TODO, POR EL PLAN

By neddnisa

2.2K 198 17

Felipa Cambeiro es raptada cada cierto tiempo, porque es alguien... importante. Pero ¿y si este último rapto... More

SINOPSIS
INFO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
Capítulo 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
Capítulo 31
Capítulo 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
EXTRA

CAPÍTULO 10

117 5 0
By neddnisa


Un año atrás...



Su carta no tenía sentido alguno y dos días habían pasado desde su muerte. Dos malditos días desde que tuve que encargarme yo misma de la situación porque no pude hacer nada más y todo lo que me quedó fue un maldito trozo de papel escrito por ella. Me sentía perdida y, sobre todas las cosas, confusa. No había podido pegar ojo, tampoco dejado de llorar. Y es que ella ya no estaba conmigo.

Por primera vez no sabía qué hacer. Según mi madre, no podía ponerme en contacto con mi padre. Nadie debía saber nada, debía hacer otra cosa... Y la situación era tan bizarra como sonaba. Mi madre, muerta debido al cáncer, estaba enterrada en nuestra propia casa y pretendía que no contase nada a nadie y contactase con alguien que jamás pude creer.

Pero todo mi ser me decía que podía confiar en su último deseo y así lo decidí esa mañana. Ya no me quedaba nada que perder... Por lo que me presenté en la oficina del FBI ubicada en Denver.

—Mi nombre es Ashley —me presenté con el nombre que indicaba su carta—. Necesito ver a Thompson, Alexander Thompson.

—Señorita, ¿me permite su carné de identidad o algún otro documento que acredite quien es?

—Eso no va a ser posible.

—Sin identificación no puedo atenderla.

Mis nervios ya crecían y a penas acabábamos de empezar.

—Mire, sólo necesito hablar con Thompson. Alguien habló con él hace un tiempo, seguro que él sabe quién soy. Dígale que soy Ashley y quiero verle.

—Señorita, le repito que no puede usted entrar así como así. Y menos sin una cita o acreditación.

La paciencia no era mi don.

—Busque a Thompson y dígale que Ashley Miller está aquí —dije, perseverante.

—Disculpe, pero no pued...

Me salió la latina que llevo dentro.

A la verga con usted, pendejo. Ni tan difícil lo que le pido, pero seguro que ni peinarse sabe. Todos unos malditos incompetentes —le solté en un arrebato a toda velocidad y alcé mis manos en desistimiento. Mis pies se movieron, dispuestos a encontrar a Thompson por mis propios medios—. ¡Tanta mierda de FBI y luego salen puros idiotas!

—¡Señorita!

Me dirigía hacia las escaleras, dispuesta a adentrarme en el edificio y buscarlo yo misma, pero era obvio lo que iba a suceder incluso si yo iba con la fe bien puesta. Los agentes de seguridad vinieron detrás mío y a media escalera me alcanzaron.

—Señorita, por favor...

Me salió por auto reflejo. Cuando uno me tocó el hombro, lo atrapé de la muñeca y le retorcí el brazo hasta tenerlo inmovilizado. Rápidamente, y sin verlo venir..., o quizá así, el compañero que venía con él me esposó primero una mano y luego la otra en menos de cinco segundos. La puta madre.

—¡Cálmese, por favor! —insistió, intentando no tener que usar la fuerza conmigo.

Inhalé profundo, porque si perdía los nervios todo esto acababa muy mal. Y en menos de diez minutos había conseguido que el FBI me arrestase.

***

Esperaba desde hacía media hora. Gracias al numerito que monté antes, decidieron dejarme en una sala de interrogatorio... Esposada a la mesa. Un rato más tarde entró un agente. Era un hombre de mediana edad, corpulento y grande. Tendría unos cuarenta años. Se apreciaban canas en su cabello castaño y tenía una mirada penetrante de ojos azules como el mar.

Silencioso, tomó asiento frente a mí y me observó. Segundos después se recostó hacia atrás y cruzó los brazos. Habló:

—¿Por qué quiere ver a Thompson?

—Sólo hablaré con él.

—Thompson está fuera de la ciudad, me temo.

—Pues qué pena para usted. ¿Puedo irme ya?

Me levanté, hasta que las esposas tiraron de mis manos, recordándome que seguía atrapada, y esa sensación me hizo rodar los ojos. Las sacudí, haciéndole entender que me soltase.

—No hasta que me diga por qué está aquí.

—Thompson —repetí.

—Señori...

—Thompson.

— Pero no le estoy diciendo qu...

—Thomp-son —vacilé.

Le regalé una fingida sonrisa. El agente resopló, pasando la mano por su rostro.

—Mire, no sé para qué quiere verle. Pero lo que sí sé, señorita, es que, según mi compañero, usted se ha identificado como Ashley Miller. Alguien quien, siguiendo su perfil, no existe.

—Vaya, no sabía que me había vuelto invisible.

Mi burla pareció divertirle vagamente. Entonces le observé yo. El agente desprendía algo desconcertante, o eso me pareció, porque me miraba de un modo extraño. Parecía que intentaba sacar algo muy concreto de mí y me miraba de una forma poco usual.

—¿Quién es usted? —preguntó.

Entonces, algo en mí hizo clic. No sé si fue su rostro ameno, que me miraba como si me conociese, o porque parecía esquivar totalmente cualquier intención de que viese a Thompson. Y es que en ese instante supe, a ciencia cierta, que él era precisamente a quien estaba buscando. Él mismo había acudido.

Mis ojos miraron brevemente a las cámaras en la esquina de la habitación antes de volver la atención a Alexander. Volví a tomar asiento mientras todo se acababa de ordenar en mi mente. Ahora entendía sus escapadas las últimas semanas.

—¿Desde cuándo?

—¿Perdone?

—Que cuánto tiempo hace que ella se puso en contacto con usted.

Su expresión cambió a sorpresa, incluso si fue sutil, y eso confirmó cualquier posible duda. Entonces sonrió de lado.

—Os parecéis mucho —dijo y hubo un corto silencio—. ¿Cómo supiste que era yo?

—Me miras como si ya me conocieses, y eso sólo podría deberse a ella.

Exhaló por la nariz y se incorporó, apoyando las manos sobre la mesa. Sus ojos clavados sobre los míos.

—Me contó todo, incluido lo de su cáncer, por lo que eso explicaría el por qué estás tú aquí —habló—. Lo siento mucho..., Felipa.

Tragué saliva, deshaciendo el nudo que momentáneamente se formó en mi garganta provocado por esas palabras. Era la primera persona a la que escuchaba decirlo. Como nadie sabía de nuestra existencia, nadie sabía aún que había fallecido.

—Fue hace casi tres días.

—¿Dónde está?

—Tuve que enterrarla en el patio trasero.

—Enviaré a alguien para que la trasladen al cementerio y tú puedas ir a visitarla.

El nudo pareció regresar por un instante. No me importó en ese instante mi vida, en absoluto, tan sólo que mi madre tuviese un lugar digno para descansar. Y de verdad agradecí ese mero gesto.

—Gracias.

—Felipa... tu madre quiso hacer un trato con nosotros, para mantenerte a salvo.

—¿Qué trato?

—Ella nos cedería información muy importante y necesaria, pero sólo a cambio de darte una identidad. Una vida en la que no debas preocuparte por tu pasado.

No negaré que eso captó mi atención.

—¿Qué trato? —repetí. Tampoco iba a soltarle información a la ligera. Al menos no por mi parte.

—Creo que no hace falta que te pregunte quién es tu padre, ni que tú me preguntes qué quiero.

Me gustaba, era inteligente; directo.

—¿Y qué propone entonces, Alexander? —Enarqué una ceja.

Se mantuvo callado unos segundos. Entonces se levantó, vino hacia mí. Sacó de su bolsillo una llave y con eso me quitó las esposas.

—Para empezar, quiero que confíes en mí.

Yo frotaba mis muñecas mientras él regresaba a su sitio.

—Y, como comprenderá, eso no va a ser fácil.

Señaló las cámaras.

—Sólo yo tengo acceso a las cintas de las reuniones con tu madre. Incluida esta, queda clasificada y sólo yo tengo pleno acceso a ellas.

—No esperaba menos: discreción.

—Felipa... —dijo en un pequeño suspiro, juntando sus manos sobre la mesa e inclinándose hacia mí—. El día que conocí a tu madre, dudé por completo de ella. Estuve a punto de echarla, pero cuando contó algo verídico, detalles que sólo el FBI o la DEA podían saber, supe que sus intenciones eran verdaderas. Ella me contó cosas que desconocíamos, y ayudó en la investigación, pero sólo aceptó ir contra tu padre si a ti te manteníamos a salvo. Para siempre.

—¿Y eso qué significa?

—Que estaba esperándote —dijo—. Porque tu madre sabía que no aguantaría mucho al ver cómo avanzaba su enfermedad. Incluso yo mismo le ofrecí tratamiento pagado, un seguro médico de por vida, y lo rechazó. El caso es... que acepté el trato que tu madre me ofreció, por lo que tú formas parte de una unidad de gente sin identidad a la que dar siempre protección.

A pesar de mantener externamente la calma, mi mente iba demasiado rápido. Era mucha información que asimilar de golpe, tantos cambios en tan poco tiempo... Me sentía a punto de estallar.

—No necesito que me protejan, Thompson.

—Yo sólo cumplo mi parte. Y me gustaría que tú pudieses cumplir la tuya.

Entonces me incliné yo sobre la mesa, clavando mis fríos ojos en los suyos.

—No puedo fiarme de ti... aún. Pero la última carta que escribió mi madre, y para mí, te menciona a ti. Y ella tenía mejor instinto que yo para eso.

—Cualquier duda que tengas, pregunta, o lo que sea, yo mismo te responderé.

Mis ojos se entrecerraron.

—¿Por qué aceptaste un trato con mi madre?

Eso le sacó una pequeña sonrisa. Pareció incluso nostálgica.

—Creo que ya sabrás que tu madre es muy persuasiva... —dijo y yo asentí—. Pues digamos que me hizo ver la realidad. Me hizo pensar en qué haría yo si la situación fuese a la inversa entre nosotros... Y yo mataría, haría lo que fuese, por proteger a mi hija.

Decía la verdad, lo supe, y fue otra cosa que le hizo sumar puntos.

—Digamos que acepto...

—Fingiríamos tu muerte total y absoluta, se te ofrecería un hogar nuevo, una identidad segura. Lejos de aquí, por supuesto. Y siempre tendrías a disposición un agente, además de un teléfono para emergencias. Nunca estarías sin vigilancia. Al menos los primeros años.

Y es que por mucho que mi madre hubiese luchado por todo esto, yo no podía quedarme tan sólo así. Yo quería más: Quería justicia. Y tuve una idea.

—El problema no es que vaya a ayudaros a acabar con el cártel de mi padre, Alexander. El problema es que quiero formar parte de ello... Yo misma quiero acabar con él.

Se echó a reír. Y me molestó, mucho. Mi ceño se arrugó.

—Felipa, no digas tonterías.

Fingí indiferencia y me levanté de la silla.

—Entonces hemos terminado aquí.

Fui hacia la puerta y la abrí.

—Podría arrestarte de verdad, ¿sabes? —me provocó, deteniéndome—. Porque te recuerdo que no sólo estás ilegalmente en el país, sino que además no existes y eres quien eres.

Giré mi rostro hacia atrás.

—Y el cabrón más grande de todo México seguiría suelto. Pero como ya le he dicho, aquí hemos terminado. Si quiere algo creo que sabrá dónde encontrarme.

Salí sin mirar atrás, cerrando la puerta. No esperé ni que de verdad viniese a por mí, porque sabía que debía sopesarlo. Pero, si quería mi ayuda, se haría a mi modo. Porque Lipa Calahua  no aceptaba un no por respuesta. Todo, absolutamente todo, acababa sucediendo a mi manera.

Continue Reading

You'll Also Like

15.2K 1.3K 20
Alicia es una chica demasiado torpe para tener la suerte que tiene. O al menos eso es lo que ella misma asegura de su persona. Tiene por novio a uno...
24.3K 1.2K 26
Calum no parará hasta convencer a ______ para que se quede junto a él , porque es suya ,porque es su GROUPIE. SEGUNDA PARTE DE CALUM'S GROUPIE .
583 52 8
"Después de tantas suplicas llego mi maktub"
1.9K 143 7
Wonwoo es un chico cerrado, que tiene un gran secreto el cual solo comenta con su mejor amigo; Jun. Wonu está enamorado de Mingyu pero solo su mejor...