Dulce venganza •TERMINADA•

By Thyfhanhy

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❝Luciana está dispuesta a vengarse de Luka Greisnar por haber jugado con su mejor amiga; pero no cuenta con q... More

♡ Antes de leer ♡
Sinopsis + aviso
Capítulo 0
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
I •TOBIAS•
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
I •LUKA•
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
I •MIKE•
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
II •TOBIAS•
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
I •TOTÓ•
Capítulo 46
II •LUKA•
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
III•LUKA•
III •TOBIAS•
Agradecimientos

Capítulo 16

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By Thyfhanhy



Acerco mi mano lentamente a la suya, esperando que no haya sufrido un aneurisma del susto. Tal vez nos pasamos un poco y lo llevamos al límite. Todos los demás vagones se desocupan y van saliendo sin reparar en el zombie que no se levanta del asiento. Toco su mano levemente y como si le hubiera transmitido corriente, da un respingo que hace que me aleje de un brinco. Gira su cabeza en mi dirección con sus ojos extremadamente grandes y el bichito del reconocimiento lo pica haciéndole ver quién soy. Suelta el agarre de la baranda y levanta el caparazón con fuerza, se pone de pie y sale a correr fuera de la atracción.

Siendo yo la última que queda, el encargado me apremia en salir. Antes de cruzar la puertica de metal, giro para ver a la amiga de Annie que tiene en su rostro una mezcla de burla y preocupación, se encoge de hombros y sin decir nada me dispongo a salir.

No veo a Luka instantáneamente, pero sí a la pareja que se sentó tras nosotros en la montaña rusa —la de la chica asustada de ir en el asiento de adelante—; se acercan a mí.

—No sabemos de qué iba eso —empieza la chica—, pero esperamos que tu novio esté bien.

—Fue muy gracioso —acota el chico y la chica le da un codazo—. Lo siento, fue esa chica en la fila que nos dijo que lo hiciéramos, solo queremos disculparnos si no estaba en tus planes.

—Ah, no se preocupen. —Sonrío, restándole importancia—. Me hizo una broma hace unos días, solo estábamos quedando a mano. —Mi respuesta parece ser suficiente porque se despiden y se van.

Inspecciono con la mirada alrededor, buscando la mata de cabello rubio, pero no lo veo. Entonces noto en esquina un enorme contenedor de basura, no es eso lo que llama mi atención sino el cuerpo que sobresale de él con la cabeza y gran parte de los hombros metidos en el interior: es Luka.

Ya que obviamente no me está viendo, me tomo un par de segundos para examinarlo y disfrutar su desgracia a conciencia, hasta que veo que trata de incorporarse y es allí donde vuelvo a mi semblante serio y me acerco.

—¿Estás bien?

Está ligeramente inclinado, con sus manos en sus rodillas y mirando al suelo. Sube un poco la vista y en sus ojos se refleja la disculpa, la vergüenza y tal vez las náuseas, sumando a que está tan pálido como un papel.

—Sí... —susurra sin mirarme, su voz pastosa y algo ronca me indica que de verdad está pasando un mal momento—. Creo que es hora de irnos.

Asiento en respuesta y asumo que él no quiere hablar más del tema, está molesto y confundido... Y quizás enfermo y con un ataque camuflado de ansiedad. Justo antes de llegar a la salida, detiene el paso y cuando lo imito, me mira.

—Lo lamento —se disculpa—. De haber sabido que hoy me iba a ir tan mal, no te habría invitado a salir.

—Está bien —le consuelo—, ya te dije que todos tenemos días malos.

Lo piensa durante una pausa y, al soltar el aire de su suspiro, añade:

—Esto no ayudará a la visión que tienes de mí, pero... —Desordena su cabello en señal de nerviosismo— estoy algo indispuesto y no puedo acompañarte a casa...

—Oh, no importa. —Muevo mi mano en comprensión—. Igual no vivo tan lejos

—Quizás podríamos salir después —musita.

—Yo... no lo sé —Finjo desinterés—. Por ahora creo que no quiero salir con nadie. —Baja su mirada y tomo su mano—. Pero aún nos veremos en clases y tendremos que hacer el experimento de física.

Hecho #289 de los hombres: Nada les quita más puntos en la dignidad que un rechazo por parte de una chica a quién consideran presa fácil.

Antes de que me conteste camino de nuevo y cruzamos el torniquete de la salida. Este se supone que es el momento decisivo de la primera cita en que nos debatimos entre el primer beso —segundo beso— o solo un abrazo casual. De no ser porque el chico acaba de devolver todo lo que ha comido esta semana, no dudaría en lanzarme a sus labios. Pero dadas las circunstancias, creo que nah.

Nos detenemos en donde debemos partir camino y un silencio incómodo nos arrulla. Enlazo mis manos en la espalda y me atrevo a mirarlo, está dudando qué hacer, así que yo tomo la iniciativa. Me acerco y rodeo su cuello con mis brazos.

—Gracias por todo —susurro en su cuello, él me toma tímidamente por la cintura—. De hecho, la pasé muy bien. —Resopla y se separa de mí—. En serio, Luka.

Y sí que la pasé genial.

—Nos vemos en clase, supongo. —Palmea mi hombro y gira sobre sus pies para empezar a andar. Como si la vida conspirara en su contra, se tropieza con el suelo. ¿Cómo?, no lo sé, pero estuvo a dos centímetros de quedar de bruces en el pavimento.

Finjo no haberlo visto y giro en dirección contraria para reír con calma. Dos cuadras después encuentro en una esquina al escuadrón de locas. Caminamos juntas por solo un par de calles y al separarnos, camino sola a mi casa. En resumen, estaban todas muertas de risa y felicitándome por el éxito del plan.

Llego a casa casi a las ocho, hoy hubo mil y un motivos para reír. Creo que todo salió muy bien para ser nuestra primera cita. Pasaron un par de momentos en los que me sentí mal por ser tan malvada, por hacerle pasar esas vergüenzas, pero luego recordaba que muchas lágrimas han sido derramadas por su culpa así que llegaba a la conclusión de que era poco lo que le estábamos haciendo pasar para lo que merecía.

Mi estómago está cerrado, cosa rara en mí, pero tal vez todas las emociones hacen que no me entre comida, así que niego a la oferta de mi mamá de pasta con salchichas y me voy directamente a la habitación. Me quito la blusa para ponerme mi camisón de dormir, estoy quitándome la falda por debajo del pijama y escucho que tocan a la ventana.

Sonrío antes de abrir la cortina, ¿por qué? No lo sé, puede ser un cúmulo de todo lo que ha pasado, pero controlo la expresión antes de abrir. Suelto el pequeño seguro de la ventana y veo a un sonriente y cómodo Tobías del otro lado. Antes de que yo hable, empieza él.

—Te iba a traer algo normal para una chica, como flores o un peluche —imita las palabras que yo usé cuando entré a su habitación. Sonrío—. Pero como eres... bueno, tú —Me señala con un dedo—, te traje un sensual tamal.

Estira en su mano lo que en efecto es un tamal. ¡Es tan cursi! Pero no puedo reprimir la risa que sale, él me imita y ríe conmigo levemente sonrojado. Bien, al menos avanzamos.

—Wow, tú sí que sabes lo que una chica quiere. —Tomo el manjar y lo pongo en mi escritorio—. Entra.

Toma impulso y aterriza junto a mi pequeña​ alfombra, se incorpora y mira a su alrededor con curiosidad. Termino de cambiarme y me meto en la cama, Tobías mira mi librero en silencio —creo que asegurándose de que su libro no esté por ahí tirado y sin amor— y luego gira en mi dirección.

—No tienes tanta confianza como yo en tu habitación —exclamo y me sonríe.

—Es cierto —conviene—, tardo un poco en entrar en confianza y más con alguien como tú...

—¿Qué quieres decir con "alguien como yo"? —inquiero y para mi sorpresa, no se sonroja; es más, se acerca a la cama y se sienta en los pies de ésta.

—Eres muy directa —explica—, no tienes filtros. Eres... —Estira la boca en gesto pensativo— transparente, no sé... No te guardas nada y sinceramente, intimidas un poco.

Me río y asiento de acuerdo.

—Tú eres todo lo contrario —murmuro—, te sonrojas por lo que digo y no te muestras como eres... ¿por qué eres tan tímido? Eres un hombre.

—No lo soy —objeta—. No soy tímido, me refiero. Sí soy hombre. Dame tiempo, eres difícil para acostumbrarme...

—Eres un exagerado —rebato.

—Insinuaste que te llevaría a un motel clandestino —exclama con obviedad, ruedo los ojos.

—Otro hubiera dicho que sí.

—No te veo como un objeto, Lucy. —La seriedad de su sinceridad atrae mi seriedad de ¿inquietud? Este es uno de esos momentos incómodos que siempre se tratan de evitar. Desvía la mirada y continúa—. Además, ya vine a las tantas de la noche a traerte un tamal, ¿no te parece que ya avancé demasiado?

Ahora sí sonrío. Él es simpático a su manera, me siento cómoda en su presencia y aparte de Mike, es el primer chico con el que entablo una conversación que no tenga que ver con la próxima cita o el lugar del próximo encuentro.

—De acuerdo, eso es un punto para ti —afirmo—. Amo los tamales.

—Lo supuse. —Se enseria un poco y me mira a los ojos—. La verdad, estoy aburrido y pensaba que tal vez querrías ver una película o algo.

Esto es bastante extraño para mis estándares de "citas". Tobías me agrada mucho, es refrescante estar con alguien que no sólo está pensando en cómo me veré desnuda... aunque si lo piensa, lo disimula muy bien.

—Ya estoy en pijama —señalo—, y acostada.

—No hay problema. —Se levanta de un brinco y saca del bolsillo trasero de su jean tres películas—. Si no te gusta ninguna, tengo como mil más en mi habitación, solo me dices qué género te gusta y traigo opciones.

—Eres el loco de las películas. —Me burlo y me incorporo un poco para ver lo que trajo: una de acción, una de Disney y una de terror, opto por esa última—. Ésta.

—¿Segura? —Levanta las cejas. Tuerce el gesto en una sonrisa burlona—. Dicen que da mucho miedo, que a las niñas como tú les asusta.

—Creo que entre los dos, tú eres más niña —respondo y señalo mi televisor—. Allá está el reproductor, ponla tú porque yo no me pienso levantar.

Sonríe y se acerca a donde le indico. No es que quiera, pero su espalda y por consiguiente su trasero quedan explayados en mi campo de visión. No está mal; de hecho, está muy bien, muerdo mi labio entrecerrando los ojos. Cuando Tobías gira, mi mirada sube a la suya, me observa con reproche, y yo solo me río.

—Deja de mirarme así —se queja.

Sí, él es más niña, Roberta.

—Tú te pusiste enfrente —objeto—, no es mi culpa.

Bufa y se dirige a mi escritorio a tomar la silla que lo adorna, se dispone a alzarla y acercarla a la cama.

—¿Qué haces?

—No pienso ver la película de pie —dice—, voy a tomar esta silla y me sentaré al lado de la cama.

—¿Estás loco? Debes sentarte acá. —Palpo el lugar junto a mí en la cama—. ¿Y si me da miedo la película?

—Dijiste que la niña era yo.

—Por eso, ¿y si te asustas? Me necesitas para protección. —Una sonrisa pícara me delata de mi mala mentira y accedo—: Bien, no es por eso; pero quédate acá, no voy a abusar de ti.

O tal vez sí, ya veremos Roberta.

—No sé por qué no confío en ti. —Devuelve la silla a su lugar—. Pero está bien, es tu habitación y tú mandas.

—¿O sea que sí puedo abusar de ti?

—Lucy... —reprocha—. No presiones.

—Tú te lo pierdes —afirmo—. Solo ponte en la cama y miremos tu película.

Obedece y se acerca, retiro las sábanas para que se meta y con duda lo hace, aunque solo mete medio cuerpo; sus piernas quedan colgando de la cama y tocando el piso. En fin.

Una película de terror no es exactamente una velada romántica, pero sí esperaba poder acurrucarme con él con la excusa del temor... Si tan solo fuera de esas películas buenas que de verdad ponen los pelos de punta, pero no, es de esas de gore barato que causan incluso gracia. Un hilo se supone que quita la cabeza de una mujer, pero en lugar de sangre sale algo similar a la mermelada.

—Oye, Tobías —susurro, sin quitar los ojos de la pantalla. Se inclina en mi dirección sin voltear tampoco—. Esta película es un asco.

—Lo sé —responde igual en un susurro—. Pero supongamos que es buena, no me hagas quedar como el chico que no tiene buenas películas.

Me permito girarme a mirarlo. Su semblante es totalmente serio, sus brazos cruzados sobre su pecho y su boca ligeramente entreabierta. El chico no es el más sexy, pero ¡Dios! Lo veo sexy. Debe ser ese mismo deseo de que él no me corresponda lo que lo hace tan... apetecible.

En un mundo paralelo puede que yo sea Luka y él sea mi Luciana. Tiene sentido.

—¿Sabes? —murmura luego de unos segundos, con su mirada fija en la pantalla—. Estoy fingiendo mi concentración, por lo que noto que no dejas de mirarme.

—Pues tu película es un asco. —Me acercó más, él ni se mueve, ni me mira—. Verte a ti es más entretenido. Estoy esperando que te sonrojes.

—De a poco dejaré de hacerlo —objeta—, ya te dije, es cuestión de costumbre.

—Entonces acostúmbrate y no te quejes.

Finalmente gira en mi dirección y yo ya estoy a menos de quince centímetros de su cara; retrocede un poco en reflejo, no me muevo de mi sitio, solo sonrío de lado y lo veo tragar saliva. Podría tan solo estirarme un poco y besarlo, solo para saber a qué saben sus labios y de paso corroborar si yo le puedo llegar a gustar... no es que me interese, pero si no hay gusto, no se llega a nada más después.

¿Qué puedo perder? Me aproximo a él de a poco, esperando que retroceda para no hacerlo y descartar cualquier cosa, pero no, está quieto. Mi vista cae a sus labios y de nuevo a su mirada. Decido acortar la distancia, pero justo en el momento en que cierro los ojos, la puerta de mi habitación se abre.

Mierda.



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