FORMULA HEART || Charles Lecl...

Galing kay Andromeda1655

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Alice Agnelli es obligada a trabajar para Ferrari luego de que su padre se hartara de su estilo de vida fiest... Higit pa

Duditas👀
Notas🏎
Prólogo (0)🏎
Welcome back🏎 (1)
Ferrari princess🏎 (2)
Are you really? (3)🏎
1/22 (4)🏎
The debut (5)🏎
Getting closer (6) 🏎
Boat day (7)🏎
Confesiones (8)🏎
Picture day (9)🏎
Come home with me (10) 🏎
What did you say? (11)🏎
Its over (12) 🏎
After party (13)🏎
Charles's POV (13.5)🏎
Sainz's House (14)🏎
Alice's birthday (15) 🏎
Mónaco (16)🏎🔥
How could you? (17)🏎
Visitas inesperadas (18)🏎
Look what you made me do (19)🏎
Max's POV (19.5)🏎
Cardigan (20) 🏎
Trapped (21)🏎️
Hola...
Mad Max (22)🏎
True colors (23)🏎
Getaway car (24)🏎
The next morning (24.5)🏎
Snap out of it (25)🏎
México (26) 🏎
Private jet (27)🏎
In love? (28)🏎
Verdad o reto (29)🏎
Heaven (29.5)🏎
The great war (30)🏎
Calm night (30.5)🏎
Home (31) 🏎
Matilda (31.5)🏎
Panic attack (32)🏎
Lover (33)🏎
Until I Found You (33.5)🏎
New territory (34)🏎
Winter Break (35)🏎
Christmas (36)🏎
Monaco's redemption🏎 (37)
Under the stars🏎🔥(37.5)
xoxo, gossip girl🏎 (38)
Dress (39)🏎
It is what it is (40)🏎
Elevators and hotel rooms (41)🏎
Flashback (42)🏎
Old lovers (43)🏎
Let it happen (44)🏎
Change (45)🏎
You're losing me (46)🏎
Watercolor eyes (47)🏎
Chili (47.5)🏎
Daddy's home (48)🏎
Memories (48.5)🏎
The bet (49)🏎
The story (49.5)🏎
Kiss, kiss (50)🏎
Daylight (51)🏎
POV (52)🏎
Inevitable (52.5)🏎
The dinner (53)🏎
Snow on the beach (54)🏎
Love, fun, etc.🏎 (55)
Details (55.5)🏎
Champagne Problems (56)🏎
Her turn (56.5)🏎
New York (57)🏎
Sorpresa (58)🏎️
Mirrorball (58.5)🏎
The man (59)🏎
3 steps back (60)🏎
Anti-hero (61)🏎
Monza (62)🏎
right where you left me (63)🏎
Shame (64)🏎️
the phone call (65)🏎
Afterglow (66)🏎
Jealousy (22.5)🏎
Leclerc, Sainz, Agnelli (67)🏎
Unsafe (68)🏎
Daño colateral (69)🏎
Ferrari Gala (69.5)🏎
Disfraces (70)🏎
Unlucky (70.5)🏎
Las Vegas (71)🏎
Nuevas perspectivas (72)🏎
Pasta (73)🏎
Problemas (74)🏎
Chats (74.5)🏎
Verdades (75)🏎
Invisible string (76)🏎
Love at first speed (77)🏎
Last christmas (77.5)🏎
The one - pt.1 (78)🏎
The one - pt. 2 (79)🏎
Una buena vida (80)🏎
Daddy (80.5) 🏎
AGRADECIMIENTOS 💌 ( ∞)
Canon - Formula Heart 🎀
Long live [Extra]🏎

Endings, begginings - (Epílogo)🏎

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The history book on the shelf is always repeating itself...

***


El monegasco no sabía qué hacer. De pronto se encontraba en una posición complicada porque daría lo que fuera para salir de ese problema sin herir los sentimientos de su hijo menor.

Al menos durante un par de meses todavía lo era. Dentro de poco sería otra historia.

El pequeño lo miraba sentado al borde de su cama, con sus pies balanceándose adelante y hacia atrás en espera de una respuesta por parte de la persona que admira con todo su corazón, pero Charles no sabía qué responderle, así que trataba de ganar tiempo yendo de un lado a otro en la recámara acomodando cosas que no estaban fuera de lugar, aunque significaba una pérdida de tiempo, porque el menor de su descendencia era tan perspicaz como él lo había sido también a su edad.

Disfruta del automovilismo también, es bastante obvio para cualquiera que ponga un pie en su cuarto, pues se habían encargado de adornarlo con todo lo relacionado al equipo italiano al que tanto desea pertenecer algún día. Pósters, tarjetas, peluches, trofeos. Claramente, lo más importante para el pequeño eran las cosas que le regala su papá, pero esas no están a la vista. Prefiere mantenerlas en privado, como un pequeño secreto entre los dos.

— Mi mamá dice que nos quieren por igual, que no tienen favoritos. — comenta luego de darse por vencido ante su padre y caer en cuenta de que no sería él quien retomaría la conversación.

— Exacto, no los tenemos.

— ¿Entonces por qué Maddie sí puede y yo no?

Charles se pone en cuclillas frente a él, acariciando su cabello y viéndose reflejado en los ojos de ese niño al que tanto adora. Le recordaba a él mismo en todos los sentidos, su propia mamá lo había reconocido hace un par de meses que los había cuidado al pasar unos días en Mónaco. Y a Charles eso le encantaba, es como hablar consigo mismo cuando era pequeño.

— Jules, ya te lo hemos dicho: no tienes edad aún. En un año podrás participar tú también, hijo, pero eres muy pequeño todavía. Vas a poder competir y ganarles a todos en mucho menos tiempo del que te imaginas, ¿okay? Mientras, prometo enseñarte todo lo que sé.

El pequeño no solo se le parecía en su forma de ser, pero también en lo físico, porque era como verse en un espejo. Con esos ojos verdes que parecían ser los suyos propios puestos en una versión pequeña de él, y su cabello acomodado de forma natural como solía tenerlo.

Es una réplica, de eso no hay duda. Incluso su personalidad es muy parecida, y su risa también.

— ¿Lo prometes? — Jules extiende su dedo meñique hacia el monegasco, pues había aprendido esa nueva forma de forjar promesas hace un par de semanas y ahora la usaba para todo.

— Te lo prometo. — replica correspondiendo el gesto. — Pero tienes que cambiarte ahora, ¿de acuerdo? Esa pijama de Ferrari es bonita, pero no adecuada para hoy, ¿sí?

— Sí, okay.

Lo despeina con una sonrisa al ayudarlo entonces a sacar la ropa de sus cajones. Él y Alice los habían acostumbrado a elegir sus propios atuendos para darles un poco de libertad dentro de lo que cabe, teniendo como resultado que en muchas ocasiones se pusiera colores o patrones que no combinan, pero esta vez decidió no complicarse y ponerse un jersey de ese equipo rojo que tanto admira.

Charles lo carga entre sus brazos y lo sube al lavabo de su baño para peinar su cabello, aunque ya conocía la respuesta de antemano.

— No me quiero peinar, papi. Me gusta así. — pide con los brazos cruzados sobre su pecho.

— ¿Estás seguro? Yo sí me voy a peinar, mira. — repone pasando el gel sobre su propio cabello para darle el ejemplo al menor que lo admira desde su dirección. — ¿Ves? Te vas a ver más guapo.

La escena para quien la viera desde fuera resultaba adorable. Con Charles recargado contra el lavabo y Jules sentado sobre éste en medio de todos los juguetes que solía usar a la hora del baño, viendo a su padre haciendo el intento por hacer que se peinara.

— Mi abuela me cortó el cabello, y ella dice que para este tipo de corte no se necesita gel.

— Bueno, si la abuela lo dice es porque es cierto. — responde el monegasco al lavarse las manos para quitarse el exceso de gel.

Deja un beso en su sien antes de bajarlo nuevamente, dejándolo libre para que jugara antes de irse.

No obstante, al otro extremo de la casa se llevaba a cabo otra disyuntiva, y sin embargo, era la misma de todos los días.

Alice conoce a Madeline perfectamente. Es una copia de ella que va más allá de lo físico. Todo mundo considera que tanto Maddie como Jules tienen un poco de sus dos progenitores. La sensibilidad de Charles, el sentido del humor de Alice, los ojos verdes, el cabello castaño y la risa adorable. Pero para la italiana, que podía ver eso claramente, Jules era Charles, y Madeline era ella.

Y eso le encantaba, tener un mini Charles y una mini ella rondando por la casa. Claro, eso hasta que debía enfrentarse al carácter de Maddie, que es prácticamente el mismo que el de ella. No fue hasta que su primogénita había cumplido 5 años y comenzó a ser consciente de las cosas que pudo compadecerse de su padre al haber tenido que lidiar con eso mismo años atrás.

Maddie observa todo a su alrededor y cuestiona hasta el cansancio, o al menos hasta tener una respuesta satisfactoria: el funcionamiento de los autos, por qué los murciélagos vuelan pero los pingüinos no, y más recientemente: ¿por qué no le permitían hacer esto?

Y el día de hoy no fue la excepción, plantándose frente a su madre con su traje de piloto amarrado a la cintura.

— ¿Por qué no? — pregunta por quinta vez desde que habían iniciado esa conversación.

— Maddie, porque tienes ocho años, no hay manera en la que te deje subir a un carro de esos.

— ¡Pero son seguros! Además mi papá dijo que tú te subiste a uno así cuando tenías mi edad. — repone con los brazos cruzados, convencida de que eso sería suficiente para conseguir una respuesta positiva. Después de todo, si su mamá lo había hecho, ¿por qué ella no?

Alice iba a usar eso en contra de su esposo cuando surgiera la oportunidad, eso era seguro.

— Ah, tu papá te dijo eso, ¿te dijo de casualidad que choqué estando en ese auto?

La cara de Maddie se desencaja por completo al recibir esa nueva pieza de información, cayendo en cuenta de que acababa de caer en la trampa de su padre.

— Eh, pues no. No me dijo eso, ¡pero Luka va a manejar! No pasa nada.

Alice esconde su sonrisa detrás de la computadora, haciendo lo posible por no hacer sentir incómoda a su pequeña descendencia. Después de todo, nadie mejor que ella estaba más familiarizada a comentarios respecto a su mejor amigo. Así que decidió dejarlo pasar.

— ¿Sabes quién iba manejando ese auto que chocó? Tu papá.

— Oh.. .— suelta sorprendida al escuchar esa nueva revelación, dejándose caer en la silla frente a ella. Eso lo había pactado, no iban a darle permiso entonces.

— Fue hace mucho tiempo, claramente. Y tu papá lo hacía para impresionarme. Confío en Luka, pero los accidentes pasan. ¡Y además! Éramos un poco mayores cuando pasó, así que no hay manera.

La mente de Maddie iba a mil por hora, buscando algún hueco legal, algún desliz en la historia que pudiera usar a su favor, pensando en la manera de convencer a su papá si no podía con Alice. Pero ella misma lo sabía; era imposible.

Sus padres son liberales y relajados con muchísimas cosas, menos con la seguridad, y sabía que no harían una excepción por esto.

— Bueno, okay. — repone jugando con uno de los carritos que Jules había dejado sobre la mesa. — ¿Podemos al menos comer helado cuando la carrera termine?

— Claro que sí. — la italiana cierra su computadora para prestarle atención a Madeline, quien estaba entretenida esta vez delimitando el sticker en su casco. — ¿Estás nerviosa por hoy?

Maddie le dedica una mirada de sosiego, pensando su respuesta.

— Un poco, sí. Me relaja conducir pero siempre hay un... tonto que puede empujarme fuera de la pista. Si hago algo mal es mi culpa, ¿pero alguien más? ¡eso no es justo!

— Es parte de las carreras, mi amor, son cosas que pasan. Tú concéntrate en lo tuyo y disfruta todo, ¿sí?

— Disfruto mucho más si gano. — repone en voz baja, murmurando casi solo para ella.

Alice termina lo que estaba haciendo justo cuando Charles y Jules entran a la sala. Jules amarrándose las agujetas, y Charles haciendo malabares para cerrar su mochila.

A la italiana es algo que le gustaba mucho ver: a su esposo tan comprometido con sus hijos, sonriendo y disfrutando hasta de las cosas más cotidianas por hacer. El chico inclusive se despertaba con ánimos en la madrugada para cambiarlos y arrullarlos cuando despertaban a mitad de la noche.

Recuerda con una sonrisa todas esas veces que lo encontraba durmiendo en la cama de Maddie con el libro de cuentos sobre su pecho, y la pequeña acurrucada sobre él, o las exhaustivas búsquedas de monstruos en el cuarto de Jules cuando temía dormir solo. A Charles nunca se le agotaba la paciencia, y revisaba abajo de la cama, en el clóset y detrás de las puertas solo para probarle a su hijo menor que estaba a salvo. Y las pocas veces que no lo conseguía (que casualmente coinciden con los días que Maddie le pone películas de terror), se queda con él hasta que se queda dormido, asegurándose de dejar encendida su lámpara en forma de carrito.

O todas esas veces que les pone carreras antiguas a los dos para poder explicarles las reglas y entendieran mejor cómo funcionaba todo.

Charles Leclerc nació para muchas cosas, y ser papá es definitivamente una de ellas.

— Maddie insiste en subirse a ese auto. Gracias, por cierto.

— Ya le había dicho yo que no, pero necesitaba escucharlo de ti también. De todas formas yo estaba lidiando con Jules, ¿quieres intercambiar?

— Charles, estaba lidiando con una niña de 8 años con tu misma personalidad de karting, claro que quiero cambiar.

— Trato. Buena suerte para hacer que Jules quiera salir de casa sin su pijama y sin peinarse.

Pero ambos habían encontrado la manera perfecta para educarlos.

(...)

Las carreras de karting se habían vuelto recurrentes desde hace un par de años que Maddie había decidido que quería ser como su papá, y el monegasco no pudo haber sido más feliz al conocer su decisión.

"Necesito saber si lo haces solo por mí. Porque de ser así, no quiero que lo hagas en lo absoluto. Busca algo que te haga feliz a ti, no a nadie más" — le había dicho cuando lo mencionó por primera vez, pero él lo sabía de antemano, había visto en la mirada de su hija esa misma sed de victoria que tenía él a su edad.

Se había percatado de ello cuando la veía recorrer con pasos pequeños en la fábrica en Maranello. Sabía que ella lo deseaba también, y no solo para complacerlo.

Maddie es preciosa ante los ojos de cualquiera que la mire. Su cabello color miel resplandece bajo la luz del sol antes de ser escondido por su casco antes de cada carrera, y sus enormes ojos verdes parecen hablarte cada vez que te acercas. Pero realmente, su mayor cualidad es su buen corazón, siempre presente sin importar qué.

Su hija es una niña perspicaz y muy inteligente. De alguna forma se las había arreglado para heredar lo mejor sus progenitores, y ellos no podían estar más orgullosos de ella. Tiene las habilidades para manejar de Charles, y el conocimiento del motor por parte de Alice, así que es perfectamente capaz de ganar una carrera, y entender todos los componentes que fueron un factor para poder lograrlo.

— ¿Algún consejo? — le pregunta a su padre mientras se abrocha las agujetas, en espera por una respuesta satisfactoria proveniente de su modelo a seguir. Después de todo, ¿quién mejor que él para aconsejarla en esto?

— Diviértete.

— Sí, creo que Senna ganó muchas de estas divirtiéndose muchísimo. Tal vez algún día logre ganar un campeonato con el poder de la amistad o algo así. — responde rodando los ojos. Y Alice no puede evitar preguntarse con sarcasmo de quién lo habrá sacado.

Madeline procede a ponerse el casco. Y es entonces que Charles se arrodilla frente a ella para ayudarla a ajustarlo, y darle finalmente el consejo que pidió.

— Eres hija nuestra, y se nota. Me agradas. Esto es lo que vas a hacer; frena antes en la curva 3, te va a dar ventaja eventualmente, los demás son unos desesperados, te garantizo que más de uno va a salirse de la pista al llegar ahí.

— ¿Pero frenar, papá? Quiero ganar.

— Para ganar debes tener paciencia. Puedes tomar mi consejo, puedes ignorarlo, de cualquier forma, quiero que te diviertas. Karting es de lo mejor que vas a poder experimentar, cuando llegues a la F1 las cosas son un poco más complicadas, pero nada que no puedas dominar. ¿De acuerdo?

Charles no lo sabía, pero para Maddie significaba el mundo entero que su papá hablara tan a futuro de forma positiva, dando por un hecho que lograría llegar a tan anhelada categoría del deporte. Y si su papá lo piensa, es porque es algo factible.

— De acuerdo.

— Con cuidado, princesita. — dice golpeando suavemente su casco un par de veces. Suele hace eso para indicarle que todo está bien. Y Alice no puede evitar el déjà vu que la inunda al recordar cuando eran niños, y su ahora esposo hacía lo mismo con sus zapatos después de amarrarle las agujetas.

Una vez que está instalada, suben a las gradas para ver la carrera. Charles y Carlos platican animadamente a su lado, y Jules se remueve ansioso en su asiento mientras espera a que la carrera comience, deseando con todo su corazón estar compitiendo ahí un día. Apenas había comenzado su entrenamiento, y podría ser parte de las carreras cuando tuviera la edad suficiente, pero por lo pronto, tendría que conformarse con esto.

— Y Jules, ¿estás emocionado por competir también tú el año próximo? — pregunta Carlos para integrarlo a la conversación.

— Sí, quisiera correr en este momento de ser posible. — repone poniéndole su atención a su carrito de juguete. — Pero mi papá no me deja.

— ¿No te deja? — repone dedicándole una mirada divertida a su amigo. — ¿O todavía no tienes edad?

Jules le sonríe desde su asiento, encogiéndose sobre él.

— Bueno, todavía no tengo la edad.

— Eso es. Porque créeme, tu papá va a estar muy ilusionado de verte competir también.

Charles apremia a su hijo dejando un beso sobre su suave cabellera, acercándolo hacia él para rodearlo con su brazo. El pequeño Jules ama la cercanía de sus padres, lo hacen sentir tan querido y amado como uno puede ser.

Alice atesora esos momentos como si fueran oro, siempre feliz y dispuesta a repetirlos una y otra vez en su mente, porque al ver a su hija mayor en la pista, acelerando y frenando, tomando los consejos de su papá, se había dado cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, sobretodo cuando lo disfrutas tanto como ellos lo habían estado haciendo. Juraba que habían pasado escasos meses desde que Charles y ella habían llevado a Maddie a casa por primera vez. Sus primeros pasos, su primera palabra, el nacimiento de Jules.

El tiempo vuela cuando estás consciente de él.

Madeline tiene su misma personalidad fuerte e independiente, muchas veces negando la ayuda de los demás para no mostrar su debilidad ante ellos, pero si había una persona que lograba persuadirla para aceptar sus atenciones, ese alguien es Luka.

"Somos mejores amigos, mamá". Es la respuesta que obtenía siempre, a pesar de que nunca nadie les preguntaba nada, porque solo las miradas de los demás eran suficientes para ponerlos nerviosos a ambos.

Charles siempre dice que su esposa y su hija se parecen más allá de lo físico, y ella decide creerle, aunque a veces le es difícil verse reflejada en otra persona. Pero de igual forma, intenta ser para sus dos hijos lo que alguna vez su madre fue con ella, haciendo de hecho, un excelente trabajo, prometiéndose a sí misma repetir el camino con el tercero.

La personalidad de Jules es más bien sensible y pura en todos los aspectos... menos cuando entrena. Es como si supiera separar perfectamente todo lo que pasa en la pista y fuera de ella, sin importar qué. Tanto Charles como ella estaban conscientes de que esa cualidad iba a servirle mucho cuando comenzara a competir, incluso al llegar a la F1. Saber identificar a la competencia es bueno, pero también lo es no mezclar lo que sucede dentro de ésta con sus amistades. Pero es un hecho que su hijo menor había heredado la personalidad sensible de Charles, siempre atento a los demás y ofreciendo su ayuda para todo.

Alice temía estresarse al ver a sus hijos correr y competir. Sabía que a ambos les gustaba la velocidad y la adrenalina de las carreras, pero después de acostumbrarse a ver a Charles corriendo cada fin de semana durante años, de hecho agradecía el karting por ser un poco más lento y gentil en comparativa. Y al menos para ser el comienzo, eso la tranquilizaba bastante.

Entonces cuando la carrera termina con Maddie y Luka en el podio, siente que puede respirar con normalidad, y les regala una sonrisa cuando festejan sobre la tarima de los ganadores.

Para Alice, ver la amistad tan cercana que Luka y Madeline habían forjado era como una mirada al pasado, cayendo en cuenta de que debió ser lo mismo que los demás debieron ver en ella y en Charles cuando eran menores. Tal vez eso era lo que necesitaba para poder comprender la obviedad de las situaciones: verse reflejados en alguien más, inmortalizándolo todo en carne y hueso.

Carlos se le queda mirando al niño de ojos aceitunados, piel bronceada y cabello digno de un príncipe, sonriendo con cautela cuando ayuda a Maddie a bajar de la tarima. La hija mayor de sus mejores amigos le agradece con una sonrisa, y Luka parece sonrojarse todavía más cuando la nota, robándole a su vez una risa inocente al español.

— De eso sí pueden darse cuenta, ¿no? — masculla luego de darle un trago a su cerveza.

— ¿De Maddie y Luka? Claro, habría que estar ciego para no notarlo.

— Pues así de obvios eran ustedes. Al menos ahora tengo con quién platicar al respecto.

Y era cierto. Solo hacía falta verlos por un par de minutos para percatarse de que Luka se desvivía para hacer reír a Madeline, o que la niña lo mencionaba más que a cualquier otra persona. Un comportamiento normal sobretodo tomando en cuenta que ambos habían crecido prácticamente juntos. Y parece una jugada irónica del destino que la historia haya decidido repetirse.

Porque todos sabemos cómo acaba.

Ambos chicos se acercan a ellos con sus respectivos trofeos en mano. Maddie corriendo hacia los brazos de Alice, dejándose mimar por ella mientras Charles se dedica a desacomodar su cabello, y Luka llegando al encuentro de su padre, entregándole el trofeo y dejándose envolver en su cálido abrazo, aquel al que ya se había acostumbrado a recibir después de cada carrera, sin importar el resultado.

Carlos era un excelente padre también. Desde que se enteró de que Luka llegaría al mundo, se prometió a sí mismo seguir los pasos de su propio papá, porque siempre ha sido su modelo a seguir, y con mucha suerte, Luka pensaría lo mismo de él.

Había educado a su hijo para ser un caballero siempre en todos los aspectos, e incluso siendo tan joven, es bastante obvio de que quien sea que llegue a ser su novia, va a ser una chica afortunada.

— ¿Comentarios? — le pregunta el pequeño al separarse luego de un momento de cálidas felicitaciones por parte de todos.

— Lo hiciste bien, hijo. Estoy orgulloso de ti, ya lo sabes.

Luka lo sabía. Pero siempre apreciaba que se lo dijeran. Uno siempre necesita saber ese tipo de cosas para sentir que todo está valiendo la pena.

— Tía Alicia, ¿puede venir Maddie por un helado? Iremos caminando, y prometo cuidarla mucho... eh, a ella y a Jules, por supuesto. — se corrige, pero su sonrisa nerviosa es más que suficiente para delatarlo.

El monegasco se aguanta una risita al lado de su esposa, bastante consciente de la situación. Él fue Luka en algún momento después de todo, nadie mejor que él para conocer el sentimiento. Pero le causaba gracia de todas formas. Charles podía ver las intenciones puras de Luka, y la forma tan amable en que siempre se expresa de su hija, así como la actitud de hermandad que tiene hacia Jules a pesar de que éste último es 4 años menor.

¡Y les dice tíos! Jamás pensó vivir para ver al hijo de Carlos referirse a él como su tío Perceval (o tío Charles, dependiendo de la gravedad del asunto), pero bueno, aquí estaban.

Y se siente orgulloso de cómo son las cosas, sabiendo que él y Alice han hecho un excelente trabajo, enseñándoles de sus errores, aconsejándolos con sus propias vivencias.

Pero había algo que albergaba un particular orgullo en el corazón del monegasco, y esa era su esposa. Se lo decía seguido, lo feliz que es con ella, y lo orgulloso que estaba de todo lo que había conseguido, de todo lo que habían construido juntos. Porque ambos lo sabían, que no había sido fácil.

Pero todo había valido la pena.

(***)

Un jet privado y un par de horas después, estábamos en España, de regreso a la gran mansión que nos había albergado en nuestros mejores momentos hace apenas unos años. Las vacaciones recién comienzan, y no hay manera en que vayamos a romper con la tradición familiar de pasarlas aquí.

Jules está encima de los hombros de Charles, intentando desesperadamente de alcanzar las hojas de los árboles que se ciernen sobre su cabeza adornada con una gorra roja que alguna vez le perteneció al monegasco. Le queda algo grande, claramente, pero eso no parece molestarle en lo más mínimo.

Maddie por su parte, me toma de la mano y sonríe para mi cámara conforme nos acercamos a la casa. Noto en su cara la misma emoción que podía percibir en mí misma cuando era pequeña y veníamos aquí. No sé qué hubiera sido de mi infancia sin los veranos en casa de los Sainz, pero agradezco haber tenido la oportunidad de venir puntualmente cada año.

Y estoy feliz de que mis hijos tengan la misma experiencia también.

Mis hijos. Suena curioso cuando lo digo muchas veces, porque es algo que nunca había pensado antes. Al menos nunca antes de estar con Charles.

— Luka y yo vamos a la casita del árbol. — anuncia al tomar una de mis cámaras y pasarla alrededor de su cuello.

— Con cuidado, Mads, es algo complicado subir ahí.

Asiente con una sonrisa, dejándose tomar de la mano del español antes de correr en dirección a la vieja casa del árbol en la entrada del bosque de la propiedad.

Jules todavía es muy pequeño para hacer ciertas cosas, y suele frustrarse un poco por esto, pero Charles y Carlos se encargan de incluirlo en las actividades aquí.

— Jules, ven, acompáñame por bombones a la cocina, a tus papás les encantan. — se burla Carlos al tomar a mi pequeño Jules de la mano y encaminarlo al interior de la casa. — ¿Quieres hacer una fogata?

Y él responde con un grito que fue más que suficiente para comprender que le emocionaba la idea.

— Bombones. Cómo jode con los bombones. — murmura entre esa risa particular que tiene en la que parece que se está ahogando. Sé que jamás podría cansarme de ese sonido.

Luego de un rato nos sentamos a tomar chocolate caliente y asar los bombones en la fogata de su casa, justo en el lugar donde tiempo atrás, habíamos tenido esa pijamada solo los tres.

¿Nuestros hijos llegarían repetir esas historias, crear sus propias anécdotas? ¿Tener sus chistes locales, continuar así de unidos con el paso de los años? Espero que lo hagan, este deporte es complicado y altamente competitivo, pero todo es mil veces más fácil si se tienen mutuamente.

La velada fue agradable. Tanto Maddie como Luka y Jules disfrutan mucho de escuchar las historias que tenemos para contar. Se muestran maravillados cada vez, haciendo mil preguntas cuyas respuestas obtienen desde tres perspectivas diferentes que vivieron lo mismo.

A Maddie le gusta particularmente escuchar de mi época en Red Bull, y a Jules y Luka escuchar de las travesías de sus respectivos padres mientras competían en el equipo rojo.

Platicamos y reímos mucho esa primera noche. Con la mano de Charles sobre mi pierna, encargándose de servirme chocolate caliente cada que me terminaba la taza. Y yo me dedico a mirarlo cuando no se da cuenta, porque me sigue tratando igual que siempre. Sigo siendo Ace para él, y él sigue siendo mi Charlie.

Me había prometido que las cosas jamás iban a cambiar entre nosotros, y lo cumple a la perfección.

— ¿Y cómo le van a poner al bebé número 3? — pregunta Carlos mientras le daba el último trago a su cerveza.

Es pasada la medianoche, los niños están dentro de la casa jugando videojuegos mientras nosotros disfrutamos de la cálida noche que se cierne sobre nosotros. Tal vez tendría un toque más sentimental si dijera que no recuerdo la última vez que habíamos hecho esto, pero la verdad es que lo hacemos bastante seguido, y espero que así sigan las cosas.

— Justo así, número tres.

— No le pensaron nada, es un buen nombre. Tal vez lo copie algún día. — repone al guardar las últimas cosas en la hielera, preparándose para entrar e irnos a dormir.

Y aprovechamos ese momento para compartir una mirada cómplice, sabiendo lo que vendría a continuación.

— De hecho... pensamos ponerle Carlo, en tu honor. — digo finalmente, logrando que el español detenga todos sus movimientos.

Su cara fue oro puro. Me recordó a cuando Charles y yo le contamos acerca de lo nuestro. Solo que esta vez, parecía no creer lo que le estábamos contando.

— ¿De verdad? O sea, ¿en serio, serio?

— En serio, en serio. Tú siempre estuviste para nosotros, nos pareció correcto.

— Años de indirectas finalmente están cobrando factura. — suelta con una sonrisa.

— ¿Cuáles indirectas? Lo has dicho abiertamente durante años.

— Gracias, significa mucho. Y es un honor, en serio. — dice con una mano en el corazón.

Carlos lo había dicho de broma un par de veces, pero cuando Char y yo decidimos tener otro bebé después de Jules, ambos concordamos al instante. Carlo, en honor a ese español que siempre estuvo para nosotros en todo momento de forma incondicional.

(...)

— Jules, ¿ya estás listo para dormir?

— Sí, pero ya quiero que sea mañana. — admite.

— ¿Te divertiste hoy? — me aseguro de arroparlo bien, teniendo cuidado de acomodar bajo las sábanas a su dinosaurio de peluche que no suelta por nada del mundo.

Me parece tan bonito y puro que quisiera abrazarlo y nunca soltarlo. Jules en sí es un ser bellísimo de corazón, por dentro y por fuera. Genuinamente estoy muy orgullosa de él por ser como es, y me pone muy feliz saber que es una de las creaciones de Charles y mía. A veces me cuesta un poco entenderlo, que tanto Maddie, Jules y Carlo son pequeñas personitas que hicimos nosotros.

— Mucho. ¿Podemos repetirlo mañana? — sus dos manos sobresalen del borde de la sábana, sujetándola listo para cubrirse con ella.

— Mi amor, tienes todo el verano por delante, vas a poder hacer lo que tú quieras, ¿de acuerdo?

Me dedica una sonrisa que se termina convirtiendo en un abrazo, y deja un beso en mi mejilla antes de volver a recostarse.

— Buenas noches, mamá.

— Descansa, Jule.

Entonces apago la luz de su habitación y salgo en silencio, no sin antes echarle un último vistazo a mi hijo menor, quien ya se encontraba abrazando a su dinosaurio, listo para caer en los brazos de Morfeo.

Veo a Charles saliendo del cuarto de Maddie después de arroparla y darle las buenas noches a ella también.

— Ya se durmió. — anuncia al abrir la puerta de nuestro propio cuarto, dejándome pasar primero. — Prácticamente tuve que quitarle el trofeo de las manos porque iba a dormir con él. ¿Jules?

— Dormido también. No suelta ese dinosaurio que le compramos.

— Maddie también trae el peluche de carrito que le compré, lo empacó en su mochila. No viaja sin él.

— Me gusta nuestra familia. — repongo al quitarme mis anillos y dejarlos en la mesita de noche.

— Sí, a mí igual... ¿quisieras agrandarla, princesa?

Le dedico una risita sincera, porque ya habíamos hablado de esto hace muchísimo tiempo, antes de tener a Madeline inclusive.

— Dijimos que solo tres.

— ¡Ah, es cierto! Debería comprar preservativos otra vez, entonces. Por suerte para los dos, ya me adelanté.

Siento su presencia detrás de mí, escucho su respiración tranquila y me permito disfrutar esa descarga eléctrica que se apodera de mi cuerpo cuando las yemas de sus dedos tamborilean sobre mis brazos. Recuerdo la primera vez que lo sentí, y me encanta que siga teniendo el mismo efecto a pesar de haber pasado mucho tiempo.

El familiar contacto de Charles posándose en mi cintura fue más que suficiente para terminar de sentirme en casa. Amo esto de él, lo fácil que le resulta tenerme en la palma de su mano con algo tan simple como tocar mi piel. El monegasco se acerca a mí por detrás, eliminando cualquier tipo de espacio alguna vez existente entre nosotros, descansando su barbilla sobre mis hombros, mirando por la ventana también.

Es curioso pensar en el paso del tiempo, y para mí, era inevitable hacerlo al caer en cuenta de que estaba en el mismo cuarto en el que solía pasar las vacaciones cuando era pequeña, el mismo cuarto en el que Charles se encargó de colgar muérdago para besarnos en esa navidad, y que había sido testigo de tantas noches pasionales y encuentros fortuitos entre nosotros dos cuando nuestra relación seguía siendo un secreto.

Y ahora estoy aquí, compartiéndola con Charles como muchas veces lo habíamos hecho, dándole uso a ese pasadizo secreto que pensé jamás volver a utilizar.

Sus dedos se pierden dentro de la pretina de mis pantalones, y ambos sabíamos en qué terminaría esto, pero ninguno quiso ponerle fin.

— ¿Eres feliz, mi amor?

Y contemplé su vida en ese momento, y lo supe. Supe que no podría pedir nada más, porque ya lo tenía todo.

— Charlie, soy lo más feliz que una persona puede ser.

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— Andrómeda🏎

Ahora sí esto fue todo, amigos😭

Les voy a subir un capítulo de agradecimientos, pero igual aprovecho por aquí para darles las gracias por siempre haber sido parte de esto, de verdad significa mucho que hayan disfrutado de Formula Heart tanto como yo, y que hayan llegado hasta aquí.

¿Qué les pareció? Quiero leerlo todo.

Sigan el insta para fotos de la vida bonita y feliz de Alice y Charles: Andromeda1655

También porque voy a subir una cajita con la última dinámica de esta historia🥺 por si gustan dejar un comentario por allá :)

Recuerden votar y gracias por leer❤️

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