HUNTER. Tierra de salvajes #1...

By LBSilva

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Todos tenemos un alma salvaje. Tomos somos salvajes. Aquellos que viven, aquellos que aman, aquello... More

Sinopsis larga.
Prologo.
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Final.
Epilogo
Agradecimientos.
Multimedia
¡Auburn historia destacada en Wattpad Acción!

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By LBSilva


No podía respirar. Su cuerpo se había cansado de luchar y le pedía un descanso de toda esa situación que había vivido. Pero Hunter no podía darse ese lujo y necesitaba levantarse para luchar. Le habían atado las manos a una columna en aquel lugar y no podía moverse demasiado, lo justo para sentir sus manos. Tenía mucha sed y también estaba algo mareado, pero se trataba de mantener en pie. No era la primera vez que le sucedía algo así, que lo secuestraban y ataban. Su vida nunca había sido fácil y siempre había tenido que lugar por lo que deseaba. Necesitaba salir adelante, necesitaba vivir.

Y tenía frío, sobre todo. Podía sentir un frío helado asesinándolo lentamente, dándole una nueva preocupación. ¿En dónde estaba? ¿Qué habían hecho con él y como podía sobrevivir?

Había muchas cosas por las que quería vivir. Por su sobrino, su hija, la poca gente en la que podía confiar y en Valerie. Sonrió de lado al pensar en ella, consiguiendo fuerzas para vivir a pesar de lo herido que se encontraba. Su madre no podía verlo, ya que tenía la cabeza gacha y el cabello rubio había crecido lo suficiente para tapar todo su rostro.

Tenía que pensar como Valerie y encontrar una manera de escapar. Se preguntó cómo podía solucionar su problema actual o como pensaría la rubia en un momento como ese. Y una idea apareció en su cabeza.

—Hay algo que yo no entiendo —comentó Hunter de la nada, tomando valor. Su madre estaba sentada a la lo lejos y levantó una ceja al comprender que estaba hablándole—. ¿Por qué quieres hacer todo esto? No podrás matarnos.

La mujer caminó hacia él, dando pasos lentos pero decididos, haciéndole creer a Hunter que ella sabía lo que quería. Estaba abrigada como si estuvieran en la Antártida, pero Hunter sabía que eso no era posible. Se quedó observando a la mujer que una vez consideró su modelo a seguir como persona y se preguntó si alguien podía estar más decepcionado que él en ese momento.

Su mundo se había caído y no sabía cómo juntar las piezas para arreglarlo. Su madre, esa mujer que tanto orgullo le daba, había arruinado por completo su vida. Se había llevado a sus compañeros, había tomado lo que había amado toda su vida y deseaba destruirlo. El club lo era todo para él y en ese momento se preguntaba si realmente valía la pena seguir manteniéndolo.

Pensó en Valerie y en lo mucho que había aprendido de la chica. Tenía que ser fuerte por ella y lo que quedaba de su familia. Iba a intentarlo, no iba a irse sin pelear. Miró el lugar en el que estaba, tratando de analizar cómo podía escapar de esa situación y se dio cuenta que eran pocas las posibilidades que tenía de escapar. Pensó en Dante y se preguntó si él chico estaba bien, teniendo en cuenta que su madre quería acabar con todos los Williams.

—Claro que podré, lo estoy haciendo. Primero Luke salió de mi camino y terminé con él. Colton se encargará de Dante y Travis del niño. No quedará ningún William de pie, la herencia será mía.

—¿Qué herencia? ¿De qué hablas? —quiso darle conversación, mientras trataba de analizar como escapar. Él no era bueno planeando, pero podía intentarlo—. ¿Y Lydia? Ella también es Williams. Valerie también lo es.

La risa lo sobresaltó y también le dolió la actitud de su madre. Hunter tenía un sentimiento que lo agobiaba y trataba de reprimirlo. Estaba frente a la mujer que había amado toda su vida, una de las pocas que había idolatrado pero ella estaba riéndose de él. ¡De lo que pensaba! ¿Había algo más decepcionante que eso? No, estaba seguro que no. Le costaba pensar con normalidad debido a eso, tenía que ser más inteligente y tratar de reprimir sus sentimientos.

—Eres tan sentimental, Hunter. Tan ingenuo y débil, por eso jamás podrías manejar el club. Siempre creíste que lo manejabas, pero siempre he sido yo la que sostenía aún los negocios. Eres débil, como tu padre... no podrías mantener lo que yo cree.

—Ni siquiera quiero tenerlo —se atrevió a contratacar Hunter, indignado por sus palabras. A él le había costado manejar el club, sentía que era suyo y en ese momento se lo estaban quitando de las manos. No podía soportar tanta decepción junta—. Lo mantenía por ti, por los miembros. Lo quemaré por completo, nunca volverás a saber de ese antro que creaste.

Ella volvió a reírse y se dio cuenta que ella no consideraba que fuera a salir de aquel lugar. Hizo una seña hacia alguien en la oscuridad y un hombre se acercó con una bolsa en las manos. Hunter sabía que iba a suceder, iba a morir de la forma más vergonzante que alguien podía morir. Había visto a su madre hacerlo cuando él era joven y alguien los traicionaba. Antes de que la bolsa cubriera su rostro, comprendió en donde estaba. No era un lugar abandonado o una cárcel, sino que era una heladera. Estaba en un frigorífico. Iba a morir congelado.

Le iban a quitar todo, incluso la dignidad que había ganado.



****


A penas Valerie vio a Lydia, la abrazó con fuerza sabiendo que ninguna de las dos había esperado verse nuevamente. Estaba tan preocupada por su salud, que verla a ella y a Dante en pie alivió un dolor entre tantos. No quería perder gente, no quería perder a nadie más en su vida. Lydia tomó a su primo en sus brazos, sabiendo que tenía que protegerlo junto con Dante. Fue Alaska la que más sorprendió a Valerie, sobre todo cuando acarició el cabello del niño y recibió miradas de enojo por tal cosa.

—Es uno de los niños más bonitos que he visto en mi vida —susurró en español, sin poder evitarlo. Valerie sabía un poco debido a sus clases y pudo entender lo que estaba diciendo. Alaska demostraba una parte que ellos no conocían y se dio cuenta que había bajado las defensas, mostrando su verdadero ser. Era algo que jamás creyó ver en su vida, pero ahí estaba.

—¿Qué es lo que quieres, Alaska? —le preguntó Valerie, notando que estaba uniéndose en su equipo aunque nadie la había invitado—. ¿Quieres algo a cambio? ¿Dinero, el niño? ¿Qué?

Alaska resopló, negando con su cabeza y demostrándole a la rubia que lindo podía tener su cabello negro a pesar de vivir en Auburn. La notaba diferente, sin esa maldad que la caracterizaba o esa necesidad de poder que tanto deseaban en ese lugar. Valerie había nacido con todo y aun así, mucho tiempo se había sentido la persona más vacía del planeta. Alaska demostraba que lo quería todo y en ese momento se notaba que había algo que no podía tener. Felicidad.

—Estás a un paso de cambiar como persona —soltó Valerie, interrumpiendo lo que iba a decir Alaska. La chica frunció el ceño, sin comprender a lo que iba—. Si te quedas con nosotros... y nos ayudas, todo cambiará a partir de ahora. Tú cambiarás.

—Les he hecho mucho mal —admitió ella, humedeciendo sus labios antes de hablar y por un momento, parecía que eran solo ellas en ese lugar. El mismo deseo, la misma esperanza—. Vamos a terminar con esto. No más alianzas, no más dinero, no más poder. Solo lo más importante.

—La familia —terminó Luke, quien estaba en esa conversación como invitado pero también había tenido conflictos. Había traicionado a sus amigos por su hijo, había entregado a Valerie en las manos del enemigo y estaba seguro que iba a ser condenado de por vida. Pero ese día solo tenían una idea en la mente, salvar a la familia.

Comenzó a negarse al ver su destino y a moverse para tratar de escaparse de las cadenas que lo ataban a ese final. No iba a morir de ese modo y mucho menos en manos de su madre. Él no era un traidor, había seguido todas las enseñanzas de su madre y había llevado su apellido con honor. No había hecho otra cosa más que seguir los pasos de esa mujer y no iba a morir como si no hubiera hecho un sacrificio por el club. No se los iba a permitir.

Siguió forcejeando con desesperación, sabiendo que iba a ser imposible liberarse de esa sentencia pero intentándolo de todos modos. Su madre se reía divertida, observando al muchacho como si de un perro se tratase.

—Golpéalo —ordenó la mujer sin más, señalando con la barbilla a su hijo.

El puñetazo dejó a Hunter mareado, pero nunca detuvo su forcejeo. Peleaba con todas sus fuerzas para liberarse y por momentos creyó que iba a lograrlo. Los golpes aumentaron, trayendo la sangre a la escena y dejándolo más mareado que antes. El frío lo azotaba con más fuerza que sus enemigos, impidiéndole ver o pensar en algunas oportunidades. Nunca había sufrido un frío tan grande, nunca había vivido una situación como esa.

—La hija de Williams tiene al niño —informó una voz, que Hunter reconoció rápidamente como la de Sergei. El hombre entraba al galpón con el teléfono en la mano y alzó una ceja cuando vio que Hunter seguía vivo—. Dante también sigue vivo. No sabemos qué sucedió con Colton. ¿Qué quieres hacer?

La mujer hizo una mueca con los labios, demostrando que estaba pensando y Hunter no pudo acotar porque estaba recibiendo otro puñetazo. Le costaba pensar y por momentos no veía. Comenzó a dejarse caer y a sentir su cuerpo más pesado. Dante estaba vivo y el niño también, sabía que podían escaparse de esa situación. Lydia también estaba viva y esperaba que Valerie y Raven estuvieran bien. Si es que Raven estaba con ellos.

—Los quiero aquí, acabaré yo con ellos.

—¡No! —gritó Hunter con fuerza, levantándose nuevamente sin importarle la sangre que caía de su boca. Sentía la falta de un diente, pero tampoco le importaba en lo más mínimo. Iba a matar a esa mujer, no le importaba que se tratase de su madre—. ¡No vas a tocarlos! Eres una basura y voy a acabar contigo. Espera y verás.

—Acaba con él también —pidió finalmente ella mientras se daba la vuelta y se marchaba, dejando a Hunter solo con su atacante.

La llamó furioso, sabiendo que iba a buscar a su familia pero no pudo seguir haciendo aquello cuando algo pesado cayó en su cabeza y todo se puso negro.


***


A Valerie la escopeta de Alaska le parecía demasiado, pero tampoco se atrevía a contradecir sus gustos. Si quería volarle la cabeza a la gente, era su asunto. Valerie iba a cerrar los ojos cuando eso sucediera, no iba a vivir nuevamente el horror de ver las partes de una persona volar por los aires. Tragó saliva lentamente, sintiendo su estómago recordar ese momento asqueroso. Seguramente, esa noche iba a ser recordada por toda su vida y le iba a costar quitarle la idea de su cabeza. No se había detenido a pensar en todo lo que estaba sucediendo, simplemente actuaba. Estaba viviendo la vida de un Williams, actuando sin pensar ni un minuto.

Raven estaba detrás de ellos, preparada para la lucha. Era increíble que ella estuviera peleando en una guerra que no le correspondía, pero sin dudarlo. No era parte de los Williams, nunca lo había sido, había otras cosas que la unían a esa familia. Luke parecía no notar los sentimientos fieles que tenía Raven por él, aunque a Valerie le había costado notarlo la primera vez. Se notaba un amor profundo y fiel, como ningún otro. Tal vez Luke podía comenzar de vuelta con esa chica, aunque el recuerdo de su hermana estuviera muy presente.

Luke los había llevado a un galpón abandonado, que anteriormente había sido propiedad de los Williams y en ese momento le pertenecía a los Reeves. Parecía ser un frigorífico que ya no se usaba pero en algún momento había estado funcionando. Valerie jamás lo había visto en su vida, sin embargo, había mucho que no sabía de su padre y ya no se sorprendía. Lejos estaba la niña ingenua que no podía creer lo que su padre le ocultaba. Había crecido y había entendido que en las familias los secretos eran grandes. La suya tenía demasiados.

Entraron con las armas en sus manos, atentos a cualquier movimiento que pudieran detectar a pesar de estar en la completa oscuridad. Alaska sacó una linterna y la llevó junto a su escopeta. Valerie estaba aterrorizaba, aunque más temía encontrarse con Hunter en una situación que ella no pudiera soportar. Necesitaba verlo bien, que estuviera bien. Su corazón latía enloquecido y sus sentimientos estaban a punto de controlarla, aunque no iba a permitirlo. Tenía que estar calmada, tenía que impedir que sus emociones la dominaran. Era una Williams, podía pelear con ello. Podía.

—Atenta —le susurró Alaska cuando Valerie se pegó a sus pasos, siendo su sombra. La morocha era sigilosa y caminaba con experiencia, manejándose con total tranquilidad—. Quieta.

La chica se quedó de piedra cuando la linterna iluminó a su padre, quien levantó las manos horrorizado al ver tantas armas apuntándolo. A pesar de ver su rostro, nadie bajó su arma. Para todos, él también era el enemigo. Incluso para Valerie. Su padre buscó los ojos de su hija, desesperado por un aliado en ese campo de batalla.

—No, ni te atrevas —advirtió la rubia, dando un paso hacia delante apuntándole. La chica sabía poco y nada de armas, pero Hunter le había enseñado a defenderse. Se notaba la sorpresa en la mirada del gobernador de Auburn, pero trató de ocultar la expresión con rapidez—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué es lo que quieres?

—Alaska, no puedo creerlo —la acusó con rapidez al encontrarse con la mirada de la chica. Había sido siempre su aliada y en ese momento seguramente le dolía verla del lado contrario. Esa chica era realmente complicada, siempre parecía cambiar de bandos como si existiera una fina línea que dividiera aquello—. Eres una perra.

—Sí, pero no tuya —soltó ella con tranquilidad, incluso pudo ver como se encogió de hombros como quien no quiere la cosa.

La locura comenzó cuando soltó esas palabras y Valerie sintió que el mundo se detenía. Las luces se encendieron, demostrando un galpón lleno de miembros del club apuntando. Alaska gritó, dando una orden que Valerie no llegó a escuchar y el mundo comenzó a moverse más lento que antes. Todo ocurría en cámara lenta, como si cada paso fuera decisivo y de eso dependiera su vida. Raven tiró de su ropa y ambas cayeron al suelo para arrastrarse luego hacia la caja más cercana. Los disparos volaban a su alrededor y Valerie podía escucharlos cuando bailaban a su alrededor.

Iba a vomitar, si no se calmaba. Raven gritó su nombre, haciéndola reaccionar y trató de recuperar la compostura. Pero no entendía nada de lo que estaba sucediendo y temía por la vida de todos. Veía a Luke y Alaska a lo lejos, escondidos detrás de una caja como ellos. Las balas volaban y a veces golpeaban cerca de ellas.

—¡Tenemos que salir de aquí! —gritaba Raven, que estaba más cerca de Valerie que los demás. Luke y Alaska se estaban encargando de los atacantes asomándose por la caja y disparando. Se notaba que ambos habían estado en redadas como esas, pero para Valerie era nuevo y le atemorizaba muchísimo—. ¡Valerie! ¡Tienes que reaccionar! ¡Aquí gana el más despierto! Si dejas que la situación te gane, morirás.

Morirás.

Las palabras eran tan fuertes y tan decisivas que daban miedo. Podía morir, podía perder la vida y no ver a Hunter. La muerte la asustó al instante, como siempre hacía en cualquier ser humano. Perder la vida era algo que no había temido hasta el momento, cuando estaba tan cerca de ver el final de su vida. Tenía una sensación que no podía quitarse, un miedo que la estaba invadiendo y se preguntaba cuanto tiempo duraría aquel terror en ella.

Pero, aquel sentimiento cambió rápidamente cuando comprendió otra cosa. Raven la miró, como si comprendiera que estaba sucediendo en ese momento y Valerie asintió, dándole la razón. Esa noche morirían, iban a perder la vida y no volverían al club. Comprendió que pensar eso podía ser abrumante al principio, pero también comprendió que ya no había vuelta atrás. Si moría esa noche, iba a ser peleando. Sabiendo que no había un mañana, decidió darle todo en ese momento. Recordó a Luke y entendió como se manejaba. No tenía nada y por eso lo daba todo. Era lo peligroso de ese tipo de gente.

—Moriremos peleando —le respondió la rubia a Raven y esta sonrió.

Valerie se enderezó y levantó el arma que no sabía usar muy bien, pero iba a intentarlo. Siguió a Alaska, que no le importaba cargarse a hombres desconocidos con su escopeta y si bien asustaba a Valerie con cada disparo, se sentía segura a su lado. Se llenó de valor y decidió estar preparada para el momento. Junto a Raven, avanzaron un poco más dejando a los miembros del club detrás, buscando a Hunter en aquel galpón. Seguramente Luke estaba encargándose de aquello, ya que era mucho mejor que ellas. Sin previo aviso, Raven cayó al suelo al recibir un puñetazo y Alaska disparó al techo cuando también la golpearon. Valerie fue más rápida y esquivó el golpe de aquel hombre, sorprendiéndose al encontrarse con

—Seré yo quien logre el sueño de todos en el club —amenazó sin importarle nada en ese momento. Seguramente quería matarla, por eso estaba comentando ese tipo de cosas. Valerie sintió más odio, porque nunca se imaginó tal odio por parte de los miembros del club. Sabía que no era del todo bienvenida, pero tampoco odiada.

—No tendrás tanta suerte, traidor —comentó ella sin saber de dónde sacaba el valor para decir esas palabras.

El golpe llegó, pero Valerie se dejó caer al suelo para esquivarlo de una forma muy bruta. Hunter le había enseñado algunas cosas básicas de la defensa personal, clases que le dio junto a Lydia, pero había olvidado todo y en ese momento solo sobrevivía. Se lanzó sobre él y lo empujó con todas sus fuerzas, aunque ninguno de los dos se cayó. Simplemente se tambalearon y el arma de Valerie cayó al suelo ante aquel brusco movimiento.

Cody lo comprendió y quiso empujarla para robarle el arma, ya que al parecer no tenía y usaba los puños. La rubia se lanzó sobre el arma sin pensarlo, sabiendo que su vida dependía de eso y logró tomarla en sus manos. Sin pensarlo y buscando defenderse, se dio la vuelta y disparó.

Nunca creyó que quitarle la vida a alguien podía ser algo tan simple y rápido. Era como quitarle un dulce a un niño. Tenía el poder de acabar una vida, de apagar una luz, de sacar un suspiro y de arruinar familias. Valerie hizo todo eso al mismo tiempo cuando le disparó a Cody y se paralizó de miedo al notar que había hecho. El chico cayó al suelo, con los ojos abiertos por la sorpresa y la chica se vio reflejada en esos ojos claros. Era una asesina, se había vuelto un monstruo.


*****

Estaba cansada de esa lucha, sobre todo porque no pertenecía a ese mundo. Lo hacía para vengarse de sus enemigos y tratar de ganar nuevos aliados. Hunter estaba en una situación que aceptaría cualquier cosa si ella se lo pedía y Alaska necesitaba algo que nadie más que Hunter podía darle. Luke se encargó de cuidarles la espalda mientras ellas seguían a Raven, aunque no sabía muy bien adonde se dirigían. Se sobresaltó cuando escuchó un disparo y alzó las cejas al comprender que era Valerie la que había disparado.

La rubia estaba temblando como una niña, observando sorprendida el cuerpo de un soldado William. No estaba preparada para matar y se notaba el horror en su mirada. Se había caído al suelo, de rodillas, y la sangre del muerto estaba bañando sus rodillas.

Alaska la regañó y la ayudó a ponerse de pie a regañadientes, comprendiendo que llevar a Valerie a una situación como esa era una mala opción. La joven temblaba y se notaba que estaba al borde del vómito, pero Alaska no hizo nada. Cuando volvió a lloriquear, levantó su mano y una bofetada voló hacia su bonito rostro. El golpe fue fuerte pero eficaz, cuando Valerie levantó la mirada sorprendida pero en sus cabales, Alaska comprendió que no había fallado. La bofetada nunca fallaba, era latina, sabía de lo que hablaba.

—Deja de llorar y ve por el gruñón. No ganas nada llorando por tus enemigos —le respondió ella en español, mirando con algo de desconfianza a Raven. La otra chica sintió el rechazo de inmediato y les dio la espalda caminando con seguridad hacia un pasillo que nadie conocía.

Valerie se aferró a su arma y empezó a seguir a la morocha, obligando a Alaska a hacerlo mismo. Iba algo lento, a un paso normal cuando deberían estar corriendo. Aquello molestó a Raven, quien se acercó a Valerie para tomarla del brazo y obligarla a avanzar hacia lo desconocido. Pero algo sucedió en ese momento, algo que Alaska no vio venir.

La rubia se paró en seco, usando todas sus fuerzas para impedirle a Raven que siguiera tirando de ella. Alaska la insultó, llamándola niña mimada y tonta, pero Valerie era todo menos tonta. Observaba a Raven con desconfianza y cuando le dio un puñetazo, comprendió que Hunter tenía buen gusto en las mujeres.

—¿Adónde vamos? ¿Estás con ellos también? —quiso saber la rubia y Raven se llevó las manos al rostro, exactamente al lugar del golpe. Sollozó, entre angustiada y llena de culpa, pero a Valerie no le pareció importar cuando volvió a saltar sobre ella. Fue Alaska quien la atrapó, sabiendo que no iba a servir de nada una pelea como esa—. ¡Perra! ¡Él lo ha dado todo por ti! ¡Todo!

—¡No tenía otra opción! —sollozó Raven con lágrimas en los ojos. Se notaba que estaba sufriendo, que había estado atrapada en una trampa de la madre de Hunter y que no había tenido opción—. ¡Era unirme o lastimarían a Luke! ¡No entiendes lo que he vivido!

Valerie estaba fuera de sí, demostrando el amor que tenía por esa familia y se notaba que Hunter había elegido bien. Ella amaba a ese hombre y a esos rubios gruñones que cometían más errores que logros. Alaska volvió a detener a Valerie, porque la chica estaba a punto de dispararle a la morocha, sin importarle nada. Había odio en su mirada, uno que jamás creyó ver.

—¡Perra! ¡Voy a matarte!

—Lo siento, lo siento...

Entre los sollozos de Raven, Alaska escuchó los pasos de Luke y se sorprendió al encontrarse con un William completamente sorprendido por la traición. Él quería a esa chica, a pesar de todo lo que había hecho, la quería y en ese momento estaba engañándolo. Tensó la mandíbula, como si tratara de ocultar el dolor y se acercó a la joven con el rostro completamente inexpresivo. Había dolor y angustia en su mirada, la traición nunca era algo fácil de sobrepasar.

—Luke... perdón, perdón...

El joven levantó el arma y Raven sollozó nuevamente, dolida por todo lo que vivían. Pero él no la mató, sino que golpeó con la pistola, dejándola caer al suelo inconsciente. Por la mirada de Raven antes del golpe, ella sabía que ese iba a ser su destino. Soltó a Valerie y ella se abalanzó hacia Luke para empujarlo. Estaba fuera de sí, era la peor noche de su vida.

—¡Es tu culpa! ¡Siempre ha sido tu culpa todo esto! —gritaba enojada, empujándolo y golpeándolo aunque Luke no se movía. El rubio observaba a Raven sin ningún tipo de sentimiento, dolido y engañado. Como siempre. Alaska sintió algo de lastima por él, no conocía la honestidad, siempre era engañado.

Los Williams habían vivido una de las peores noches de su vida, en donde la traición había sido la protagonista desde comienzo del capítulo.


****


Ya no quería seguir en ese mundo, ya no quería pelear. Los odiaba, a todos los traidores. No quería ver a ninguno de los integrantes del club, no quería ver a Luke... no quería ni siquiera mirarse a un espejo después de todo lo que había hecho. Abandonó el lugar, dejando a Alaska y Luke gritando su nombre. Necesitaba encontrarlo sola, necesitaba salvar a Hunter sola. Era la única persona que lo quería, la única persona que lo amaba lo suficiente como para dar la vida por él.

¿Dónde estaría Hunter? Sabía que no estaba en el lugar que Raven la llevaba, seguramente estaba la madre del chico esperando por ella. No podía continuar por ese camino, tenía que pensar como un traidor. Pensar como una persona que solo quería hacer mal. Se apoyó en la pared a su lado y se sobresaltó por el frío.

Cuando estaba en un momento de pánico, su mente funcionaba con más rapidez y al comprender en donde estaba lo compendió todo. Esa gente era malvada, no tenía corazón y eran lo suficientemente crueles como para hacerle el peor de los daños a Hunter. Levantó la mirada y buscó el mapa más cercano, que se encontraba al final del pasillo. Alumbró con su teléfono y cuando encontró lo que estaba buscando, corrió sin importarle nada a su alrededor.

Sus pasos eran fuertes y sabía que cualquier persona podía escucharla, pero esas cosas no le importaban cuando sabía que podía estar perdiendo a Hunter en ese momento. Iba a salvarlo, iba a sacarlo de ese lugar y juntos iban a marcharse de Auburn para siempre. No había nada que los atara a esa asquerosa ciudad, tenía que mostrarle a Hunter que había vida en otro lugar. Podían ser felices en otra ciudad, en otra vida, en otro mundo.

Se detuvo cuando finalmente llegó a las heladeras y resbaló hasta golpearse con la pared. No pensó, abrió la puerta principal y el frío le dio la bienvenida al instante. Estaba helado y ella solamente llevaba la chaqueta de los Williams. Uso su teléfono para iluminar y al hacerlo se encontró con el cuerpo de Hunter. Congelado.

—¡Hunter! —gritó ella horrorizada, dejándose caer de rodillas para envolverlo con su cuerpo. Sabía que no iba a ayudarlo, que su calor corporal no iba a salvarlo pero no pudo evitarlo. Era suyo y nadie iba a sacárselo de vuelta—. Vamos, Hunter, tienes que reaccionar. Tenemos que irnos de aquí.

Estaba helado, pero podía sentir su corazón latiendo con debilidad. Sus labios estaba oscuros, seguramente morados, y el hielo había comenzado a aparecer en su rostro y cabello. Iba a perderlo, si no lo salvaba con rapidez. Se quitó la chaqueta con torpeza, a fin de cuentas le pertenecía a él, y lo envolvió para tratar de darle calor.

—Tenemos que irnos de aquí, tienes que ayudarme —susurraba ella tratando de levantarlo, pero Hunter era peso muerto y no podía ni siquiera moverlo. Comenzaba a sentir su cuerpo débil, como si el frío estuviera azotándola también y resbaló varias veces por sus débiles movimientos. Decidió arrastrarlo, de una manera torpe y sin mucha fuerza pero logró moverlo un poco más hasta que ella misma terminó en el suelo—. Hunter, por favor... tienes que ayudarme. No puedo sola, por favor.

Al estar en camiseta sin mangas, Valerie también empezó a sufrir el frío y las fuerzas fueron disminuyendo. Abrazó al chico tratando de impedir que ambos se congelaran, pero era imposible que eso sucediera. Al mismo tiempo pensó que, a pesar del horror, no era una manera tan fea de morir. Estaba muriendo junto al hombre que amaba, abrazada a él y tratando de salvarlo. Los ojos le pasaban y no quería decirle adiós a todo lo que podrían haber vivido con Hunter. Decidió imaginarlo en su mente, su vida, sus hijos, su futuro y pasó tan rápida frente a sus ojos que cuando se dio cuenta... se había ido.



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No me odien.

Falta un solo capitulo. Vamos a llorar todos juntos.

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