— Esperad aquí. — Nos dijo B-Bomb.
Al fin estábamos nuevamente dentro de este antro, no es que me gustara, pero no tenía más remedio. El local estaba más lleno que la última vez que vine, aunque tenía sentido, la hora a la que vine era demasiado temprano, no había nadie.
YoonGi y yo esperábamos cerca de la barra donde un chico tras ella no nos quitaba el ojo. Al fondo del local se había formado una pelea, un chico tiró la mesa y todo lo que había sobre ésta cayó al suelo, entonces el otro se cabreó comenzando a repartir puñetazos a diestra y siniestra y así fue como comenzó una guerra a la que se lo unieron más por haberlos molestado. YoonGi agarró mi brazo y tiró de mí, poniéndome detrás suyo. Miré al chico tras la barra cuando gritó el nombre de otro y velozmente salió el nombrado para dirigirse a dicha pelea, intentando detenerlos con ayuda de algunos más.
— Deberíamos irnos de aquí. — Me susurró YoonGi, mientras yo observaba asustado aquella ruidosa pelea.
— ¿Me buscabais? — YoonGi y yo giramos nuestros rostros para ver a la persona que buscábamos. Zico.
YoonGi me suplicó con la mirada que negara y saliéramos de allí cuanto antes, pero no era ese mi objetivo. Asentí al rubio y satisfecho sonrió, señalándonos para que lo siguiéramos. Eché un último vistazo a la pelea y al parecer ya se estaba empezando a calmar.
La misma habitación en la que estuve con B-Bomb, mismos muebles, mismos sofás y las mismas sensaciones. Se podría decir que no daba buena vibra aquella habitación, quien sabe que cosas habrán pasado aquí o quienes habrán estado. Un escalofrío recorrió mi espalda y me obligó a encoger mis hombros.
— Tranquilo. — Zico que lo había notado me dio unas palmaditas para tranquilizarme, aunque más bien me pusieron más nervioso.
YoonGi y yo nos sentamos en el mismo sofá y Zico frente a nosotros. Sacó un cigarro y nos ofreció, YoonGi aceptó y el rubio le pasó el mechero que ambos usaron para encenderlo.
— Me alegra verte. — Dijo refiriéndose a mí. — Recuerdo el día que me dijiste que no creerías volver a verme. — Elevó una de sus cejas satisfecho de haberme equivocado. — ¿Qué necesitas de mí?
— Jimin os debe mucho dinero, ¿verdad?
— Así es.
— Quiero pagar su deuda. — Prenuncié cada palabra con seriedad y seguridad.
— Espera un segundo, ¿quieres pagar todo lo que debe Jimin? — Preguntó incrédulo, arrastrando las palabras. Simplemente asentí, pues no volvería a repetirlo. — ¿Sabes cuánto debe?
— No, pero no es ningún problema. — Se quedó por un momento pensando, mirándome a mí para luego dirigir su mirada a YoonGi.
Se levantó del sofá sin decir nada y salió de la habitación.
— No debiste decir eso. — El peliverde se levantó nervioso. — ¿Y si ahora no nos dejan salir de aquí?, ¿y si nos secuestran y piden un rescate a tus padres?... JungKook, vámonos de aquí.
— Hyung, relájate, eso no pasará.
— ...
— Ya estamos de vuelta. — Zico entró en compañía de otro chico, el cual su cara me sonaba. Volvió a sentarse con el otro a su lado y esparcieron por la mesa un montón de papeles. — Cada uno de estos papeles son facturas y esto... — Sacó otro puñado de papeles. — Son préstamos.
Me quedé atónito, había demasiado, imaginé que debía mucho, pero jamás pensé que tanto..., ¿qué le habrá hecho deber esa gran suma de dinero? Y facturas..., ¿de qué? Cogí una de las facturas que había sobre la mesa, pero rápidamente fue arrebatada por Zico.
— Es información confidencial.
— Pero, he dicho que lo pagaría todo. Merezco saber porque debe tanto.
— Entonces que te lo diga él. — Ojalá lo hiciera, pero aún no a abierto la boca sobre su pasado y aunque le dije que esperaría a que estuviese preparado para contármelo la tentación de obtener información ahora, aquí, delante de mis narices, era inmensa.
— Está bien, no importa. ¿Cual es la suma total? — El chico a su lado comenzó a reírse.
— No te rías y haz las cuentas. — Le dijo Zico y al otro se le borró la sonrisa. Exhaló molesto por la forma que su compañero le había hablado, pero no dijo nada, fue obediente y cogiendo todos los papeles se marchó.
El rubio se quedó bastante tiempo mirándome, sin borrar la sonrisa de sus labios, a veces me daba por mirarlo de reojo, pero al hacerlo me arrepentía, pues no podía evitar sentir escalofríos al verme reflejado en sus ojos. Nervioso de tener su vista en mí y no apartarla ni un sólo segundo, decidí preguntar.
— ¿Qué miras? — Pregunté, guardándome la educación.
— Me parece divertido. Tu nombre era JungKook, ¿verdad? — Asentí. — Quizás deberías esperar un poco.
— ¿A qué te refieres? — Preguntó YoonGi.
— Jimin ha estado aquí esta mañana. — Abrí mis ojos sorprendido. Esta mañana mientras estaba con Tae me había dicho que tenía que salir, pero no dijo dónde..., ahora sabía por qué. — Ha vuelto a pedir algo y de nuevo sumará deudas.
— Maldito masoquista. — Soltó YoonGi exaltado. — ¿Qué ha pedido?
— No puedo dar esa información.
— No me jodas. — El peliverde se levantó, encarando al rubio quien no fue menos e hizo lo mismo.
— Basta. — Los separé un poco, ya que se habían acercado lo suficiente como para que se echaran al cuello.
— Es tu novio, ¿verdad? — Apartó la mirada de YoonGi y volvió a mí. — Jimin y tú sois novios. — Le aparté la mirada nervioso y ahora ruborizado.
— Sí.
— Ahora lo entiendo. — Ladeé mi cabeza sin entender. — Tú me pides algo para ayudarlo y él hace lo mismo.
— ¿Qué? — ¿Jimin había pedido algo con respecto a mí? — ¿A qué te refieres?
— No intentes sacarme algo, no lo conseguirás, demasiado que te haya dicho que nos ha pedido algo y que tiene que ver contigo. — Inflé mis mejillas a la vez que soltaba el aire pesado. — Ten paciencia, ya te lo contará él.
— Tengo una pregunta. — Soltó YoonGi de repente. — Si JungKook paga todo lo que debe Jimin..., ¿lo dejaréis ir?
— Hyung, pero qué dices, claro que lo dejarán ir..., ¿verdad? — Zico no dijo nada, sólo rascó su barbilla, pensándose que decir, o quizás pensar una respuesta.
— Necesitaría hablarlo con mi padre.
— ¡¿Qué?!, eso no tiene sentido, si pago es para que lo dejéis en paz. — Ahora quien se puso de pie fui yo, alterado por lo que acababa de oír. Me negaba rotundamente.
— Jimin sabe demasiado sobre nosotros.
— ¡¿Y qué?! ¡Estoy seguro que él no dirá nada!
— JungKook..., tranquilízate. — YoonGi pasó su brazo por mi espalda intentado relajarme. Mi respiración se había vuelto dificultosa por los nervios, mis manos temblaban y comenzaba a tener la voz rota, anunciando así mis ganas de echarme a llorar.
Me había ilusionado con la idea que tuve, me arriesgué en venir aquí, en contactar con estas personas, en ponerme en peligro... ¿Para qué? ¿Para nada?
— Por favor, ayúdame. — Me aparté de mi hyung y atrapé las manos de Zico entre las mías. Él sorprendido por mi gesto intentó quitarlas, pero ya las tenía bien cogidas, no pensaba soltarlas. — Sé que puedes hacer algo, lo sé. — El rubio se me quedó mirando fijamente, con sus ojos abiertos de par en par y sus labios hacían el intento de moverse, pero en ningún momento soltó palabra. — Pagaré lo que haga falta, no diremos a nadie. Yo también he visto vuestro escondrijo, vuestras caras e incluso he presenciado lo que hacéis..., ¿tampoco me vais a dejar ir a mí?
— Esa es una buena pregunta.
— ...
— A JungKook no lo metáis en esto. — YoonGi apartó las manos de Zico de las mías y empujó mi cuerpo hasta la puerta. — Olvidaros de él. — Miró una última vez a Zico, quien lo miraba de igual forma y tras abrir la puerta salimos de aquella habitación.
Con rapidez siguió tirando de mi cuerpo por todo el local. La gente se nos quedaba mirando, entre molestos y curiosos, algunos gritaban por el fondo cosas que apenas entendí y cuando estuvimos a punto de salir al exterior un brazo se puso en nuestro camino.
— ¿A dónde crees que vas? — Me preguntó B-Bomb ignorando al peliverde que tenía a mi espalda.
— ¡Déjalos! — Gritó el rubio al fondo del pequeño local. B-Bomb dando un puñetazo en la puerta después de quitar el brazo, se apartó.
— No me voy a olvidar de ti. — Me susurró con la intención de que sólo yo lo escuchara.
Fue salir y cegarnos por la claridad del día. Aquel lugar era realmente oscuro, imposible de saber si era de día o de noche, a no ser que pudieras saber la hora. YoonGi agarró mi brazo con firmeza y tiró de mí aún más rápido que antes. Salimos del callejón, mirando en ambas direcciones y buscando el camino de vuelta.
Al final no nos costó demasiado encontrarlo y para cuando llegamos al muro de la escuela ya estaba siendo aupado por YoonGi. Saltó detrás mío y volviendo a cogerme del brazo me puso contra la pared.
— ¡¿En qué estabas pensando?, ¿cómo se te ocurrió semejante idea?, ¿quién en su sano juicio se deja llevar al escondrijo de quien te amenaza?, ¿por qué aceptaste darle dinero?!... ¡¿Por qué te metiste en todo ese asunto?!
— Ya dije por qué. — Musité con la cabeza gacha y mordiendo mi lengua nervioso.
¿Arrepentido?, no, lo volvería a hacer, es más, no dejaré de hacer lo que tenía en mente, aunque ahora no sabía muy bien que se supone que iba a conseguir...
— La culpa es mía por dejarte ir. — Se dijo así mismo. Apoyó su mano en mi costado, dejando descansar un poco su cuerpo. — Jimin me va a matar. — Lo oí reír. — Le suelto el sermón por su forma de ser contigo y ahora yo...
— Está bien, hyung, no tienes la culpa. — Soltó un suspiro y dejó de cargarse en la pared.
— Anda, vete. — Asentí levemente y lo dejé ahí un poco traspuesto, perdido en su mundo y pensamientos. No quería que se sintiera mal por mi culpa, pero ahora mismo me sentía un poco incómodo y el no saber que decirle hizo que simplemente obedeciera y me marchara.
Llegué a la habitación y nada más entrar fui atrapado entre los brazos de alguien, apenas tuve tiempo de fijarme en quien fue. Aparté el rostro siendo lo primero en ver su cabello, naranja, y luego su rostro, asustado y aliviado a la vez.
— Jimin.
— ¡¿Dónde estabas?! — Me agarró por los hombros y sacudió molesto mi cuerpo. — Llamé a todos y nadie sabía donde estabas. Recibí una llamada de YoonGi y cuando lo volví a llamar me salía apagado. ¿Dónde has estado?
— Con él.
— ¿Qué significa ese "con él"...?
— N-no pienses nada raro. — Sacudí mis manos. — Es que... no sé como decirlo... o si debería.
— JungKook, no me ocultes nada.
— Igual tú también lo haces. — Frunció el ceño y bajó sus manos.
— ¿De qué hablas?
— ¿Qué pediste?
— ...
— A Zico, ¿qué le pediste?
— ... JungKook, ¿dónde has estado? No volveré a repetirlo.
— Fui a ver a Zico. — Fueron las palabras suficientes para ver su desagrado. Con una mano en su cabellera y alejándose de mí, caminó por el cuarto. — Me metí en un lío. — Dije con la voz débil, casi imperceptible.
— JungKook... — Se dejó caer en la cama sentado y escondiendo su rostro entre las manos.
— Lo siento, quería ayudarte. — Caminé hasta él acercando dudoso mi mano a su cabeza.
— ¿Qué hiciste?
— B-Bomb me localizó y me amenazó con delatarte sobre aquel día donde presencié todo. Descubrió quien era y a cambio me pidió dinero. Yo acepté... y la semana pasada fui a verle para darle todo lo que tenía...
— Por eso estabas vestido cuando desperté. — Tragué saliva y decidí apartar la mano. — ¿Y hoy?
— Debía darle más dinero, pero no pude conseguirlo. Decidí darle el doble si me llevaba con Zico. Quería pagar todo lo que debes.
Levantó su cabeza. — ¿Pretendías pagar todo lo que debo? — Asentí y sólo faltó su mirada para que mis ojos picaran y lágrimas salieran de ellos.
— Lo s-siento..., yo sólo quería a-ayudarte. — Sequé mis mejillas con el dorso de mi mano.
Alzó sus manos a las mías, atrapándolas y tirando de mi cuerpo para quedar sentado en sus piernas. Las pasó ahora por mi cintura y me abrazó, ocultando su rostro en mi pecho.
Esta no era la reacción que esperaba, creí que me gritaría y se cabrearía por mis actos, en cambio, me abrazó. ¿A dónde había ido Jimin y que habían hecho con él?, esta no era su forma de actuar, de hecho hasta tuve miedo de contárselo.
— ¿Estás bien? — Lo oí preguntar, separando su rostro para poder mirarme. Asentí aún sin creerme su forma de reaccionar. — ¿No te han hecho daño? — Negué. — Me alegro. — Sonrió y entonces lo comprendí. Estaba preocupado, asustado, no sabía nada de mí. Por su cabeza pudo pasar miles de cosas, incluyendo algo relacionado con mi padre.
"Su prioridad fui yo y no lo que pude hacer"
— Estoy bien. — Ahora quien lo abrazaba era yo. Volví a llorar, disculpándome una y otra vez, sintiendo su mano en mi espalda, acariciándola y tranquilizándome a la vez.
— No vuelvas a hacerlo. Y lo que sea, no te lo guardes, dímelo.
— Lo prometo. — Hizo desaparecer todo rastro de lágrimas de mis mejillas y tras agarrar mi barbilla me dio un corto, pero dulce beso, lo suficiente para hacerme sentir mejor.
— Yo también te lo prometo. Hice lo mismo, así que no te puedo sermonear. — De nuevo mi curiosidad salió a flote, aunque no sabía si preguntar o no, ¿era el momento o lo estropearía? — ¿Quieres decirme algo?
— ¿Eh?
— Siento que me quieres decir algo.
— ¿Q-qué pediste?
— Información relacionada con tu padre. — Abrí mis labios para contestar, pero un dedo en ellos acalló cualquier cosa que pudiera decir. — Tú sólo déjamelo a mí.
— ¿Qué haré? — Pregunté refiriéndome al problema que había causado. — Sé que cometí un error al arriesgarme, pero realmente quiero ayudarte.
— ¿Quieres ayudarme? — Asentí varias veces. — Entonces no te apartes de mí. — Pellizcó mi mejilla y luego la acarició con los dedos.
— Lo digo en serio, Jimin...
— Yo también. — Tiró de mi brazo en dirección al colchón, dejándome caer y posicionándose él arriba mío. — Son peligrosos, quizás unos más que otros y B-Bomb es de los peores.
— Estuve en una habitación a solas con él y no me hizo nada.
— ... — Sus nudillos blancos por la fuerza de sus puños me hicieron saber que no debí hacer ese tipo de comentario.
— Mejor me callo. — Vi su pecho inflarse y bajar cuando soltó un fuerte suspiro. Dejó caer su cuerpo en mí y entrelazó nuestras manos.
— No lo vuelvas a hacer, lo digo en serio.
— No lo haré. — Cerré mis ojos, disfrutando del calor que desprendía su cuerpo, sintiendo su respiración ahora más tranquila, su olor que tanto me gustaba y me hacía sentir tan cerca. — Jimin.
— ¿Hmm?
— Te amo.
— Yo también te amo, Kookie.
"Espera..., ¿había dicho te amo?"
"¿Jimin me había dicho te amo?"
"..."
Una amplia sonrisa se formó en mis labios y mis dedos entrelazados con los suyos ejercieron más fuerza. Era feliz, no importaba que tantos problemas teníamos, en este momento no había nada más que él y yo. Esas palabras que tanto había esperado escuchar, por fin las escuché y se sintió como miles de mariposas ser liberadas en mi estómago.