Le das vueltas a la cabeza sobre cómo podrías hacer una hoguera con semejante humedad en el bosque. Es algo difícil, aunque tu maestro y tu experiencia te enseñaron a resistir las noches al aire libre, la humedad nunca juega a favor cuando se trata de realizar un fuego.
Te fijas en todos lados de tu camino atento a piedras servibles que golpear y hacer saltar chispas. También algo de yesca, pero eso no será difícil en un bosque, solo hay que recoger ramas secas. No obstante, estás tan sumido en esa tarea que no te das cuenta de que el bosque comienza a abrirse un poco y permite a los rayos dorados de luz penetrar en él. Allí, delante tuya, hay una especie de casita de madera. Es algo pequeña, pero parece humilde.
Te acercas a la casa. Podrías pedir agua y descansar un rato, lo necesitas. Ve a parte 31
A lo mejor es mala idea... ¿Y si vive algún ser que te ataca? Ve a parte 28