulce chica? ¿Qué hice contigo, nena?
-No me hables así... estás matándome.
No miento. Su indiferencia, su rabia hacia mi, a pesar de merecerlo está matándome. Mi oscuro corazón está roto y solo ella puede repararlo. Pero no quiere hacerlo, y yo me lo he buscado.
-Ojalá pudiera matarte pero no me quiero ensuciar las manos con una basura como tú- cada palabra cargada de odio que sale de su boca son como patadas en el estomago.
-No me digas eso por favor...- me duele mucho su actitud despiadada hacia mi.- Perdóname, por favor.
Trato de tomar su mano pero no me lo permite.
-¡Sal de aquí, maldito hijo de puta!
Paso por su lado. Su indiferencia es insoportable.
-Ah...- dice en mi oído -gracias por enseñarme a mentir descaradamente... gracias por enseñarme como aprovecharme de la gente estúpida y no sentir remordimiento. Ahora iré a mi oficina a reunirme en privado con el chico de ficción.
-¡Mientes!- grito fuera de mi.
Ella está mintiendo solo para lastimarme.
-Aprendí del mejor maestro de la mentira. Ahora iré a divertirme con ese guapo chico.
Pasa por mi lado pero yo furioso la tomo del brazo.
Imaginarme a Ana con otro hombre que la toque, la bese, la folle me hierve la sangre de ira.
-¡No te atrevas a tocarme con tus sucias manos! - Tira de su brazo.
-Usted no se atreva a seguir insultando a Christian. Si lo va a rechazar, hágalo con clase- escuchamos a Cristina gruñir en la puerta.
-Crista...- murmuro sorprendido con la ahijada de mi madre.
-Sé de sobra que este imbécil le hizo mucho daño, pero hasta entre las perras hay castas- dice Crista furiosa con Ana.
-Pues no esperes que le aplauda- sale Ana furiosa de la sala de juntas.
-Ofelia, está es la única intervención que tomaré en este asunto- se disculpa Cristina, -y desde luego que no aplaudo a este animal, pero tampoco está bien que Anastasia haga está clase de escenas en el trabajo.
-Tienes razón. Christian, si te vas a arrastar por mi nieta, no lo hagan aquí- apoya Ofelia, y también se va.
Cristina se va tras Ofelia con los documentos de la compra de los sitios para expandir la editorial y yo estoy como un imbécil parado en la puerta.
Me importa una mierda cual es el lugar para hablar. Anastasia me dijo que va a ver a un imbécil que trabaja en ficción.
Cuando voy camino a su piso la encuentro a un lado de un tipo alto, cabello negro, bien vestido -admito a regañadientes- y que ríe a carcajadas.
-Ah, si... ese homúnculo asqueroso casi arruina todo... pero soy como la mala hierba- comenta. Su voz me hace rabiar.
-Ah... de que los hay imbéciles, los hay...- lo dice mirándome.
-Cariño, pero tú vas a ser mil veces más capaz de sacar el barco a flote- le responde el tipo.
-Gracias. ¿Como es que no te vi aquí antes...?- le pregunta ella y le toma la mano.
Ana... estás tentando tu suerte.
-No lo sé , pero a partir de ahora estoy para servirte. Seré tu hombre- le dice sin dejar de sonreír como modelo de comercial de pasta dental...
¡¿Dijo que será su hombre?!
¡¡¡¡Lo voy a matar!!!!
-Disculpe, señor Ellis, le llama la señora Meira por Skype- llega en ese instante una chica y él canalla ese suspira.
-Más trabajo... en cuanto me desocupe pasó a tu oficina y conversamos sobre eso que me dices del manuscrito.
-Te estaré esperando, John- le responde Anastasia con coquetería.
-Ahí estaré, linda.
Se aleja con la chica y me quedo con Ana esperando el ascensor.
-¿No tiene nada más qué hacer, señor Grey?- me pregunta Ana y presiona el botón.
-No quiero a ese tipo cerca de ti. Y ésta empresa también es mía, si me da la gana me vengo a vivir aquí. Y lo haré hasta que me escuches.
Nos interrumpe el ascensor y salen de él varias personas que saludan a Ana con una sonrisa. Tras quedar vacío el cubículo entramos los dos.
-De saber que entrarías, hubiera usado las escaleras- gruñe y cruza los brazos.
-Lástima- le replico y me acerco un paso.
-Alejese de mi- vuelve a gruñir.
-No hasta que me permitas explicarte.
-¿Me va a mentir más? No... Si te monto una escena me vas a dar una zurra por no obedecer... maldito depravado- joder... Amelia-Susannah le dijo de mis prácticas. Golpe bajo, nena.
-Basta, Ana. Me vas a oír.
Ella se cubre los oídos y no me deja más alternativa. Presióno el botón de alto y el ascensor se detiene entre los pisos dos y tres.
-¡Déjame salir y alejate de mi!- grita furiosa.
-No
-Voy a gritar- ¿más?
-No me importa me vas a oír- por mi, como si se parara de pestañas.
-No quiero... tu... tu y los demás me engañaron y se burlaron de mí. -balbucea y trata saliva -Tú, más que nadie. Te saliste con la tuya y me haz jodido. Ahora ya déjame en paz.
-No. Yo también me jodi. Te he perdido...
-¡No mientas! Tu solo jugaste conmigo. Ya lo lograste, ahora déjame.
-No. Y no me voy a rendir. Te amo Anastasia. Y sé bien que tu me amas a mi.
-No. No te amo. Te odio.
-Mirame a los ojos y dime que me odias.
Ella se gira hacia la pared del cubículo y sorbe por la nariz. Me acerco a ella y casi siento su dolor. La tomo de un hombro y la hago girar hasta quedar frente a mi.
-Mirame a los ojos y dime que me odias y te juro que nunca más me volverás a ver- le insisto.
-Yo... yo... yo... yo te...- trata de decirme.
-Mientes. Tu me haz mentido a mi.
-¿Yo?
-Creo que el que no me dijeras que eres la nieta de la mujer más poderosa del Estado es algo que bien me puedes decir mientras veníamos caminando.
-No es lo mismo...
-Lo es. Tu también me engañaste.
-Fue omisión.
-Tu abuela con tronar los dedos me puede borrar de la faz del planeta.
-No... ella jamás lo haría...
-Lo que la detiene son los negocios que tenemos en común, por lo demás me quiere muerto por lo que te hice.
-Ella no lo haría...
-Te importo .
-No digas estupideces.
-Me lo haces sentir. Tu mirada cambió de la rabia al miedo. Además de que la conoces tanto como yo y sabes quien es Ofelia Mitchell-Lambert.
-No...
No termina de expresarse por que la beso. La arrincono en el ascensor y me aferro a ella por que no la dejaré ir. Se vuelve el beso violento por que ambos tratamos de contenernos, a la vez de demostrarnos lo mucho que nos echamos de menos. De pronto se apagan las luces y aprobecho la oscuridad para tocarla.
Mi nena... te he añorado tanto... por favor, perdóname...
Tira de mi cabello y mordisquea mis labios. Yo hago lo mismo con ella y me recreo en eso hasta que gime y me muerde con fuerza.
-A la próxima te arrancó la lengua. No te atrevas a tocarme de nuevo...- me dice al apartarme de ella.
Se pone en marcha el ascensor y se abren las puertas. Frente a nosotros están Luziana y Jack; nos miran atónitos y al ver mi reflejo por el rabillo del ojo comprendo. Ambos estamos despeinados, Ana trae arrugado el vestido y me está sangrando el labio.
-Mira, amor... están de traviesos en el ascensor- comenta Jack con burla.
-No seas imbécil, Ana no está para bromas- le regaña su novia.
-Pues parece que más bien pelearon, por que de haber tenido sexo no traerian ni esas caras ni sangre en la boca- ahora si está siendo honesto.
-Ni una palabra- masculla Ana furiosa.
-Si, Anastasia- responden a la vez los dos.
-Iré por mis cosas al departamento- me dice al salir del cubículo -De mi no tendrás más que el recuerdo.
-Ana...
-Te odio, Christian Grey.
No me ha mirado a los ojos. No me voy a rendir.