HUNTER. Tierra de salvajes #1...

By LBSilva

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Todos tenemos un alma salvaje. Tomos somos salvajes. Aquellos que viven, aquellos que aman, aquello... More

Sinopsis larga.
Prologo.
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Final.
Epilogo
Agradecimientos.
Multimedia
¡Auburn historia destacada en Wattpad Acción!

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By LBSilva

"We don't know who we are until we're connected to someone else. We're just better human beings when we're with the person we're supposed to be with."

Sons of Anarchy.



—¿Qué hacen aquí? —preguntó Raven al instante al notar la presencia de Valerie en la misma habitación. Ella no podía creer que la chica estuviera ahí, casi quiso sospechar de ella hasta que notó que la había esposado a la silla—. Esto no es asunto tuyo, Valerie.

Claro, como de costumbre Raven no la consideraba parte de los Williams por más que todo indicara que así lo era. Su padre chasqueó la lengua, casi enfadado con el comportamiento de Raven pero Valerie decidió no hacer nada, simplemente avanzar hacia ella. No sabía porque Raven estaba haciendo todo ese tipo de cosas, pero sabía que no había maldad en esa mujer. Simplemente una vida complicada y sentimientos dificles de tratar, confiaba que Hunter había visto algo bueno en ella y por eso la había incluído en su club. Confiaba en Hunter y en su gente, confiaba en los Williams.

—Vengo por mi sobrino... me dijeron que estaba con Alaska —le explicó Valerie, con tranquilidad en su voz mientras trataba de encontrar algún tipo de empatía con Raven. La chica los apuntaba con su arma y Valerie sabía que esa no era la mejor manera de conseguir al niño.

Al pensar en eso, comprendió que no se había dado cuenta de algo mínimo. El niño. Buscó con la mirada al bebe de su hermana y su corazón se detuvo al verlo en medio de la sala llorando. ¿Cómo no lo había visto? Valerie sintió sus defensas bajar y pudo sentir como las lágrimas caían por sus mejillas. Frente a ella, había una pequeña versión de su hermana, aquella que había perdido de manera tan injusta. Su corazón latía desesperado y no podía dejar de sentir emoción con solo verlo. Era una preciosidad, tan parecido a los Williams que sorprendía pero podía ver algo de su hermana en esa criatura.

Ignoró por completo a Alaska y Raven y se arrodilló frente al niño llorando. Era bastante pequeño, pero ya podía caminar así que supuso que tenía más de un año quizás. Era entendible, porque recordaba que su hermana había estado perdida en Chicago en ese tiempo. ¿Un año ocultándole al niño? ¿Cómo habían podido ser tan crueles con el bebe?

El pequeño lloraba, con mocos en todo el rostro y Valerie buscó en su bolsillo un pañuelo para limpiarle el rostro. No le importaba que todos estuvieran mirándola, ella estaba hipnotizada por la presencia de su sobrino. Sintió la necesidad de cuidarlo, de protegerlo de todo ese mundo lleno de crueldad que había nacido. El niño había elegido el peor lugar para nacer, porque a fin de cuentas estaban viviendo una pesadilla. Su madre había muerto y su padre no era la mejor persona. Su abuelo era un asesino y su tia estaba cerca de serlo. Pero Valerie sintió esa necesidad de cuidarlo, de darle el cariño que nadie más que ella podía darle.

—Es mío —demandó Alaska con el veneno en su tono de voz, demostrándole que se había encariñado con el niño a pesar del poco tiempo que habían estado juntos. Valerie la fulminó con la mirada al instante, al comprender que no iba a rendirse tan fácilmente—. Tu hermana lo dio en adopción y yo decidí cuidarlo. Tu familia es un asco, Valerie, no saben ni siquiera cuidar un bebe.

—Tu ni siquiera tienes familia —acotó Raven, todavía apuntándole al alcalde. A Valerie le parecía bien, ni ella confiaba en su padre—. Tu madre te acusó y no dudaron en entregarte. El niño lo cuidarán sus familiares, como debe ser.

Valerie buscó la mirada de Raven, sorprendida por sus palabras y agradecida por lo mismo. Ella estaba de acuerdo, al niño lo iban a cuidar sus familiares. El pequeño le sonrió a Valerie, mostrándole un juguete que tenía entre sus cosas y la chica rió, tratando de quitarse las lágrimas en los ojos.

—Hola, pequeño —lo saludó, odiándose por no saber su nombre—. Soy Valerie, tu tía y te prometo que te cuidaré junto a tus verdaderos familiares. Nunca conocerás a la familia de tu madre, nunca tendrás que sufrir lo que ella y yo vivimos. Eres un Williams, como yo, como Raven y vas a vivir con ellos.

—¡Sobre mi cadáver! —gritó el padre de Valerie, lanzándose sobre Raven y haciéndola caer al suelo. La rubia abrazó al nene, que había comenzado a llorar nuevamente y miró sobresaltada lo que estaba sucediendo. ¿Raven estaba bien? ¿Qué le había sucedido? Gritó su nombre pero no pudo ver demasiado ya que estaban en la entrada del departamento.

Con el pequeño en brazos, gateó hasta un sillón y se escondió detrás de este. Su corazón latía como de costumbre en esos momentos, pero estaba aprendiendo a controlarlo. El nene lloraba, revelando el lugar en el que estaba pero Valerie iba a luchar por llevárselo de ahí. Aunque también tenía que ayudar a Raven.

Chasqueó la lengua furiosa al darse cuenta que tenía que decidir que iba a hacer en ese momento. No podía dejar sola a Raven con su padre y Alaska pero tampoco podía quedarse con el niño. Temía perderlo y no volver a encontrarlo, sobre todo después de lo mucho que les había costado encontrarlo.

—Esto funciona así desde hace mucho tiempo, Valerie —comenzó a decir su padre con la voz agitada, como si hubiera corrido. La chica tembló levemente pero eso hizo que el bebé llorara aun más en sus brazos. No podía ser débil, tenía que ser fuerte por él. Por su hermana—. Los salvajes mueren en manos de las potencias. Toda la vida ha sido así. Entiendo que te sientas tentada por ellos, por su rebeldía y su manera de vivir al límite... pero al final del día, mi querida Valerie, siempre gana quien tiene el poder.

Un mal presentimiento corrió por su cuerpo y tuvo que buscar con la mirada a Raven, porque temía por su vida. Por suerte, la encontró del otro lado de la sala, con sangre en el rostro pero viva. Notó que no llevaba su arma y Valerie comprendió que el maldito había logrado sacársela.

—Te estoy dando una última oportunidad de vivir, de ser parte del mundo de los Reeves. Lo que sucedió con tu hermana fue un error que nos condena a todos, pero sobre todo a mi. Quiero empezar a de nuevo, quiero cuidar al niño y no confundirme. Necesito que estés de mi lado, hija —decía y Valerie no le creía. Sabía que tipo de persona era su padre, como jugaba con la gente. Su padre era una persona que lograba influenciar hasta el más fuerte y lograba cambiarlo todo a su antojo. Era una habilidad que él tenía desde siempre y muchas personas caían bajo sus encantos. Valerie ya no era la misma chica influenciable, había crecido.

Raven, escondida también detrás de un sillón, se limpió el rostro antes de mirar a Valerie. Ella parecía querer decirle algo con los ojos y notó que miraba al nene también. No. Valerie no iba a dejar que nadie lo tocara, que nadie le hiciera daño. Era suyo y ella iba a cuidarlo. Temía entregárselo y que ella corriera con el bebé en brazos. Temía perderlo.

—Sergei te perdonará, Valerie, si te pones de su lado en esta oportunidad. Le dará una vida al niño lejos de este mundo de salvajes.

La chica se quedó petrificada al escuchr eso, porque a fin de cuentas ahí estaba el problema. Todos sabían que Valerie no iba a vivir mucho teniendo en cuenta lo que le había hecho a Sergei. Él iba a buscarla hasta el último momento y cuando la encontrara, iba a hacerle todas las cosas que había prometido. Su padre le estaba dando una vida con el perdón de Sergei, con su misericordia. El niño podía vivir mejor, podía salvarse de todo ese mundo.

Se preguntó que era mejor, vivir en la ignorancia o vivir con su familia. Trató de pensar que querría Becca o que era lo mejor y no supo realmente que hacer. Los Williams eran salvajes, estaban siempre al límite y en sus manos existía sangre ajena derramada. En cambio podía darle un buena vida, una educación y un futuro. Nunca tendría que vivir con miedo, nunca tendría que ser un niño infeliz. Pero no sería quien realmente era.

Valerie comprendió que a veces uno no puede escaparle a la familia, que la sangre era más importante y que el niño merecia vivir con los suyos. Sino iba a vivir engañado, en una mentira que nunca iba a poder llenarlo por completo. Estaba segura que Becca querría eso para el niño, que fuera verdadero antes de que fuera un doctor o un buen alumno. Becca querría que él fuera real. Ellas no habían podido ser reales hasta que conocieron a los Williams, habían sido peones de su padre hasta que decidieron vivir. Ella había elegido un camino en su vida y era vivir su propia vida.

Se puso lentamente de pie, con el niño en brazos y enfrentó a su padre, que la miraba desde el otro lado de la habitación con el arma en sus manos. Alaska trataba de escaparse del agarre, pero no podía hacer demasiado. Valerie cubrió al niño con sus brazos, impidiendo que lo viera o que le hiciera daño.

—Por muchos años pensé que estaba haciendo lo correcto al permanecer a tu lado. Soñaba el momento que me eligieras como heredera, que fuera tu mano derecha o que me casara con un poderoso empresario y juntos llegar a a la cima. Pero nunca tuve realmente un sentimiento. Era Valerie la mente, la inteligente, la futura medica —empezó a hablar, con pasión en sus palabras mientras iba acercándose a la puerta—. Me sentía confundida en muchas oportunidad, porque no sabía que era lo quería. Pero ahora sé lo que quiero, sé lo que debo hacer. Lo siento en el pecho cada vez que camino, cada vez que doy un paso sé adónde tengo que ir... y no es contigo, papá. No puedes seguir controlándome... decidí vivir mi propia vida.

La tensión inundó el ambiente y por unos segundos Valerie pensó que iba a matarla. Pero en cambio, su padre bajó el arma rendido ante sus palabras. ¿Lo había logrado? ¿Lo había entendido? Para su sorpresa, volvió a levantar el arma y disparó. La chica abrazó con fuerza al niño, tratando de que no lo tocara ningún tipo de disparo. Pero notó que no le había disparado a ella, sino que a una persona detrás. No se había dado cuenta que él había estado todo ese tiempo detrás de ella, en la puerta.

Valerie se dio vuelta para ver como Hunter caía al suelo, herido de bala.

Raven tenía un sentimiento extraño en ese momento con respecto a lo que estaba sucediendo con Valerie. Le sorprendía notar que la chica no le desagradaba tanto como pensaba y que, al contrario, le gustaba su manera de hablar. Formaba parte de los Williams, estaba segura de querer pertenecer a ellos y Raven comprendió que tal vez todo su odio no tenía sentido. ¿Odiarla porque finalmente alguien había llegado al corazón de Hunter? No tenía sentido. Era triste de su parte, era penoso.

Cuando la escuchó hablar, quiso aplaudirle y agradecerle por esa manera de ser. Los Williams necesitaban eso, necesitaban chicas como ella. Valerie había aprendido a ser fuerte incluso en momentos que ni Raven tenía agallas para continuar. Ahí estaban, peleando contra un enemigo que tenía todas las de vencer.

Pero obviamente el mundo de las dos se terminó cuando escucharon el disparo y vieron quien caía al suelo. Valerie gritó de una manera que hizo temblar a todos los presentes y si no fuera por el niño en sus brazos, Raven estaba segura que iba a hacerle daño a su padre. Raven decidió ponerse de pie, al mismo tiempo que Alaska lograba escaparse de su agarre. Sospechó que había sido el padre de Valerie quien la había soltado.

—¡Quietos! —exclamó Raven tratando de detener a esos dos malditos. Valerie estaba hecha un desastre, respiraba con dificultad y temía por el niño que llevaba en brazos. La chica se puso delante de Valerie, para que nadie le hiciera daño a ella y al bebé—. ¡Quietos o les disparo!

—Déjanos ir —pidió el padre de la chica casi del mismo modo que alguien pide clemencia. Raven no tenía clemencia por nadie, los odiaba a todos por igual y no iba a dejar que esos idiotas se fueran. Ella había arruinado a los Williams en más de una ocasión y el idiota de Reeves también, o iba a hacerlo en un futuro—. Nos iremos y no nos llevaremos nunca más al niño. Es suyo, es de los Williams.

Aquella idea no era mala, pero no sabía que podría ocurrir si la cumplían. Raven sentía todo el peso de la responsabilidad en sus hombros y en ese momento no tenía idea que iba a hacer con él. Quiso ser como Valerie, deseaba pensar como ella pero era imposible para alguien como Raven. Ella era puro impulso y vivía de ese modo animal, tal vez por eso se sentía a gusto con los Williams.

—¿Valerie? —la llamó Raven, preocupada por la salud mental de la chica—. Es Hunter, es un Williams y ellos no salen sin chaleco. Así que calmate, júntelas piezas y piensa. Te necesito calma. Ahora mismo.

Vio como la chica tomaba aire, con el niño en brazos y asintió lentamente. Notó que la chica estaba creciendo, con una lentitud que daba pena pero al menos lo estaba haciendo. Ella se mostraba más fuerte que antes y no vomitaba por los costados como hacia antes. Era un gran alivio.

—Los dejaremos ir, pero no volverán a tocar al niño. No volverán a buscarlo y darán por hecho que él está con su familia —sentenció finalmente Valerie, marcando el destino del pequeño Williams. Vio que el hombre quería argumentar, pero Valerie se puso más firme en ese momento y le impidió seguir hablando—. Lo cuidarán sus tíos y le contarán su historia, si él decide alguna vez volverá verte, podrá hacerlo. Pero por ahora no cometerá tal atropello. Es un Williams y tiene que estar con su gente.

Reeves se mostraba enfurecido por lo que decía y cuando dio varios pasos hacia adelante, fue Alaska la que salió corriendo sin prometer nada. La muy maldita. Raven quiso seguirla pero Valerie le hizo un gesto para que se quedara, necesitaban de ella en ese momento.

—Dijiste que ibas a venir conmigo, prometiste que ibas a olvidar esta estupidez con lo Williams, Valerie —le hizo ver el hombre, Raven no sabía que había negociado la chica pero podía entender porque estaba ahí junto a su padre. Se notaba el odio en su mirada y Raven podía comprenderla—. Me mentiste... eres igual a ellos.

Valerie se fue hacia atrás y se acercó a Raven, pidiéndole el arma por el niño. Parecía segura de sus palabras, por lo que Raven no dudó en hacer el intercambio. Había notado que ella cuidaba al pequeño con su vida y desconfiaba de ella, pero Raven solo quería darle una mejor vida. No era nadie para elegir que vida darle, los Williams iban a elegirlo. Valerie tomó el arma con fuerza, apuntándole a su padre y sin darle vuelta al asunto.

—¿Sabes que sucede, papá? Antes de ser una Williams, fui una Reeves. Aprendí a mentir y engañar desde que era pequeña pero nunca lo puse en juego. Me pareció perfecto empezar a hacerlo en este momento —le dijo y le sacó el seguro al arma, dispuesta a disparar.

El señor Reeves levantó las manos y comenzó a marcharse, todos vieron en ese momento la mirada de odio que le dedicaba a Valerie. Eso no iba a terminar ahí. Una vez que se marchó, Valerie suspiró pesadamente y Raven abrazó al pequeño niño que había comenzado a llorar nuevamente. Raven estaba segura que se debía a su presencia pero trató de calmarlo meciendolo de un lado al otro.

—Dios, pensé que me iba a desmayar —susurró Valerie tratando de respirar nuevamente y, al parecer, recordó que Hunter estaba en el suelo. Ambas chicas se acercaron a él y observaron que Raven tenía razón. Desde hacia tiempo que los Williams usaban chalecos antibalas por si acaso, era una costumbre. Vio como Hunter se lo quitaba con esfuerzo y se ponía de pie lentamente.

Valerie corrió hacia él, sorprendiendo a todos los presentes y lo envolvió entre sus brazos con fuerza. Hunter le devolvió el gesto y le dijo palabras al oído que Raven no quiso escuchar. Tenía que admitir que le gustaba como eran cuando estaban juntos, al parecerlos dos tontos se querían más de lo que demostraban y en ese momento se notaba muchísimo. Valerie había comenzado a sollozar en su pecho y Hunter la trataba de contener. Raven la entendió, por un momento ella también creyó que le había pasado algo. Pero el hombre estaba ahí sano y salvo y eso era lo que importaba.

—Gracias, Raven... has estado increíble —le agradeció Hunter mientras Valerie trataba de recomponerse. El chico seguía en contacto físico con ella, una de sus manos se encontraba en su espalda y la acariciaba con cariño, cosa que a Raven le chocó un poco. Nunca iba a terminar de acostumbrarse a eso, a Hunter feliz y con otra chica que no fuera ella.

—Lo hice por Luke, por el club y por el niño. No tienes que agradecerme —admitió ella con una leve muequita y notó que Hunter estaba acercándose al nene. Notó en sus ojos un cariño que jamás había visto en su vida por nadie, ni siquiera por Lydia y sonrió un poco acercándoselo. El nene al instante buscó a Valerie con sus brazos y la chica fue a su encuentro. Con el nene en sus brazos, Hunter se acercó para jugar con el nene. Raven se sintió algo intrusa, notando la familia que podían ser esos tres y terminó alejándose algo culpable.

—¿Dónde vas, Raven? —preguntó Valerie al instante, notando que estaba marchándose. Hunter dejó de jugar con el niño y la observó, frunciendo el ceño al comprender que quería irse en ese momento—. Quédate.

—Por favor —le pidió Hunter y se alejó para acercarse a la chica—. Estamos en deuda contigo, siempre lo hemos estado. Tal vez es hora de cambiar las reglas y tener más mujeres en el club. Siempre hemos tenido mujeres como esposas, pero me parece buena idea tenerlas como miembros del club.

Raven notó la influencia de Valerie en esas palabras, pero no como si ella le hubiera dicho que incluyera mujeres en el club sino como si él se diera cuenta que las necesitaban. Era un paso enorme para el club, que siempre se había mantenido muy reacio a las mujeres (aunque la única excepción siempre fue la madre de Hunter, que heredó el puesto por orden del abuelo de Hunter). La chica terminó por sonreír, dándose cuenta que el club estaba tomando otro camino y le gustaba verlo.

—¡Otra ronda por el nuevo Williams!

—Ya estás borracho, Dante —se quejó Hunter haciendo reír a los presentes.

De hecho, estaba borracho y Hunter no quería molestarlo, podía dejar que su hermano hiciera lo que quisiera esa noche. Había sido un día realmente largo y Hunter solo quería irse a acostar y dormir hasta que no recordara su nombre. Estaba cansado de todo en general y desde que Luke había abandonado Auburn, sentía que una parte de él le faltaba. Y sin contar su pelea con Valerie, que lo había dejado bastante vacío.

El club estaba de fiesta, contento por lo que había sucedido esa noche con respecto al pequeño nuevo y todos estaban festejándolo. El ingreso de Raven al club había sido algo nuevo, pero todos lo habían tomado bastante bien y hasta le sorprendió a Hunter con que naturalidad todos aceptaban aquello. El club comenzaba a volverse algo nuevo, si bien no era lo que él deseaba en su totalidad... estaba bastante cerca.

Valerie se había quedado en la fiesta, con el niño cerca mientras todos lo consentían y molestaban. Era bueno tenerla aunque no sabía por cuanto tiempo iba a suceder aquello, no quería soñar que la chica iba a quedarse cuando recordaba lo herida que había estado. Pero al mismo tiempo, la imagen de "V.W" le llegaba a su mente y le quitaba una sonrisa. Era todo confuso, así que Hunter prefería dejarlo ser.

Con respecto al niño, habían decidido que Luke lo conociera por lo menos una vez y lo había llamado, aunque no había podido contactarse con él. Le había dejado un mensaje y esperaba que él apareciera. Le parecía bien que se quedara con ellos, que lo cuidaran entre todos pero que Luke lo conociera. Valerie tenía razón, era un Williams y tenía que vivir con la familia.

Decidió salir a fumar, ya que todos estaban comportándose un poco mejor con la presencia del niño y si bien sabía que no iban a durar mucho, al menos esa noche podía fumar en el exterior. La seguridad del club había cambiado mucho y había varios guardias en las entradas custodiándolo todo. Lo saludaron a Hunter con un movimiento de cabeza y él se escondió en el pasillo que daba a un callejón sin salida. No quería que la gente fuera a hablarle o lo molestara, quería estar solo. Cuando escuchó que alguien se acercaba, gruñó dispuesto a decirle esas palabras pero se sorprendió al ver que se trataba de Valerie.

La chica lo miró con esos ojos claros que ella tenía y se apoyó en la pared a su lado. Podía recordar como lo había abrazado esa noche, con que fuerza se había aferrado a él ante el miedo de perderlo y aquella sensación en su pecho nació una vez más. Valerie lo destruía día a día, tomaba su corazón y lo rompía en pedazos, pero él amaba sentir eso. Le encantaba que ella tuviera era capacidad de mover su mundo solo con mirarlo. Él sentía que el amor era eso, que era esa montaña rusa de sentimientos.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó ella, refiriéndose a la herida de bala que había sufrido. Si bien no le había llegado el disparo, el golpe había sido lo suficientemente fuerte como para dejarlo en el suelo unos largos minutos—. ¿Quieres que lo vea?

—¿Esa es tu mejor excusa para verme desnudo? —se burló Hunter, haciendo reír un poco a la chica y vio como bajaba la mirada algo sonrojada. Dejó caer el cigarrillo y lo piso con su zapato para girarse a Valerie. Llevó una de sus manos al rostro de la chica y acarició suavemente sus mejillas sonrojadas. La escuchó quejarse, seguramente deseando que eso no siguiera y que no arruinara todo—. ¿Por qué has venido a verme, Valerie? Podrías haberte quedado afuera, pero ha venido a hacerme compañía.

Ella apoyó su mejilla en la mano de Hunter, casi necesitando ese contacto más que nada en ese mundo y Hunter lo sintió así. Era una especie de imán que tenían, no podían dejar de buscarse y estaban viviendo en ese momento. Podía notarlo de Valerie y sabía que ninguno de los dos iba a dejar de buscarse. Tal vez Valerie se fuera de la ciudad o del país, pero sabía que iban a estar buscándose mutuamente en cada rincón del mundo. No podían evitarlo.

—He estado pensando... en todo lo que ha sucedido —le dijo finalmente, hablando y calmando esa necesidad de Hunter. Abrió los ojos y se alejó del contacto del chico—. Lo que sucedió en la cripta me hizo mucho mal... me hizo sentir débil y me hizo ver lo peor de mí. Puedo matar, Hunter, puedo matar por ti o por sobrevivir. Nunca creí que iba a volverme esta persona. Tengo mucho miedo... temo volverme la persona que siempre temí convertirme. Estoy aterrada... estoy aterrada y no sé que hacer. La mayoría del tiempo no sé que hacer y tengo muchísimo miedo de todo lo que hago.

—Lo sé, Valerie, lo sé —susurró Hunter admitiendo que él era conciente del miedo que la chica sentía. La acercó a él y unió sus frentes para tenerla cerca, aun susurrando esas palabras que le había dicho. Sabía el dolor de Valerie, porque lo consideraba suyo. Eran uno, la entendía por completo.

—No quiero ser... no quiero ser una asesina pero quiero protegerte con mi vida. Quiero ser fuerte y no llorar, quiero ser lo suficientemente capaz de cuidar a los que quiero, Hunter —le decía con las lágrimas en los ojos antela angustia que tenía. Él trataba de quitárselas, pero caían con más frecuencia y terminaban perdiéndose en el vacío—. Hoy vi a ese niño... y entendí que estoy haciendo. Entendí que tengo que cuidarlo, que tengo que protegerlo... y es lo que quiero hacer. Él es mi familia, tu eres mi familia, los Williams son mi familia y los quiero proteger. Los quiero cuidar, quiero pelear por ellos. Es la familia lo que importa. Desde que acepté que son mi familia, me volví parte de ustedes. Yo pertenezco a este mundo. Le pertenezco a los Williams, a ese niño, a ti...

—Val, lo que te pasó fue horrible pero te hizo más fuerte. Hoy lo escuché, hoy pude notar tu fuerza incluso desde el suelo. Ya no eres la niñita que gritaba por un celular robado, ahora eres una mujer que quiere a su familia y no puedo dejar de admirarte por la fuerza. Cada vez que te caes, te levantas con más fuerza. ¡Ni siquiera Luke logra eso! Y yo tampoco, estuve hecho un idiota cuando decidiste irte... eres una persona admirable —admitió él con sinceridad en sus ojos, aun tomándole el rostro para que entendiera la verdad en su ojos, su voz, en su pecho—. No voy a dejar caerte nunca, enana rubia. Nunca. Me has hecho ver que la violencia no es la respuesta y trato de agradecértelo todos los días. No jalarás el gatillo por mí, me demostrarás porque no debo hacerlo.

Él repitió la frase que ella había dicho en su pelea, cuando le había dicho que era un monstruo. Notó en sus ojos que ella reconocía la frase y como le afectaba en ese momento la manera que Hunter había cambiado las cosas.

—¿Sabes lo más extraño de todo esto? —le dijo de la nada, aun permaneciendo cerca de él y encerrada en la jaula de sus brazos—. Siempre he sentido que no pertenecía al mundo que vivía. Cuando estaba en las fiestas de mis padres me vivía preguntando que estaba haciendo, quien era... o que iba a ser de mí. Cuando estoy en el cuartel jamás me hago esas preguntas. Siento que pertenezco a este mundo y es una locura. ¿Yo, entre borrachos motociclistas? ¿Yo, entre humo y alcohol? Sí, yo. Muy poca gente puede admitir que están en el lugar correcto, que sienten que pertenecen al lugar en el que están... yo puedo decirlo. Yo pertenezco a este lugar, Hunter y nadie, absolutamente nadie, me lo va a quitar.

Para sorpresa del hombre, fue Valerie quien fue a sus labios y él trató de no mostrarse sorprendido por aquello. El beso de la chica era tímido, casi pidiendo permiso para hacer tal cosa pero fue Hunter quien la besó con esa voracidad que él tenía. No solo por ella, sino por todo lo que habían vivido en ese momento. Era una locura vivirlo en ese momento, sobre todo cuando había pensado que lo iba a perder todo. Pero ahí estaban, besándose con esa pasión, esa necesidad característica de ambos y dejando que el mundo se detuviera unos segundos para ellos.


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Perdón por no subir el sábado pasado, el lollapalooza me consumió por completo.

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