Dulce venganza •TERMINADA•

Bởi Thyfhanhy

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❝Luciana está dispuesta a vengarse de Luka Greisnar por haber jugado con su mejor amiga; pero no cuenta con q... Xem Thêm

♡ Antes de leer ♡
Sinopsis + aviso
Capítulo 0
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
I •TOBIAS•
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
I •LUKA•
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
I •MIKE•
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
II •TOBIAS•
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
I •TOTÓ•
Capítulo 46
II •LUKA•
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
III•LUKA•
III •TOBIAS•
Agradecimientos

Capítulo 19

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Bởi Thyfhanhy

Algo —Esmeralda— me dice que estoy bajando los muros con Tobías y eso es algo que no puede pasar; uno, porque estoy saliendo con Luka y dos... solo porque no y punto.

Deambulo por un pasillo tratando de dar con el baño que me indicó una señora cuando le pregunté y finalmente lo hallo. La casa es muy bonita y grande, bien podría perderme. Antes de salir del servicio, me miro en el espejo y sonrío al ver mi cabello atado de manera torpe. ¿Qué chico hace eso? Me arreglo un poco el desastre rojo y salgo a buscar la fiesta de nuevo.

Estando en la puerta que da al patio trasero una mano se posa en mi hombro, giro para mirar al autor del contacto y me encuentro con un chico de muy buen aspecto, atractivo. Algo me dice que ya lo vi antes, pero mi cerebro no lo ubica; soy mala con los rostros, ese siempre ha sido mi defecto. Sin embargo, el reconocimiento se dibuja en su rostro y como buena chica olvidadiza, sonrío con familiaridad mientras Roberta busca en los archivos su nombre. ¡Vamos! ¿Dónde lo vimos?

—Luciana —saluda con entusiasmo y me da un beso en la mejilla. Rápido, ¿quién es?—. ¿Qué haces acá? No esperaba encontrarte.

Sonríe y disimula, Luciana.

Asiento sin quitar la sonrisa y respondo despreocupadamente.

—Vine a la boda. —Suena más a pregunta—. ¿Cómo estás...? —Dios, esto es incómodo.

—Bien, gracias —exclama sonriente—. La novia es familiar de una bisabuela o algo así, no la conozco, pero mamá me obligó a venir.

El chico guapo me sonríe y sigo sin saber quién es. Entonces parece que mi expresión le confiesa mi desentendimiento.

—No sabes quién soy, ¿verdad? —No lo dice a modo de reproche, pero hago una mueca de disculpa y me encojo de hombros—. Ayer. En el parque, te tomaste una foto conmigo.

—¡Zac! —Casi grito, él se ríe—. Lo lamento, soy mala con los rostros.

—Descuida —responde—. Tanya no me dijo de qué iba lo de ayer, solo me dijo que debía coquetear y no dije que sí hasta que te vi... Creo que a ese chico casi le sale humo de la nariz por la ira. —Reímos al recordar.

—Es cierto, gracias. En realidad, ayudaste mucho.

—¿Puedo preguntar?

—Mejor no. —Desvío la mirada hacia donde está la mesa en la que me senté con Tobías y hay una chica de cabello negro azulado de espaldas. Tiene sus piernas cruzadas y juega con un mechón de su cabello. Tobías está claramente incómodo y asumo que es la loca por la cual me trajo—. Debo irme, adiós.

Sin quitar la vista de la mesa ni esperar respuesta camino hacia allí, Tobías al verme suspira sutilmente y antes de llegar, me detengo a un palmo de la espalda de la chica a escuchar lo que dice.

—Podríamos ir a algún lado en la tarde —propone.

Ya te dije que tengo novia, Mary —aclara Tobías y me mira pidiendo ayuda. Le hago un gesto de que espere, quiero saber qué más dice.

—¿La pelirroja? —cuestiona la flacucha—. Sé que no es nada tuyo, eres malo mintiendo, Tobías. Sé que te gusto.

¿Cómo es posible que haya chicas sin dignidad? Es decir, es normal ser rechazado, pero una vez. La primera es ensayo y error, eres valiente y sabes que lo intentaste, pero la segunda y las demás son elección por estupidez.

—Es mi novia —afirma—, no quiero ser grosero, Mary. —Suspira con cansancio—. Me agradas, pero en serio quiero a Lucy.

Sé que es actuación, pero esas dos palabras homicidas causan una chispa en mí, obligándome a sonreír. Él lo nota y se sonroja, supongo que se le salió sin querer también. Entonces la pioja habla de nuevo:

—No te creo nada. —Lo dice con total seguridad y con voz que pretende ser coqueta.

Quizás piensa que así se coquetea, Roberta.

Pues no le funciona, qué resbaladiza.

Momento de intervenir y cobrar el hecho de que no me hubiera contado los planes desde el principio. Dos pájaros de un tiro.

Rodeo la silla en donde está el trasero de la chica y llego a donde está sentado Tobías. Sin mirarla siquiera me inclino hacia él y paso mis manos a su cuello, mi trasero queda paralelo a la tal Mary. Le sonrío de lado a Tobías un segundo antes de besarlo. Lo toma tan despistado que sus manos no se mueven y tarda más de lo protocolario en responder el beso.

Giro mi cuerpo un poco y me siento como una dama en su regazo sin despegar nuestros labios, finalmente sube sus manos y rodea mi cintura, entrelazando ambas a mi costado. Acaricio su cabello —que por cierto es muy suave— y él endereza su espalda.

Llega un momento en que el beso deja de ser tan suave y Tobías aferra más su agarre. Ese apretón, esas manos, por Dios, son adictivas. Una de mis manos va a su mejilla acercándolo más a mí, como si eso fuera posible. Me olvido de todo y de todos, del lugar, la gente, la ocasión y solo deseo estar en cualquier lado en donde no deba guardar modales y hacerle de todo.

¡La actuación, Luciana! Deja de pensar en esas cosas, ¡solo están actuando!

Esmeralda tiene razón y a regañadientes me alejo de él, sin abrir los ojos aún y respirando con dificultad. Pasan un par de segundos y entonces los abro encontrando a un Tobías sonrojado y con sus pupilas, normalmente grises, totalmente negras. Saco mis dotes de actuación y giro hacia la silla de al lado, donde está la resbaladiza que está roja como un tomate y con los dientes apretados.

Sonrío inocentemente. Los brazos de Tobías aún me rodean y los míos siguen es su cuello.

—Oh, hola. —Acomodo un poco mi cola de caballo y extiendo mi mano—. Debes ser una prima de Tobías, soy Lucy, su novia.

La chica estrecha mi mano y noto que le suda, pone una sonrisa falsa y entonces habla:

—No soy una prima —espeta—. Soy una amiga, soy Mary.

—Pues es un gusto, linda. —Suelto su mano—. Siempre me encanta conocer a los amigos de mi amor. —Con el índice y el pulgar, aprieto suavemente la mejilla de Tobías para luego darle un fugaz pico en los labios.

—Debo irme —exclama—. Adiós, chicos. —Pule la sonrisa más fingida que he visto en mi vida y se va.

Una vez se pierde de nuestra vista, suelto una risa que lo contagia a él.

—Gracias —susurra.

Noto que sigo sobre él y que nuestro agarre no ha disminuido. Mi expresión vuelve a ser seria y si bien hay una parte que me dice que me levante y volvamos a la no-actuación, otra parte no quiere soltarlo, o bueno sí quiere, pero para llevarlo a otro lado.

Un carraspeo ajeno me hace reaccionar y girar para encontrar a Zac mirándonos y acomodándose en la silla que Mary dejó hace un momento.

—No me dijiste que tenías novia, Tobías —habla Zac—. Y menos que era Luciana.

¡Él estaba conmigo ayer y con Luka! ¡Y conoce a Tobías! Por eso es que no se debe mentir, Roberta. Muerdo mi mejilla pensando en qué va a pasar. Alguna de las cosas saldrá a la luz y, o Tobías queda como mentiroso o yo como una zorra.

—¿Se conocen? —pregunta inocentemente mi novio pasajero.

Miro a Zac con los ojos ligeramente más abiertos de lo normal pidiendo sin palabras que no diga nada. Él nos mira divertido y aprieta los labios.

—No realmente —contesta—. Estaba buscando el baño y le indiqué el camino.

¡Gracias, sexy Zac! No es como que tenga que dar explicaciones a Tobías de nada, pero no quiero que pase un mal momento si le dicen que vieron a su novia con otro chico en una cita romántica, ya es suficiente con lo que se sonroja normalmente. Ya le contaré del plan con Luka, después de todo, él no afecta el plan y creo que será un buen amigo. Pero por ahora es mejor dejar el tema así.

—Sí, bueno —acoto con un poco de incomodidad—. ¿De dónde se conocen?

—Ambos vamos a Midwest —responde Tobías—. Él va en tercero porque perdió el año pasado, si no, iría conmigo en último año.

—Sí, y me lo recuerdas a diario. —Ríe Zac—. En fin, debo estar con mi familia, fue un placer, Luciana. Quizás sigamos hablando.

—Claro —murmuro.

—Nos vemos, Tobías.

Se aleja de la mesa y me permito soltar el aire que inconscientemente había retenido.

—¿Nos vamos, novio? —pregunto riendo.

—Sí, creo que es suficiente por un día.

Después de alejarnos lo suficiente de la casa del evento, algo en mi interior espera que deje su actuación, que me suelte y vuelva a su etapa de timidez conmigo; sin embargo, me inquieta el miedo que siento de que precisamente haga eso: de que se aleje.

Pero no pasa. Su mano no suelta la mía en todo el trayecto, nuestras miradas fijas en el camino sin la mayor intención de hablar. El camino se acorta de a poco y veo mi casa al final. El tiempo pasó volando y son casi las tres de la tarde. Llegamos a mi jardín y se pone frente a mí.

—Muchas gracias, Lucy —susurra—. Hiciste una buena obra hoy.

—Ya te dije que te lo debía. —Sonrío y suelto su mano.

—Oye... —La duda y los nervios se implantan en su semblante y desvía su mirada—. ¿Estás saliendo con alguien?

Una chispa casi imperceptible de felicidad se aloja en mi pecho y estoy casi segura de que se me escapa un suspiro. Ese deseo de decirle que no y salir con él y... posiblemente abusar de su inocencia, se opaca cuando la imagen de Luka llega a mi mente. No puedo tener citas mientras esté con el plan Halcón si quiero que salga bien.

—Algo así... —Baja su mirada y suspira con decepción. Lo que no entiendo es porqué me afecta tanto. No es el primer chico que rechazo en mi vida, pero me siento mal por decirle que no—. Es complicado...

—Entiendo. —Se acerca y me abraza, me da un beso en la sien y sonríe—. Nos vemos después, Lucy... De nuevo gracias.

Me suelta y se encamina a la casa de al lado. Me quedo como lela mirándolo hasta que cruza el umbral de su puerta. Entro a casa y encuentro a Will desparramado en el sofá, se ve que se acaba de levantar y que no tiene intención de hacer algo en todo el día.

—Hola, rara —saluda—. Así que... Tú y el vecino... Sabía que tu juicio no duraría.

—No pasa nada con Tobías. —Le lanzo un cojín—. Es más noble que una oveja.

—Eso te convierte en... ¿el lobo?

La simple metáfora —incluso viniendo de él— me hace sonreír, pero reprimo el gesto y a cambio le doy una colleja a mi hermano.

—Idiota. 

Me niego rotundamente a que esa sensación que me embarga cuando pienso en el beso de Tobías sea algo más que deseo y calentura del momento. Estoy completamente convencida de que si hubiésemos llegado a tener sexo no estaría pensando en él justo ahora antes de dormir mientras miro el techo con detenimiento.

Debo enfocarme específicamente en Luka y pensar en qué diré mañana. Hay dos opciones: o está avergonzado y ni se acerca a mí, en cuyo caso me tocaría a mí dar el paso; o ha olvidado todo y desea empezar de cero a pesar de que le dije que no en el parque.

Hice los pocos deberes del colegio en un rato después de cenar, y me mata la cabeza no poder dejar de pensar en Tobías. Esos besos me prendieron y luego... puf, nada. Ojalá él no fuera tan diferente e hiciera algún movimiento. «No te veo como un objeto» Esas palabras jamás las había oído de algún chico antes, excepto de Mike, pero él es muy amigo mío y a veces sí me ve como objeto, una silla, por ejemplo; pero en cambio el vecino ni me conoce.

¡Mike! Tal vez pueda hablar con él.

Tomo mi celular y le marco, solo llevamos dos semanas acá, pero casi no hemos hablado, solo alguno que otro mensaje.

¡Pinky! —exclama nada más contestar, sacándome una sonrisa—. Al fin te dignas a llamar...

Mike... ¿cómo has estado?

Pues me haces falta, no tengo quien acabe con la comida. —Ruedo los ojos.

—Que tierno.

Le cuento los últimos acontecimientos incluyendo la cita con Luka y la extraña situación/cita de hoy con Tobías.

Ese Luka suena como un hueco. —Suelta una carcajada—. Es un estúpido. Por otro lado... ¿te sonrojaste? ¿es en serio? ¿tú?

—No te burles, Mike —me quejo—. Eso fue muy raro y llamo a confesarte mis pecados y solo te ríes de mí. Que mal amigo.

Já, lo siento. Pero ya en serio, creo que ese chico... como se llame, te gusta.

Tobías. Claro que me gusta, imbécil —espeto—. Ya te dije que tiene un cuerpazo y que me prende.

Esa confianza que comparto con Mike es mayor incluso que la pudiera compartir con Totó. Puedo hablar totalmente sin filtros con él, creo que incluso me ve como un chico más, pero con busto. Simplemente amo a Mike, es esa mejor amiga que nunca conseguí antes, pero con pene.

No me refiero a eso, Pinky. Digo que te gusta... de gustar. Quieres algo con él, te atrae como posible pareja y no como una revolcada de una noche.

Mi silencio es la representación viva de la poca credibilidad que le doy a esa teoría. ¿Yo, pareja? Debe ser una maldita broma. No pienso enamorarme hasta los veinticinco o si no comprar muchos peces, porque los gatos no son lo mío.

—Veo que no ayudarás mucho, Mike —observo—. Así que adiós.

No me odies por ser sincero. —Se ríe y puedo imaginarlo blanqueando los ojos.

—Te odio.

Me amas —replica—. Si quisieras escuchar una opinión que te convenga, hubieras hablado con cualquier otra persona. Si me llamaste a mí es porque sabes que diré la verdad.

En eso tiene razón.

—Adiós, Mike.

Ciao, Lucy. Te extraño, loca.

—Yo a ti. —Suspiro con resignación de no tenerlo acá.

Cuando quieras hablar, sabes que acá estaré. Te adoro, mocosa.

Inconscientemente llevo mis manos al colgante en mi cuello, el que él me regaló y que tanto atesoro. Mis ojos empiezan a arder suavemente y me niego a llorar.

—No seas cursi. —Lo oigo reír—. Te adoro, Mike.

Cuelgo y me dejo caer en la cama.

Eso no. Definitivamente, no puede ser.



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