Un hombre corría desesperadamente por los oscuros callejones de Seattle tratando de alcanzar un camino hasta el aeropuerto, sin embargo, algo lo agarró del brazo y lo lanzó al interior de un edificio en obras.
Las pocas farolas que iluminaban el interior parpadearon unos segundos y se fundieron dejándolo a oscuras.
–Tú debes de ser el alfa que busco, señor Dixon –dijo una voz siniestra.
El hombre forzó la vista para tratar de visualizar quién le hablaba, pero tan solo alcanzó a ver a una silueta de ropas negras.
–¡¿Quién eres?! –preguntó asustado.
–Vamos... tu sabes quién soy.
–¡No! ¡No deberías existir! –trató de decir.
En un intento por defenderse, Dixon agarró una vara metálica que había incrustada en el suelo, aumentó la temperatura de su cuerpo y esta se fundió permitiéndole arrojársela a aquella sombra, sin embargo, aquella silueta siniestra la agarró al vuelo.
–Soy la oscuridad –dijo amenazante.
La vara comenzó a oxidarse y a romperse en sus manos mientras avanzaba hacia Dixon, quien estaba paralizado por el miedo.
–Soy la venganza –continuó hablando.
Dixon tragó saliva y pudo ver más de cerca la cara de su agresor.
–Soy tus miedos.
La fría mano de aquella sombra rodeó la garganta del hombre.
–Tú eres... –intentó pronunciar Dixon.
–Darkness –completó.
En un rápido y eficaz movimiento le rompió el cuello a su víctima y el cuerpo sin vida cayó al suelo soltando un papel que descendió suavemente junto al cadáver.
Darkness se agachó a ver de qué se trataba y pudo comprobar que era un billete de avión a Japón.