Theon acabó tapando las bolsas de nuevo, pero yo seguí sin despegar la vista de ellas. Ahora todo cuadraba, por eso todos entrenaban, porque estaban aterrados, no de la misma manera que te aterrorizaría una película de miedo sino en la que te aterrorizaría que tu pudieras ser el siguiente en morir. Lo que me parecía bastante lógico, porque esa idea también me estaba asustando.
Pero no tenía sentido porque por mucho que necesitaran hacer el ritual lo antes posible, iba a seguir siendo el mismo día a la misma hora, era eso de por mucho madrugar no amanece más temprano. ¿Y después del ritual que pretendían? ¿Ir a vete tu a saber donde y a luchar? No me parecía el plan más organizado del mundo. Aun así no dije nada.
Pero Isaac sí.
-¿Quiénes son? ¿Quien os caza?
-Se hacen llamar "La orden del año cero". No solo nos cazan a nosotras, si no a todo aquello que es una aberración, que va en contra de su dios. Se cree que los súcubos somos descendientes de Lilith, la primera esposa de Adan, que decidio irse del Jardín del Eden por decisión propia y engendró demonios, bestias, estamos condenados a arder en el infierno. Lo que el Año Cero pretende es que ardamos lo antes posible.
-Quieren limpiar la tierra de aquello que según ellos la hace impura. -Explicó Blanca-. Y para ellos tan solo somos demonios.
-¿Solo cazan súcubos? -Pregunté.
-No. Cazan Súcubos, Íncubos, y todo aquello que es considerado un espíritu del mal. Por eso se hacen llamar así, cuando limpien la tierra de pecado según ellos comenzará una nueva era, el Año Cero.
-¿Los hombres lobo están considerados espiritus del mal? -Pregunté de nuevo y Isaac me miró.
-No, no son considerados demonios porque se cree que los hombres lobo son víctimas de una maldición. Así que por si te sirve de consuelo Isaac está a salvo. Pero... -Catelyn esta vez se dirigió Isaac-. Iris no. Y nadie asegura que después de exterminar a los demonios paren, tal vez decidan acabar con el resto de criaturas.
-¿Tantos son?
-Los suficientes para conseguirlo. Tras el ritual todos los presentes en la ceremonia verán sus habilidades aumentadas, e inmediatamente iremos a acabar con la sede de Beacon Hills.
-¿Tienen sede aquí? -Preguntó Isaac.
-Tienen sede en cualquier punto con una alta concentración de criaturas sobrenaturales, y el nemetón ayuda. Además teniendo en cuenta que la gente en esta ciudad no esta ciega y que muchos sospechan que pasa algo extraño aprovechan la ignorancia y las ganas de explicaciones, para captarles e iniciarles en sus creencias. Es más facil así. Espero que entendais que vuestra colaboración es necesaria.
-Sí. -Yo miré a Isaac, ni si quiera lo había pensado, por un momento desconecté de la conversación, estaba dispuesto a aceptar participar en un ritual, sin ni siquiera pensar en las consecuencias, eso era lo que más me preocupaba, desde un principio no había puesto ningún impedimento.
-Supongo que si eso es todo podemos irnos. -No me apetecía nada estar allí en ese momento.
-Eso es todo. -Afirmó Catelyn.
-Entonces nos vamos.
Comencé a andar por los pasillos, seguida por Isaac. Sentí un tirón en la muñeca, que no llegó a hacerme daño, pero fue lo suficientemente fuerte para adentrarme en una habitación en la derecha, Isaac cerró la puerta detrás de nosotros y me miró.
-Vale que te pasa.
-¿Siempre usas las señales químicas?
-No hace falta usar las señales químicas para darse cuenta de que a ti te pasa algo.
Yo me crucé de brazos alcé la cabeza para mirarle.
-No me encuentro bien, quiero irme, eso es todo -Me encogí de hombros- ¿A caso tu no quieres irte?
-¿Por qué no iba a querer irme? -Dijo con un tono de confusión en la voz
-No se, se te veía muy cómodo.
-Iris... -Comenzó.
-Te están pidiendo que te ofrezcas en una ceremonia, en la que pretenden que acabe matándote, me intentarán obligar a hacerlo de alguna manera y a ti parece no importarte, se que está es una de tus pocas opciones, ¿pero por que estás tan dispuesto?
-Se que no llegaremos extremos.
-¿Si te dijeran que es la única opción? Si tuviera que matarte y solo tuvieras las opciones de quedarte y permitir que lo hiciera o de pelear contra mi para evitarlo ¿Qué harías?
Isaac se quedó en silencio, pero no era porque lo estuviera pensando, ambos sabíamos la respuesta, lo que haría.
-No te haría daño. No podría. -Dijo entre dientes.
-Entonces estás aceptando tu muerte. ¿De verdad crees que tenemos más opciones? Porque yo hace un tiempo que dejé de tener esperanza.
-Siempre hay esperanza. Siempre hay una segunda opción.
Yo negué con la cabeza y cerré los ojos.
-Esta vez no. -Respiré hondo y le miré-. Deberías de preocuparte más por ti mismo y menos por mi.
-Se que puedes cuidarte a ti misma pero necesito tener la certeza de que estarás bien. Eres la mayor parte de los motivos por los que sigo en este pueblo. -Se pasó las manos por el pelo y me miró cansado-. Lo que siento por ti es muy fuerte.
-Y estoy casi segura de que no es real.
-¿Eso lo dices tu o lo dicen ellas?
-Es un hecho que estamos conectados, porque mi subconsciente quiere matarte, y a tu subconsciente le encanta la idea de morir a mi costa, por eso me besas Isaac porque a una parte de ti le da igual morir. Catelyn me lo dijo hace unos días.
-¿Y no has pensado que tal vez Catelyn no siempre tiene razón? Además creo que ya he oido bastante. ¿Pero tu te estás escuchando? Te están usando, Iris. Están usando tu miedo para llenarte la cabeza de ideas estúpidas. No son tu familia, no son nadie que vaya a mirar por ti, van a hacerte creer lo que les interese para salir ganando. Deberías tener presente eso. Solo piensalo.
-Quiero creer que lo que dices es cierto.
-Y lo es. Pero tienes que abrir la mente. -Se mordió el labio, intentando contener algo que quería decir u tragó saliba-. Debería irme.
Isaac salió de la habitación y se encaminó por el pasillo hacia la salida, yo me quedé en el pasillo mirándole mientras se alejaba. Sentí el calor de una mano en mi hombro y me giré para mirar a Blanca, siempre hacía lo mismo.
-¿Puedes hacerme un favor? -Le pedí.
-Claro.
-¿Puedes comprobar que no le pasa nada al salir?
-Nadie se le va a acercar tranquila, yo me encargo.
La sonreí antes de ponerse en camino y se fue por donde Isaac se había marchado.
Me senté en una silla en la habitación en la que habiamos estado hablando y me quedé mirando a la nada, pensando, por mucho que se empeñara tal vez la mejor manera de ayudarle no era otra que irme. Cerré los ojos durante un momento para intentar dejar la mente en blanco hasta que la puerta se cerró de golpe.
-¿Hay alguna razón especial por la que estás en mi habitación?
Apreté los dientes al oir la voz de Theon, de todas las habitaciones esta tenía que ser la suya.
-Creía que te dije que no volvieras a hablarme.
-Yo no lo recuerdo. Eres tú la que está aquí.
-¿Se ha ido ya? -Preguntó.
-No hagas como que te importa.
-Tranquila no lo hace lo más mínimo. -Se quitó la camiseta y me miró-. Iba a darme una ducha ¿Te apetece?
No pude evitar reirme fríamente.
-Antes prefiero morder una barra de hierro al rojo vivo.
Salí de allí y comencé a andar.
-Que graciosa. -Iba caminando detrás de mi, a lo mejor él era el perro faldero.
-Creía que ibas a ducharte ¿No tienes nada mejor que hacer?
-Te lo has tomado muy en serio. -Se rio.
-Y tu nada en absoluto. No voy a perder el tiempo contigo. Hay cosas más relevantes en mi vida.
Por suerte desistió y se fue, yo continué por mi camino, y no paré hasta llegar a casa. Mi padre estaba rellenando unos informes en el ordenador con el canal de noticias puesto en la tele. Yo me senté a su lado sin decir nada y apoyé la cabeza en su hombro.
-Quédate un rato. -Me pidió-. ¿Qué tal el día?
-No ha sido uno de los mejores desde luego.
-¿Y eso?
Yo negué con la cabeza cansada.
-Nada, es solo que... -No, mejor no-. Nada
-Lo que sea puedes contarmelo. -Me animó.
-Por el momento tan solo quiero tumbarme y estar tranquila.
-Échate un rato.
Yo apoyé la cabeza en el reposabrazos del sofá y extendí las piernas por encima de mi padre, él me echó una manta y me quedé mirando la tele durante un rato hasta que me dormí, me desperté cuando sentí un pequeño zarandeo en el hombro. Miré a mi padre cokfusa, tenía los ojos rojos por tener la vista fija en el ordenador.
-Venga cielo, hora de irse a la cama.
Me despedí de mi padre y me encaminé a mi habitación. Cuando entré me encomtré con una sombra tumbada en mi cama, había llegado a un punto en el que ni si quiera me sorprendía.
Cerré la puerta detrás de mi y le miré fijamente.
-Isaac... -Susurré, no hubo ninguna reacción por su parte-. Isaac. -Repetí un poco más fuerte.
Él dio un espasmo repentino y me miró.
-No estaba durmiendo. Solo descansaba la vista.
Yo alcé las cejas y me acerqué un poco más.
-¿Esto de colarse en mi habitación va a convertirse en una costumbre? -Pregunté. Isaac se encogió de hombros.
-Supongo. A no ser que te moleste claro... Tan solo me preguntaba si estabas enfadada.
Yo negué con la cabeza.
-No. No lo estoy. ¿Quieres tumbarte? Bueno ya lo estabas. -Isaac se rio-. Pero ya sabes a lo que me refiero. Quitate los zapatos, yo voy a ponerme el pijama, y no mires, creeme, sabre si lo haces.
Él se giró y yo comencé a cambiarme, no mentí cuando le dije que lo sabría. Volví los ojos de color violeta, y me quedé mirando al armario mientras me preparaba, aun así sabía lo que estaba haciendo Isaac, podía percibirlo.
Cuado terminé me metí en la cama y le indiqué que se tumbará a mi lado, le miré a oscuras durante unos segundos antes de decir nada.
-Has mantenido tu promesa de no mirar como un caballero. -Sonreí.
-¿Acaso esperabas lo contrario?
No pude apreciar su gesto por culpa de la negrura, pero yo simplemente cerré mis ojos. Volviendolos violetas bajo mis párpados de nuevo, ver a Isaac así era mucho mejor que intentarlo a oscuras, podía presentir su figura, sus rasgos, incluso la corriente que recorría su cuerpo, era brillante, como si fuera un río de diamantes que fluía por su interior, no era muy diferente a la de otro hombre lobo, pero la suya me parecía más brillante que cualquier otra. Era como magia, una magia a la que aun no podía dar explicación.
-Después del ritual no tienes porque estar con ellas, puedes unirte a la manada, a Scott no le importará, ni al resto, y a Stiles... Bueno yo me encargaré de Stiles.
Yo me reí, él estaba sonriendo.
-No se Isaac. Quiero aprender a controlar esto.
-Ellos te enseñaran.
-No pueden enseñarme a controlar transformaciones con luna llena porque no soy como tú.
-Tienes razón, eres mucho mejor.
-Que mal mientes.
-Bueno tendré que intentarlo al menos, temo que si te digo la verdad me eches de la cama.
-Que idiota eres. -Volví a reir, más sonoramente de lo que me hubiera gustado.
Isaac me tapó la boca también riendose.
-Tú padre va a oirnos.
-Sí mejor porque tiene una escopeta.
-¿Porque todo el mundo en este pueblo tiene armas?
-No se... Tal vez porque está infestado de bichos raros.
Isaac se encogió de hombros y tiró de la colcha, sacando solo la cabeza, ya hice lo mismo porque estaba congelada
-Tengo mucho sueño me quejé.
-Son casi las cuatro. Será mejor que te duermas. Que duermas bien princesa.
Sonreí y volví a cerrar los ojos pero no me dormí al instante, me quedé observándole bajo la máscara violeta que lo inundaba todo, él era lo más apreciable porque no habí nadie más con energía en la habitación aparte de nosotros, por lo que él era lo único que no era borroso, que verdaderamente estaba ahí.
Él se quedó un rato mirándome sin hacer nada más, sus ojos fueron la última imagen que recordé antes de quedarme dormida.