Alix's POV.
Solo faltaban siete días para la Golden Gate y hoy era el cumpleaños de mi madre. Mi padre había preparado el desayuno para todos en el salón. Aiden y Liz estaban muy ilusionados, al igual que todos los años.
Mi madre bajó las escaleras y Aiden y Liz se tiraron a sus brazos.—¡Felicidades!—Les dio un casto beso en la frente y un abrazo.
Yo sonreí y fui a felicitarla al igual que mi padre. Ambos ya habíamos hablado de lo que queríamos regalarle, por eso me fui a comprarlo con Liz y Aiden.
Ambos lo trajeron. Antes de abrirlo, mi madre leyó la nota que había: para la mejor corredora de todo San Francisco.
Lo abrió y se encontró una de las cosas que siempre había querido tener: un mono de piloto. Era negro y blanco. Ahora que venía la Golden Gate, quizás se animaba a retomar por completo su carrera como corredora profesional y no ilegal.
Mi madre sonrió como hacía mucho que no lo hacía.—Me encanta.
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Era por la noche y habíamos invitado a cenar a Dani, Gabriel, Allan y Grace, por cortesía de mi madre.
Estábamos terminando de cenar.
Mis padres habían entablado una conversación con mi tío, Allan y Gabriel mientras Grace hablaba con Aiden.
—¿Se va a quedar?—Me preguntó Liz.—Me cae bien, y es muy guapa.
Yo sonreí para mis adentros, que mi hermana dijera eso significaba mucho para mí. Ella no soportaba a Natasha.
Al cabo de un rato, mi madre comenzó a recoger los platos. A lo que Grace se ofreció a ayudar, al igual que yo.
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Entramos al salón y Aiden le dijo a Grace que se sentara a su lado. Así que, yo me fui con Liz. Hablando con ella me di cuenta como Dani y Grace se miraban. Era una mirada de complicidad, estaba seguro que ellos se habían visto antes.
—He de irme, Reade me está esperando.—Se despidió con dulzura. En el fondo, esperaba que se quedase.
Grace's POV.
Me había quedado callada, no le había dicho nada al médico. Estaba sola en la celda cuando la alarma empezó a sonar. Los iban a coger, iban a matarlos.
Me acerqué a las rejillas y lo único que pude ver eran más hombres como Cooper yendo en dirección al ascensor.
Un disparo. Dos disparos. Tres disparos. Cuatro disparos. Cerré los ojos y me estremecí. En el fondo tenía una pequeña esperanza de que fueran a dejarlos vivir, pero Axel tenía razón.
Me tumbé de nuevo en la cama y Axel entró. Se quitó la sudadera, ensangrentada, y la tiró al suelo.
—¿Por qué estás lleno de sangre?
—Eso no es de tu incumbencia.
¿Dónde había quedado el Axel amable de antes? ¿Iba a volver? Bufé y me volví a girar. En ese instante, entró Cooper.
—Mocosa, arriba.
—¿Para qué?—Me atreví a preguntar.
—Arriba.—Repitió pausadamente y con tono nada amable.—Joe quiere verte.
Me levanté antes de que hubiera consecuencias. Conforme andábamos por el pasillo, me di cuenta que Cooper me había engañado. No íbamos a ver a Joe.
—Por aquí no está el despacho de Joe.
—Cállate.—Me agarró del brazo con fuerza.—¡¿Qué hiciste con mi tarjeta?!—Me gritó.
—¿Qué tarjeta?—Me tembló la voz.
—Deja de hacerte la tonta, mocosa. Ya no funciona desde que estuve contigo.
—¿Y tengo yo la culpa? Quizás se haya estropeado.
El sonrió de medio lado. Algo no iba bien.—Si, quizás.—Se quitó el cinturón. Cooper era un psicópata.
Me golpeó con él en el pecho y en la espalda. Me había golpeado tantas veces que el dolor me resultaba familiar. Las lágrimas seguían cayendo y Cooper no cesaba. De hecho, cada vez que la hebilla tocaba mi cuerpo, quemaba aún más. La sangre salía a borbotones.
Estaba en el suelo, esta vez no era como las anteriores, si seguía golpeándome con esa fuerza, mi cuerpo no aguantaría. Escupí sangre.
—Si fuera tú dejaría de golpearla.—Apareció Axel amenazándolo por detrás.
—¿Tú?—Rio Cooper a carcajadas.
—¿Tengo que recordarte lo que soy capaz de hacer?
El rostro de Cooper se volvió más serio de lo normal. Volvió a ponerse el cinturón y me dejó tirada en el suelo, temblando.
Levanté la vista y vi cómo Axel me tendía la mano.—Vamos, Grace, no voy a hacerte daño...
Cogí su mano y me levantó o al menos, lo intentó. Notaba como la sangre estaba presente en el pecho y en la espalda.
—Me duele...
Axel me miró pero no supe interpretar su mirada. Me cogió en brazos y me llevó a una sala que no había visto nunca.
En ella estaba su amigo, golpeando un saco de boxeo. También había una diana y miles de armas de fuego.
—Aaron, saca el botiquín.
Así era como se llamaba. Este le hizo caso y lo trajo a toda prisa.
—¿Qué ha pasado?—Preguntó mientras Axel me dejaba con sumo cuidado en una especie de camilla.
—El cabrón de Cooper que no sabe cuáles son los límites.
Estaba débil pero pude ver la mirada preocupada de Aaron.
—Necesita ver al médico.
Axel asintió.—Que baje aquí.
Aaron tardó muy poco en traer al médico, quien me miró con notable preocupación. Se volvió a hacia ellos.—Una paliza más, y no lo cuenta.
—Grace... dos días.—Me dijo el médico cuando Axel y Aaron estaban distraídos.—Y se acabó todo.
Intenté sonreír pero me dolía todo el cuerpo.—¿Puedo saber al menos tu nombre?
Pero él no respondió. Terminó de curarme y cuando pensé que nunca sabría el nombre del hombre que me había estado cuidando aquí abajo, me lo dijo:
—Dani.
Aquel nombre se me iba a quedar grabado de por vida.
—Axel, déjala que descanse aquí un par de horas antes de llevarla de vuelta a su celda.—Le dijo Dani. A lo que Axel asintió.
Si Axel no hubiera aparecido, ahora sería un cuerpo más. Había estado a un solo paso de la muerte.
—Axel...—Lo llamé.—¿Cómo sabías que estaba ahí?
—Sabía que Joe hoy no había venido. Encontrarte a tiempo ha sido suerte.
—¿Quién eres?—Le pregunté. Él había sido capaz de enfrentarse a Cooper pero ¿de qué era capaz Axel?
—Será mejor que no lo sepas.—Me respondió el Axel frío.—Ahora debes descansar, Grace.
No podía dormir. No paraba de dar vueltas en la cama. Faltaban siete días para la Golden Gate. Siempre me había preguntado que había sido de Axel. Nunca supe si él salió de aquel infierno o se quemó con él.
Eran las tres de la madrugada pero sabía que ya no iba a reconciliar el sueño así que me vestí y salí a dar una vuelta.
Metí las manos en los bolsillos de la sudadera y me puse la capucha.
Caminaba por los callejones oscuros de San Francisco mientras pensaba en la misión hasta que una pelea me devolvió a la realidad.
—¡Vamos zorra!—La golpeó.
Aquella chica gritaba y gritaba y el hombre volvió a golpearla.
—Déjala en paz.—Lo apunté con el arma.—O tendré que apretar el gatillo.
—Está bien, está bien.—Aquel hombre salió corriendo sin mirar atrás.
—Gra...Gracias.—Dijo asustada la chica. Me había recordado a mis tiempos con Cooper y no podía dejarla sufrir.
Aquella chica retomó el camino hacia su casa con paso ligero.
—Eso ha sido admirable.—Dijo una voz masculina a mis espaldas.
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¡Hola! Siento haber tardado en actualizar pero tuve que escribir un relato para la segunda fase de los WowAwards y a raíz de eso me costó más escribir este capítulo.
Espero que os haya gustado y lo hayáis disfrutado🤗
Me gustaría saber vuestra opinión. Nos vemos en un par de días❤