Mi conquista tiene una lista...

By InmaaRv

8.4M 630K 599K

Durante mis diecisiete años de vida, me han roto el corazón muchas veces. Por eso hace un par de años decidí... More

Prólogo
La lista
1 | Crónicas de un sujetador extraviado.
2 | Devuélveme mi guarda-pelotas.
3 | Último día de vacaciones.
4 | Algo que oscila es un oscilador.
5 | Una llamada desastrosa.
6 | No te mueras todavía.
7 | Alevosía hogareña.
8 | Consecuencias.
9 | Pídeme una cita.
10 | Tienes un concepto de cita horrible.
11 | Me llaman Rabia.
12 | De vuelta a casa.
13 | Persiguiendo una exclusiva.
14 | Fin del trato.
15 | Verdaderas intenciones.
16 | El arte de ser predecible.
17 | Una cita de verdad.
18 | Un puñado de ilusiones.
19 | Rompiendo las barreras.
20 | Hacernos felices.
21 | Feliz cumpleaños.
22 | Confesiones nocturnas.
23 | La habitación de Noah Carter.
25 | Ex mejores amigos.
26 | Música, maestro.
27 | Aterrizaje forzoso.
28 | Tienes mucho que perder.
29 | Volver a casa.
30 | Rompiendo las reglas.
31 | Con los pies en el suelo.
Epílogo
Extra | 1
Extra | 2

24 | Contando mentiras.

178K 16.1K 11.3K
By InmaaRv


24 | Contando mentiras.


—Así que por fin te has enrollado con Carter.

Sé que es una estupidez, pero me basta con escuchar esas palabras para sentir cómo me embriaga la vergüenza. Atacada, cierro la puerta de la taquilla para toparme con la mirada inquisitiva de mi mejor amigo. Me observa con las cejas alzadas, a la espera de una respuesta. Abro la boca, la cierro durante un segundo y vuelvo a coger aire para responder:

—No nos hemos enrollado. Quiero decir, al menos no como tú piensas. Aunque, bueno, tampoco sé cuál es exactamente tu concepto de enrollarse... y no me interesa descubrirlo, tranquilo. Pero algo me dice que tenemos definiciones diferentes para ese término. Noah y yo solo nos hemos besado una vez. Eso no tiene nada que ver con enrollarse. Deja de darle vueltas al asunto —sentencio, mientras termino de guardar mi libro de matemáticas en la mochila. Intento parecer relajada, como si este tema no me pusiese el corazón a mil, pero me cuesta; y el hecho de que Wesley no deje de mirarme como si supiera que oculto algo no me ayuda en absoluto.

—¿Estás segura de eso? —me pregunta de repente.

En cuanto termino de cerrar mi macuto, vuelvo a clavar mis ojos en los suyos.

—¿Segura de qué?

—¿Solo os habéis besado una vez? —continua, jugueteando con sus cejas—. Porque eso no es lo que él me ha contado.

Tardo sorprendentemente poco en reaccionar. Dejándome llevar por un impulso, abro los ojos de par en par, me aferro bien a la libreta de historia —que todavía llevo en las manos— y le doy con ella en el brazo. El rubio trata de apartarse, pero no hay forma de evitar que vuelva a atacarle.

—¡No puedo creerme que hayas hablado con Noah de esto! —chillo, abriendo el cuaderno para desdoblar un par de páginas que han sufrido desperfectos—. Se supone que eres mi mejor amigo. ¡No deberías intimar con el enemigo!

El asqueroso traidor que tengo delante arruga la frente. Entonces, comienza a reírse mientras se soba la zona del brazo en donde le he golpeado.

—No soy yo quien está intimando con Carter, Abril —me suelta, y de inmediato me arrepiento de no haberle dado en la nariz.

—¿Por qué diablos hablas con él de esas cosas, de todas formas? —acabo preguntando, resignada. Wesley se limita a encogerse de hombros. Juntos echamos a andar por el pasillo en dirección a la cafetería. Lleva dándome la murga toda la mañana porque ha oído que esta semana los bocadillos están de oferta y tiene la necesidad de aprovecharse de ello. Le miro de reojo mientras me aprieto el interior de la mejilla con los dientes—. ¿Te ha dicho algo sobre... ya sabes, qué le pareció? Sé que los tíos soléis contaros esas cosas —añado, con algo de esperanza. Si consigo sonsacarle a Wesley un poco de información, quizás no me importe que Noah lo utilice como confidente.

Ante esto, mi mejor amigo sube las cejas.

—¿Estás pidiéndome que traicione su confianza?

—En absoluto —me apresuro a responder—. Solo estoy pidiéndote que le des ciertos... privilegios, a tu mejor amiga. Vamos, me merezco que tu lealtad esté conmigo. Llevo años soportándote.

—Más bien, yo diría que llevas años disfrutando de mi presencia.

—Vale, lo que tú digas. ¿Me cuentas ya qué es lo que te dijo?

—No voy a traicionar a un colega, Abril.

Ruedo los ojos.

—Noah y tú no sois colegas. Scott es su colega y, por si se te ha olvidado, quiere partirte la cabeza.

—Bueno, esa es exactamente la razón por la que llevarme bien con Noah Carter es mi objetivo principal para lo que queda de curso —sentencia, esbozando una sonrisa. Me da una serie de golpecitos en el brazo—. Lo siento, pero serle leal a tu amorcito me salvará que acabar con la nariz metida en el váter. Si quieres saber si le gustó enrollarse contigo, vas a tener que preguntárselo a él.

Dicho esto, me guiña un ojo y apura el paso para adentrarse en el pasillo que lleva a la cafetería. Su actitud me saca de quicio, tengo que admitirlo. Molesta, suelto un gruñido mientras presencio cómo la multitud engulle la figura de mi mejor amigo. Pronto no queda ni rastro de él en el corredor y yo, que me he quedado parada a varios metros de la puerta del comedor, empiezo a darme cuenta de que lo que menos me apetece ahora mismo es perseguir con él las ofertas de bocadillos.

Sin embargo, tampoco tengo otro sitio a donde ir. A pesar de que sé que acabaré resignándome a correr tras Wesley, el orgullo que hace querer buscar alternativas. Me pongo de puntillas para ver por encima de la muchedumbre, en busca de un rostro conocido. Desearía haberme topado con la alegre sonrisa de Kira o la mirada petulante de Michelle, pero no son ellas quienes se cuelan en mi campo de visión.

Llevo intentando hablar con Jason desde ayer por la tarde, cuando le escribí para avisarle de que teníamos una conversación pendiente. No obstante, también desde entonces él ha estado evitándome. Y admito que se le da bien ponerme las cosas difíciles.

Anoche, por ejemplo, se encerró en su habitación en cuanto oyó que llegaba a casa, y esta mañana ha salido temprano para no hacernos coincidir en el desayuno. Las únicas palabras que ha cruzado conmigo estos días han sido las que escribió en su respuesta a mi mensaje: un seco, conciso y desagradable "déjame en paz".

Siendo sincera, me gustaría ser egoísta, mandarlo todo a la mierda y continuar con mi vida como si nada hubiese pasado; mas sigo sin poder sacarme a Matthew de la cabeza y sé que no conseguiré hacerlo hasta que haya arreglado ciertos asuntos con mi hermanastro. Esa es la razón por la cual, cuando le veo solo al fondo del pasillo, dirigiéndose a las escaleras que conducen al gimnasio, lo tengo claro: no puedo desperdiciar esta oportunidad.

Echo a andar hacia Jason tan rápido como la multitud me lo permite.

Sin embargo, antes de que pueda avanzar siquiera un par de metros, una figura masculina se cuela en mi camino. Subo la mirada hasta que me encuentro con el rostro de Noah Carter a un palmo del mío. Maldigo en silencio, pues temo que, si me distraigo, Jason acabe alejándose demasiado.

¿Por qué el chico bailarín últimamente es tan inoportuno?

—Eh, hola. Quería hablar contigo. Esta tarde salgo antes de ensayar y he pensado que quizá podríamos... —Su voz va apagándose con cada palabra. Pronto me doy cuenta de a qué se debe, y entonces me recrimino el no haber sido más disimulada. Noah sigue mi mirada, que se pierde en el fondo del corredor—. ¿Ocurre algo? Pareces distraída.

Hago esfuerzos por fingir una sonrisa. Jason ya ha desaparecido por el hueco de las escaleras. Si no está en el gimnasio cuando yo llegue allí, me dará un ataque.

—La verdad es que tengo prisa. ¿Podemos hablar luego? —Ni siquiera espero una respuesta de su parte antes de continuar con mi camino. No obstante, llego a ver cómo su sonrisa decae y me resulta imposible no añadir—: Búscame después de comer, ¿vale?

Noah frunce el ceño, y yo me tomo el lujo de olvidarme de mi hermanastro durante un segundo para fijarme en él. Tal vez peco de observadora, pero me percato de que hoy lleva la misma camiseta blanca que usó la semana pasada. Me gusta cómo le queda, aunque no creo que haga falta que se lo diga. Seguro que ya se lo tiene muy creído.

—Hoy no tenemos clase juntos —me recuerda, como lamentándose.

Me muerdo el interior de la mejilla. Mi cerebro trabaja por volver a centrarse en lo importante: necesito hablar con Jason. Y tiene que ser sin que Noah lo sepa.

—Bueno, pues llámame esta tarde. ¡Adiós!

—Espera, espera —se queja, atrapándome el brazo—. Nunca coges el teléfono.

—¿Sabes qué? Mejor abre la ventana de tu cuarto y pégame una voz. Vivimos a nada de distancia. Seguro que te escucho. Tengo oído de águila y todo eso. —Él se ríe, aunque algo me dice que no está muy convencido. Pongo mi mano sobre la suya para librarme de su agarre—. Noah, tengo que irme, de verdad. Lo siento. Nos vemos luego. Diles a Wesley y a Kira que he tenido que ir a... hacer una cosa, ¿vale?

Mueve la cabeza de arriba abajo repetidas veces. Sus dedos van colándose poco a poco por los huecos que hay entre los míos, hasta que acaban entrelazándose, y el mero hecho de separarme de él ahora se me antoja tan desagradable que casi empiezo a considerar la idea de hablar con Jason en otro momento. No obstante, sé que debo de hacerlo cuando antes. Sobre todo por quiénes están involucrados en el problema.

Noah esboza una media sonrisa.

—Vale. Te grito esta tarde. Acuérdate de abrir la ventana. Si los vecinos se quejan, le diré a mi madre que ha sido idea tuya.

Con esto consigue hacerme reír. Ya no necesito rebuscar mi lado valiente para hacer algunas cosas, porque me salen solas. Tras ponerme de puntillas, me acerco para darle un beso en la mejilla. Después me separo por fin, mi mano se resbala de la suya y me despido de él con una sonrisa antes de echar a correr por el pasillo. Con mochila. Porque parece que se me ha olvidado lo difícil que es eso y lo ridícula que me hace parecer.

Solo espero que Noah no se haya quedado viendo cómo me alejo.

En cuanto llego a las escaleras, las desciendo a toda prisa y sigo el corredor hasta que me topo con la puerta del gimnasio. Está semi-abierta, cosa que me extraña porque, al entrar, descubro que no hay nadie pululando por allí. Ya estoy empezando a lamentarme por haber perdido mi oportunidad, cuando escucho el suave murmullo de una de las duchas del vestuario masculino.

Como ya he mencionado en repetidas ocasiones, no me caracterizo por ser de ese tipo de personas que toman buenas decisiones. Más bien, yo suelo hacer todo lo contrario. Supongo que es esa estúpida manía de hacer lo incorrecto lo que me impulsa a acercarme a la sala de donde proviene el ruido. Y, aunque sé que no debería, no me lo pienso dos veces antes de cruzar el umbral.

Nada más cerrar la puerta a mis espaldas, me embriaga un apestoso olor a sudor masculino. Esto, sumado al vapor de agua que caldea la habitación, pronto causa que me lloren los ojos. Me los seco con la manga de la sudadera. Justo en ese momento, el grifo de la ducha chirria porque su ocupante acaba de cerrarla. Es entonces cuando me percato que estoy frente a la cortina tras la que se oculta y que, en cuanto la abra, veré a mi hermanastro en todo su esplendor.

El simple hecho de pensarlo ya hace que me entren ganas de vomitar. Me doy la vuelta. Un segundo después, un chillido resuena por todo el vestuario.

—¡¿Qué diablos estás haciendo aquí?!

Aprieto los labios. Por si acaso me quedaba alguna duda, ahora sé que es mi hermanastro.

—¿Estás visible? —inquiero, pues prefiero no llevarme ninguna sorpresa.

—Claro que estoy visible. —Jason parece no caber en su asombro—. Solo estaba llenando mi botella.

El alivio me estalla en los pulmones. De manera inmediata, suelto un fuerte suspiro.

—Menos mal —atisbo, mientras vuelvo a girarme. El cuerpo de mi hermanastro se cuela en mi campo de visión y compruebo que lo que acaba de decir es, agradecidamente, verdad: lleva unos vaqueros negros, una camisa blanca y su característica chupa de cuero barata—. Creía que estabas duchándote. Es un alivio, porque verte desnudo seguro que me causaría un trauma. Soy demasiado joven como para pasar por algo así.

En cuanto me escucha, mi hermanastro rueda los ojos. Me da la espalda para guardar su botella de agua en la mochila, y aprovecho los segundos que tarda en hacerlo para echarle un rápido vistazo al ancho de sus hombros. Me gustará decir que se ve a distancia que Jason está mucho más delgado que los primos Carter, pero sé que no es así. Las cosas a distancia siempre son confusas.

—¿A qué has venido, Abril? —me pregunta, todavía sin mirarme—. No deberías entrar aquí. Las tías tenéis vuestros propios vestuarios. Entiendo que estés desesperada, pero espiar a chicos no es la solución, hermanita. Te hace quedar como una pervertida.

Esta vez me toca a mí poner los ojos en blanco. Ahí está esa actitud que tan poco soporto.

—Necesito hablar contigo —me limito a decir, ignorando sus ataques—. Sobre Noah.

Veo cómo se tensa al oír el nombre del que solía ser su mejor amigo. No obstante, cuando se vuelve a mirarme, tras haberse echado la mochila al hombro, la expresión de Jason parece haberse vuelto imperturbable. No demuestra ninguna emoción. Encoge un hombro mientras pasa por mi lado.

—Una lástima. Tendrá que ser en otro momento. Tengo cosas que hacer.

Aprieto los puños.

—Es urgente.

—Me da igual.

—Jason...

Continua andando, ajeno a mis insistencias. El pánico me invade porque sospecho que estoy perdiendo la última oportunidad que tendré de descubrir la verdad. Así que recurro a lo último que se me ocurre, y algo me dice que nunca antes unas palabras habían calado tan hondo en la consciencia de mi hermanastro.

—Sé que no fuiste tú quien besó a Sarah en la habitación de Noah.

Los vestuarios se sumen en un silencio agobiante. Con el corazón latiéndome a mil por hora, veo cómo Jason deja de caminar. Se detiene a unos metros de la puerta, apretando tanto los puños que debe de estar clavándose las uñas en las palmas de las manos. Pero no me da la respuesta que espero: no se apresura a brindarme explicaciones. Lo único que hace es sacudir la cabeza.

—Eso ya da igual.

Tras esto, mi hermanastro sale del cuarto. No ha negado que yo esté en lo cierto, y es justamente eso lo que me hace salir corriendo tras él. Me interpongo en su camino una vez que ya ha cruzado la mitad del gimnasio.

—¿Cómo diablos te atreves a decir que te da igual? —demando, carcomida por el coraje, mientras le golpeo el pecho con ambas manos—. ¡Llevas meses mintiéndonos a todos! Tu mejor amigo no es capaz de mirarte a la cara, Jason. Noah te odia. ¿De verdad estás diciéndome que eso te da igual?

Él traga saliva, aprieta los párpados y abre los ojos, aunque no levanta la mirada del suelo.

—Métete en tus asuntos, Abril —se limita a responder.

—¿Por qué lo hiciste? Tiene que haber una razón. ¿A quién estás encubriendo?

—¿Por qué te importa tanto? —protesta entonces, y por fin sus irises oscuros se cruzan con los míos. Veo en ellos que está mucho más angustiado de lo que exterioriza. Trago saliva.

—Porque no es justo.

—¿No es justo lo que le hice?

—No es justo que finjas haberlo hecho. No es justo que Noah esté pasándolo mal por tu culpa. Cree que es contigo con quien tiene que estar enfadado, en lugar de con...

No llego a terminar la frase. Mi voz se ahoga porque sé que, si pronuncio su nombre en voz alta, si me escucho decir aquello que llevo días sospechando, ya no habrá vuelta atrás. Habré encontrado al verdadero culpable. Creo que, antes de contarle esto a Jason, debería hablar con alguien en quien de verdad confíe.

Pero no me queda nadie. Ni Wesley, ni Kira, ni mi padre lo entenderían. Y no puedo siquiera pensar en decírselo a Noah. No todavía.

—Dilo —me pide entonces Jason. Yo me acongojo.

—No lo sé. No sé quién fue.

—Si estás aquí, es porque lo sabes. Dilo.

Cojo aire. Sigo sin querer responder.

—¿Por qué has estado mintiéndonos, Jason?

Él traga saliva.

—Tú primero.

—Matthew —lo digo sin más—. Sé que estás encubriendo a Matthew.

Lo peor de todo es que soy consciente de ello desde el principio, pero no quise asumirlo hasta ayer por la noche; cuando observé su espalda de cerca y eso, más que llevarme de vuelta a aquella época que pasamos juntos, me trajo recuerdos del día en que los vi, a él y a Sarah, a través de la ventana de mi cuarto. Se debe a eso que su nombre lleve dando vueltas por mi cabeza desde entonces. No puedo dejar de torturarme pensando en lo egoísta, enrevesado y manipulador que puede llegar a ser. Antes solía pensar que la tenía tomada conmigo, pero ahora empiezo a creer que quizá no sea así.

¿Qué, si no soy yo la víctima de sus fechorías? ¿Y si su verdadero objetivo siempre ha sido otra persona? Estoy segura de que lo que me dijo Noah en su día es completamente falso: Matthew no está enamorado de mí. No tiene ni el más mínimo interés en que volvamos a estar juntos (cosa que es un alivio, la verdad), pero está acostumbrado a brillar en todo lo que hace. A ser mejor de los mejores.

Tal vez eso sea lo que ocurre. Que, por primera vez en años, Noah tiene algo que su primo no. Y eso le repatea tanto que no deja de luchar por arrebatárselo.

Trato de convencerme de que ahí está el problema: que esto no es más que un caso infantil de egoísmo puro y duro. Sin embargo, pronto el mundo me recuerda que las cosas nunca son tan fáciles como a mí me gustaría.

De repente, Jason me suelta:

—Soy gay.

Es tan directo que me abruma. Pestañeo y echo la cabeza un poco hacia atrás, mientras trato de asimilar lo que acaba de decirme. ¿A qué diablos ha venido eso?

—¿Qué?

—Por eso asumí la culpa de lo que pasó —añade, pronunciando cada palabra con sumo cuidado. Tiene los labios muy apretados—. Porque soy gay. —Sigo sin terminar de entender a qué se refiere, por lo que Jason procede a explicarse—: Matthew lo descubrió hace un par de meses. Tuvimos la mala suerte de coincidir una noche. Él iba con Sarah y yo... bueno, no importa con quién iba. El caso es que me amenazó diciéndome que, si le contaba a alguien que estaban juntos, él se encargaría de que todo el mundo se enterase de lo mío. Incluida mi madre. No podía permitir que ella lo descubriese.

—¿Qué hay de malo en que Rose lo sepa? —inquiero, frunciendo el ceño. Jason sube las cejas, como si mi pregúntale hubiese tomado por sorpresa.

—¿Estás de coña? —replica con impaciencia—. Eres amiga de Noah, ¿no? ¿Acaso nunca has ido a su casa? ¿No conoces a su familia? ¿Te ha presentado a la novia de su madre?

—No, pero me ha hablado de ella.

—¿Por qué crees que a la mía los Carter le parecen insoportables?

Me quedo de piedra.

—Oh, mierda.

—Sí, mierda. —Por primera vez desde que nos conocemos, parece que Jason y yo estamos de acuerdo en algo. Se lleva las manos a la cara para ocultarse tras ellas—. Ahí está el problema: todo esto es una mierda.

Me muerdo el labio y guardo silencio, mientras veo cómo mi hermanastro cruza los vestuarios para sentarse en uno de los bancos de madera. El vapor se ha disipado lo suficiente como para permitirme ver, desde aquí, que tiene los ojos llorosos. Se me resquebraja el corazón. Nunca creí que podría llegar a sentirme así por alguien como Jason, pero está ocurriendo. Y el mero hecho de pensar en todo lo que ha tenido que aguantar estos meses hace que me entren ganas de llorar a mí también.

Puede que no tengas razones para ello, pero me siento culpable por no haberme dado cuenta antes de lo que ocurría. Rose lleva meses poniéndomelo en bandeja. Ahora todo lo que me dijo, incluido aquello sobre que el ambiente en el que los hermanos Carter se habían criado estaba fuera de lo normal; empieza a cobrar sentido.

Oh, por el amor de Dios. ¿Con qué clase de persona se había comprometido mi padre?

—¿Por qué no se lo contaste a Noah? —Estoy tan hastiada que me cuesta encontrar algo con lo que romper el silencio. Cuando Jason me escucha, levanta la cabeza en mi dirección—. Lo conoces mejor que yo. Él jamás...

—Noah no es el problema. Podría habérselo dicho pero, ¿y luego qué? ¿Acaso crees que habría soportado fingir que me odiaba? ¿Que podría haber seguido hablando con Matthew como si nada hubiese pasado? No, claro que no. Habría ido a echarle las cosas en cara a su primo, y después él se lo habría contado todo a mi madre. Hice lo que tuve que hacer para... —Traga saliva—. Para que las cosas sigan estando bien.

No paso por alto la desesperación con la que habla. Está agotado mentalmente y me costaría no entender por qué. Con esto, mi impresión de Jason parece haber dado un giro de ciento ochenta grados. Cuando le miro, ahora ya no veo a un adolescente malcriado que actúa como si el mundo fuera su enemigo: sino a un niño que está asustado, no sabe cómo actuar y lleva mucho tiempo cargando a cuestas con cosas horribles.

No sé qué habría hecho yo si hubiese estado en su lugar.

Pero sí que sé qué debo hacer ahora.

—¿Y qué es lo que planeas? —le pregunto—. ¿Seguir fingiendo para siempre?

Jason aprieta los labios. Luego, asiente con la cabeza.

—Sí. —A continuación, agrega—: Sé que Noah me odia, pero puedo soportarlo.

—Noah no te odia —replico yo—. Te echa de menos. Y sé que tú a él también. Esta situación está haciéndoos daño a los dos. Por eso vas a contárselo todo.

Mi hermanastro casi tiembla cuando oye mi última afirmación. Se pone de pie y empieza a caminar nerviosamente de un lado a otro. El blanco de los vestuarios contrasta con el negro que predomina en su atuendo.

—No puedo hacer eso —casi me suplica que retire mis palabras—. Si no me odia ya, lo hará cuando se entere de que llevo tiempo mintiéndole. He estado comportándome como un egoísta.

Es cierto, pero ni Noah ni yo nos atreveríamos a recriminárselo. Confío tan plenamente en el chico bailarín que, aunque los miedos de Jason amenazan con convertirse en los míos, no me permito dudar delante de él. De mí depende que haga lo correcto: ahora que está perdido, se dejará guiar por cualquiera que le demuestre que sabe lo que hace. Y yo creo haber descubierto la forma de reparar su amistad.

—Sabes que Noah no es así. Lo entenderá —le aseguro, aunque soy consciente de que quizá tengo unas expectativas demasiado altas—. Confía en mí.

Espero que me replique, que me tache de loca, pero Jason acaba asintiendo con la cabeza. Yo me muerdo el labio. Soy la única de los dos que sabe lo propensa que soy a tomar malas decisiones. Si esto sale mal, nos arrastraré a ambos a una situación por la que preferiría no tener que pasar.

Por eso, solo me queda confiar en que no estoy equivocándome esta vez.


   • ────── ✾ ────── •   

P. D. ¿Qué crees que pasará en los próximos capítulos? ¿Abril estará equivocándose otra vez?

REDES SOCIALES DE LA AUTORA

Continue Reading

You'll Also Like

76.6K 5.8K 29
Los pilares encuentran a Tanjiro en un basurero, al olerlo reconocen que es su omega. Estos están algo asqueados, por donde esta habitando y por su a...
1.1K 65 6
TN está estudiando en la academia cuando de repente una chica nueva va a entrar a la academia y cambiará la vida de TN para bien o para mal? Lee la h...
104K 9K 49
ᯓ𝑳𝑶𝑽𝑬𝑹 ᝰ.ᐟ ➛ 𝑷𝒆𝒓𝒄𝒚 𝑱𝒂𝒄𝒌𝒔𝒐𝒏 Fanfiction ┋En donde Winfred ┋parece ser menos ┋amargada cuando ┋ese chico nuevo ┋lle...
131K 11.9K 27
Hyunjin es el chico más guapo y coqueto de la preparatoria, Felix es un chico estudioso y el líder del club estudiantil. ¿Podrá Hyunjin lograr que Fé...