Dulce venganza •TERMINADA•

By Thyfhanhy

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❝Luciana está dispuesta a vengarse de Luka Greisnar por haber jugado con su mejor amiga; pero no cuenta con q... More

♡ Antes de leer ♡
Sinopsis + aviso
Capítulo 0
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
I •TOBIAS•
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 32
Capítulo 33
I •LUKA•
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
I •MIKE•
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
II •TOBIAS•
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
I •TOTÓ•
Capítulo 46
II •LUKA•
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
III•LUKA•
III •TOBIAS•
Agradecimientos

Capítulo 31

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By Thyfhanhy


Los mejores momentos que se viven son aquellos que no tienen espectadores, aquellos que se guardan en el lago profundo de la memoria de la mente y del corazón, y este día definitivamente será guardado como uno de los mejores.

No puedo decir que no me gusta estar con Luka, estoy descubriendo facetas de él que no sabía que tenía, dándome a conocer el verdadero él. Además de que la pasamos muy, pero que muy bien.

—Sabes, empiezo a creer que hay más de ti de lo que la gente conoce —murmuro.

Antes de que mi cuerpo quedara como uva pasa por la exposición al agua, le dije a Luka que saliéramos. En una sección de este magnífico lugar, junto a un gran árbol, hay una cama de césped contrastando con las rocas que rodean el agua. Me ofrece su brazo para que me recueste en él y no dudo en hacerlo, me puse su camisa seca mientras mi ropa mojada se seca al sol. Mi cabello empieza a secarse también, dejando ver los crespos naturales que mi madre me heredó.

—Te lo dije —responde—. A veces es mejor esconder quien se es. Así, si nadie te conoce, nadie puede herirte.

La verdad que hay tras esas palabras y el significado tan acertado que tienen en mi vida en específico me hacen pensar que tal vez Luka y yo estamos del mismo lado de la vida, en la misma cara de la moneda. Es probable que esa sea la razón por la que congenio tanto con él; este Luka me está gustando, no lo suficiente como para echar el plan al carajo, pero sí para disfrutar con más sinceridad de su compañía.

—¿Por qué temes que te hieran? —susurro—. Es decir, ¿lo han hecho?

Guarda silencio, siento cómo su pecho sube y baja pausadamente en un suspiro. Puede que sea imprudente preguntar eso, aún no es momento de que me cuente sus penas. Por ahora solo somos dos adolescentes que nos estamos conociendo.

—Algo así...

—No tienes que decirme nada —me apronto a decir—. Mejor dime, ¿de verdad no has traído a nadie acá?

—Te lo juro —afirma—. Contigo es diferente, Lucy..., es como si a tu lado pudiera ser yo mismo y no la versión que todos tienen de mí.

No puedo evitar sentir una pequeña, minúscula y fugaz punzada de culpa. Pero, no, ya se fue.

—El primer día fuiste un patán conmigo —le recuerdo. Ríe.

—Sí, perdón por eso —exclama—. Pensé que serías otra chica más, otra nueva...

—¿De las tantas que se enamoran de ti y tú de ellas?

—Suena mal si lo pones así.

—Es decir que sí. —No responde. Por su suspiro asumo que por vergüenza de admitir algo que todos sabemos. No presiono y pregunto—: ¿Y qué cambió?

—Tú lo cambiaste —confiesa y no alcanzo a reprimir la sonrisa. Me incorporo un poco, apoyo mis brazos en su pecho desnudo y lo miro a los ojos, él continúa—. Eres directa, eres honesta y me sorprendes cada día con algo diferente...

Honesta, quedé.

Debería estar mal que esas palabras me gusten, porque sí que me gustan. Me hacen sentir muy bien. El cariño que han profesado hacia mí mis antiguos amores ha sido nulo, más que nada porque así lo he querido yo, pero me hace muy feliz escucharlo y saber que es sincero. Sé que lo es porque su tono de voz me lo dice, no me está mintiendo.

¡Dios! Si este chico no fuera tan picaflor y siempre se comportara así —con una sola chica— sería el novio perfecto. Tan detallista y cariñoso, además de que es bueno en todo, físicamente hablando.

La tranquilidad que se respira en este rincón del mundo es inmensa, como dijo Luka: los problemas se alivianan estando acá, solo importa la brisa y el sol, del cual las grandes ramas del árbol sobre nosotros nos protegen.

Hemos estado acá bastante tiempo, calculo que unas tres o cuatro horas. El sol no se ha ocultado, pero, aun así, a mi cuerpo no se le olvida que solo desayunamos hoy. Mi estómago suena avisando que es hora de comer, el de Luka lo hace también.

—Creo que es hora de irnos —susurra. Me agarro más a su cintura.

—No quiero. —Hago un puchero. Realmente no me quiero ir, acá es la comodidad viva.

—Tampoco yo, pero tengo hambre —objeta—. Y un hombre con hambre no es bueno.

—No me conoces a mí con hambre —exclamo y me levanto. Nos vestimos y caminamos por donde llegamos para encontrar la moto.

La vemos y me dirijo a ella, pero antes de llegar Luka me hala suavemente el brazo, retrocedo hacia él. Me sonríe y me aprieta contra él antes de besarme de nuevo. Mi cuerpo no tarda en reaccionar a la vez que sus manos viajan a mis caderas; la experiencia que el chico debe tener es proporcional a lo bien que lo hace. Se agacha para llegar a mi cuello, esas cosquillas son lo mejor, pero de verdad debemos irnos, creo que no tarda en anochecer y no quiero problemas.

—Luka... —Cierro los ojos en un jadeo.

—¿Mmmm?

—Vámonos. —La fuerza en mi voz es nula, pero él se aleja.

—Me gustas demasiado, Lucy —susurra sonriente.

—También me gusta estar contigo —respondo despreocupadamente. Me engancho a su cuello—. Gracias por... hoy, este lugar es muy bonito.

—Lo mereces. —Se aleja y se coloca el casco, ofreciéndome el otro—. Cuando quieras volvemos.

Nuestra ropa está mínimamente húmeda, pero hace que el frío de la tarde cale hondo, sin embargo, el cuerpo de Luka desprende el calor que evita que me congele. Me lleva hasta mi casa y se detiene, trato de hacer una trenza en mi cabello para tapar el mal estado de éste, pero lo doy por perdido, se baja de la moto y me acompaña hasta la puerta.

Antes de entrar lo beso de nuevo, es delicioso besarlo, y Dios sabe que he besado a muchos, pero Luka es tan... salvaje a la par que delicado. Es único.

—Debo entrar —musito sin abrir los ojos. Le doy un pico y me separo.

Lo veo alejarse a la moto y ponerse el casco. Hasta que no lo pierdo de vista no giro hacia mi puerta, al hacerlo veo en la casa de al lado en la puerta a Tobías, que me mira. Actúa normal, Lucy.

Lo saludo con la mano y él me devuelve el saludo, está sonriente, así que asumo que nuestra relación quedó clara y así lo tomará. Eso me alegra.

¿Entonces por qué me siento culpable?

Quizás porque tienes corazón y sabes que estás jodiendo a dos personas al tiempo.

Naaah, debe ser porqueevadí clases.

Las imágenes y los momentos con Luka en el arroyo llegan a mí cada vez que cierro los ojos y me hacen sonreír. Hay tanto qué conocer de él, creo que lo que la gente sabe de él no es sino la punta del iceberg que esconde. Y planeo conocerlo totalmente.

Prefiero no contarle a Totó de mi escapada de ayer con el rubio, no quiero darle detalles que de seguro me pediría si le cuento. No, mejor me guardo eso para mí y finjo que nada pasó. Sólo con ella, porque con Luka estamos en plan enamorados al tener ambos los recuerdos de ayer.

Francamente, pensé que después de haber estado con él, me botaría como hace con todas las chicas; bien estuve pensando anoche que todo lo que dijo podría ser una gran mentira, pero no.

Hoy nada más bajarme del bus me estaba esperando, y me ha tenido todo el rato tomada de la mano y dándome besos en las mejillas, en las manos, ha sido muy cariñoso.

Normalmente me parecería lo más fastidioso y empalagoso esa cercanía tan constante con alguien, pero después de lo de ayer, me siento cómoda.

Hoy —como siempre— la cafetería está llena, pero una de las ventajas de que Luka sea tan popular es que la gente lo ve y le desocupan una mesa para que su majestad esté cómodo. No mentiré, eso es genial, estamos con dos de sus amigos, cuyos nombres ya olvidé, pero nosotros dos estando en nuestra burbuja.

—¿Qué te compro, Lucy? —pregunta.

—Unas galletas y un jugo están bien. —Busco en mi mochila para darle el dinero, pero con un beso me interrumpe.

—Yo invito. —Se aleja, dejándome con una sonrisa de pendeja mirando sus movimientos. Uno de los chicos que están en la mesa habla.

—Luka de verdad te quiere —confiesa, el chico es moreno, de cabello negro y corto, no es tan apuesto como Luka, pero no es feo tampoco. Agacho la cabeza—. Hace mucho no lo veía así.

—¿Ah, sí?

—Nunca deja que una chica se siente con nosotros —apostilla el otro. Es de cabello castaño y de corte militar. Sus ojos verdes son su mayor atractivo.

—Oh —musito.

No sé si esperan una confesión de mi parte, pero no pienso darla, no siento nada por el chico más que atracción y deseo.

—No lo veía tan enganchado desde su última novia —agrega el pelinegro.

—Eso fue, ¿qué? ¿Hace dos semanas con la rubia? —exclamo con una risa. Los chicos ríen, pero niegan con la cabeza.

—Kathe solo fue un enganche más —dice el de los ojos bonitos—. Como todas. Solo ha tenido una novia, hace un par de años y le fue mal, él...

A pesar de que estoy repentinamente interesada en la conversación, mi celular, que yace en la mesa, suena, callando lo que los chicos iban a decir. Sonrío con disculpa.

—Lo siento —tomo el celular y lo desbloqueo. Es un mensaje de Totó.

Pinky, no tomes del jugo que Luka te lleva. Él no lo notó por pendejo, pero la rubia le puso algo.

No cambio mi expresión al leerlo, aunque me enoja mucho lo que dice. Doy una rápida mirada alrededor, y encuentro a la rubia alejándose de la caja con su bandeja de comida y a la Barbie en una mesa en la esquina con varias chicas más, riendo. No miran hacia acá. En eso llega Luka con la bandeja. Efectivamente trae dos jugos en vasos de plástico. Se sienta y me ofrece las galletas.

Esas idiotas no se van a burlar de mí.

—Cariño —exclamo. Sonríe por el apelativo. Hombres—. Este sabor no me gusta, ¿puedes comprarme uno en botella? Por favor.

—Claro, linda. —Sonríe como lelo y vuelve a la caja, me dirijo a los chicos.

—¿Y qué tanto se hablan con Kathe?

—Muy bien —dice el de ojos verdes—. Somos compañeros desde niños. Supe que tuviste un problema con ella. —Suspiro con tristeza.

—Sí, fue un malentendido —musito—. A veces no controlo mi genio... Como sea, quiero reivindicarme. No soy de tener enemigos y me siento mal porque a ella no le agrado. ¿Podrías hacerme un favor? —Me dirijo al pelinegro.

—Claro.

—Llévale este jugo como gesto de paz. —Le doy el vaso—. Pero no le digas que es de mi parte hasta que se lo tome, porque si lo haces, no lo recibe. Y Luka ya lo compró, así no desperdiciamos.

—Es muy amable, Lucy —aprueba el otro chico y el pelinegro se levanta con el vaso en la mano.

Veo cómo llega hasta ella y se saludan amablemente, le ofrece la bebida y ella muy sonriente se la toma. Llega Luka y me da mi botella.

—¿Y Gabriel?

Así se llama entonces el moreno.

—Le pedí que le diera a Kathe el jugo que me trajiste —explico, despreocupada—. No lo quería desperdiciar y es como una disculpa por el inconveniente de hace unos días.

—Eres tan dulce.

Hecho #658 de los hombres: No son complicados, ni para actuar ni para pensar. Puede que sepan que eres malvada, pero les pones una sonrisa tierna y una voz acaramelada y ya creen que eres una santa. En pocas palabras, son fáciles de manipular... Al menos los adolescentes.

Cuando la rubia acaba el jugo, Gabriel le susurra algo con una sonrisa y ella voltea en mi dirección.

Levanto mi botella sutilmente hacia ella y le dedico un gesto de gentileza. Se pone súper colorada y arruga la frente casi de manera sobrenatural, abriendo tanto sus ojos que parece que se va a ahogar.

Gabriel vuelve a la mesa y se sienta, indiferente a lo que pasa. Luka no pregunta más y empiezo a comer mi galleta. De repente sentimos que todos están mirando hacia la mesa de la rubia y por inercia, giramos nuestras cabezas hacia ella. Kathe está con el rostro verde y con intención de salir a correr, pero antes de intentarlo, una arcada la azota haciendo que vomite lo del desayuno y el almuerzo en frente de todos.

Varios sacan sus celulares entre risas grabando el especial momento, Luka a mi lado pone cara de asco, al igual que la mayoría. Cuando calma su devolución, se acerca a grandes zancadas a mi mesa.

—¡Eres una perra! —grita.

—¿Yo que hice? —Bato las pestañas con inocencia.

—¡Me diste el puto jugo!

—Yo solo te lo mandé porque no me gusta el sabor —exclamo con nerviosismo—. Pregúntale a Gabriel, yo no hice nada malo. Luka me lo compró, eso también lo vieron todos. Sólo quería ser amable, Kathe.

—¡Sabes que le puse ese líquido para que esto te pas...! —Se calla de golpe al ver lo que dijo. Esto es divertido.

—¿Le echaste algo a mi jugo? —Arrugo la frente y pulo la mejor expresión de dolor emocional—. Solo quería ser tu amiga, quería disculparme​ por lo de la otra vez, yo... —Un suave sollozo que se confunde con un nudo en la garganta concluye mi actuación, entonces recibo apoyo.

—Es cierto, Kathe —secunda el de ojos verdes—. El jugo lo trajo Luka y ella te lo envió de buena manera.

—¿Por qué hiciste eso? —pregunta Gabriel.

La rubia aprieta la mandíbula con ira y con el brillo de la humillación en sus ojos. Luka me pasa un brazo por los hombros y con su otra mano acaricia mi cabello a modo de consuelo.

—No importa. —Me incorporo y sorbo mi nariz—. Hay gente que simplemente no puede ser amable.

Me levanto de la silla con Luka a mi lado y me dispongo a irme. Pasamos junto a la enferma y en un segundo, mis ojos caen a los suyos y le guiño uno, para luego volver a agachar la cabeza bajo el brazo de Luka.

La que ríe de último, ríe mejor.



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