Malas Enseñanzas

By PaolaValentine_

369K 31.9K 6.3K

Se suponía que todo iba a ser sencillo. "Se suponía" Pero como siempre, todos mis planes eran una porquería... More

Sinopsis completa
Epígrafe
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24 |+18|
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 (Maratón 1/4)
Capítulo 37 (Maratón 2/4)
Capítulo 38 (Maratón 3/4)
Capítulo 39 (Maratón 4/4)
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43 |+18|
Capítulo 44
Capítulo 45 |+18|
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 49 |+18|
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Nota importante que deben leer
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59

Capítulo 48

4.5K 521 109
By PaolaValentine_

Capitulo 48:

Espada de Damocles

Abrí los ojos ante la incadescencia del sol, sentía mi cuerpo descansado y a la vez adolorido en partes misteriosamente deliciosas. El recuerdo de la noche y la manera en que Stone y yo tuvimos sexo era memorable. Demasiado. 

Si alguien me diera un centavo por cada vez que yo pensé que esto era imposible y que nunca ocurriría, ahora sería inmensamente millonaria. 

Lo sentía abrazando mi espalda, su cuerpo pegado a mi cuerpo. Él haciendo cucharita en mi culo. Sosteniendome más y más cerca de él.

Otra cosa que nunca imaginé. 

Nunca nadie me había acurrucado y el hombre menos pensado era quien lo hacía hoy.

Pero no podía quejarme, me gustaba mucho y era algo que debía detener, porque en la que esto creciese en mi mente, solo me conseguiría un gran corazón roto.

No me voy a anotar para eso.

Así que en contra de lo que quería, me levanté de la cama y me vestí con su camisa para ir a buscar mi ropa en la secadora. Gabriel se dio la vuelta y se acostó boca abajo, lo que me permitió ver desde dónde estaba ese culo que me robaba el aliento. Debería ser un fenómeno ser tan guapo. 

Tenía que concentrarme, focus.

Fui a la lavandería y recogí mi ropa. Me di una ducha con agua caliente y él señor militar aún seguía en la misma posición que lo encontré. La verdad es que pensé que era un hombre madrugador, pero me equivoqué. Lo que me hacía pensar que había muchas cosas que no conocía de él.

Vi que Caos dormía en una cama al lado del sofá y me percaté que era igual que su dueño descansando. Me duché y luego de vestirme hice café en su espectacular cafetera y dejé para él. Al igual que un desayuno que ambos podíamos comer. 

Dejé una nota en la encimera y me fui en Uber que pedí directo a mi trabajo. Si me quedaba iba a ser complicado, no quería tener que pensar en cómo cada uno tendría que llegar al Hospital, asíque lo mejor que podía hacer era adelantarme, además de que me permitía aclarar mis cabeza antes de comenzar el día. Mi carrera me necesitaba enfocada.

Apenas llegué al hospital, pasé mi identificación por el escáner, recibí el turno por parte de unos sorprendidos residentes de verme tan temprano aquí. No le presté atención y solo me senté a leer sobre los pacientes antes de que empezara la revista y tener una idea de ellos. Mi teléfono vibró con un mensaje quitándome la concentración de lo que estaba mirando.

Dr. Piedra: ¿Por qué te fuiste?

Dr. Piedra: ¿Estás bien?

Imágenes de la noche anterior llegaron como flashes a mi cabeza. Debería estar cansada, pero realmente no era así. Me sentía llena de una energía por completo distinta a la dada por el café. Parecía eufórica. Aunque no dormí demasiado, mi cuerpo se sentía bien.

Avery: Era lo mejor, habría sido incómodo en la mañana.

No tardé en sentir la vibración del teléfono otra vez.

Dr. Piedra: Se supone que la incomodidad inicial había pasado.

Ja, ahora es que quedaba camino para que eso ocurriese. No es como si yo tuviera mucha experiencia en esto de las relaciones, si es que se podía considerar mi acuerdo con Stone una relación.

Avery: Estoy bien, Stone. No sabía que tenías el sueño tan pesado.

Dr. Piedra: Tal vez si alguien no me hubiese agotado estaría bien. 

Este idiota 

Dr. Piedra: Te fuiste demasiado temprano. Es peligroso.

Una sonrisa tonta surcó mi cara y mis compañeros me vieron extraña, así que traté de enseriarme.

Avery: Excusas, no me culpes por ser un bebé dormilón.

Oh por Dios, estaba sonando como una colegiala que nunca había sido.

Avery: Antes de ti yo vivía sola. No te preocupes.

Dr. Piedra: Permíteme preocuparme por ti.

Cristo.

Estaba en problemas, porque este hombre lograba que mi corazón se volviera esta cosa loca en mi pecho. Una que me dejaba nerviosa y que no quería ahondar. ¿Por qué estaba siendo tan lindo? ¿Por qué me hacía querer cosas que no podía tener? 

No seguí contestando porque un familiar de un paciente llegó a mí a hacerme preguntas. Pero sabía que esa conversación no había terminado todavía.

Salí de la sala de reuniones y mi ánimo bajó unos cuantos grados cuando vi a mi archienemiga caminar con toda su gloria por el hospital. Hablaba con varios residentes que eran su séquito de seguidores. Solo pude poner los ojos en blanco ante tal muestra de chupapollismo.

—Sí, el congreso fue espectacular. Ojalá hubiesen ido —empezó ella.

—¿Usted dio una ponencia como el doctor Stone?

—No, aunque no por falta de ganas de la organización. A mí me ofrecieron una conferencia, pero decliné para dejarle paso a una estudiante, porque estoy de acuerdo con preparar a los residentes para el futuro. 

Esperen un maldito segundo, ¿Qué demonios estaba diciendo? A ella nunca le ofrecieron nada. Siempre fui yo.

Quise decirles que eso era una gran mentira, que los estaba engañando, pero de qué me serviría eso. La única que le interesaba si era verdad o mentira, era a mí. Yo sabía toda la historia. No dejaría que afectara más mi día.

Fui a la habitación de residentes y me acerqué a mi casillero. Al hacerlo una tonta sonrisa llegó a mis labios. El misterioso admirador secreto volvía al acecho y un tulipán rojo estaba dispuesto allí.

Tomé la cinta adhesiva y lo quité con cuidado. Abrí el posit blanco y me encontré con la letra ordenada que ya conocía.

No me gustó despertar y ver que ya te fuiste.

G.

Mierda, mierda y más mierda.

¿De verdad era él?

Sentí que se me bajó la presión. 

Yo todavía guardaba la duda de que no fuera él quien me dejaba las flores. Pero ahora lo confirmó todo. Y yo estaba que me moría.

Oh mi Dios, ¿de verdad había sido Stone todo el tiempo? ¿Cómo era posible? 

Había sido tan ciega.

Sabía que era la primera vez que él dejaba un indicio de quién podía ser, pero tenía que haberme dado cuenta por la letra. Gabriel escribía de una forma única, letra separada con trazos certeros y decididos. Las A, las hacía como un triángulo pequeño y todo parecía escrito en mayúscula. Sin embargo cambiaba el tamaño a uno más grande cuando iniciaba una palabra.

Esta letra era tan él y yo una estúpida por lo darme cuenta.

—Oye, Avery. ¿Tienes novio?

Me sobresalté cuando escuché una voz a mi lado. Estaba tan absorta viendo el papel que no me di cuenta de que alguien había entrado al cuarto de residente. Una chica de segundo año me miraba y yo debía de parecer una tonta porque no le había dicho nada todavía.

—Algo así, Tina —era la única explicación que tenía para esto.

—Me encantan los tulipanes, son mis flores favoritas. —cerró su casillero y se despidió de mí. Yo me quedé ahí procesando todo.

Sabía que él había llegado al servicio hacía poco y mi estómago parecía tomado por una legión de mariposas asesinas o una solitaria molesta. Yo tenía que controlarme antes de quedar en evidencia delante de todos aquí. Debía ser la imagen de la seriedad y responsabilidad.

Miré mi trenza y alisé mi bata. Sí, aún tenía que usarla siempre porque el señorito molesto me decía que tenía que llevarla siempre pese a que él la tenía olvidada en su casa. Salí del cuarto de residentes y me encaminé donde debía. La revista estaba a punto de iniciar y me acerqué al grupo con los que estaría compartiendo el turno.

Elijah se puso a mi lado apenas me vio. —No voy a preguntar nada, se te ve en toda la cara.

Quise matarlo y luego morirme. —Cállate.

Solo se rió y me abrazó, luego comenzamos a caminar para seguir a los demás. 

Pasamos por cada una de las habitaciones y los adjuntos comenzaron con sus preguntas correspondientes de cada caso. Estaban algunos chicos del primer año de medicina mirando cómo se desarrollaba todo. La imagen de lo sueños que estaban por comenzar.

Sentí su presencia a mi espalda y tomó todo de mí no girarme para verlo. Me enfrasqué en la revista y anoté todo lo que me pareció importante. 

—¿Por qué creen que sea importante revisar la pupila en un paciente UDVP? —preguntó Stone a los chicos de medicina.

Manos enseguida se alzaron con ansias de contestar. ¿Alguna vez me vi así? Lo dudo. Yo nunca hablaba por miedo a no tener la razón y que me dijeran que no solo estaba errado, sino que era estúpida. 

Las cosas cambiaron, no parecía la misma.

Stone le dio el pase a una chica pelirroja de lentes que estaba de última. Oh mi Dios, la pobre se puso del color de su cabello. Podía proyectarme en ella.

—Tú, la última.

—¿Yo?

Los demás la veían como si era incapaz de contestar, lo que la puso más nerviosa roja todavía. Pobrecita.

Tragó en seco. —Pacientes con UDVP son comunes las sobredosis —hizo una pausa y yo no encontraba como darle más a esa respuesta—. Un paciente con sobredosis de heroína son comunes las pupilas están en miosis. Orienta a un diagnóstico clínico antes —sentía cuando tenía las muletillas y estaban dos chicos riéndose nada disimulados, quería golpearlos—. Antes que una prueba de estupefacientes.

Quise vitorearla, pero no pude porque eso habría sido poco serio en este ambiente, pero le hice el gesto del pulgar arriba desde dónde estaba.

—¿Podrías mostrarme cómo haces el examen?

La chica cambió totalmente de color, del rojo al blanco papel.

—Taylor, ayúdala —siguió Gabriel.

Yo me sorprendí al escuchar mi nombre, pero rápidamente me acerqué a la chica y le entregué mi linterna. Ella temblaba, por lo que tomé su mano. 

—Tranquila, el paciente no te morderá —dije.

Comenzó a revisar y ella fue hablando de los diámetros de la pupila. Cuando terminó me entregó la linterna. Todos comenzaron a salir de la habitación al ver que la demostración había acabado.

—Muy bien, Lucy —leí en el carnet de su universidad el nombre—. Relájate, lo hiciste bien.

—Me da pánico hacer estas cosas, siento que puedo lastimar a los pacientes.

Negué. —Siempre que mantengas ese miedo, amarás la medicina. En el momento que te dé igual lo que pase con un enfermo, es porque esto ya no es lo tuyo.

—Gracias, doctora Taylor.

Salió con todos los demás y yo miré a Stone, ambos nos dirigimos a la salida. Él tenía una media sonrisa que comenzaba a identificar. —Parece tu hermana.

—La molestan los demás chicos por ser callada.

—Me di cuenta, por eso la puse a que hablara.

—Al menos no le dijiste que estaba siendo lenta, le diste la oportunidad de hablar y no la atacaste.

—Alguien me está enseñando —no pude contestar porque había llegado a donde estaban los demás y hablar así solo traería problemas.

Lo que hizo que me desanimara un poco.

Por esto solo podía ser algo a escondidas, una cosa ilícita de la que debíamos tener cuidado. ¿Por qué no pudo ser un doctor normal? No, tenía que ser justamente mi adjunto. Demonios, quería llorar ahora.

La vibración de mi teléfono me volvió al presente.

Dr. Piedra: Más tarde.

Era la promesa de que podríamos estar en nuestro propio mundo, lejos de todo aquello que nos alejaba.

* * * *

El día viernes llegó con demasiada prontitud, el día de la presentación de mi caso clínico. El día en que se definía si valía la pena o no el hecho de estar aquí. Esperaba que fuera el momento de callar unas cuantas voces molestas que se empeñaban en hacerme sentir mal.

La noche anterior me quedé en mi propia casa, aunque no iba a la de Stone desde el martes, ya que primero tuve una guardia nocturna, luego él una, así que ambos teníamos que estar alejados del otro. Lo que en parte era algo bueno porque ayer me quedé hasta las dos practicando la presentación. 

Estaba en mi clóset, tomé una camisa de muselina color dorado y pantalones negros. Decidida a sacar la artillería pesada busqué unas sandalias del mismo color que mis pantalones y mi bata estaba perfectamente lavada y planchada dentro de mí mochila. 

Estaba temblando, nada anormal en mi ya que estaba al lado de mi amigo de siempre llamado pánico escénico.

La puerta de mi casa sonó y yo estaba a punto de ignorarlo, pero como iba a salir para el trabajo me acerqué. Aufera había un chico que no podía tener más de veinte años y traía en sus manos un arreglo de tulipanes.

Oh mi Dios, no me acostumbraba a esto.

Cuando le dije a Gabriel sobre ello, me dijo que merecía flores, al principio se hizo el duro, pero con mucha persuasión le saqué la verdad. El siempre fue quien me dejó las flores, lo que hacía que mi obsesión por él creciera más aún.

Firmé la entrega y las pasé a la casa para ponerlas en agua. Una tarjeta blanca me recibió.

Puedes con todo.

G.

Di un gritito de emoción que en otro momento podría haberme avergonzado, sin embargo me sentí realmente bien cuando vi este detalle.  

Este hombre estaba haciendo un trabajo pobre en lo de que no me enamore.

Las dejé allí y al fin emprendí camino hasta el hospital. El día de hoy decidí que queria ir en auto porque no me imaginaba caminando hasta el trabajo con el outfit que llevaba puesto no era buena idea. Así que cuando llegó Eli, subí rápidamente a su auto.

—¿Cómo está mi perra victoriosa?

—Cagada.

—Mi conferencista no se dejará vencer por eso. Estarás bien.

Eso era lo único que esperaba.

Llegamos al hospital como siempre y de una vez me fui hacia el auditorio. Tenía mi tembladera de siempre al igual que cada vez que me tocaba hablar, me olvidaba de desayunar. Pasaría mucho tiempo antes de que yo pudiera actuar de manera normal ante un público. 

—Taylor.

La voz de Gabriel me infundió calma pese a que solo era mi apellido pronunciado por él. La verdad es que esto había sido complejo de no mostrarle a nadie lo que estábamos haciendo a puertas cerradas. De besos a escondidas y protegernos las espaldas. 

La puerta del auditorio estaba abierta, por lo que no se veía mal. Uni tutor dándole las últimas pautas a su residente y eso no debería malinterpretarse.

—Te ves hermosa —se me subieron los colores y negué en silencio porque era peligroso—. Suelta esos papeles —dijo intentando quitármelo de las manos.

Negué. —Son mis apuntes.

—Y parecen un maldito sol. ¿Por qué están pintados de amarillo?

—Porque es la única manera en que me puedo aprender todo de forma textual y sin olvidarme de nada

—No lo necesitas —miré y vi que comenzaban a entrar algunas personas. Gabriel estaba a una distancia prudencial—. Te irá bien. Lo harás tan excelente como en el congreso.

Yo necesitaba que eso fuera así. Necesitaba creerlo.

Él había sido de mucha ayuda esta semana, pero todo lo que me aprendí era por mi propio empeño. Yo estaba decidida a que todo mundo viera de que metal estaba hecha, no dormí, me preparé y estaba dispuesta a demostrar que yo había llegado a este lugar por mi mérito. No tenía un promedio de erudito, pero yo sabía. 

Cuando vi que comenzaron a entrar los especialistas, me mentalicé de cómo debe iniciar. No había paso a errores el día de hoy. 

Vi que entraba el jefe de medicina interna y se sentaba en la primera fila, pasos más atrás estaba llegando como si fuera una reina ante la ejecución de una pobre pueblerina.

Lastimosamente para ella yo no era una súbdita. 

Cuando estuvieron todos, encendí el proyector, respiré y me encontré con los ojos de Gabriel antes de iniciar. Su pequeño asentimiento me dio valor. 

—Buenos días a todos —hice la correspondiente presentación pese a que ya la gente sabía quién era—. Cómo saben, esta es una audiencia de caso. Se utiliza como recurso para administrar conocimiento sobre un tema de interés. En este caso, un paciente con cetoacidosis diabética.

Temple comenzó a prestar atención, él era el que tendría las preguntas complejas. Lo presentía.

—Antes de que salga el tema, porque sé que en cualquier momento de la jornada se hará saber, decidí comentarlo con antelación. —tomé aire—. Soy paciente diabética tipo uno desde los cinco años de edad, nunca en todo los años que tengo estudiando medicins me ha hecho sentirme incapaz ni ha disminuido mi intelecto. Así que antes de que crean que esto pudo haber nublado mi juicio por ser un ente que se relaciona con el caso a exponer, déjenme decirles que nada más lejos de la realidad, y que en todo momento tuve la mentoría de mi tutor, el doctor Gabriel Stone. El cual me dio la autorización en base a mis capacidades.

»Habiendo explicado eso, comenzaré con la presentación.

Tomé una gran bocanada de aire y me encontré con la mirada de Gabriel en la distancia.

—Se trata de paciente masculino de veinte años de edad, con antecedentes de Diabetes mellitus tipo I desde los ocho años de edad, quien es traído por el servicio de urgencias por presentar síncope y disminución del estado de conciencia. Al examen fisico se evidencia signos de deshidratación, taquicardia,  hipotensión, patrón respiratorio tipo Kussmaul y aliento cetónico. Al ingreso Presentó Glasgow de nueve sobre quince, que no respondía a la voz y que fue disminuyendo a medida que avanzaba su hospitalización al grado de llegar de estupor a comatoso. Se le realizaron exámenes paraclínicos en los que se hallaron glucosa sanguínea en 890 miligramos sobre decilitros, hemoglobina glicosilada por encima de 10 miligramos sobre decilitros.

—Tengo una pregunta —masculló Annabelle interrumpiéndome.

—Al final de la presentación —respondí.

Me aplaudí mentalmente pese a que sabía que solo avivaba el fuego del odio que me tenía esa mujer hacia mí.

—Se le hizo gasometría arterial y se halló en un grado de cetoacidosis severo por la escala dada por la ADA. Lo que para nadie es un secreto que es un eleva la mortalidad aún más. Iniciamos el esquema del tratamiento dado por la bibliografía. 

Hablé de la colocación de hidratación, de insulina y demás. Me fui soltando a medida que seguí hablando, las palabras fluían de mi boca con facilidad. Lo que me dio una seguridad que nunca había sentido.

La ronda de preguntas comenzó y me mentalicé para la masacre que intentaría hacerme.

—¿Por qué le colocaste bicarbonato? —fue la primera pregunta de Whitman. debí suponerlo—. Es algo que no está del todo aceptado.

Pero ya yo me imaginaba por donde vendría. —Aunque el bicarbonato está en un sinfín de contradicciones, de si debía ser utilizado o no, un estudio demostró que aumentaba la mortalidad si no se usaba. Pero este debía ser administrado en un grupo específico. El cual consta de un valor del pH es inferior a 6,90, el bicarbonato de sodio es menor de 5 y, si existen signos electrocardiográficos de hiperpotasemia, depresión respiratoria o fallo cardíaco como se comentó previamente. Espero que eso responda su pregunta.

Escuché un uuuh, pero no sabía de dónde vino, sin embargo no podía vítorearme, no todavía.

Vi que Temple se levantó para preguntar, pero de nuevo Annabelle se le adelantó—. ¿Y la colocación de dextrosa? No se supone que es un paciente con diabetes. 

—Porque la cetoacidosis no es un problema de glucemia alta, sino de deficiencia de insulina. Ya que es un aumento de las hormonas contrarreguladoras como la adrenalina y el glucagón. Las guías recomiendan que cuando el paciente alcance los 200 a 250 miligramos de glucosa en sangre se cambie a una con 5 a 10 por ciento de  dextrosa, con el fin de permitir la  administración continua de insulina, hasta lograr la corrección de la cetonemia y, a su  vez, evitar la hipoglucemia y mantener la concentración de glucosa en sangre entre 150 a 200. —me dirigí a temple—. Doctor, ¿quiere hacer una pregunta?

Él negó. —No, sencillamente está todo descrito. No tengo nada que decir. Iba  solo a felicitarla.

¿Qué? ¿De verdad?  

Sentí que desde el lunes por fin pude respirar. —Gracias, doctor —dije como si no hubiese estado muriendo hasta hace unos segundos atrás.

—Hablar de la muerte de un paciente joven es complicado, pero exponer sobre alguien que murió por causa de una entidad que lo aqueja a uno mismo, es una obra admirable. Fue muy fuerte al atender a ese paciente, lastimosamente no sobrevivió, pero es algo con que se vive cada día en esta carrera. Queremos salvarlos a todos, pero no está en nosotros. 

Solo asentí, solemne.

—Whitman, sé que tú fuerte no es endocrino, pero cómo vas a decir que le colocó una sustancia que pudo matarlo. Todo internista sabe que la Cetoacidosis es una deficiencia de insulina, no un aumento de glucosa. Te sugiero que repases un poco más. Aunque es normal que se olviden cosas.

Oh mierda.

En otro momento le habría dicho que él me regañó por no acordarme algo del premédico, pero hoy no me importaba. Había logrado sobrellevar esto y que además regañaran a Whitman. Me sentía pletórica.

Yo no era una buena persona. 

Al final no me preguntaron nada y se despidieron. Yo me quedé recogiendo todo con una sonrisa que no podía salir de mi cara. Elijah me abrazó.

—Hermana, no sé si te has visto, pero tú evolución es increíble. Ha pasado solo una semana que fuiste al congreso y diste una presentación malditamente espectacular. Cállaste a Whitman y dejaste sin palabras a Temple. Usted ya es internista, lo demás es protocolo.

—Estoy tan feliz, hasta que el doctor Temple no habló no estuve tranquila.

—La manera en que respondiste, la seguridad con lo que decías todo. Hermana, llegarás lejos. Estoy orgulloso de ti.

Comenzaba a creerlo. Luego del día de hoy me sentía capaz de hacer casi cualquier cosa. 

—Gracias, Eli.

—De nada, mi princesa —luego encajó su hombro con el mio—. Vamos a desayunar, algo me dice que no comiste.

Me reí. —Sabes bien.

Salimos del auditorio y miré buscando a Gabriel, pero no lo hallé, solo a Whitman. Su mirada molesta solo me dijo que yo lo que acababa de hacer fue esquivar una bala.

Y sentí miedo

Buenas buenas, ¿Cómo están?
Nuevo capítulo de este bebé.
Nuestra niña se defendió e hizo lo que debía, defendiéndose ella solita. Estoy orgullosa de mi bebé.
¿Qué tal les pareció? No saben lo mucho que he querido subirles este capítulo pero mi internet es una porquería y ando pobre para poder pagar datos.
Regáleme comentarios, no los obligo, pero me encanta leerlos y me encanta  emocionarme con ustedes y me motiva mucho a escribir.
Sin más que decir, nos leemos pronto. El próximo capítulo puede que sea, puede, que sea jot 🔥
Besitos.

Continue Reading

You'll Also Like

2.1K 142 12
En un viaje a Nápoles junto a su mejor amiga, Eileen Dávalos fue secuestrada y puesta en venta frente a varios de los hombres más ricos del mundo. Se...
6.6M 322K 104
El prominente abogado Bastian Davis conocido como "El Lobo de Minnesota" ha decidido casarse con unas de las hijas de Rob Walton y todo para unir fue...
248K 12.6K 69
"𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙪𝙣𝙘𝙖 𝙢𝙪𝙚𝙧𝙚 𝙮 𝙡𝙖 𝙫𝙚𝙧𝙙𝙖𝙙 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙧𝙖𝙯ó𝙣 𝙥𝙤𝙧 𝙦𝙪𝙚 𝙙𝙚𝙟𝙖𝙣 𝙪𝙣𝙖 𝙝𝙪𝙚𝙡𝙡𝙖" "-𝙔 𝙖𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙚�...
10.4K 1.4K 31
¿Bullying solo por usar anteojos? ¡Ridículo! Para leer la sinopsis entra y luego, si quieres, se parte de la historia. Espero te guste! ;)