Quería salir de allí tan rápido como pudiese. Apenas podía contener las ganas de llorar.
Aceleró el paso hasta detenerse frente al ascensor.
Estaba temblando. Le deseaba. Nada había cambiado.
Quería tocarlo. Sentirlo. Besarlo de nuevo. Una y otra vez.
-¡Audrey!
No, por favor.
Pulsó el botón para que se cerrasen las puertas. Pulsó una y otra vez.
¿Por qué no se cerraban?
Chris se coló en el ascensor en el último momento.
-Te llevo a casa.
-No hace falta. Vivo cerca.
-Yo creo que sí. También hay cosas que debo decirte. Has dejado muy clara tu opinión, creo que yo debo aclararte también algunas cosas.
-Ya lo hiciste esta mañana.
-Sí, pero ni se acerca a lo que siento ahora.
-No creo que quiera saberlo
-Yo te escuché. Ahora me escucharás a mí. Es lo justo.
-¿Por qué no puedes dejar simplemente que me vaya?
-Porque no quiero. Antes no mentí cuando dije que no podía dejar de pensar en ti, Audrey. No puedo. Y estoy empezando a temer que tampoco quiero. Ahora sube al coche- dijo cuando llegaron al aparcamiento.
Chris arrancó y aceleró.
-¿A dónde vamos?
-¿A dónde quieres ir?
-A mi casa.
-Entonces ahí es a donde vamos.
No necesitaba que le dijese donde era, se había aprendido sus datos de memoria.
¿Cómo de loco era eso?
-Estás enfadado- no era una pregunta.
-Sí, Audrey. Lo estoy.
-¿Por qué?
-Porque te deseo y sé que me deseas y no entiendo porque te comportas así después de lo ocurrido esta mañana. Ambos lo deseábamos. ¿Por qué huir en lugar de disfrutarlo?
-Te lo dije. No quiero que me hagas daño y eso es lo que sucederá si seguimos con esto.
-¿Y qué hay de mí? ¿Acaso tú no me hieres con tu comportamiento? Lo haces, Audrey.
-Lo siento.
-Dime que no quieres que vuelva a tocarte y no lo haré. Pero piénsalo bien antes de responder. Sé sincera con ambos.
-Está bien.
-¿Y qué va a ser?
-Me dejaré llevar pero ahora solo quiero llegar a casa.
-Muy bien.
¿Qué estoy haciendo?
Estaba jugando con fuego y se quemaría. Ya empezaba a sentirlo.
Si con lo de aquella mañana, Chris la había dejado en ese estado, ¿qué pasaría cuando la penetrase? Cuando la poseyese por completo.
Llegaron a su destino. Cuando ella fue a abrir la puerta, él la detuvo obligándola a mirarle.
Audrey temía que sus ojos reflejasen como se sentía y debían hacerlo por como él la soltó e inhaló de golpe, aferrándose al volante.
Ella se bajó del coche y entró en casa.
Cogió el teléfono de su bolsillo y marcó el número de Tyler.
Sabía que saltaría el buzón pero necesitaba oír su voz aunque fuese a modo de mensaje.
Hola Ty, soy yo, de nuevo. Sé que sigues enfadado conmigo. Sé que no te escuché pero te necesito. Por favor, vuelve Ty.
Sus padres no estaban. Seguramente iba camino al hospital para conocer a los hijos de James y Becka.
Suspiró. Nunca había estado tan confundida.
Dejó sus cosas sobre la isla de la cocina y se acercó al congelador. Su tarrina de helado de emergencia la estaba esperando.
Su teléfono sonó interrumpiendo se "cena".
-¿Diga?
-Tom acaba de decirme que me ama y luego se fue y no sé qué hacer. ¿Qué hago?
¡¿Qué?!
Intentó centrarse y hablar tranquilamente con Sally.
-¿Y tú lo amas?
-Demonios, sí-suspiró aliviada.- pero no se lo dije. Me quedé tan alucinada que no supe que decir y se fue y ahora no le encuentro. No me coge el teléfono y no ha vuelto a su casa.
-Quédate tranquila. Le llamaré y lo llevaré a su casa de la oreja si es necesario.
-Gracias, Audrey.
-Te aviso cuando sepa algo.
Colgó y marcó el número de Tom.
-No es un buen momento, Audrey.- contestó tras la tercera señal.
-¿Dónde estás? Necesito una copa.
-En el Chicago.
-Tardo diez minutos.- afortunadamente su madre no se había llevado su coche. Cogió las llaves del gancho de la entrada y salió de nuevo.