Eddie (Pausada)

By ShammerFighter

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Naomi es una niña de 5 años. Le gusta jugar con su osito "Eddie" y escuchar los cuentos que le lee su mamá He... More

Nota de la Autora
Capítulo 1: Mami, tengo miedo a la oscuridad
Capítulo 2: ¿ Me he portado mal ?
Capítulo 3: La nana de Naomi
Capítulo 4: Soy el monstruo de los colores
Capítulo 5: ¿Qué le ha pasado a Helena?
Capítulo 6: Sola ante el Lobo
Fan Fic
Capítulo 7: Eddie "El cazador"
Capítulo 8: Lobo Cazado
Capítulo 9: Vidas pasadas
Capítulo 10: Mar de dudas
Capítulo 11: Recuerdos Amargos
Capítulo 12: El Hombre de las tres caras
BookTrailer
Capítulo 13: 50% Conciencia, el resto son sueños
Capítulo 15: Ser o no ser es la locura absoluta
Pacto de estado contra la violencia de género
Capítulo 16: Jacob
Capítulo 17: Un cuento muy real
Capítulo 18: ¿Quién es Jacob?
25 de Noviembre del 2017: Dia internacional contra la violencia de género
Capítulo 19: ¿Acusando a un inocente?
Capítulo 20: La verdadera identidad
Maltrato Infantil
Capítulo 21: ¿Pasado, Presente y Futuro?
Capítulo 22: El Nacimiento de la Oscuridad

Capítulo 14: Chiara

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By ShammerFighter

Naomi (Unos meses antes de la desaparición de Helena)

Peinaba despacio a Rossy la muñeca que me había dejado Nayara. Rossy era muy bonita, con el pelo largo y de color rojo. Su vestido es de color lila como mi flor favorita y sus zapatos de color negro. Nayara me dijo que me dejaba a Rossy porque Eddie estaba triste. Así los tres podíamos jugar y Eddie volvería a sonreír.

Miré a mi osito que dormía en mi cama, mientras yo estaba en el suelo al lado de la cama con los vestidos de Rossy tirados por el suelo. No sabía lo que le pasaba a mi peluche, pero a veces lloraba y no quería jugar conmigo. Ahora se había quedado dormido después de pasar un buen rato llorando sin parar.

Mamá se había ido un rato a ver a Alba. Yo quería ir a ver a Nayara para jugar con ella, pero mi mamá me dijo que no estaba. Se había ido a casa de su yaya*. Me quedé con Alex, aunque él estaba en el salón bebiendo un líquido asqueroso y viendo la tele. Mientras, yo estaba jugando con Rossy. Así tenía mi nave espacial cerca por si venía el lobo a por mí.

Me puse a jugar con la muñeca un ratito. Le cambiaba los vestidos y le hacía pasear para que mis otros juguetes le vieran lo bonita que estaba. Dejé para el final el vestido que más me gustaba: uno de color verde que tenía alas como las hadas. Se lo puse y comencé a peinarla de nuevo.

Entonces escuché un sonido que me recordaba a música. Era el sonido de los tacones de mamá. Siempre se los ponía cuando íbamos a dar un paseo por el parque. Pero antes de salir, siempre poníamos música para bailar. Mamá me dejaba sus zapatos, aunque me iban grandes, y me cogía de las manos para bailar. Las dos éramos muy buenas bailarinas, al menos ganábamos los concursos. El juez Eddie siempre nos daba las mejores notas, como las que me ponía Neus en el colegio.

Sonreí cuando el ruido de los zapatos estaba más cerca. Seguro que mamá quería ir al parque y comer helado. Me gusta el helado de chocolate. Me giré para ponerme delante de la puerta con Rossy en brazos.

Llegó por fin y noté como mi cuerpo empezó a temblar. No era mi mamá, si no Álex. Pero estaba muy raro y me daba miedo. Tenía puestos los zapatos de Helena y su vestido rojo favorito. Tenía el pelo largo de color amarillo como mi mami y con una cinta del mismo color que el vestido.

Me levanté del suelo y me fui poco a poco de espaldas hacia mi nave espacial. No sabía porque tenía puesto el vestido, a mí no me gustaba como le quedaba a él. Mamá es única y más bella que Álex.

—Hola —dijo él con una voz diferente, parecía que se había comido un silbato— ¿sabes dónde está mi papá?

Le miré y abracé a la muñeca. Quería que volviese Helena, Álex estaba muy raro ¿Me quería hacer daño?

—No lo sé—dije moviendo la cabeza lentamente— ¿Por qué llevas el vestido de mamá? — pregunté señalando.

—¿Es de tu mamá? Perdona, pero me desperté con una ropa muy fea y vi éste vestido. Es de mi color preferido y me queda muy bien —miró alrededor un rato— ¿Dónde estoy?

—En mi habitación—dije mirando a Eddie de reojo—¿Te has despertado?

—Sí. Me acuerdo que estaba escondida para que mi papá no me hiciera daño, pero me quedé dormida. Al despertar estaba en un sitio que no conocía. Tenía puesto ropa de chico demasiado fea. Así que vi en un armario vestidos bonitos y me puse éste.

—¿Tu papá te hace daño? —pregunté dejando a Rossy en la cama y cogiendo a Eddie que se acababa de despertar.

Álex se puso triste y dijo que sí con la cabeza. Comenzó a llorar y se abrazaba con sus brazos. Se parecía a mí, cuando él me pegaba y lloraba en el armario.

—¿Tu papá te hace dibujos como éstos? —pregunté y le enseñé el brazo. Hacía unos días que él me había pegado con el cinturón y me hizo los dibujos.

Él dijo que "no" con la cabeza, pero después se quedó mirando mi brazo. Volvió a llorar y se acercó más. Se sentó en el suelo en medio de los vestidos de Rossy.

—A veces me hace eso—dijo tocándome con el dedo — pero lo que más odio es cuando me toca.

"Aléjate de él Naomi—me hablaba Eddie— aunque parezca que es bueno, es mentira. Te quiere hacer daño. Ve a buscar a Helena".

Abracé a Eddie más fuerte y comencé a caminar lentamente hacía la puerta. Mi peluche tenía razón, seguro que Álex me pegaría con el cinturón. Aunque con el vestido no lo veía ¿Lo tendría escondido?

—¿Cómo te llamas? —me preguntó limpiándose la nariz con el vestido. Se le caían los mocos y seguía llorando, aunque ahora no hacía ruido.

—Naomi—dije llegando casi a la puerta—.

—Naomi, ¿Quieres ser mi amiga? —Me preguntó con una sonrisa —¿Estás jugando con muñecas? ¿Me dejas peinarla?

"Hay que llamar a Helena. Si Álex está jugando, en un momento que no se dé cuenta puedes llamar por teléfono. Recuerda Naomi, el número de mamá está en la nevera —me susurró Eddie."

Dije que "si" con la cabeza para que mi osito me viera. Álex sonrió y cogió a Rossy. La muñeca tenía la cara de miedo. No le gustaba que él le cogiera y se puso a llorar. Álex empezó a peinar a la muñeca pero rápido lo dejó.

—¿Jugamos a pintarnos la cara? —preguntó levantándose muy rápido y acercándose a mí.

—No sé, mi mamá no me deja tocar sus pinturas.

—Pero somos amigas ¿no? Seguro que no dirá nada.

Me cogió de la mano y me llevó contento hacia la habitación de mis papás. Abrió el armario y comenzó a coger las pinturas. Me quedé mirando a Álex. Estaba raro, caminaba como mamá con los tacones. Se tocaba el pelo largo como Helena y se tocaba el vestido cada vez que se sentaba.

—¿Dónde está Álex? — pregunté mientras él me comenzaba a pintar los labios.

—¿Álex? —preguntó en un susurro.

—Sí, mi... mi papá—dije cerrando los ojos.

—Álex, ¿es tu papá? —dijo pintándome los ojos con un pincel. Me gustaba, hacía cosquillas. —A veces me da miedo. Siempre está enfadado.

Abrí los ojos y le vi apretando los dientes. No le gustaba hablar del lobo.

—¿Él te hizo los dibujos del brazo? —me preguntó.

Le miré con miedo ¿No se acordaba que me lo había hecho él?

—No te preocupes Naomi, Álex no está aquí.

—¿Cómo lo sabes? —pregunté mientras miraba como me pintaba las uñas de color verde.

—Porque estoy yo. Él no puede estar en el mismo lugar que yo.

—¿Por qué? Si tú eres Álex.

Al decir esto me miró con enfado. Dejó de pintarme las uñas y guardó el pote. Sentí que tenía ganas de hacer pipí. Tenía miedo de que empezara a gritar.

"¡Corre Naomi! ¡Antes de que se enfade más!" —Chilló Eddie.

Pero no podía moverme. Tenía mucho miedo. Sentí que me hacía pipí en la cama de mis papás. Entonces empecé a temblar. Cuando Álex se dé cuenta me quemará con el cigarro seguro.

—Yo no soy Álex—dijo despacio y con enfado— no te vuelvas a equivocar.

Entonces cogió un pote de pintura de uñas de color rojo y me lo puso en la mano.

—¿Me pintas tú las uñas? Siempre me las he querido pintar de éste color.

Dije que "si" con la cabeza y comencé a pintar. Éste no era Álex. Era diferente, no se enfadaba como él, ni chillaba. Estaba jugando conmigo y me trataba bien ¿Quién era si no era Álex?

—Entonces ¿Cómo te llamas? — Pregunté sin mirarle a los ojos.

—Chiara. Lo sé, es un nombre muy raro. Mi mamá me dijo que me lo puso porque significa claridad.

"Ten cuidado pequeña, está jugando contigo. Intenta escapar—me avisó Eddie".

No le hice caso a mi osito. Álex estaba raro, pero me empezaba a gustar. Jugaba conmigo y me contaba muchas cosas. Que con su mami iba al parque y le gustaba tirarse por el tobogán. Que le daban miedo los perros y que su color favorito era el rojo. Por eso le pinté las uñas de ese color.

Más tarde fuimos a la cocina. Teníamos mucha hambre, así que cogimos chocolate y galletas. Comimos hasta que ambas nos empezaron a doler la barriga. Me puse triste porque si Álex volvía me pegaría. Él no quiere que coma chocolate.

Después de comer, pusimos una película. Mi favorita: "La sirenita". También era la favorita de Chiara. Mientras salía el cangrejo rojo cantando "Bajo el mar", nos pusimos las dos a cantar muy fuerte. Chiara se puso encima del sofá a bailar y dar saltos. Al principio no quise, dado que mis papás no me dejaban. Pero después me puse a saltar con ella ¡Era tan divertido jugar con Chiara!

En un lado del comedor, había dejado sentado a Eddie, que no dejaba de decirme cosas. Estaba enfadado porque no le hacía caso. Decía que Álex era peligroso y que tarde o temprano se volvería malo. Pero yo me estaba divirtiendo. Chiara era amable, simpática y casi le gustaban las mismas cosas que yo. No había juegos que ella no quisiera jugar e hicimos una guerra de cojines.

Al final nos tumbamos en el sofá para acabar de ver la película. No me acuerdo cuando me quedé dormida, sólo me acuerdo de que estaba muy feliz.

Unas horas más tarde

Me desperté por un ruido extraño. Miré la tele, la película había acabado y ahora estaba de color azul. Estaba sola en el comedor. Eddie estaba en el suelo tirado durmiendo. El sofá estaba desordenado. Los cojines estaban en el suelo y donde estaba tumbada, estaba manchado de chocolate. Mi vestido también estaba manchado. Me rasqué los ojos y vi que tenía pintura en las manos como en la cara. Entonces me acordé de que jugué a pintarme con Chiara. La busqué pero no la encontré ¿A dónde había ido?

Me dolía mucho la barriga y quería ver a mi mamá para que me curara. Me levanté poco a poco para ir al baño. Quería hacer popó y así a la vez usar las toallitas nuevas que había comprado Helena. Huelen a jardín y son muy suaves. Cuando llegué al lavabo encontré a Chiara mirándose al espejo.

—Hola Chiara—saludé deprisa y me senté en el lavabo.

Mientras ella se miraba tocándose la cara lentamente. Abrió el grifo y se limpió la pintura. Aunque no usó jabón y la pintura se le quedó muy fea. Me reí bajito, cada vez que ella se limpiaba, el vestido se le movía y le podía ver las braguitas. Los zapatos rojos preferidos de mamá, estaban con manchas de chocolate y pintalabios.

Acabé y me limpié con las toallitas. Estiré suavemente del vestido de Chiara para que me dejara un sitio para limpiarme las manos. Mamá siempre dice que después de usar el lavabo, tengo que limpiarme las manos para no tener "bichitos" y acabar enferma.

Mi amiga no me hizo caso, así que volví a tirar del vestido. Ella se giró y me quedé muy quieta. La mirada de Chiara, que era dulce y simpática había desaparecido. Otra vez estaba la mirada que me daba mucho miedo, la que siempre hacía cuando estaba enfadado ¡Alex había vuelto!

—¡A...Álex! —chillé del susto.

—¿Por qué estoy vestido así? —me preguntó con una voz muy rara.

Fui corriendo hacia el comedor y cogí a Eddie en brazos. Álex me siguió, llegó justo cuando mi osito se despertó y entendió lo que estaba sucediendo.

—Naomi, ¡¿Tú me has pintado la cara?! —dijo gritando.

Retrocedí hasta la pared y comencé a llorar.

Mi niña queda poco para que llegue Helena, la estoy sintiendo ¡Aguanta un poco más! —me habló tranquilo Eddie.

—Sí, te pinté la cara. Dijiste que lo hiciera que te gustaba las cosquillas que hacía el pincel—dije al recordar las palabras de Chiara.

—¡Yo nunca te pediría que me pintases la cara! Y ... ¿¡Esto?! —preguntó al enseñarme el vestido que llevaba puesto y las uñas pintadas.

—Chiara te puso el vestido y el color de uñas la eligió ella...¿No te gusta?

Álex me miró muy fijamente y se acercó a mí. Comencé a temblar y me agaché en el suelo ¡Tengo mucho miedo!

—¿Me estás vacilando*, niña de mierda? ¿Quién es Chiara? ¿Es otra amiga imaginaria que te has inventado? No me extraña que tengas que hacerlo. Nadie te quiere ¿Quién querría ser amiga de una niña que siempre tiene chocolate por el vestido? —dijo señalándome y haciéndome daño con el dedo.

—Chiara es mi amiga y volverá. Ella me dijo que volvería a jugar conmigo.

—Ya claro. Estas como una cabra, tendría que internarte en un manicomio.

Entonces se giró y miró el comedor. Tardó un momento pero sabía lo que estaba pensando. Desde allí se podía ver la cocina, que habíamos dejado completamente sucia. Con los armarios abiertos, la nevera también y los papeles de las chocolatinas tiradas por el suelo. El comedor también estaba muy mal. El sofá manchado, roto y sin cojines. Las paredes pintadas de pintalabios y rotuladores. La mayoría de cosas lo había hecho Chiara. Me acordé que mientras lo hacía se reía sin parar. Entonces me decía: "Ven a divertirte, Álex tardará en venir". Ahora ella no estaba pero Álex sí. Cuando él se dio la vuelta sabía lo que iba a hacerme.

—¿¡Qué has hecho condenada niña!? —Dijo chillando y cogiéndome del brazo a la misma vez que me levantaba del suelo.

Escuché un ruido muy raro y un dolor muy fuerte en el brazo. Grité y comencé a llorar. Me dolía tanto que pensé que no podría dejar de llorar nunca. Eddie se puso a chillar palabras feas a Álex, pero él no podía escucharle.

—¡Mierda! Creo que te he roto el brazo o al menos desencajado. Ahora, ¿Cómo se lo explico a Helena?

Entonces me tiró al sofá. Yo no podía ver nada, lloraba y a la vez se me nublaba la vista. Sólo escuchaba los gritos de Álex y las palabrotas de Eddie. Escuché de algún lugar un sonido que conocía muy bien. Álex había cogido el cinturón. Entonces vi como él se puso encima de mí con el cinturón en la mano. Su sonrisa daba miedo y su vestido rojo, que antes me había gustado mucho, ahora parecía pintado de sangre. Giré la cabeza para ver los zapatos de mamá que él tenía puestos, luego... cerré los ojos.


Helena

Entré en casa con dificultad. Había pasado por el supermercado, dado que me cogía de paso. Tenía dos bolsas que pensaban demasiado. Entré en la cocina y dejé las bolsas encima de la encimera. Me di cuenta que todo estaba hecho un desastre. La nevera estaba abierta, dos potes de chocolate acabados y tirados por el suelo. Manchas de dicho contenido por toda la estancia y galletas pisadas.

Seguí el rastro de galletas hasta llegar al comedor. Éste estaba peor que la cocina. Las paredes estaban pintadas con pintalabios, los cojines rotos y desperdigados. Parecía que había pasado un huracán ¿Qué había pasado en mi casa? Sólo había estado cuatro horas a fuera.

En un lado del comedor alcancé a ver a Eddie tirado. Me acerqué a él para cogerlo. Era raro que mi hija no lo tuviera en brazos, nunca se separaba de él. Al coger al peluche me di cuenta que Naomi lo tenía cogido del brazo, pero ella estaba tumbada en el suelo con sangre en la cara y en la espalda.

—¡Naomi! ¡¿Estás bien, pequeña?! —chillé.

Le giré despacio y me acerqué a su cara para percibir si aún respiraba. Descansé cuando constaté que aún lo hacía. Me asusté tanto cuando vi que tenía la cara ensangrentada, se había roto el labio. Su brazo izquierdo lo tenía hinchado. Cogí mi móvil en seguida para llamar a la ambulancia.

—¡Ni se te ocurra! —escuché a mi espalda.

Me giré de manera lenta y pausada. Tenía a Naomi en brazos y no la iba a soltar. Al girarme logré ver a Álex. Noté que acababa de salir de la ducha dado que tenía el pelo mojado.

—¿¡Qué le has hecho?! —Chillé con furia— ¿¡Estás loco?!

—¡A mí no me chilles!—dijo levantando un dedo acusador— ¿Has visto lo que ha hecho a la casa ésta condenada cría? Y porque no has visto nuestra cama que está meada.

—¡Es una niña! —dije llorando y abrazándola fuerte—¡Voy a llevarla al hospital!

—Haz lo que quieras pero como digas que le dado una paliza, te juro que la siguiente vez no seguirá respirando.

Tragué saliva y le miré con desconfianza. Su mirada era confiada y segura. Sabía exactamente lo que decía y no sentía ningún remordimiento por lo que había hecho.

—Me voy al bar, no me esperes llegaré tarde.

Acto seguido se fue por la puerta dando un gran portazo ¿Cómo podía hacer eso a su hija e irse tan tranquilo? ¿Por qué le dejé sola con él? Pensaba que sólo me pegaba a mí, que Naomi nunca le tocaría. Desgraciadamente me había equivocado.

Cogí el teléfono mientras metía a Naomi en el coche. Al tercer toque me contestó.

—¡Alba por favor necesito tu ayuda! —dije llorando y temiendo por la vida de mi hija—necesito alejarme de Álex.

Mientras me dirigía al hospital, Naomi murmuraba cosas en sus pesadillas, abrazada a su osito de peluche.

—Chiara, vuelve—decía una y otra vez.


Palabras con * del texto:

—Yaya: Abuela.

—Vacilar: Tomar el pelo a una persona. Es decir, engañarle.

HOLA EDDIERS!! Un capítulo más, demasiado duro pero se puede ver una personalidad de Álex. Poco a poco se irá resolviendo los misterios. Quería pedir perdón por la tardanza.

Espero que hayáis disfrutado del capítulo.

¡Nos leemos en la próxima!

Canción contra el maltrato de género:

Cantante: Angela Leiva

Nombre de la canción: Ni Una Menos



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