Teneros Conmigo (Serie Love 07)

AUDREY

Cerró la puerta del almacén y rompió a llorar. Ya no podía más. Ocultó la cara entre las manos y se desahogó.

Diez minutos después, ya calmada, se cambió de ropa y en lugar de la camiseta que llevaba cuando llegó por la mañana, se puso la que le habían regalado sus amigos con una sonrisa.

Si, aquello era justo lo que necesitaba.

Cuando abrió la puerta, Sally ya estaba allí, esperando para cambiarse.

-Dadme un toque luego y nos tomamos algo pero ahora tengo me voy volando.

-¿No quieres que te lleve?

-Que va. No voy a casa. Pensaba acercarme al centro comercial.

-De acuerdo. Hasta luego.

Agitó la mano despidiéndose, pasó por la cocina para despedirse de Tom, que río al ver su camiseta y se dirigió a la puerta.

-Hasta mañana Chris.

-Hasta mañana- miró su camiseta y luego a ella- Chica tequila.

Ella le guiñó un ojo y salió por la puerta.

Si. Era un terremoto.

De camino al centro comercial, se puso los auriculares, encendió el iPod y pensó en su conversación con Dan.

-Te he llamado mil veces Audrey.

Solo habían sido una decena.

-No puedo atender el teléfono mientras estoy trabajando.

-¿Y no tomaste ningún descanso?

-Sí, pero decidí emplearlo precisamente en descansar.

-Joder Audrey.

-¿Por qué has venido?

-Te lo dije antes. No quiero romper. Tú me gustas nena.

-Y tú me gustas a mí.

-¿Entonces cuál es el problema?

-Que no quiero estar con alguien que desea estar con otras mientras está conmigo.

-Pero tenemos química nena.

-Nunca he dudado de eso.

-Y lo pasamos bien en la cama.

¿Cuándo se había acercado tanto? Sentía su aliento sobre los labios y la erección presionando contra su sexo.

Joder, realmente necesitaba un orgasmo.

Sin embargo, cuando cerró los ojos para evitar gemir y la boca de Dan rozó la suya, fue el rostro de Chris Harrison el que apareció de golpe en su mente.

Se apartó de golpe, le pidió a Dan que la dejase en paz y regresó a la cafetería con los ojos enrojecidos por las ganas que tenía de llorar, encontrándose cara a cara con Chris.

Sacó el teléfono del bolsillo y mandó un mensaje a sus amigas.

Necesito unas cosas para el sábado. Os necesito. Voy hacia el centro comercial.

Susan fue la que respondió.

Estoy con Beth ahora. Allí en diez minutos.

Sonrió. Ellas nunca le fallaban.