Siguiendo el consejo de James, cogió aire y se lo tomó con calma y logró sobrevivir lo que quedaba de jornada sin más accidentes. Sally parecía realmente aliviada. Seguro que tanto ella como Tom estaban preocupados.
Si, ella era torpe, en algunas ocasiones, pero lo de ese día era sobrenatural. Y todo por un condenado sueño.
Un sueño que la excitaba como nada en este mundo.
¿Había perdido la cabeza? No podía pensar en Tyler así. No podía desearle de ese modo. Pero lo hacía.
Mientras se acercaba a su coche, cogiendo las llaves del interior de su bolso, no fue consciente de que había alguien apoyado en el monovolumen de su madre, hasta que casi chocó con él.
Tyler la cogió de la cintura para evitar que tropezase y ella sintió como una corriente eléctrica le recorría todo el cuerpo.
Sintió como su respiración se aceleraba, como sus pezones se endurecían bajo la camiseta y el sujetador y como su sexo se humedecía y palpitaba de necesidad.
Las llaves cayeron al suelo, entre ellos. Tyler la dejó ir y ella se agachó para cogerlas, quedando su cabeza justo frente a la entrepierna de él.
Su respiración se volvió errática al ver que él estaba excitado.
¡Joder!
Cuando volvió a ponerse en pie, comprobó como sus ojos se habían oscurecido. No la miraba como siempre. Había deseo, necesidad y algo más que no supo interpretar en sus ojos. ¿La deseaba?
Sus piernas temblaban. Automáticamente puso sus manos en el pecho de él, notando una pared sólida de puro músculo bajo la camiseta.
Miró su boca, recordando como él la besaba en su sueño y gimió.
Sus ojos se oscurecieron aun más.
Cerró los ojos y trató de respirar hondo y apartarse. Él no la dejó.
-Voy a besarte, Audrey.
Oh, oh.