— ¿Ya hablaste con Louis? —me preguntó Liam en la hora de almuerzo.
—No —respondí simplemente.
No había hablado con mi mejor amigo en semanas y realmente me dolía que me condenara cuando ambos éramos culpables de nuestra estúpida pelea. Él se había enojado primero culpándome por una tontería, pero también yo había dicho cosas de las cuales me arrepentía. Odiaba verlo pasar a mi lado en los pasillos y que me ignorara como si nunca nos hubiésemos conocido.
— ¿Qué piensas hacer? —Niall dijo con la boca llena—. Lou ni siquiera se acerca si estás tú con nosotros.
—Deberías disculparte —concordó Zayn.
—Él fue quien comenzó esto —dije—. Cuando se le pase lo idiota y deje de culparme por todos los errores de su tóxica relación con Beatrice, entonces me disculparé con el por lo que dije. No antes de eso —sentencié y tomé un sorbo de mi Coca-Cola.
—Harry, deberías reconsiderar esto —pronunció Liam—, nosotros somos tus amigos, pero con ninguno de nosotros tienes la confianza que tienes con Louis. Ustedes son como hermanos.
—Ya es suficiente Liam —gruñí—, no quiero seguir hablando de eso.
—Pero... —Liam intentó objetar, pero antes de que tuviera la oportunidad de hacerlo me levanté de la mesa y me alejé. Tiré lo que quedaba de mi hamburguesa al basurero pero conservé mi bebida por si me daba sed más tarde. Detesté que Liam se pusiera tan pesado con respecto al tema de Louis ya que yo sabía que yo no había comenzado nada y que él era quien debía disculparse conmigo.
***
— ¿Por qué tienes que ir? —hice un puchero—. Me sentiré solo, triste y abandonado toda la noche sin ti.
Annie había decidido asistir a una fiesta en la casa de Queen, un chico de un nivel más abajo que nosotros, con Beatrice. Ella decía que su mejor amiga estaba tan deprimida últimamente que debía despejarse un poco. Para mi suerte papá no estaba en casa, había decidido comenzar a ser el otra vez y había asistido a unas reuniones en unos hoteles al norte del país. No me preocupé por ello, ya que yo también había asistido a aquellas reuniones y no eran más que una carátula para esconder un fin de semana de relajo, alcohol y piscina. Confié en que el pudiera cuidarse por si solo.
— ¿Por qué no me acompañas?
—Ya te lo dije, necesito terminar el papeleo de papá.
—Puedes hacerlo otro día, Mike Wazowski.
Reí ante la absurda comparación.
—No puedo —refunfuñé—, se molestará conmigo si no lo hago.
—Entonces iré sola.
—Quédate —puse cara de perrito triste.
Ella rió y me dio un corto beso, pero antes de que se separara la acerqué a mis labios para comenzar un beso más acalorado. Con un simple beso mis hormonas se habían alborotado y no podía controlarme.
Cuando comencé a besar su cuello y a succionarlo lentamente, Annie se separó.
—Basta.
—No.
—Tengo que irme, Harry —rió.
—No, no, no. Te necesito.
—Si me voy ahora, te prometo que volveré, me colaré por tu ventana y tendremos diversión más tarde.
—No necesitas subir por la ventana, papá no está.
— ¿No es más romántico así?
Annie me miró coqueta y yo le guiñé el ojo riendo. —Es una promesa.
¡Diablos! No podía amarla más. Ella parecía hecha para mí. Era la única persona en la que podía confiar en ese momento y me sentí dichoso de tenerla a mi lado.
Tomé su rostro entre mis manos y me acerqué para sellar sus labios con los míos. No en un beso apasionado, sino en uno suave donde quise mostrarle lo importante que era para mi y que no importaba cuanto sexo tuviéramos, yo podría esperarla por siempre.
—Te quiero —me dijo cuando nos separamos.
—Te quiero —respondí.
Minutos después, Annie ya estaba saltando por mi ventana a la estúpida fiesta y yo me quedé un rato mirando televisión, tratando de posponer el odioso papeleo. Sabía que algún día tendría que tomar el control de la empresa familiar y aunque tenía capacidades nulas en matemáticas, sabía que papá no iba a dejar que estudiara otra cosa que no estuviese relacionada con el mundo de los negocios.
Una hora más tarde, después de ver unos cortos capítulos de Friends, comencé con el detestable papeleo. No era tan malo como trabajar en el verano y con resaca, pero aún así era tedioso e imposible de sobrellevar sin una buena dosis de café.
En mi tercera taza de cafeína, decidí mirar mi reloj, comprobando que era un poco más de las tres de la mañana. No habíamos acordado una hora definitiva Annie y yo, pero esperaba que no demorase tanto.
Exactamente a las tres y cuarenta y dos de la madrugada, sentí que alguien golpeaba la puerta de mi casa y me sobresalté. Annie jamás tocaba la puerta ni menos la ocupaba para entrar a casa, pero de todos modos bajé. Me topé con la sorpresa de que si era ella y estaba llorando.
— ¿Annie? ¿Qué pasó? —pregunté preocupado. Ella no respondió, se acercó a mi y me dio una certera cachetada en la mejilla.
— ¿Qué diablos? ¿Qué pasó?
— ¡Pasó que eres un maldito mentiroso! ¡Yo confié en ti Harry!
Sentí que mi corazón se volcaba. ¿Cual de todas mis mentiras ella había descubierto?
— ¡Luke me lo contó todo! Me dijo que el no te había golpeado esa noche.
Un sentimiento de alivio recorrió desde las puntas de mis cabellos hasta mis pies.
—Yo puedo explicártelo, Annie.
— ¿Qué me vas a explicar? Lo amenazaste para se culpara. ¿Lo vas a culpar también de haberse tirado a la secretaria?
— ¿Qué? Eso es mentira. No sé que mierda inventó Hemmings sobre mi, pero no tienes que creerle.
— ¡Deja de mentir! ¡Lo sé todo, no me sigas mintiendo! Tu se lo dijiste a Louis en el baño, minutos antes de que me hicieras el amor en el armario del conserje.
—Annie yo... —intenté alcanzar su brazo.
— ¡No me toques! ¡Nunca más intentes tocarme de nuevo! Eres un cerdo, Harry. Te odio.
—Annie, tienes que escucharme...
—Antes tuviste la oportunidad de que te escuchara, lo único que quería era escucharte. Mierda, Harry. ¿Por qué lo hiciste?
—No lo sé —le mentí otra vez.
Ella asintió. —Sigues mintiendo.
Una lágrima calló por su mejilla e intenté apartarla, pero ella no me dejó. —He sido una idiota por mucho tiempo, no creas que lo seguiré siendo. Esto se acabó, Harry. ¡No quiero que me vuelvas a hablar nunca más en tu puta vida!
Esta vez no intenté nada más. Vi como la mujer de mi vida se alejaba de mi y no quise detenerla. Cerré la puerta con fuerza y la pateé con impotencia. La rabia y el rencor se habían abierto paso dentro de mi cabeza, papá era el culpable y también Luke Hemmings.
Tomé las llaves de mi motocicleta y salí hacía la casa de Queen, ese idiota no iba a salir impune por lo que me había hecho.
Conduje apresurado por las calles de Londres, saltándome varios semáforos y señales de transito, pero en ese momento me importó poco. Solo quería hacerle saber a ese hijo de puta que nadie jugaba con Harry Styles.
Quería mi venganza y la quería ahora.
En cuanto llegué a la casa de Queen, salté de la moto y me interné en la casa atestada de personas. Tropecé con unos cuantos borrachos tratando de dar con Hemmings.
— ¿Harry? ¿Qué estás haciendo aquí? —me preguntó Liam—. Annie se fue hace rato.
Iba a contestarle, pero al mirar un poco más allá pude ver al maldito de Luke hablando animadamente con mi ex mejor amigo. Eso me enojó al máximo. Ignoré todo lo que Liam trataba de decirme y caminé hasta ellos.
Todo pasó tan rápido que apenas lo recuerdo, el odio que sentía tomó posesión de mi y así olvidé gran parte de lo que hice.
Primero le di un puñetazo en la cara y luego golpeé su estómago con mi puño. Oí súplicas de su amigo el coreano, amortiguadas por los gritos, diciendo que estaba borracho y que por favor no lo golpeara. Obviamente no hice caso. Recuerdo haber arrastrado su flacucho cuerpo sin esfuerzo alguno hasta afuera de la casa y por último haber estampado su cara contra el vidrio de un auto para luego patearlo en el suelo.
Si yo me iba al infierno, él se iría conmigo.