Dulce venganza •TERMINADA•

By Thyfhanhy

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❝Luciana está dispuesta a vengarse de Luka Greisnar por haber jugado con su mejor amiga; pero no cuenta con q... More

♡ Antes de leer ♡
Sinopsis + aviso
Capítulo 0
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
I •TOBIAS•
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
I •LUKA•
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 38
I •MIKE•
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
II •TOBIAS•
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
I •TOTÓ•
Capítulo 46
II •LUKA•
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
III•LUKA•
III •TOBIAS•
Agradecimientos

Capítulo 37

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By Thyfhanhy


Mandar. Todo. Al. Carajo.

Esa fue la frase que me repetí anoche hasta que el cansancio me venció y quedé dormida, nada de nada. Me alejaré definitivamente de Tobías, no solo con el fin de no enamorarme, si no con el de no verlo para así no pensar cosas que no son.

Me desperté hace como media hora, pero sigo metida bajo las cobijas sin mover un músculo; es domingo de flojera, los deberes del colegio los hago en la noche en una carrera. Holgazana pero responsable.

Siento como alguien trata de quitarme mis cobijas, me aferro más a ellas y gruño como un animal. Dejé la ventana cerrada así que no es el innombrable de mi vecino, además de que él no sería tan atrevido.

—Will, no molestes —resoplo sin girarme—. Apenas y son las diez.

—Pues si ya no me quieres, me iré por donde vine.

Abro los ojos de sopetón al escuchar esa voz que he extrañado tanto, me levanto de un brinco y me abalanzo a mi chico favorito.

—¡Mike! —Se tambalea con mi peso, pero logra estabilizarse cuando lo rodeo con mis piernas—. ¿Qué haces aquí?

—Pinky... me caigo —articula—. Estás más gorda, bájate.

Lo suelto y pongo mis pies en el suelo, endereza la espalda y sonríe.

—Mike, ¿por qué no me dijiste que venías?

—Así funcionan las sorpresas —dice pausadamente, como si se dirigiera a un niño. Ruedo los ojos—. Si te hubiera dicho, se habría arruinado.

Es irreal que esté acá. Me ha hecho tanta falta de todas las maneras posibles. Es la amiga cómplice y de muchos años de confianza que no tengo y que necesito justo ahora. Él lo sabe todo y por eso sé que puede entenderme.

Mike se acomoda a medias sobre mi cama y yo me recuesto a su lado como una niña pequeña, él me abraza y los sentimientos que viví anoche en soledad vuelven a mí y siento una mezcla de impotencia y tristeza.

—Me has hecho falta, Mike —murmuro sobre su camiseta.

—Lo sé, te dije que no encontrarías reemplazo para este pechito —dice con arrogancia. Pero no es momento de rebatir nada; es cierto.

—Tienes razón —afirmo—. Eres más que un amigo... Eres una amiga y Dios sabe que me ha hecho falta una.

—¿Y tu amiga Tato?

—Es Totó y ella es diferente... —A ella la verdad no quiero contarle esas cosas, porque las de Luka la involucran a ella de cierta manera y con Tobías... bueno, me da vergüenza—. Ella no es tú.

—Pues ya estoy aquí, Pinky —exclama—. Cuéntame tus penas.

Suspiro, inhalando el olor de mi amigo, ¿cómo comenzar? Definitivamente no en pijama y sin haberme duchado.

—Deja me arreglo y salimos a dar una vuelta —propongo—. Un helado para contar las penas como en los viejos tiempos.

Aunque antes era yo la oyente. Mike ha tenido un sin número de... diré "citas" que no resultan bien a pesar de que siempre va con su buena actitud, así que usualmente soy yo la que escucha cómo se pregunta por qué salen mal sus amores.

—Claro... —Calla y como si se le cruzara una idea, dice con detenimiento—: Oye, ya no tienes el pelo a lo Pinky. Ahora eres, ¿Ariel?

—¿Como el jabón?

—Como la sirena, pendeja.

—No me gusta ese pez —objeto—. ¿No hay otra?

—¿Mérida?

—¿Es otro pez?

—Es la valiente. —Resopla con impaciencia—. La que no quiere enamorarse, la rebelde, la que pelea por su propia mano para no depender de un matrimonio.

Sonrío al recordar quién es.

—Esa me gusta.

—Bien, Mérida, entonces apúrate. —Me da una patada en el trasero cuando me encamino a la ducha. Lo miro con recelo y se hace el desentendido.

Amo a este chico.

—Así que tuviste sexo en un arroyo. —Mike levanta las cejas y sonríe burlón—. Eso entra en la lista de los lugares más raros.

—¡Mike! —regaño—. ¿Fue lo único que escuchaste de todo lo que dije?

Le conté todo lo que hacía falta y el imbécil solo nota esa parte. Hombre tenía que ser. Estamos en el centro comercial, ya estamos acabando nuestro helado y vamos caminando por los pasillos.

—Sí, solo eso, lo demás es aburrido. —Calma su risa y bota su vasito desocupado en la basura—. Disculpa que te pregunte, Mer, pero ¿qué tiene de malo querer a tu vecino?

Suspiro y agacho la cabeza.

—Tú me conoces, Mike —murmuro y boto también mi vasito, me engancho a su brazo—, y si lo conocieras a él entenderías el por qué. Él merece más, Mike. Yo no...

—Deja de subestimarte, Mer. Él se fijó en ti siendo como eres, ¿por qué no lo aceptas?

—Porque estoy con Luka —respondo—. Debo acabar esto primero y a la vez, esto me hace mala persona. No le puedo pedir a mi vecino que me espere.

—Pero él se ofreció a esperarte.

—Sí, Mike, pero ¿no te parece injusto que él me espere mientras sabe que me acuesto con otro? —Calla por unos minutos.

—De acuerdo, eso no es justo —accede—. Así que ¿solo te alejarás? —Asiento—. Te haré otra pregunta.

—Está bien.

—¿Esto con Luka es exclusivamente por el plan? —murmura con cautela. Desvío la mirada y él frena el paso, se ubica frente a mí—. ¿O no?

¿No lo es? ¿Me está gustando más de lo que pienso? ¿Por eso me niego a Tobías? ¿Por qué quiero estar con Luka?

—No lo sé, Mike —confieso—. Es complicado.

—No lo es —objeta—. O te gusta o no te gusta.

—Me gusta estar con él —susurro—No sé por qué, pero siento empatía con él.

—Sí sabes por qué —afirma—. Lucy, él y tú son iguales. —Voy a objetar, pero me interrumpe—. ¿Por qué te gusta Tobías? Por la misma razón que Luka se fijó en ti cuando estabas con tu ropa rara y eso: porque es una persona tímida y en un comienzo te rechazó, ¿no fue eso lo mismo que hiciste con Luka? ¿ser o actuar tímida y luego rechazarlo?

—Ve al punto. —Arrugo la frente, contrariada por el sentido que tiene eso.

—La diferencia es que él sí es así. Tú solo finges —continúa— y juegas con Luka, pero no puedes evitar querer al vecino y él no juega contigo.

—Aún no dices nada nuevo.

—Mer, ¿cada cuánto te gusta un chico? —Vuelve a colocarse a mi lado y empieza a andar—. Exacto, nunca. Pero te cierras a eso y prefieres estar con Luka porque sabes que él también se cierra al amor. En el fondo, sabes que es posible que él no se enamore porque es igual a ti, pero ese acuerdo de tener buen sexo sin compromiso de forma indefinida se te hace más atractivo que abrir el corazón y dejar entrar a un chico que lo merece.

Sus palabras caen como balde de agua fría porque son el eco de mi propio razonamiento que he querido acallar, él es como la voz de la razón y siempre que habla dice lo que es, dice la verdad. Y sí, francamente pienso que Luka no se va a enamorar, porque sé que un mujeriego no cambia y lo que más temo en el fondo de todo esto, es que yo tampoco tenga esa capacidad de cambio para poder recibir a Tobías.

—Tengo miedo, Mike —confieso, luego de unos minutos—. No quiero enamorarme y estrellarme de nuevo... O que Tobías se enamore y se estrelle conmigo.

—Esa siempre es una posibilidad, Mer —dice—. Sea con quien sea, esa siempre será una posibilidad porque no puedes controlar el amor, pero debes arriesgarte.

—¿Y si...?

—¿Y si te estrellas qué? —interrumpe—. Debes lanzarte al vacío, Mer. Si resulta que puedes volar, será genial y te preguntarás por qué no lo habías hecho antes.

—Ya lo hice una vez y no funcionó... ¿Y si no vuelo esta vez tampoco?

—Caerás, dolerá, sufrirás, pero el tiempo lo sanará y no estarás con la duda de qué pasará si saltas.

—¿Entonces por qué no he superado el salto anterior?

—Porque no has dejado que nadie te ayude a sanar.

Esa idea tan absurda tiene tanto de verdad que me inquieta. ¿Qué hacer? ¿Cómo decidir cuando el temor no lo permite? Mi sentido común me dice que me arriesgue, que mande todo al carajo y corra a los brazos de Tobías, pero mi corazón no quiere, se niega rotundamente a arriesgarse, es mejor quedar con la duda que salir herido.

Seguimos caminando en silencio y entonces a lo lejos veo a Luka con unos amigos. Mierda.

—¡Maldición! —farfullo. No quería verlo hoy.

—¿Qué? —Mike mira en todas direcciones.

—Ese rubio que está allí —susurro—, ese es Luka. No quiero encontrármelo hoy.

—¿Ya eres su novia? —pregunta.

—No.

—¿Quieres ver arder al mundo? —dice con una sonrisa ladeada. Sonrío.

—Siempre.

—¿Quieres acelerar las cosas con Luka? —asiento— Bien, activa la alerta azul.

Me río al comprender. Alerta azul es lo que usamos cuando queremos sacarnos a alguien de encima. En una fiesta o en la calle o donde sea, si él quiere librarse de una chica o yo de un chico, decimos ser novios. Funciona mejor que el cuento de la lesbiana.

—De acuerdo —mi humor se recompone de inmediato y sonrío ampliamente.

Pasa su brazo por mis hombros y yo por su cintura, caminamos casualmente hacia donde está Luka. Que parezca que no lo hemos visto.

Giramos ambos la cara al centro, quedando muy cerca y riéndonos de nada como dos enamorados. Sabiendo que estamos a menos de cinco metros de Luka, nos detenemos, me paro frente a él y juntamos la nariz, ambos sonrientes, ambos flechados. Entonces seguimos caminando y al levantar la vista, oh sorpresa, allí está Luka.

—Hola, Luka. —Me alejo de Mike y le doy un beso en la mejilla.

—Hola, Lucy. —Trata de disimular su gesto serio, pero no lo logra. No te rías.

Vuelvo junto a Mike y lo abrazo de nuevo.

—Él es Mike, un amigo. —Lo señalo y el aludido extiende su mano. El rubio la toma—. Mike, él es Luka, un amigo del colegio.

—Es un gusto —repone un sonriente Mike—, siempre me encanta conocer a los amigos de mi Lucy.

—Sí, a mí igual —espeta Luka. Sus amigos pasaron de largo—. ¿Qué hacen aquí?

—Bueno —empieza Mike antes de que yo hable porque él sabe que si abro la boca me reiré y dañaré todo—, vine a visitar a Lucy. Ya sabes, por San Valentín.

Luka sonríe con suficiencia.

—Claro, ayer estuvimos juntos celebrando —presume.

—¿Eres el chico del teatro? —dice sorprendido—. Eso fue muy romántico, amigo. Felicidades, esta linda chica merece todo. —Se acerca y me besa la mejilla.

—Sí, lo merece —murmura el rubio y se dirige a mí—. ¿Te puedo decir algo?

—Sí —exclamo, giro hacia Mike que me tiene abrazada—. Mike, ¿me esperas en la pizzería? Ya sabes lo que me gusta. —Le guiño un ojo y él asiente. Se aleja.

—¿Quién es él? —reclama. Volvemos al juego.

—¿No escuchaste su nombre? —inquiero con dulzura, bato las manos restando importancia—. Oh, bueno, es Mike.

—Escuché su nombre —sisea—, digo que ¿qué haces con él?

—Vino a visitarme por San Valentín. —Entrecierro los ojos con expresión confundida—. ¿Escuchaste algo de lo que dijo? Porque si no, eso es muy grosero. —Luka resopla.

—Pensé que estabas conmigo —recrimina.

—Bueno, hoy estás con tus amigos, no te entiendo, Luka. —Veo como se le abren mucho las fosas nasales con impaciencia. No me inmuto ni quito mi sonrisa.

—¿Sales con él?

—No, es mi amigo. —Relaja un poco es gesto, pero agrego—: Como tú, tengo varios amigos, Luka. —Frunce el ceño—. Me ofende que te sorprenda, ¿crees que solo tú me diriges la palabra? No es así.

—No quise decir eso, Lucy. Solo creí que nosotros... no sé... —Abro los ojos mucho como si acabara de darme cuenta de algo. Él calla.

—¿Estás celoso? —Sonrío y él se sonroja.

—No.

Hecho #956 de los hombres: No aceptarán los celos a la primera, porque eso demuestra debilidad sentimental y se sienten en una posición más vulnerable que la chica. Eso les incomoda.

—Sí lo estás —canturreo—. Estás celoso.

—No es así.

Luka exhibe unos hoyuelos al hacer pucheros como niño pequeño que niega haber hecho una travesura.

—Como sea. —Me río indiferente y concluyo—: somos amigos Luka, por lo tanto, no somos exclusivos. Pensé que un chico como tú tendría eso claro.

—Sí lo tengo claro. —Infla el pecho con arrogancia—. De hecho, hoy tengo una cita.

El tono de clara mentira en momento de desesperación solo logra subirme un par de puntos en el orgullo. Es tan sencillo manipular a un adolescente.

—Eso es genial. —Sonrío ampliamente—. Ahora debo irme, Mike me espera.

Me acerco a darle un beso en la mejilla, pero voltea su cara y me lo da en los labios. No voy a enojarme por eso, porque eso es lo que busca: que me enoje por un beso con Mike cerca. Trata de poner celoso a Mike, Roberta. Que idiota.

—Luka —llamo antes de irme. Lo beso esta vez con más precisión, estampando bien mis labios en los suyos. Paso mi dedo por la línea de su mandíbula y luego me acerco a su oído—. Debes limpiar el labial de tu boca para que tu cita no se moleste.

Escucho el rechinar de sus dientes y luego pasa su índice por los labios. Pinky: 1 - Halcón: 0

—Nos vemos mañana en clase —exclamo y me alejo.

Ahora que Mike está acá, empieza el juego de nuevo.


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