Narra ______:
Zayn me ordenó que no hiciera ruido cuando entramos a su casa, así que entre mis pensamientos confusos, pensé que sería buena idea quitarme los tacones para ser tan silenciosa como un ninja. Tal vez tardeé un poco más de lo esperado, ya que Zayn hizo un sonido de exasperación antes de pasar uno de sus brazos por debajo de mis piernas y el otro como soporte en mi espalda. Mi piel se erizo cuando su mano rozo mi espalda desnuda. Podía sentir mi sangre hervir mientras era bombeada a través de cada maldita vena en mi cuerpo. Mis manos fueron por instinto alrededor de su cuello. Él se sobresaltó ante mi toque.
-Tus manos... están frías- murmuró desconcertado.
-Lo sé.
-Pero tus manos siempre han sido cálidas- alegó.
-Pensé que no querías hacer ruido- susurré en su oído.
Su cuerpo visiblemente se tensó, haciendo que mi corazón saltara descontrolado en mi pecho. Me miró, con la ligera luz del pasillo alumbrándonos, y sonrió con tristeza.
-Has cambiado- dijo y tuve la sensación de que se lo decía más a si mismo que a mí.
No respondí.
Subió las escaleras con cuidado y haciendo el menor ruido posible. Me pregunté si sus padres ya estarían acostumbrados a que su hijo llegara a casa hasta tarde, ya que la mayoría de los padres que conozco se desvelan hasta que sus hijos lleguen a casa.
No los míos.
Me bajó con gentileza tan pronto llegamos a la puerta de su habitación. El recuerdo de hace meses atrás, cuando me enfermé lo suficiente como para que Zayn se sintiera con la necesidad de llevarme cargada hacia mi habitación llegó a mi mente.
-Tú no has cambiado- susurré.
Zayn me miró con extrañeza antes de abrir la puerta, haciéndose a un lado para dejarme entrar. Encendió las luces tan pronto cerró la puerta, con seguro. Mis ojos recorrieron la habitación, la cual se encontraba igual de desordenada que la última vez que estuve allí. Había un intenso aroma a pintura de óleo y algo mucho más fuerte, parecido al petróleo. Zayn fue directamente hacia su cajonera lo cual me dio la oportunidad de caminar hacia su enorme escritorio para curiosear un poco. Tomé un frasco, el cual parecía ser culpable del mal olor. P 100, estaba escrito con marcador negro sobre su tapa blanca. Lo abrí y lo acerqué a mi nariz, sintiéndome inmediatamente mareada. Un segundo después, una gran mano arrebató el frasco de mis manos.
-No huelas eso, es toxico- Zayn me riñó mientras los volvía a cerrar.
-¿Qué es?
-Solvente- lo colocó dentro de un cajón del escritorio –Lo uso para hacer degradados con rotuladores y... olvídalo, tiene muchos usos pero el último de ellos es para que te pongas más ida de lo que ya estas.
Debí sentirme ofendida porque confundiera mi curiosidad con la intención de volver a drogarme, pero simplemente... me dio igual. Me encogí de hombros y miré hacia una pila de cuadernos ordenados en una esquina del escritorio. Sobre todos ellos se encontraba el mismo cuaderno de cuero negro que abrí hace meses atrás. Lucia claramente más usado que la última vez que lo abrí, sin embrago, parecía mucho más cuidado que los demás cuadernos. Antes de darme cuenta, ya se encontraba entre mis manos. Estaba a punto de abrirlo cuando, como la última vez, me fue arrebatado.
-¡No toques eso!- Zayn exclamó, el pánico claro en su voz.
-Nunca me quisiste enseñar tus dibujos- murmuré.
Eso pareció ponerlo más nervioso, y molesto.
-Siempre lo olvidaba y, sinceramente, no creo que ahora sea un buen momento para mostrártelos.
-¿Por qué?
Me miro como si fuera tonta, lo cual debió molestarme, pero como dije antes... no me importó.
-Quiero que estés en tus cinco sentidos cuando te muestre mis trabajos por primera vez- finalmente respondió.
-¿Por qué?- incliné mi cabeza ligeramente hacia un lado.
-Porque es importante- me miró con una intensidad que viajó hacia sus palabras –Para mí es importante saber tu verdadera reacción.
¿Mi verdadera reacción? ¿Qué significa eso? ¿Acaso piensa que he fingido todo este tiempo o solo cuando deje de portarme como su perrito faldero? Una chispa se encendió en mi interior, propagando sentimientos frustrantes, de esos que estaba decidida a dejar atrás. Tal parecía que el toque de hoy no tuvo el mismo efecto que el resto de la semana. O tal vez se deba a Zayn. Desde que lo vi comencé a experimentar esta clase de sentimientos. Una parte de mí se encuentra ansiosa, como si llevara una eternidad esperando por esta discusión, sin embargo, la otra se rehúsa a caer en aquella desesperación que me mantenía herida y vulnerable.
-Bien- respondí con brusquedad y di la vuelta antes de decir algo que pueda comprometerme.
Mis ojos observaron la cama. Su cama. Siendo tan pequeña como para que dos personas puedan dormir en ella sin llegar a tocarse. Zayn se aclaró la garganta.
-Puedes quedarte con la cama, yo dormiré en el suelo- dijo con voz ronca justo detrás mío.
Antes de que pudiera evitarlo, negué con la cabeza y dije la cosa más estúpida del mundo.
-No tienes que hacer eso. Los dos cabemos perfectamente en la cama.
No mire su reacción y me dije a mi misma que era solo porque no me importaba. Zayn se puso a mi lado, su brazo rozo el mío y mi corazón traidor reaccionó ante su toque como si acabara de correr un maratón.
-¿Estas segura?
No. Dios, no.
-Como quieras, la verdad- respondí con voz monótona.
Zayn se rio entre dientes, capturando mi atención y haciendo que finalmente lo mirara. Algo que solía volverme loca era el sonido de su risa y la forma en la que las esquinas de sus ojos se arrugaban cuando sonreía. Su sonrisa era suave, pero logró hipnotizar mi alma y cuerpo.
-Como tú digas- dijo.
El tono de su voz me hizo tensarme un poco.
A él nunca lo podrás engañar.
-¿Tienes algo que pueda usar?— pregunté.
Asintió con la cabeza y me entregó una camiseta y unos pantalones para dormir que se encontraban perfectamente doblados sobre su cama. Supongo que eso fue lo que lo mantuvo distraído al entrar a su habitación. Los tome y entonces solo lo mire fijamente, esperando que saliera de la habitación por su cuenta en lo que me cambiaba. Recibí una sonrisa arrogante en respuesta.
¿En serio quiere jugar a esto?
Me encogí de hombros y le di la espalda. Bajeé el cierre que atravesaba mi espalda baja y gran parte de mi trasero. Zayn exhaló con fuerza. Mis labios temblaron, pero la sonrisa nunca llegó. Extraño. Ignorándolo, baje ambas mangas y deslicé mi vestido con lentitud por mis caderas hasta que finalmente cayó sobre mis pies. No llevaba puesto un corpiño debido al diseño del vestido, sin embargo, usaba unas lindas panties de color negro. Zayn estaba tan silencioso que incluso me pregunté si seguía vivo haya atrás. Alcé los brazos y quité con la misma lentitud y paciencia de antes cada uno de los pasadores que sostenían el moño que me había hecho, al terminar, mi cabello cayó sobre mi espalda llegando hasta el punto en donde generalmente se encuentra el broche de los corpiños. Mis dedos masajearon la raíz de mi cabello, el cual se encontraba ligeramente adolorido por la tensión del peinado. Zayn finalmente dio señales de vida cuando dejo salir una maldición. Miré sobre mi hombro encontrándome con sus preciosos ojos color caramelo.
-Estaré afuera, avísame cuando termines- murmuró con voz ronca antes de escapar por la puerta de su habitación.
Mis labios volvieron a temblar, pero como antes, ninguna sonrisa llegó. Me pregunté si alguna vez volvería a sonreír de forma genuina.
***
Le llameé a Zayn cuando terminé de cambiarme y desmaquillarme gracias a un paquete de toallas húmedas que mantenía sobre su cajonera. El paquete se encontraba manchado de pintura, por lo que deduje que las utilizaba pala limpiarse las manos de una forma mucho más práctica a la hora de pintar.
Zayn me miró de pies a cabeza con una intensidad que me mantuvo quieta como a una estatua.
-¿Qué sucede?- finalmente pregunté.
-Eres tan hermosa- murmuró.
Escuché varios halagos a lo largo de la semana. Todos ellos eran como lanzas de recordatorios. Recordatorios de cuanto había cambiado. De lo mucho que me esforzaba por cambiar. Sin embargo, cuando Zayn me miró luciendo de la forma más sencillamente posible, sintiéndome tan simple y normal, me hizo sentir como la mujer más extraordinaria. Por lo menos a sus ojos.
Pero no eres la única a la que mira de esa forma, me recordé.
Tuve suficientes pruebas de ello el día de navidad. Así que no respondí, solo le di la espalda y me deslice bajo su cobertor. Zayn tardó un par de segundos en recuperarse. Caminó alrededor de su cuarto, abrió y cerró cajones. Entonces, escuché la bragueta de su pantalón. No me atreví a mirarlo. Incluso cuando mi cuerpo se quejó ante mi negación. Un par de minutos después apago la luz y se deslizo a mi lado. Deje de respirar cuando sus piernas rozaron las mías.
-¿_______?- susurró en la oscuridad. No respondí –Sé que estas despierta.
-¿Qué?- dije en un hilo de voz.
-Estas temblando.
Di la vuelta y lo encare.
-Tengo frio- respondí con simpleza.
-Puedo traer otro cobertor- ofreció,
-Como quieras.
-Deja de decir eso- dijo con brusquedad.
Parpadee.
-¿A qué te refieres?
Exhalo con fuerza.
-Deja de actuar como si nada te importara. Sé que no es así.
-Tú no sabes nada- dije con frialdad.
-Sé que aun te importa lo que sucede. Sé que aun te preocupas por las personas. De otra forma no hubieras ayudado a Valeria.
El recuerdo de mi ex mejor amiga llegó a mi mente. La forma tan devastadora en la que lucía. Cerré mis ojos ante la imagen.
Por mi culpa.
-¿Qué sucede?- Zayn de repente preguntó, pareciendo un poco molesto por la falta de luz –Te tensaste, ¿te sientes mal?
-Sí- mi voz se quebró.
Mi respuesta lo sorprendió.
-¿Qué sucede?- preguntó de nuevo.
Su mano cálida llegó, a través de la oscuridad, hasta mi mejilla helada como si supiera de memoria cada uno de mis rasgos. Mi cabeza se acunó por instinto, como si buscara por su consuelo.
-Valeria me odia- susurré.
-Ella nunca te odiaría- me contradijo con suavidad –Se preocupa por ti.
-No debería.
-¿Por qué no, ______?- Zayn preguntó con cautela.
-No lo merezco- mis ojos se volvieron a abrir –No la merezco, ni a ella ni a nadie.
-Tú lo mereces todo- Zayn dijo, sonando incrédulo por mis palabras -¿Por qué dices eso?
-Porque hago daño- respiré con dificultad –Lastimo a la gente que amo.
-Eso no es cierto.
-Tú no sabes nada- aparté su mano de mi rostro, como si me castigara a mí misma.
-Entonces dímelo. Por favor, dime lo que está mal, ______. Me estas asustando.
-¿Por qué?
-Porque quiero ayudarte, quiero que me dejes ayudarte.
Negué con la cabeza.
-No puedo.
-¿Por qué?- preguntó, sus palabras llenas de impotencia.
-No quiero lastimarte- dije y lo decía enserio.
Eso nos mantuvo callados por un par de minutos.
-Pero ya lo haces- finalmente dijo –Cada vez que te veo de esta manera me lastimas.
No respondí, solo dejé que sus pobras calaran en lo más profundo de mi alma.
-Lo siento- dije con sinceridad.
Zayn suspiró y rodeó mi cintura con su brazo, apretándome contra su pecho cálido. Recargó su frente sobre la mía. Cada una de las células de mi cuerpo reaccionó ante su toque. Mi corazón hizo acrobacias locas que me hacían pensar que terminaría en el hospital.
-Soy yo el que lo siente- dijo a pocos centímetros de mis labios.
No respondí, no sabía que decir. Mi cuerpo se sentía relajado a su lado, como si todas esas semanas de tensión fueran solo una horrible pesadilla. Su calidez era mejor que cualquier sustancia o medicamento. No me hacía olvidar, pero me traía la paz y tranquilidad que tanto buscaba.
-¿Qué fue lo que sucedió en Los Ángeles?
Su pregunta hizo que me acurrucara contra él como si su cuerpo pudiera protegerme de todos mis errores. Mi corazón se sintió cálido ante su gentileza cuando deposito un tierno beso sobre mi sien. Mi respiración volvió a ser regular y mis parpados se sintieron tan pesados que me fue imposible no cerrarlos. No fue hasta que escuché su propia respiración tranquilizarse que finalmente respondí en un susurro tan bajo que casi parecí imaginármelo, confundiéndolo con el susurro que me atormentaba en mis más profundas pesadillas.
-Mateé a alguien.
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FELIZ DIA DE SAN VALENTIN DULZURASSS
-MIRANDA