Pasaron un par de semanas después de que traje a Shinji a la casa, y después de una ardua batalla contra Reiji, había logrado que lo metiera en nuestra escuela, como Shinji Sakamaki.
También había notado que algo había cambiado en Kanato desde ese día que me trajo Azusa en su espalda; había empezado a actuar mas protector, y eso que no lo vio, pero cuando llegué dijo algo de "Apestas a Mukami".
—Deja de hablarme —pedí caminando rápido acomodando mi bolso en mi hombro y mi falda. Azusa caminaba a mi derecha, ahora me dirigía a la oficina del director, Shinji había hecho de las suyas de nuevo. Digamos que era algo así como Subaru y yo de niños, metiéndonos en problemas cada semana, y teniendo que ir alguno de nuestros hermanos.
—¿Por qué le prestas más atención a un niño que conociste hace unas semanas? —Preguntó con un ligero tono de tristeza.
No, Azusa, no empieces ahora. Estuve apunto de decir que el chico lo había perdido todo, pero luego recordé lo que decía el libro que me había encontrado en la biblioteca, y decía varías cosas de la infancia de él y sus hermanos. Sobre el orfanato en el que estuvieron, y quizá no sea tan buena idea que mencione eso.
—Él no intenta morderme, además, es un niño, y tú no me agradas del todo —respondí mirándole.
—Algún día de estos volveré a morderte, y no será suave —soltó con un pequeño aire de grandeza, alcé una ceja no muy convencida.
—Sí, bueno —tomé el picaporte de la puerta del director—. Adiós.
Abrí la puerta y entré, encontrándome con la secretaria. Esta señora nunca me cayó bien, siempre que pasaba aquí metida de pequeña, ella siempre decía que era una buena para nada y demás cosas.
—Vengo por Sakamaki Shinij —informé sin mirarla.
—¿Eres Sakamaki Irelia? —Preguntó sin levantar la mirada de la hoja. ¿Estaba de broma? Se sabía mi nombre de memoria.
—Sí.
—Pasa.
Entré lo más rápido que pude, no me gustaba para nada la sangre de esa mujer. Me encontré con Shinji sentado en una silla, había otra a su izquierda, en el otro lado había un chico de su edad y una chica de mi edad, me senté al lado de Shinji y el director me miró.
—Señorita Sakamaki —me llamó—. Está aquí porque su hermano le torció la muñeca a su compañero sin explicación —señaló al chico, quien se tomaba la muñeca y lloraba falsamente.
Guárdate eso para tu madre.
—Señor director, yo veo al niño perfectamente bien —dije mirando al chico, quien me miró con odio. Anda, que cambio, recién llorabas falsamente—, además, no veo algún motivo de porque mi hermano le torció la muñeca, debe haber algo que lo haya hecho enojar.
—Me gustaría saber la razón.
Miramos a Shinij, quien miraba con odio al suelo. El suelo no te ha hecho nada, déjalo.
—Solo diré que... —Alzó la vista y apuntó al chico—... ¡Él es un es-tú-pi-do!
Aguanté una risa, era tan parecido a mí años atrás, solo que en esta silla siempre se sentaba Reiji o Shu. Y después me reprendían, pero lo peor era cuando le tocaba a Subaru estar ahí, solía terminar siempre con un "No sigas mis pasos".
—Señor director —la chica de levantó enojada, ahora que lo veo mejor, es menor que yo—. No permitiré que un mocoso pobre insulté así a mi hermano.
Solo le dijo estúpido, linda.
Y de pobre nada.
Me levanté y me crucé de brazos.
—Yo no permitiré que una niña —remarqué niña— insulte de tal modo a mi hermano. Apoyo lo que diga Shinji, así que con permiso, me retiro a mi clase.
Los dos me miraron odio, tomé a Shinji de la mano y salí de la oficina llevándolo a su clase, no preguntaría el por qué le torció la muñeca, poco me importaba ahora. Caminé de vuelta a mi clase y me senté en mi puesto. Pero un par de minutos después de dicha acción, sonó el timbre y salí junto a Woods.
—Tus hermanos nunca dejarán de ser noticia —comentó divertida.
—Tampoco es la gran cosa —me encogí de hombros.
—¿Cómo que no? —Preguntó parando, dios no, aquí vamos de nuevo—. Shu es un as en el violín, Reiji siempre es el mejor en los experimentos del laboratorio, y también en las clases, Laito es un mujeriego, no hay chica que no sepa quien es, o que no haya pasado una noche con él —arrugué mi nariz—, Ayato es el mejor jugando baloncesto, aunque Laito le hace competencia y Subaru tiene una fuerza de mil demonios, y Shinji está a nada de ser el mejor de su clase.
A veces me da miedo Woods, sabe demasiadas cosas de mis hermanos.
Woods se fue al ver que Azusa se me acercaba.
—Tus hermanos son anormales —comentó.
—¿Hoy es el día de hablar de mis hermanos, maldita sea? —Pregunté parando de caminar—. Mira los tuyos, un idol que es doble cara, un intelectual que nunca cambia de libro y un edificio que va por la vida diciéndole cerda a cualquiera. Y contándote a ti, un masoquista en toda regla.
Azusa rió. Me enamoré, basta.
—¡Irelia! —gritaron detrás de nosotros, nos giramos y vi a Shinji abrazarme, lo levanté.
—¿Qué pasa, pequeño? —Pregunté.
—La hermana de Ainsworth me amenazó.
—Por romperle la muñeca a su hermano —dijo Azusa burlón. ¿Y él como sabía eso?
—Cállate o yo te rompo la muñeca —gruñí y el sonrió, mierda, se me olvida que es masoquista. Volví a mirar a Shinji—. ¿Ainsworth?
—¿No sabías que tenía hermanos? —Preguntó Azusa. Tampoco sabía que lo conocías.
—Cierra el pico —gruñí.
—El niño al que le rompí la muñeca se apellida Ainsworth —dijo Shinji respondiendo a mi pregunta.
—Ignóralo —dije bajándolo.
Shinji se fue por ahí, miré a Azusa con odio. Iba a hablar, pero sonó el timbre.
••
Sonó el último timbre, por lo que cogí mi bolso y caminé hacia la entrada quedándome ahí, esperando a alguno de mis hermanos, pero a los minutos sentí un empujón y caí al suelo, alguien cayó a mi lado.
—Duele —dije sintiendo un leve dolor en mi hombro, había caído arriba de este. Miré al chico a mi lado, quien me miraba con miedo, su cabello era anaranjado y estaba desordenado, pude ver que por debajo era totalmente negro, sus ojos eran verdes demasiado brillantes, como los de Ayato y Laito.
—Lo siento —se disculpó levantándose y extendiendo la mano para levantarme.
—No pasa nada —dije tomando su mano.
—Por cierto, ¿Cuál es tu nombre?
Que conquistador este chico.
—Irelia, Sakamaki Irelia —respondí sin dudar.
—Él mío es William, McCormick William —dijo sonriendo, miré detrás de él encontrándome con Azusa mirando la escena con una ceja alzada.
Le sonreí a William y volví a entrar en la escuela, tenía una idea de algo.
Entré en la enfermería buscando al médico.
—¿Irelia? —Me giré hacia la persona.
—Tiempo sin verte, papá —sonreí.
••
Había descubierto hacía años que Karlheinz trabajaba de médico en la escuela, pero nunca me pasaba por aquí, y tampoco mis hermanos. Pero ahora tenía que hacerlo, el libro que encontré tiene su letra, pero había que estar completamente segura, por lo que sin que se diera cuenta, saque una hoja con el nombre de alguno de los estudiantes y me despedí de él corriendo a la limusina.
—¿Por qué te demoraste tanto? —Preguntó Subaru quitando su mirada de la ventana.
—Estaba haciendo cosas de menores —imité su voz de cuando le pregunté qué quería hablar con Shu, alzó una ceja y reí.
Me encerré en mi cuarto nada más llegué a la mansión. Y me acosté en la cama boca abajo abriendo el libro rojo oscuro y sacando la hoja de mi bolso.
—Así que Karl está experimentado —comenté al reconocer la letra—. Já, pobre Cordelia.
Abrí una página al azar. Mukami.
Ya lo había leído, pero lo volví a leer.
Una duda rondaba por mi cabeza al leer la descripción de Yuma.
"Amnesia".
Seguí avanzando, llegué a la de Azusa, pero no me gustaba leer esa y menos la de Kou.
Cerré el libro y volví a abrirlo en una página al azar. Shu.
Reí al leer lo del castigo por repetir el curso siendo mandado a las montañas nevadas, Reiji fue el más feliz cuando pasó eso.
Llegué a la página de Subaru.
—¿Fuiste tú el que rompió la estatua? —Pregunté leyendo que fue arrojado al mar como castigo.
Un escalofrío recorrió mi espalda al leer eso, me recordó cuando Cordelia me lanzó al lago y Ayato se metió a sacarme, siendo castigado después por Cordelia.
Después de la página de Subaru, había otra, pero la arrancaron, quedando unas pocas partes. Me levanté y acerqué el cuaderno a la luz, a la altura de mis ojos y moviéndolo. Pude leer mi nombre de tan fuerte que lo escribieron.
Volví a acostarme en la cama en la misma posición y abrí una página al azar.
Christa.
—No debería estar leyendo estas cosas —dije a punto de cerrarlo.
Pero la curiosidad mató al gato.
🌸