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By AndyPanda-14-zzz

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Lo que toca el alma, no se olvida. More

Prólogo
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Final (1)
Final (2)

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By AndyPanda-14-zzz

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23 de Septiembre

Brigid

Positano

Sonrió mientras veo a mis hijos reír y hablar con sus otros amigos, aquellos que fueron invitados por Araziel y por sus primos. Jezabel está riendo a carcajadas junto Araziel mientras que Denzell los miraba con una ceja enarcada sin saber el chiste.

El beso en mi coronilla me hace alzar la mirada para encontrarme con mi esposo, estaba mucho más decente, se había recortado un poco la barba que le creció en nuestras pequeñas vacaciones, aquellas que ahora mismo estaban plasmadas en mi tercer lienzo, he estado trabajando demasiado, más cuando llegamos de nuestro viaje porque quería sacar todo lo que llevaba dentro y que mejor manera que hacer lo que tanto me gusta. Dos de los cuadros que han sido inspirados por nuestro viaje, estaban colgados en nuestra habitación, sobre todo aquella que hice en representación al beso que nos dimos en el crucero.

— ¿Todo en orden? — Pregunta en cuanto mira en dirección donde están nuestros hijos. Asiento en silencio volviendo a inspeccionar a los invitados, eran pocos, pero estaba asegurándome de que todo estuviera en orden, ahora más que nunca me sentía en alerta para que nada ni nadie arruinara el cumpleaños de mi hijo.

Frunzo el ceño cuando veo que la chica rubia toma de la mandíbula a mi hijo y plantándole un beso en la comisura de sus labios mientras que Araziel saca una fotografía de ellos dos.

— ¿Qué demonios? — Preguntó con sorpresa y un tanto indignada. «¿De que me perdí?»

Balderik sigue mi mirada y lo único que hace es reírse.

— Al parecer no quiso perder más el tiempo.

— ¿Te dijo algo? — Pregunte con sorpresa.

— No, solo míralo — Vuelvo la mirada a la nueva parejita. Los ojos de Araziel brillan cuando voltea a ver a Milenka después de haber posado para la foto, sonríe de manera auténtica que me hace sentir en paz.

Y me percato de cómo Jezabel los mira con los ojos entrecerrados, pero enseguida desvía la mirada cuando aquel chico, Alexei, codea su brazo para que le preste atención.

— Aunque hay que checar bien a ese muchacho — Señala con la barbilla a Alexei — Ahora vuelvo — Se aparta y enseguida lo agarro del brazo.

— Balderik — Digo con advertencia.

— Tranquila amore, solo voy a saludar — Pongo los ojos en blanco antes de dejarlo ir. Observó como él saluda a los chicos para después ver cómo Alexei se aleja lo suficiente de Jezabel, quien niega con diversión, pero no dice nada.

Balderik pasa por mi lado guiñándome un ojo, me hace sonreír aún así.

Me acerco a donde está Hela conversando junto a Maksim que está bastante agotado ahora que es padre y se sabe que el bebé que venía en camino, bueno, en realidad eran dos. Dos varones. Tan pronto se lleno de hijos, la genética a veces es una desgraciada.

Mis sobrinas andaban buscando a Denzell, quien seguramente estaba ocultándose porque ya no estaba junto a Jezabel y Araziel.

— Mis hombres lograron salir de ahí, se libraron de la policía — Dice Hela con total tranquilidad — Seth los mandó por otra ruta para que la mercancía llegue bien a su destino — Se mira las uñas que sostienen la copa de champaña.

— Estamos en el cumpleaños de mi hijo, ¿podemos olvidarnos del trabajo? — Preguntó parándome junto a Hela — ¿Y tu esposo?

— Con el tuyo — Me señala el lugar donde estaba la mesa de postres. Ambos estaban fundidos en una conversación bastante entretenida porque ambos no rompían el contacto visual, hasta pareciera que estaban en una guerra de miradas.

— ¿Y qué tal te va la paternidad, Maksim? — Preguntó con diversión y él suelta un largo suspiro — ¿Duermes bien por las noches?

— Está en abstinencia — Dice Hela y ambas soltamos la carcajada ante el mohín de Maksim — Te compadezco, Maks, con cuatro hijos no sabría que hacer.

— Las niñas son de ayuda, sobre todo Vittoria, ella es de mucho apoyo cuando los mellizos lloran.

«Antes y no fueron trillizos»

Pienso al ver que aquí solo estaba Maksim y las mellizas, Aleska y los bebés se habían quedado en casa junto a la familia de Aleska, al parecer necesitaban un respiro, sobre todo Aleska que recién estaba lidiando con los nuevos bebés que por lo que escuché, son más llorones de lo que llegaron a ser Vittoria y Ekaterina.

El tiempo transcurre hasta que llega la hora del pastel. Araziel hace muecas raras mientras le cantamos, hasta que llega la hora de que muerda el pastel, Milenka es quien lo empuja, pero solo logra que su boca, la nariz, la barbilla y parte de sus mejillas se le llenen de chantillí. Todo el mundo se ríe cuando Araziel persigue a Jezabel para darle beso en las mejillas, incluso Denzell aprovecha la oportunidad para ocultarse. Yo soy la única que se deja besar.

Abrazo a mi hijo y lo lleno de besos antes de felicitarlo por quinta vez en el día.

— Te amo — Digo y su sonrisa se extiende.

— También te amo, mamá.

Me besa la otra mejilla para mancharme también ahí de chantillí antes de irse para limpiarse el rostro.

Balderik se acerca detrás de mi para abrazarme, apoya su barbilla en mi coronilla mientras sus brazos envuelven mi cuerpo, sonrió y pongo mis manos sobre los de él, sintiéndome plenamente feliz, tranquila, disfrutando del cumpleaños número dieciocho de mi hijo, Araziel.

— ¿Feliz? — Susurra Balderik cerca de mi oído.

— Mucho.

Balderik me ayuda a repartir las rebanadas de pastel antes de irnos a disfrutar de la vista. Positano no se sentía tan caluroso, el clima ahora era nublado, advirtiéndonos que pronto llovería, por lo cual aprovechamos nuestros últimos momentos aquí antes de volver a Sicilia a descansar. Araziel al parecer se iría por unos días con sus primos y Jezabel volvería hoy mismo a Londres para estar con Emily, ella quedó a cargo de una mujer más joven que Emily para que pudiera cuidarla en la ausencia de Jezabel, además de que sería de gran ayuda para mi hija mientras Araziel terminaba de disfrutar su cumpleaños.

— Mami — Se acerca Denzell con los ojos cansados — Tengo sueño ¿podemos irnos ya? — Balderik me suelta para que pueda cargar a mi hijo, tiene diez años y ya estaba grande como para que lo sostuviera, pero igual no me importó.

Fui con Balderik y él fue quien me lo quito de los brazos para recostar su cabeza en su hombro. Denzell buscó su comodidad hasta que se quedó profundamente dormido sobre su papá.

Balderik me abre un espacio y me acerco a abrazarlo también y volviendo a mirar el atardecer.

De pronto la nostalgia me invade.

«Dieciocho años»

Mi hijo ya tenía dieciocho años, ya no era aquel pequeño que me sorprendió cuando me enteré que estaba creciendo dentro de mi, aquel que fue el primero en darme esperanza y hacerme inmensamente feliz de que sería su mamá. Antes se ponía celoso de que su papá me besara o me abrazara, ahora ya tenía su atención en una chica rubia en especial. Antes era hacerle cosquillas y ahora me siento frente a él para escucharlo. Antes era estar bastante preocupado por cosas pequeñas y ahora me protegía realmente con un arma en la mano.

Ahora es todo un adolescente que estaba empezando a disfrutar de la vida, con o sin mi, pero disfrutándola al fin de cuentas y eso era lo que quería para él, que aprovechara la vida con cosas que a él le gustaran hacer.

Mis hijos están creciendo demasiado rápido y eso me hacía feliz, pero a la vez me dolía porque quería mantenerlos pequeñitos. Mis chiquitos ya no son pequeños a los cuales tengo que proteger de todo el mundo, menos cuando ya sabían como cuidarse por sí solos... excepto uno.

Pasó mi mano por la espalda de Denzell.

«Por favor no crezcas tan rápido»

Briana

28 de Septiembre

Londres

Me miro al espejo para ver cómo me queda el primer vestido que mi padre me obsequia. Es entonces que me doy cuenta que no soy fanática de los vestidos, ni me sentía nada cómoda con esto puesto, aparte de que esta cosa no tenía mangas o tirantes, era demasiado incómodo, más cuando el escote era para alguien que pudiera rellenar esto y yo, bueno, no tenía demasiado pecho como para hacer lucir este vestido como se merecía.

Me alejo del espejo dispuesta a quitármelo. De ninguna manera voy a usar esto en mi cumpleaños, quiero estar cómoda en mi día.

Me cambio el vestido por unos pantalones negros entubados y una playera extra grande color gris con el estampado de Guns and Roses, me pongo mis converse que diariamente usaba y ya estaban algo desgastados. Me cepillo el cabello antes de plancharlo para luego ponerme un poco de perfume y salir de la habitación.

Hoy había pedido que saliéramos a desayunar, incluyendo a Ekaterina y a su hija, Jade. Mi padre había aceptado sorprendentemente, supongo porque había terminado con mi trabajo ayer, tenía mi fecha límite, lo cumplí, así que me merecía que hoy se me cumplieran mis caprichos. Hoy tendría mi día con mi padre, Ekaterina, Jade y Fionn, al final del día, Ekaterina y Jade serían libres al fin, aquello es algo que pedí de regalo y mi padre prometió cumplir con eso.

Mi padre estaba mirando de mala manera a Ekaterina y viceversa. Fionn está en brazos de Ekaterina y Jade estaba escondiéndose detrás de su mamá, mirando con recelo a mi padre.

— ¿Nos vamos? — Pregunte queriendo romper la tensión que se sentía.

Mi padre fue el primero en romper el contacto visual para voltear a verme, frunció el ceño en cuanto escaneo lo que traía puesto.

— Quería estar cómoda — Dije antes de que empezara a preguntar por el vestido. Asiente en silencio para luego ofrecerme la mano.

Los cinco salimos de la casa, la capitana fue la que nos recibió. Esta es la primera vez que la veía desde que trajo a mi padre a casa, ni siquiera sabía si ya había hablado con mi padre de nuevo, pero su presencia me hacía saber que no habían roto el contacto, por mucho que hubiese querido ya no volver a ver su cara. «No me agrada»

Subimos al auto que nos lleva a un restaurante Mexicano donde no había nada de gente, parecía un pueblo abandonado, pero la camarera y el hombre detrás del registrador me decían lo contrario.

Mi padre escogió una mesa lejos de las ventanas de cristal. Los sofás son bastante grandes para que puedan sentarse más de tres personas. Ekaterina, Jade y la pequeña mecedora de Fionn quedó frente a mi y mi padre.

La camarera nos trajo el menú para luego alejarse, dejándonos completamente en el silencio tan tenso y bastante incómodo que no se ha disipado desde antes de salir de la casa.

Levantó la mirada de vez en cuando para ver a Jade bastante ansiosa. Mi padre era quien pagaría la cuenta, supongo quería pedir algo más que un plato de comida y esperaba que mi padre fuera lo bastante accesible para ofrecerle más que un plato.

Veo cómo Jade jala levemente de la blusa de Ekaterina, la cual se inclina para escuchar lo que sea que Jade le susurra al oído.

Me aclaro la garganta antes de hacerle saber a mi papá lo que quería. Un batido de chocolate, huevos revueltos, tortitas y jugo de naranja.

Mi padre alza la mano y enseguida la camarera llega para pedirnos la orden. Mi padre dice lo que yo quiero y lo que él quiere.

— Yo quiero pasta, dos jugos de naranja, un batido de fresa, tortitas y arroz ¿podrías agregarle un huevo estrellado encima al arroz? Por favor.

— Es demasiado — Dice mi padre. Me encojo en mi lugar antes de voltear a verlo con súplica.

— Papá — Hago que me mire — Por favor — Digo en un susurro. Él me mira por varios segundos hasta que suelta un suspiro para luego asentir a la camarera.

— ¿Sería todo?

— Sería todo — Confirma mi padre y enseguida la camarera se va.

Fionn comienza a retorcerse en los brazos de mi padre, por lo cual no pierde el tiempo y se lo entrega a Ekaterina sabiendo que ya no estaba cómodo en los brazos de nuestro padre. Ekaterina suelta un suspiro de alivio como si lo estuviera conteniendo desde que Fionn cayó en brazos de papá.

— Y... ¿a donde van a ir cuando salgan de aquí? ¿Volver a New York? — El cuerpo de Ekaterina se tensa ante mis preguntas — Mi padre prometió que las dejaría libres esta noche.

Mi padre se aclara la garganta.

— Ahora no es un buen momento para hablar de eso, Briana — Dice con seriedad.

— Solo tenía curiosidad — Me encojo de hombros — Sería bueno que volvieras a New York, suena divertido volver a tener viajes — Lanzó la primera indirecta, pero Ekaterina no voltea a verme — ¿Oh no?

— Briana — Dice mi padre en tono de advertencia.

— Mi mami no puede hablar ahora, se siente un poco mal — Dice Jade con la mirada en la mesa y encogida cerca de su mamá. Enarcó una ceja, pero decidí no preguntar más, probablemente mi padre era el culpable de eso.

El desayuno llega y todos comen en silencio, excepto Fionn que empieza a quejarse al estar en su mecedora. Ekaterina deja a un lado su plato para atenderlo antes de que empiece a llorar.

Me remuevo incómoda en mi lugar cuando veo de reojo como mi padre no le quita la mirada a Ekaterina, como si quisiera hacerle saber algo con la simple mirada, hasta yo me encogí en mi lugar de lo intimidante que es mi padre a veces, bueno, casi siempre.

Ekaterina lo ignora cuando saca el biberón de la mochila, lo agita para luego dárselo a Fionn, pero este empieza a retorcerse con más violencia, su rostro se enrojece y empieza a llorar. Ekaterina lo pone sobre su hombro y revisa que su pañal no esté sucio, pero cuando hace una mueca de desagrado me hace saber que lloraba porque su pañal ya estaba más que listo para ser cambiado.

— Cámbialo aquí mismo — Dijo mi padre antes de que Ekaterina se levantara para ir al baño.

Ambas volteamos a ver a mi papá como si estuviese demente. La comida estaba aquí y ya estábamos empezando a comer.

— No voy a tardar.

— Bueno, entonces cámbialo aquí — La piel se me eriza ante su tono de voz.

— No voy a escapar, Desmond, no dejaría a mi hija contigo.

— Y yo no dejaría que te lleves a mi hijo al baño contigo sola — Trago grueso — No me hagas volver a repetirlo, Ekaterina.

— ¿Oh qué? — Alzó la mirada suplicante, no quería que discutieran.

— Oh seré yo quien lo lleve al sanitario para cambiarlo yo mismo — Dice con simpleza, pero aún así pude percibir la amenaza en aquellas palabras que salieron inocentes.

Ekaterina no dijo nada más y enseguida el olor a popo llegó a mis fosas nasales. La comida ya no era apetitosa, así que lo aleje y Jade hizo lo mismo con el arroz que dejó casi a la mitad.

«No era así como quería empezar mi cumpleaños»

Más tarde habíamos ido al zoológico. Jade era la única que estaba emocionada con todo, al parecer era la primera vez que venía, para mi también lo era, pero la emoción se había esfumado desde esta mañana en el desayuno. La tensión seguía a flor de piel, mi padre se mantenía muy cerca de Ekaterina como si fuesen una pareja realmente, pero aquello era para mantener las apariencias, sin embargo, Ekaterina siempre encontraba una manera para alejarse de él, aunque sea unos cuantos centímetros.

En todo el recorrido, la única que señalaba a los animales con emoción, era Jade. Me alegraba que por lo menos ella se estaba divirtiendo. Había escogido venir aquí porque igual quería ver de cerca un animal salvaje, mi niña interior me lo exigía y terminó por convencerme para poder decirle a papá que quería venir aquí.

Después fuimos a comer a otro lugar un poco más concurrido, pero mi padre pidió la comida para llevar, está claro que no quería arriesgarse a que alguien reconociera a Ekaterina, hasta ahora hemos podido andar de incógnito.

Mientras volvíamos a casa, Jade y Fionn eran los únicos que venían dormidos.

La tensión se sintió aún más tensa he incómoda de lo normal. No dije nada, ya no había manera de cómo salvar lo que quedaba el resto del día, me he resignado. Ahora solo quería volver a casa, hablar con Ekaterina una ultima vez antes de que se fuera. La iba a extrañar, pero era mejor que estuviera lejos del alcance de papá, ella y Jade estarían mucho mejor aquí afuera que en aquellas cuatro paredes en las que estaba encerrada las veinticuatro horas del día. Jade necesita salir, ya era demasiado para ella estar ahí sin hacer nada, más que cantar, dormir y brincar sobre la cama.

Llegamos a casa y volteé a ver a mi padre con esperanza para ver lo que se supone que tiene que pasar en unos cuantos segundos, pero mi padre no me mira, ni dice nada al respecto.

— Papá — Alza la mirada — ¿Ya vamos a... dejarlas ir? — Preguntó un poco intimidada por la mirada que me dedica.

— Ve a dormir, Briana — Mi cuerpo se tensa.

— Pero...

— Ahora — Volteo a ver a Ekaterina que me mira con tristeza.

— Papá, lo prometiste — Insisto. Yo también le había prometido a Ekaterina que sería libre esta noche, yo sí que quiero cumplir con mis promesas.

— Ve a descansar, Briana.

— Papá, por favor — Lo miro suplicante.

— Ve a tu habitación, iré a dejar a Ekaterina a donde pertenece — Enseguida la angustia que se formaba en mi pecho, se volvió menos pesada.

— ¿De verdad? — Asiente. Volteo a ver a Ekaterina, pero ella no estaba igual de emocionada que yo, supongo que no le quería demostrar aquello a mi padre — Gracias, papá, ¿puedo despedirme?

— Dos minutos — Me acerco rápidamente a Ekaterina para abrazarla.

— No olvides el número que te di — Me susurra al oído en cuanto me abraza. Me alejo para mirarla con confusión, pero ella sonríe, aquella que no sube por su mirada — Cuídate mucho, Briana, y feliz cumpleaños. No me vayas a olvidar ¿está bien?

— Jamás.

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