Tumbado en la cama, repasó lo ocurrido.
Tenía que ser sincero con ella. Contarle la verdad. Quizá ella lo comprendiese entonces.
¿Podría perdonarle?
Dios... Esperaba que fuese así.
Él no permitiría otra cosa, aunque necesitase tiempo.
Él sabía que no había sido justo pero todo sucedió tan rápido que no supo reaccionar de otro modo.
La había cagado pero bien y eso podía costarle lo más importante en su vida.
Audrey era su luz en medio de la oscuridad.
Unos golpecitos en la puerta le obligaron a centrarse.
-Pasa.
-¿Estás bien, hijo?
-Sí, mamá.
-Tu padre viene hacia aquí. Después de que se cambie, nos iremos.
-De acuerdo.
-¿Ya hablaste con Audrey?
-Sí.
-¿Y?
-Espero que no sea demasiado tarde para que me perdone.
-En todos estos años nunca pensé que llagaríais a este punto.
-Tampoco yo.
-¿Qué os ha pasado?
Quiero a la única mujer a la que no puedo tener.
Me porté mal con ella. Intenté alejarla de mí. Creí que así sería más fácil, pero no lo es. He cometido el mayor error de mi vida.