HUNTER. Tierra de salvajes #1...

By LBSilva

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Todos tenemos un alma salvaje. Tomos somos salvajes. Aquellos que viven, aquellos que aman, aquello... More

Sinopsis larga.
Prologo.
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Epilogo
Agradecimientos.
Multimedia
¡Auburn historia destacada en Wattpad Acción!

Final.

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By LBSilva


Los ojos de Valerie se abrieron rápidamente cuando escuchó la voz de su padre, algo que no esperaba en ese momento. El hombre que le dio la miraba preocupado y comprendió que había sucedido algo que no esperaba. Junto a él estaba Alaska, quien se había quitado la chaqueta y lucía mucho más delgada sin ella. Le sorprendió pensar en esas cosas, sobre todo en un momento como ese.

—Tienes que levantarte, Valerie...

La chica observó a su padre con una gran confusión en su mente y trato de analizar lo que estaba diciéndole. Lentamente comprendió que no estaban en aquel lugar helado, sino en una bodega y lejos había quedado el peligro de morir congelados. Morir. Al pensar en eso buscó desesperadamente a Hunter y lo encontró cerca de ella, con la espalda apoyada en la pared del lugar. Se arrastró sin pensarlo, asustada por su estado y pudo observar que alguien lo había cubierto de mantas.

—Está mejor... al menos tiene color —comentó Alaska mientras Valerie se acercaba al rubio para quitarle todas las mantas y abrazarlo. Su calor corporal no era el mejor pero por lo menos pudo sentir el corazón del chico latiendo contra su piel. Volvió a respirar, comprendiendo que estaba vivo. Como ella—. Tenemos que irnos de este lugar, Valerie, no podemos quedarnos por mucho tiempo.

—No lo haré con Hunter de este modo —se quejó Valerie al instante, frunciendo el ceño y enfrentando a la mujer. Su padre chasqueó la lengua enfadado y eso molestó aún más a Valerie—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué salvas nuestra vida? No has hecho otra cosa más que hacernos daño. ¿Qué quieres?

Su padre mostró enojo al escuchar sus palabras pero Valerie no pudo responder porque Hunter se movía entre sus brazos. Lo observó desesperada por una demostración de conciencia y soltó un par de lágrimas al escucharlo gruñir en su oído. Era un mínimo sonido, pero lo estaba haciendo para ella. Para demostrarle que estaba vivo. Su barba le dio cosquillas en su hombro y sintió como apoyaba sus labios en su oreja.

—No llores, princesa —le susurró en voz baja y ella no pudo evitar llorar con más fuerza. Su padre y Alaska no soltaron una palabra más, dejando que ellos vivieran juntos ese momento.

—Pensé que iba a perderte —sollozó sin poder evitarlo, volviéndose una nena insegura a punto de perder lo que más quería. Amaba a Hunter y no se imaginaba una vida a su lado, una vida que valiera la pena. Odiaba sentir que su vida no iba a tener sentido sin un hombre pero no era eso lo que sucedía cuando estaba con Hunter. Ellos eran una fuerza que nadie iba a poder explicar. Una unión que no se explicaba con palabras, que solo se entendía cuando se vivía—. No quiero una vida sin ti, no quiero ni imaginármelo.

—No seas ridícula, eso no va a pasar.

Se estaba burlando de ella. Casi habían muerto congelados y ahí estaban, en el suelo abrazados tratando de volver a la vida. Valerie soltó un sollozo más y él movió lentamente sus manos heladas por su cuerpo para abrazarla. No quiso pensar en otra cosa, Valerie quería que ese momento se detuviera para siempre. Quería dejar de pensar en toda la traición que los rodeaba. Solo cerrar los ojos y tratar de pensar en una vida lejos de eso.

—Prométeme que cuando salgamos de esto nuestra vida cambiara —soltó Valerie alejándose un poco de él para mirarlo. Los ojos azules de Hunter la observaron cuando se alejó y asintió con lentitud—. Prométeme que no volveremos a ver a esta gente, que comenzaremos de nuevo y lejos de este mundo horrible. Quemaremos el cuartel y... no lo sé, haremos de las cenizas un mejor lugar. Un lugar por el que valga la pena pelear.

—Te lo prometo.

La promesa fue sin dudas, sin titubear y con la mayor sinceridad que vio en Hunter. Ella sonrió, a pesar del momento y aquella promesa fue la fuerza para continuar. Se acercó para besar con suavidad los labios helados del chico y se rieron de eso. Estaban violetas, pero la sonrisa podía iluminar cualquier cosa y Valerie lo sabía.

****

Le dolía el cuerpo, lo sentía entumecido pero podía moverse a pesar de eso y nada iba a impedirle a Hunter salir de esa pesadilla. Alaska y Valerie lo guiaban, aunque ambas trataban de mantener sus armas cerca. No confiaban en Reeves, incluso en ese momento donde la vida de los tres pendía de un hilo. Hunter estaba confundido, su mente parecía estar todavía congelada y no comprendía que estaban haciendo. Solo quería escapar de ese lugar y luego tratar de resolver los problemas que se habían creado. La promesa de Valerie lo mantenía con vida, con deseos de cumplirla. Quería quemar todo el cuartel y crear algo nuevo sobre sus cenizas. Ya no deseaba asesinar a todos los traidores, ni siquiera matar a su madre... solo quería paz y una vida nueva.

Él nunca había servido para ese mundo, se había engañado por mucho tiempo y en ese momento lo notaba. Él seguía siendo igual a su padre, a diferencia de sus hermanos. Había dado la vida por ese club solo por su madre y ahora que sabía la verdad... no le interesaba nada. Iba a seguir en Auburn porque era su hogar, pero no le interesaba para nada estar junto a esos traidores.

Alaska se detuvo en seco al ver a Luke caminando hacia ellos y Hunter frunció el ceño al verlo. Valerie le explicó rápidamente que él la había ayudado a escapar del cuartel y que estaba de su lado. Miró a su hermano con desconfianza y no quiso escuchar sus excusas, estaba cansado de aquello. Cansado de las mentiras. Preguntó por gente, tratando de encontrar aliados en esa guerra, pero pocos estaban de su lado. Incluso Raven los había vendido. Las personas que él había considerado parte de su familia ahora eran desconocidos que quería matarlo. Su vida no tenía demasiado sentido. Era un chiste. Años y años dando la vida por un mundo que no valía la pena.

—¿Se van tan pronto?

Los tres se detuvieron en seco cuando se encontraron cara a cara con la madre de Hunter frente a ellos en la puerta de salida. No iban a salir, no iban a escapar de esa maldita mujer y sus traidores. Hunter quiso tener las fuerzas suficientes para acercarse y matarla. Quería acabar con la vida de la mujer que había arruinado por completo su existencia. Le había quitado todo lo que alguna vez le dio. Su familia, sus compañeros. Todo.


****

—¡Estamos teniendo una linda reunión familiar! —soltó la madre de Hunter y Valerie quiso matarla en ese mismo momento. ¿No se rendía más? ¿Qué era lo que quería?

—¿Qué es lo que quieres? ¿Vernos muertos? ¡Quédate con el maldito dinero! Nadie lo quiere, solo tu —se quejó Luke enfadado, siendo observado por su hermano mayor de cerca. Hunter estaba tratando de entender que papel jugaba Luke en todo eso, lo sabía. Con el tiempo había aprendido a entender sus miradas y a comprender que estaba pensando. A veces pensaba que eran uno.

La mujer hizo una seña a la nada y Valerie entendió porque había dicho lo de una reunión familiar. Lydia y Dante aparecieron en la escena sin ser invitados y Valerie sintió que su corazón se encogía. La chica traía al pequeño Williams en sus brazos y lloraba desconsoladamente. Valerie quería abrazarla y decirle que todo estaba bien, que no era su culpa que eso sucediera. Habían hecho todo lo posible por tratar de salvar al niño, pero no lo habían logrado. Ellos eran más, ellos eran traidores que sabían lo que hacían.

—No vas a tocarlo. Es nuestro, es nuestro William —le aseguró Valerie enfadada con lo que estaba haciendo la mujer. Uno de sus hombres se acercó al niño con un arma en las manos, ignorando el llanto de Lydia y Dante, dispuesto a matarlo. Era ese momento en donde las cosas tenían que empezar a funcionar.

Dante trataba de escaparse de los brazos de su captor, gritando desesperado pero nadie parecía prestarle atención a lo que estaba sucediendo. Gritó, lloró y rogó pero nada sucedió. Solamente fue observado mientras se retorcía y buscaba una solución a todo ese dolor. Lydia sollozaba, pero se había rendido hacia tiempo. Como si esa lucha no tuviera fin.

Luke fue quien se acercó primero, cayendo ante el primer golpe que recibió de uno de sus antiguos compañeros. Lo llamó traidor mientras recibía una patada en el suelo, todos observaban aquello completamente sorprendidos, casi horrorizados y Valerie comprendió que era su momento. Debía actuar, era hora.

Valerie pensó en todo lo que había sucedido en su vida y se dio cuenta que quería morir por ese niño. Quería dar la vida por él, no le importaba absolutamente nada. Solo quería que él estuviera bien y cuando cruzó miradas con Hunter, comprendió que pensaban lo mismo. Era un niño. Un pobre niño metido en la batalla. En medio del fuego de guerra. ¿Qué importaba lo que sentían? ¿Qué importaba su futuro si un niño no podía vivir?

***

Fue un segundo. Solo fue un segundo en donde ambos asintieron y estuvieron de acuerdo con lo que estaban haciendo. Era un mutuo acuerdo. Se acercaron y casi se chocaron, pero lograron ese beso rápido que querían darse. Era ese momento, era ese último movimiento. No había un futuro, solo ese presente que cambiaban para mejor.

Hunter no lo pensó demasiado. Dio un paso hacia adelante, pisando con fuerza el suelo y sabiendo que cada paso era decisivo. Podía sentir a la muerte cerca, el frío ya lo dominaba y se preguntó cuál era el siguiente capítulo. ¿Iba a morir? ¿Iba a perder la vida frente a su madre? Estaba tan cegado por el odio que no pensó en Valerie, en su hija o su sobrino. Solamente se abalanzó hacia ella deseando una sola cosa: matarla.

Sus manos se aferraron al cuello de la mujer y lamentó estar en esas condiciones, tan débil. Ella se rio en su cara mientras Hunter sentía que su fuerza no era suficiente, que iba cayendo en picada mientras su madre se reía en su cara. Cayó al suelo, congelado y sin fuerzas.

—¡Hunter! —gritó Luke cuando lo sostuvo al caer, tratando de hacerle ver que era una batalla perdida.

Todos iban a morir. Todos en ese lugar iban a perder la vida.

Lo siguiente sucedió con una rapidez que Hunter creyó que era una película. Una de esas películas que veía cuando estaba aburrido y no sabía qué hacer. La vida de tantas personas pasó frente a sus ojos mientras él solo gritaba. Gritaba y gritaba.

Valerie fue a defenderlo e hizo una de sus locuras más grandes. Una que nadie olvidaría. Disparó contra el líder de los Williams, sin importarle el poder que tenía. Una simple niña, una princesa en un mundo de bastardos. Un ángel entre tanta muerte. Disparó y su puntería sorprendió a todo presente. Directo en el blanco, Valerie asesinó a sangre fría a la mujer Williams que nadie recodaría.

—¡VALERIE!

El grito que nadie escuchó. El grito que Hunter soltó a la nada. Uno más entre aquel desastre de gritos que trataban de advertirle a la chica lo mismo. Un grito de horror, un grito que advertía una muerte. Hunter gritó el nombre de Valerie con desesperación, desgarrando su garganta helada.

Una vez escuchó que los gritos lograban cosas increíbles en el mundo. Eran estándares de guerra en todo tipo de marchas, de batallas y de conciertos. Los líderes gritaban para motivar a sus soldados, para darles vida, para salvarlos de una muerte segura. Pero el grito de Hunter no sirvió para nada cuando Sergei disparó directamente hacia el pecho de Valerie. El grito de Hunter no le salvó la vida. Nada salvó la vida de Valerie.


***


Caer era fácil. Valerie cayó al suelo sintiendo demasiadas cosas y por momentos no comprendió que estaba sucediendo. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Estaba muriendo? Escuchaba su nombre pero no podía ver rostros, solamente podía comprender que estaban llamándola. Pero no sentía dolor, solo confusión. Oscuridad y mucho miedo. ¿Eso era morir? ¿Eso era perder el futuro?

¿Quería morir? Sí, por ellos iba a morir. Por Dante, Luke, Becca, su sobrina, Lydia, incluso Alaska. Y por Hunter. Iba a morir por Hunter. Era tan fuerte el amor que sentía por los Williams que iba a morir por ellos. La sangre brotaba de su cuerpo, de su alma, de su cerebro inteligente. De ella. Pero no le importaba, todo era monótono en ese momento. Nada tenía sentido o tal vez todo lo tenía. Valerie no lo sabía.

Pero todo se calmó cuando sus brazos la atraparon. En aquello oscuridad, casi en los brazos de la muerte... Hunter la atrapó antes de caer. La atrapó con fuerza mientras la llamaba y la sostuvo como siempre hacia. Era él, era él, era él. Siempre había sido. La luz en la oscuridad, el valor cuando tenía miedo, la vida cuando estaba muriendo.

Lo escuchaba sufrir y no entendía la razón de su dolor. Sí, estaba muriendo. Pero por ellos, por su vida. Valerie iba a morir por quienes amaba. Iba a morir como guerrera, como lo que siempre había soñado ser. Ella erala mente, erala inteligencia pero nunca había sido una guerrera. Iba a morir como tal. Una ironía.

—No... no sufras —susurró ella alzando su mano con torpeza para atrapar sus lágrimas, como él la había atrapado en la oscuridad. Era tan perfecto, tan precioso incluso cuando todo su mundo iba apagándose—. Soy muy feliz a tu lado... aquí y ahora.

—No te vayas, no puedes irte. Tienes que decirme que hacer, tienes que decirme como te salvo, Valerie —rogaba como si hubiera una solución. Ella se rio, porque la muerte le dejaba reírse de ese momento. Le daba aquella ironía—. Lo haré mejor, te lo juro. Volveré a intentarlo, volverá a crear un mundo para ti. Un hogar sobre las cenizas de esta mierda del cuartel. Haré todo para ser mejor, te lo prometo. Pero tienes que vivirlo conmigo. No puedes irte.

—Eres más de lo que crees, Hunter —soltó sintiendo como sus lágrimas caían y como la sangre brotaba de ella nuevamente ante el esfuerzo. Hunter tomó su mano y la besó, tratando de calmar sus sentimientos. Las pequeñas lágrimas del rubio cayeron en su piel y no pudo evitar sonreír—. Cuídalo, por favor.

—Te lo prometo —aseguró Hunter, como si se diera cuenta que aquello era realmente el final. Valerie también lo sabía. ¡Otra vez siendo uno solo! ¡Otra vez sabiendo que pensaba el otro! Incluso cuando uno estaba al borde de la muerte—. Te prometo que haré todo lo que me enseñaste. El club, nuestro sobrino, mi hija... todo, Valerie. Haré que cada minuto de tu vida junto a mi haya valido la pena.

—Valió la pena, valió la pena, Hunter. Todo y para siempre.

Valerie no vio las estrellas, ni a su hermana, ni a un ángel, ni a Dios al cerrar los ojos para siempre. Vio al amor de su vida, prometiéndole que iba a ser una mejor persona para ella. Vio todo lo que siempre quiso ver, vio su sacrificio, su amor y pasión reflejado en ese hombre. Hunter William había aprendido cada una de sus tonterías. Desde su inteligencia, hasta su pasión por su familia. Valerie había dejado un pedacito de ella en ese hombre y esperaba que eso sirviera. Esa era su huella en el mundo. Eso era Valerie Williams.

  ***  

Sergei murió esa noche, en manos de Luke Williams. Fue un momento rápido, en donde el chico aprovechó a matarlo. Alaska era quien deseaba hacer eso, pero era demasiado cobarde para hacerlo. Era tal vez la única que no sufría por la muerte de Valerie Reeves. Incluso su padre lloraba a un costado. Casi era la muerte de un ídolo amado, pero Alaska no sentía que había sido en vano. Ella se había sacrificado por su familia, por el niño que ella también quería. La admiraba y siempre llevaría sus enseñanzas en honor a su memoria.

Los miembros del club fueron a prisión por mandato de Reeves, algo que le llamó la atención a Alaska. Con el tiempo, Luke le contó que había sido un pedido de Hunter y dada las obvias circunstancias, lo había hecho por su hija. Obviamente no fueron a una prisión en Auburn, sino que a otra ciudad. Ninguna de esas personas merecía eso, Alaska creía que la traición era algo que no se perdonaba, pero no era ella quien debía decidirlo. La única persona que Hunter perdonó fue a Raven, solo por lo mucho que había cuidado al niño Williams. La mujer se terminó marchando de Auburn, buscando paz después de las cosas que había hecho.

Para sorpresa de todos, Alaska asistió al funeral de Valerie. Este fue muy diferente al de su hermana Rebecca, fue íntimo y pocas personas asistieron. Luke la invitó a sentarse junto a él y ella no se quejó mucho, le gustaba la presencia del joven. Lydia habló con ella ese día y pudieron revolver los problemas que tenían, creando una especie de bandera de la paz.

Parte de eso era fruto de Valerie, la bandera blanca que había levantado con su muerte. Muchos comenzaban a hablar de ella como alguien que merecía respeto, pensando en todo lo que había hecho por los Williams. Hunter era quien hablaba de ella de tal manera, sin ningún tipo de dolor, sino que amándola como él solo podía. Se notaba su dolor, pero también se notaba lo mucho que la había amado y cuanto había hecho por él.

El día del entierro, Alaska se acercó a Hunter, pero él no quiso hablar con ella. Le dolió ver que él dejaba la cruz de los Williams sobre las manos de Valerie. No le importaban los sentimientos del rubio, pero era triste pensar que Hunter no imaginaba una mujer más en su vida. Escuchó a Lydia enojada con él por eso, pero él la interrumpió antes de que pudiera decir otra cosa.

—No significa que no vaya a querer a otra persona en el futuro. Valerie merece esa cruz, ella cambió el significado para siempre.

Cuando todo terminó ese día, Alaska se acercó a Hunter. Nunca habían tenido mucha conversación y se habían llevado siempre mal, pero le pareció correcto acercarse para decirle un par de cosas que tenía en mente. Cuando se sentó a su lado, Hunter siguió observando la lápida de la rubia con el semblante sereno. Era todo un guerrero, como Valerie.

—¿Qué harás ahora? —quiso saber ella, tratando de ver en donde podía entrar ella en esa situación. Tal vez tenía un trabajo nuevo, sed de venganza... no lo sabía, pero le interesaba—. ¿Hacia dónde irás?

—Me quedaré aquí, le prometí cosas a Val —le comentó tranquilo, como si fuera algo que todos sabían—. Sé que no nos hemos llevado bien, pero Lydia me contó algo de tu historia. Agradezco que hayas ayudado a mi familia cuando lo necesitaba.

Alaska alzó las cejas, sorprendida por esa compasión pero no dijo nada. Dejó que el día pasara frente a sus ojos junto a Hunter. Había paz junto a él, algo que nunca creyó que iba a ver en ese hombre enorme y gruñón.

—¿Sientes culpa? —preguntó Alaska tratando de entender sus sentimientos. Hunter tardó en responder, pero cuando finalmente lo hizo, resopló riéndose de alguna broma privada.

—Esa noche, cuando besé por última vez a Valerie, hicimos un muto acuerdo. Decidimos que íbamos a morir por nuestros seres queridos y estuvimos de acuerdo. Fue un segundo, un momento que pasó volando, pero teníamos tanta conexión que no necesitamos nada más que mirarnos. Ella iba a dar su vida, como yo lo iba a hacer. Yo no estaba en buena condición física para salvar a mi familia, pero Valerie tomó esa mochila y lo hizo. Salvó nuestras vidas. Nadie iba a matar a mi madre, ni yo. Me lancé contra ella pero tenía mucho miedo de matarla, en cambio Valerie no temía cuando de su familia se trataba. Se fue como la mujer más fuerte que conocí en mi vida y siempre voy a recordarla de ese modo.

Alaska sonrió, porque era cierto. La princesa amaba a su gente y se notaba cuando peleaba. No sabía disparar, no sabía defenderse, pero era muy decidida. Cuando tuvo que matar, lo hizo. Cuando tuvo que disparar, lo hizo. Nada estuvo en su camino. Solo la familia.

—Así que haré eso. Cuidaré a mi familia en su honor. Familia y honor. De eso se ha tratado esta historia, ¿no?



FIN.

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Sábado subo el epilogo. Sé que me quieren matar, pero esperen a el sábado que muchas cosas se van a resolver. Siempre dije que Auburn era una historia trágica. 

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