Jayden rodeó mi cintura y me atrajo hacía su cuerpo al mismo tiempo que le lanzaba un vistazo a Paul. Su expresión era de pocos amigos, por lo que supuse que había escuchado el comentario tan desagradable que me había dicho el chico que ni siquiera podía decir que era mi ex.
—Lamento haberme tardado— murmuró, presionando un suave beso en mi sien.
Podía sentir la tensión salir en enormes olas de su cuerpo. Nunca había estado celosa de nadie —al menos no de ningún chico que me gustara—, así que no sabía mucho al respecto, pero no era tan estúpida como para no darme cuenta de que Jayden lo estaba. Y mucho.
— ¿Es este tu novio, Clare? —Me encogí internamente al escuchar el sobrenombre que Paul me había puesto cuando salíamos. Mi segundo nombre era Clarissa y aunque ambos nombres eran casi parecidos, aun así me hacía sentir como si fuera una persona totalmente diferente. No importó cuantas veces le dije que dejara de llamarme así, él continuó haciendo. — ¿No vas a presentarnos?
Le lancé a Paul una mirada de disgusto que él respondió con un levantamiento de cejas. Esperaba. Deseaba que se quedara esperando por siempre, pero temía que dijera algo que destruyera la paciencia divina de Jayden. Parecía que yo nunca lo afectaba, pero eso era quizás porque era una chica. No estaba tan segura de sí tendría la misma tolerancia con hombres arrogantes, engreídos, idiotas y pretenciosos. Hombres como André y Paul.
—Jayden— Le señalé al chico frente a nosotros— Paul. ¿Contento? —Levanté la mirada hacía Jayden —Deberíamos irnos, es tarde y estoy cansada.
Él asintió, ofreciéndome una sonrisa de disculpa como si esto fuera su culpa. Era demasiado amable.
Ninguno de los dos se presentó con formalidad. No hubo apretones de mano, ni frases de "mucho gusto" y fue un gran alivio cuando Paul no dijo nada sobre ser mi ex. Él no era nadie para mí. Ellos simplemente se midieron a sí mismos, observándose con detenimiento. Al final Paul sonrió, se hizo a un lado pues estaba obstaculizando nuestro paso y murmuró un: —Te veré por ahí, Clare. Me quedaré unos días antes de regresar a Nueva York.
No sabía de donde había salido lo que hice a continuación y aunque me estaba muriendo de miedo, también sentí una gran satisfacción al ver su rostro desencajado por la sorpresa.
—Jódete, Paul. No quiero verte por ahí y tampoco me llames así.
Me alejé con paso decidido, dándole un empujón a Paul para que se hiciera a un lado y me fui, sin mirar atrás ni una vez. Ni siquiera fue necesario para verificar si Jayden me seguía, porque él estaba caminando a mi lado. Una enorme sonrisa iluminaba su rostro lleno de satisfacción.
—No me digas, ¿orgulloso? —Me burlé, sintiendo mis mejillas calientes y mi corazón acelerado.
—No tienes idea de cuánto, nena.
Sacudí la cabeza—. No me llames así.
Él se rió—. Estaba esperando que lo dijeras.
—No estoy lista para esos apodos de cariño, así que no esperes ninguno.
La simple idea de llamarlo de una forma tierna hacía que mis dedos se retorcieran y que mi estómago se apretara. Todavía era demasiado para mí. Antes no le había dicho nada, porque Paul estaba ahí y me había gustado nuestra pequeña muestra de afecto en su presencia, pero ahora que solo éramos él y yo de nuevo, podía ser honesta con él.
— ¿Él era con quien salías? —preguntó después.
—Pensé que si salía con él, los rumores se detendrían. No me importaba lo que decían, pero me harté de escucharlos murmurar todo el tiempo. Después de unos días me di cuenta de que no sentía nada por él y tampoco podía complacer a todo el mundo. —Lancé un vistazo en su dirección al mismo tiempo que él, por lo que nuestras miradas se encontraron. Sonreí.
—Las personas siempre querrán algo de ti.
Asentí, de acuerdo—. Por eso he aprendido a hacer las cosas por mi cuenta, porque así es como me siento bien. Y por eso mismo también decidí solo darle mi tiempo a quienes de verdad se lo merecen.
Él me guiñó un ojo, captando de inmediato mi mensaje secreto. Él era una de esas personas que eran importantes y que valían la pena, de lo contrario no estaría saliendo con él. Después sopló un beso en mi dirección, haciéndome soltar una risita.
La vida no siempre era mala. A veces, lo único que se necesitaba era un poco de alegría para hacerla más llevadera.
******
Llamé a Cassie cuando consideré que era una hora oportuna y le conté los eventos del día. Fue un poco difícil lograr que dejara de soltar maldiciones para cuando terminé de hablar. Ella era una chica bastante apasionada después de todo y cuando se molestaba no era la excepción.
A diferencia de mí, que prefería encerrarme en mi habitación antes que comenzar una discusión, ella se metía de lleno en una. No le importaba discutir pues si lo hacía era porque era necesario o de lo contrario todos pasarían sobre ella. Incluso saber que era una batalla perdida no la detenía. Ella era así de determinada... y terca.
—Al menos tengo que intentarlo— solía decir cada vez.
Cuando finalmente se hubo calmado, me preguntó qué pasó después.
—Dime que Jayden le rompió los dientes... o al menos la nariz.
Me reí, divertida con sus ocurrencias y aliviada porque eso no había pasado. Aunque hubiera sido genial y quizás un poco caliente, no quería que Jayden se metiera en problemas por mi culpa. Nunca supe que tanto dinero tenía Paul, o mejor dicho sus padres, pero no quería arriesgarme. Las personas con dinero podían tener cualquier truco sucio bajo la manga. Paul parecía tener muchos de estos.
Jayden tampoco lucía como alguien que peleara mucho y por un momento llegué a pensar que si alguien se rompía algo, sería él y su puño. Lo mejor era evitar ese tipo de enfrentamientos.
—Gracias a Dios, no.
—Que aburrido— se quejó ella, haciéndome reír una vez más.
Hablamos un poco más, poniéndonos al día en lo que podíamos. Era tarde y estaba cansada, pero escuchar hablar a mi mejor amiga valía la pena. La emoción con la que me contaba que oficialmente estaba saliendo con Mason, no tenía precio. Desde que se había ido a Inglaterra, él era el único para el que ella tenía ojos y ahora su deseo se había hecho realidad. Solo esperaba que él no la lastimara porque no quería que ella dejara de confiar en las personas. La confianza podía ser un don o una maldición, al igual que la falta de la misma. Estaba segura que Cassie no podría vivir de la misma forma que yo lo hice.
Cuando colgamos intercambié unos cuantos mensajes con TheRockyRoad1, quien finalmente me había dicho que se llamaba Alex. Todavía manteníamos el contacto y ahora sentía era mucho más fácil hablar con él. Todavía seguía mencionando que me visitaría en la universidad cuando entrara y haberle dicho que ya tenía novio, no lo había afectado. Decía que a quien iría a ver era a mí y no a mi novio.
Había sido una buena idea no decirle que Jayden no iría a la misma universidad o nadie lo detendría.
Aunque ahora que comenzaba a conocerlo un poco más, me sentía mal por mentirle con respecto a mi apariencia. Sabía que no era fea ni nada de eso, pero no tenía la confianza que se necesitaba para subir fotografías mías en un sitio así. Si algún día revelaba mi verdadera identidad, esperaba que no se molestara mucho.
*****
Me levanté temprano, a pesar de sentirme más agotada que nunca. Era sábado y aunque quería quedarme durmiendo más tiempo, tenía que prepararme para nuestra salida con los gemelos.
Yo: ¿Ya estás despierto?
Le envié un mensaje a Jayden antes de bajar a desayunar.
Mis hermanos ya estaban sentados a la mesa, mientras mamá se movía alrededor de la cocina, preparando la comida y limpiando al mismo tiempo. Me senté con ellos, murmurando un "Buenos días". Mamá me lanzó un vistazo sorprendido antes de volver la mirada hacia la estufa y lo que sea que estaba cocinando.
— ¿Qué haces arriba tan temprano?
—Voy a salir con Jayden y los chicos del café.
Ella se detuvo de revolver en la sartén y se dio la vuelta, sorprendida una vez más. El hecho de que iba a hacer algo con otras personas, era demasiado increíble para mí también, así que entendía de donde venía su reacción. Yo estaría igual en su posición.
—Los chicos del trabajo hacen algo de voluntariado así que nos invitaron a ir con ellos. Jayden pensó que era una buena idea, así que tengo que ir.
Ella sonrió.
—Yo también creo que es una buena idea.
Jayden eligió ese momento para responderme, por lo que comenzamos a enviarnos mensajes. Sin embargo, cada vez que mamá me hablaba, ponía el teléfono a un lado y le contestaba. Incluso me hizo poner la mesa y verter el jugo en los vasos al mismo tiempo que ella nos servía la comida.
Jayden: Te veré luego.
— ¿Van bien las cosas con él?
Corté un trozo del panqueque en mi plato y me lo llevé a la boca antes de responder.
—Sí. En realidad es mejor de lo que esperaba. Al principio pensé que sería difícil comunicarme con él y hacerle saber lo que pensaba o como me sentía, pero es más fácil de lo que creí.
Mamá asintió y sonrió de nuevo—. Me alegra escuchar eso.
Ella lucía cansada y no pude evitar sentirme mal por seguir siendo una carga.
— ¿Qué tal esta papá?
Dejó escapar un largo suspiro tembloroso.
Mamá rara vez evitaba mi mirada. Ella solía hacerlo solo cuando me ponía trampas con esas estúpidas citas a las que siempre quería hacerme ir, pero nunca lo hacía cuando era algo referente a papá. Mi garganta se apretó, impidiendo que ningún otro alimento bajara por mi esófago.
— ¿Mamá?
Finalmente sus ojos encontraron los míos.
—Él está bien. Muy bien.
Sonaba segura. Confiada incluso. Pero había algo detrás de su expresión y sus pocas palabras, algo de lo que todavía no estaba lista para hablar y yo no la iba a presionar. No cuando mis hermanos estaban presentes y definitivamente no ahora. Esperaría hasta haber visitado a papá para saber qué era lo que me estaba ocultando y porque estaba haciéndolo en primer lugar.
Ahora estaba entendiendo como ella debía de sentirse cuando yo no le contaba nada sobre mí.
Me preocupaba y quería estar ahí para ella. Quería apoyarla y ayudarla tanto como ella había hecho conmigo a lo largo de los años.
—Bien. Me alegra saberlo— repetí la mismas palabras que ella me había dicho.
Seguimos comiendo en silencio, aunque mi apetito había desaparecido después de esa extraña conversación. Jugueteé con la comida un rato más antes de levantarme de la mesa para ir a vestirme.
De pronto ya no me sentía de ánimos para hacer nada.