TODO, POR EL PLAN

Galing kay neddnisa

2.1K 198 17

Felipa Cambeiro es raptada cada cierto tiempo, porque es alguien... importante. Pero ¿y si este último rapto... Higit pa

SINOPSIS
INFO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
Capítulo 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
Capítulo 31
Capítulo 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
EXTRA

CAPÍTULO 15

36 5 0
Galing kay neddnisa

Un mes más tarde...


A medio ejercicio oía su voz pidiéndome que aguantase cinco series más y luego parase. Comenzamos con el boxeo esa semana. Tras varios entrenos, ese día, casi al finalizar la sesión, me dio una serie y tenía que repetirla hasta cien veces —o lo que lograse—, contra el saco. Pasos, puño derecho, luego izquierdo, sin dejar de mover los pies. Esquivar, esquivar, patada y patada. Me lesioné a media sesión la  muñeca, pero me callé y continué.

Podía, ya iba por la número setenta, pero sentía el corazón en la garganta y mi mano inflamarse. Mi cuerpo quería parar, desplomarse incluso, pero yo no se lo permitía. Le recordaba por qué estábamos aquí, que debíamos ser siempre mejores y volvía a la carga pegando más fuerte.

—Felipa, para —repitió por tercera vez, más serio.

—No —respondí sin detenerme. Vi por el rabillo del ojo que él se acercaba y hablé de nuevo—: Ni se te ocurra acercarte más o te usaré a ti de saco.

Cedió, porque se mantuvo cerca, pero en ningún momento me detuvo como le pedí. Continué, haciendo la cuenta atrás y ansiando llegar al fin a las cien. Apenas quedaban quince y eso me motivó aún más hasta que al fin llegue a la noventa y nueve. Realicé la última incluso con más furor que el resto, y paré en seco, levantando la mano. Mis pulmones clamaban por aire y sentía mis mejillas arder. El problema vino cuando cogí una bocanada de aire y todo a mi alrededor pareció girar a gran velocidad... hasta que se volvió oscuridad.

Cuando abrí los ojos, intenté enfocar la vista. La cabeza me martilleaba.

—Lipa —escuché. Era su voz. Sentí una mano sobre la mía—, ¿estás bien?

Gruñí, dándome cuenta de lo que había ocurrido. Me desmayé tan pronto conseguí alcanzar la número cien.

—Sí —dije, observando mi alrededor. Me había traído a la habitación y estaba acostada en la cama. Mis ojos cayeron sobre los suyos, que me miraban preocupados. E, irónicamente, me gustó que me mirase así.

—Te desmayaste y golpeaste la cabeza.

—Eso parece —comenté, llevando la mano a mi sien resentida.

—No voy a decirte lo estúpida que has sido.

—Acabas de hacerlo —recalqué y me incorporé hasta quedar sentada en la cama. Me quejé. Tenía el cuerpo agarrotado.

—Podrías morir por una tontería como esa.

Sonreí de lado, agriamente, ante la idea.

—La muerte sería un regalo para mí, algo que esta misma no va a concederme pronto como castigo. Créeme.

Rodó los ojos. Se levantó, se quitó la sudadera y me la tendió.

—Póntela, esta abriga mucho. Voy a quedarme hasta saber que estás fuera de peligro y a informar a Thompson.

—Estoy bien.

—Podrías tener una contusión. Además, has estado desmayada casi veinte minutos.

—No necesito una niñera.

—Pues no te queda otra —se fue hacia la puerta—. Voy a preparar algo para que comas. Ponte cómoda —añadió antes de desaparecer.

—Joder —mascullé.

Mis ojos cayeron sobre la sudadera y, curiosa, la atraje hasta mi nariz e inhalé. Olía a él y me sentí extraña, porque me agradó. Me la puse.

Cerré los ojos y reposé. Debía reconocer que sí fui estúpida, pero mi orgullo siempre quería estar por encima. Era consciente de que estaba llevando mi cuerpo al límite, pero porque no quería aceptar que no pudiese conseguir algo, por mínimo que fuera. Y tenía que ser la mejor en tiempo récord. Esa testarudez venía de familia.

Rato después oí a Samuel regresar. Abrí los ojos y vi que traía la comida.

—¿Sólo tienes comida instantánea? —Me tendió un plato y se sentó en la cama.

—A ver... ¿Qué? —dije, sabiendo que se venía una charla sobre mi alimentación debido al tono que usó.

—Que eso no aporta nada, Felipa.

—Pues a mí me aporta mucho gusto —dije y di un bocado a los macarrones con queso.

—Sabes perfectamente a lo que me refiero.

—Sí, sí. Mañana empiezo.

Ambos sabíamos que era una gran mentira, pero, para mi sorpresa, no quiso discutir sobre ello y desvió el tema.

—¿Te hiciste mucho daño en la mano?

—No —mentí—. Un mal golpe y ya. En un rato se me pasa.

Me agarró de la muñeca y apretó. Aparté al instante la mano mientras me quejé y le miré enfurecida. Me contuve, porque si no...

—Con que no, ¿eh?

—Tienes suerte de que seas mi entrenador y no pueda clavarte este tenedor en el cuello, Samuel —amenacé.

Lo había hecho porque supo que le mentí y ya no sabía qué me enfadaba más: si que lo hubiese hecho o que en tan poco tiempo ya me conociese tanto como para retarme.

—Aplica calor, masajea y toma algo de medicina. Pero a partir de mañana. Evita usar esa mano durante al menos un día —dijo sin más y comenzó a comer.

Yo hice igual. Caímos en completo silencio y cuando terminamos él se llevó sin más los platos. Asumí que no iba a irse hasta pasado un rato, por lo que cerré de nuevo los ojos y me dispuse a dormir... evitando tiempo consciente con él. Por mucho que me gustase la idea, no quería sentirme de la forma que él provocaba en mí. No podía desarrollar más mis sentimientos hacia él y tampoco me apetecía discutir como niños a cada dos palabras que nos dijésemos.

Cuando desperté todo estaba a oscuras salvo por la luz de la mesita de noche. Miré la hora en el reloj sobre la mesita. Era ya la una de la mañana. Pero mi sorpresa vino cuando miré hacia el otro lado, al sillón junto a la cama. Samuel estaba completamente dormido en el.

Me levanté y sentí un ligero mareo. Aún tenía la cabeza algo dolida por el golpe, pero ya me encontraba mejor. Fui a la cocina a por agua y regresé. Mis ojos volvieron a caer en él y le contemplé. Estaba inclinado hacia un lado y sostenía su cabeza con la mano, apoyado en el reposabrazos. Y esa simpleza me hizo pensar...

¿Se había quedado, de verdad, para cuidarme? ¿Es que yo podía importarle, aunque fuese un poco? ¿O era sólo por su trabajo?

De cualquier forma, me gustó tenerle aquí; a mi lado. Su presencia me reconfortaba.

Entonces cogí una de las almohadas sobre la cama y me acerqué a él. Con cuidado, sujeté su cabeza, le bajé el brazo y le coloqué la almohada. Tomé la manta al pie de la cama y le cubrí. Mentiría si dijese que no pude, tan sólo, haberle despertado. Pero la realidad es que no quise porque me aferré a la idea de que una parte de él se preocupaba por mí. Por mínimo que fuera.

Me acosté en la cama, saqué el libro que tenía guardado en el cajón y comencé a leer para, inútilmente, no pensar en el hombre que tenía a mi lado y del que poco a poco estaba enamorándome.

***

Como era de esperar, esa mañana desperté temprano. Más de lo habitual y... ¿cómo no? Si no paré de dormir. Cuando miré hacia el sillón pude comprobar que él ya no estaba... Se había ido. 

Eso bajó mi ánimo. Porque, además, hoy ya no le vería dado que era su día de descanso. Tragué saliva, deshaciendo el pequeño nudo en mi garganta.

Encontré en la mesita de noche un papel y un bote de pastillas. Leí la nota:

UNA CADA 8 HORAS

PD: COME

Había dibujada un flecha, señalando que le diese la vuelta a la nota.

NI SE TE OCURRA IGNORAR ESTA NOTA

Rodé la lengua contra mi mejilla, así como se fruncieron mis labios y le maldije. Agarré una pastilla del bote, el agua y me tomé la medicación.

Me levanté y fui a por mi café. Hoy sería un largo día. Decidí media hora después que limpiaría para tener mi mente distraída. Era de esas, de las cabezonas, y que, cuando están malas o heridas, más se mueven. Odiaba sentirme inútil o incapacitada.

Apenas dieron las once de la mañana y la casa estaba más que reluciente. Suspiré nada más terminar y observé mi alrededor. La idea era distraerme y ahora tenía más tiempo aún para lo que, precisamente, evitaba: pensar.

Decidí entrenar, hacer ejercicio para conseguirlo, pero por mucho que corriese en la máquina, Samuel seguía persiguiéndome; rememorando momentos. Cada canción que escuchaba a través de los auriculares parecía ser escrita para él o nosotros; haciéndolo todo más complicado.

Me dediqué a correr, tanto como pudiese hasta agotarme y decidí pasar el día centrada en mi plan y trabajando en el.

Ipagpatuloy ang Pagbabasa

Magugustuhan mo rin

266 52 4
que pasaría si Emilia después de descongelar además de encontrarse con Puck se reencuentra con guese para que Emilia sea la próxima bruja de la envid...
38.3K 1.4K 30
Rf wally x. y/n esto podría contener: -contenido +18 -gore +imágenes en si contenido +18 son varias cosas delicadas así que no es necesario seguir...
154K 11.2K 37
🔥Fanfic de la trilogía pecados placenteros y la bilogia dominio. De Eva Muñoz 🔥 Emma James, la menor de la James. Ella sabe que su vida tiene un ru...
162K 6.6K 43
[Próximamente habrá una descripción aquí]