Malas Enseñanzas

PaolaValentine_

369K 31.9K 6.3K

Se suponía que todo iba a ser sencillo. "Se suponía" Pero como siempre, todos mis planes eran una porquería... Еще

Sinopsis completa
Epígrafe
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24 |+18|
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 (Maratón 1/4)
Capítulo 37 (Maratón 2/4)
Capítulo 38 (Maratón 3/4)
Capítulo 39 (Maratón 4/4)
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 43 |+18|
Capítulo 44
Capítulo 45 |+18|
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49 |+18|
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Nota importante que deben leer
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59

Capítulo 42

6.6K 737 178
PaolaValentine_


Capítulo 42| No ser suficiente

El congreso había llegado a su fin. Estaba mirando la última ponencia y cómo los organizadores daban las gracias por la participación a todos por haber venido de tan lejos.

Yo estaba sentada junto a los demás adjuntos, incluso algunos se habían acercado a hablar conmigo, mi nombre siendo reconocido por mi exposición de ayer. Aún se me hacía raro que la gente me dijese que se les hizo interesante mi tema y me preguntaran cosas sobre ello.

Una cosa buena, es que la maldita desgraciada -sí, yo no era una buena persona- se fue de regreso a Toronto apenas terminé mi ponencia. Algo me decía que esperaba que yo la cagara cómo siempre. Pero al ver que no lo logró, ni mucho menos le dieron la razón, huyó.

Seguía sin entender el problema que tenía esa mujer conmigo.

—Haremos ahora la entrega de reconocimientos a los doctores que participaron en la jornada.

¿Darían certificado?

No me emocionaría mucho con ello, de repente se lo entregaban a los doctores con su caterva de títulos que yo no poseía. Lo mío fue de último momento y porque la persona que le correspondía no vino.

—Doctor Gabriel Stone —dijo la host, él se acercó con su seriedad de siempre, tomó el certificado y una flor, la cosa es que la chica quería foto y abrazo con él.

Ya la odio.

Si son toconas, me estresaban.

Siguieron llamando por orden de participación y cuando dijeron el nombre de mi otro asesor, me volví loca aplaudiendo. Él era un superdotado, pero también residente así que entre nosotros nos entendíamos.

Me dio una sonrisa cuando subió y yo ovacioné desde la distancia.

Fueron llamando a todos y cada uno y mi nombre no fue dicho. No me iba a desanimar si no me entregaban nada. Ya hablé en el congreso y una chica me tomó fotos a las que subí a mi cuenta de Instagram. Estaba por bien servida.

—Doctora Avery Taylor —estaba sumida en el hoyo oscuro de mi depresión que por poco me pierdo el momento en que dijeron mi nombre.

Yo me levanté del asiento y se debía ver mi cara de perdida, porque me tomó desprevenida. Vera aplaudía diciendo mi nombre y me reí al ver que lo estudiantes y residentes lo hacían también coreando lo mismo.

Eso fue lindo.

Subí al escenario por segunda vez y tomé el reconocimiento y la flor dada por la host. Sonreí para la foto y volví a mi asiento.

Yo estaba mirando mi reconocimiento con emoción, que lo enmarcaría al lado de mi título de médico. Tal vez no me invitaban de nuevo, pero ya estuve en uno. Era una ganadora el día de hoy.

Vi mis flores y me di cuenta de que no eran cualquiera. Sentí que mis mejillas se pusieron calientes al detallarlas. Es que era imposible, no podían ser tulipanes.

Tulipanes rojos.

Miré a las de mi alrededor y me di cuenta de que la única que tenía una flor diferente era yo. Todas eran rosas.

Okey.

Eso no era aterrador, ni nada.

Esto no podía ser demasiada coincidencia, y justo recordé la conversación que tuve con Elijah. Esa en dónde decía que era Gabriel quien me daba las flores.

No me caí porque estaba sentada.

¿Sería?

Pero no, es imposible. Nosotros no éramos nada, ni siquiera llegábamos al estatus de pareja. Solo fue un polvo de un día y unos cuantos besos.

Entonces por qué mi corazón latía tan rápido.

No me di cuenta de que nos despidieron y lo hice porque mi nuevo amigo se acercó. —Ya podemos salir.

—Ando despistada.

—Tranquila, es la emoción de todo. —salimos del auditorio y yo sentía que alguien me miraba, me giré y noté la mirada de Gabriel en mí—. Nos vemos por ahí, doctora Taylor. Voy saliendo para mi casa.

—Pensé que te quedarías para la fiesta.

—No es mi ambiente, además, dentro de un par de días estaré en el quirófano y no quiero estar cansado cuando eso pase. —oh, la verdad es que tenía razón. Sentí que se había hecho rápidamente mi amigo—. Fue un gusto conocerte, Avery. Vas a ser una gran médico. Estoy a la orden en Londres.

Le di un abrazo de despedida y él se alejó para también hablar con Stone.

El día de hoy salimos a mediodía, así que me fui a mi habitación a cambiarme mi traje de baño. Tenía que ir a la piscina, aunque sea un ratito.

Me puse el bañador y me miré al espejo. Estaba como golpeada por la vida. Yo sabía que mi cuerpo tenía un poquito de grasa no tonificada. Además de las manchas dadas por el uso prolongado de la insulina en el panículo adiposo de mi abdomen. Y agrégale el hecho de que tenía dos marquitas rosadas por la operación de aprendice.

Eso no era tan lindo.

Pero no me desanimé, estaba viva ¿No? Había otros que no tenían mi suerte. Yo era afortunada. Solo debía mandar todo a la mierda.

Tomé mi bomba de insulina y la quité. Hoy no quería andar con ese aparato. Quería sentirme algo normal. Así que al guardarla, me permití sentir algo de paz. Ella y yo éramos como una unidad, pero a veces cansaba siempre tenerla pegada conmigo.

Busqué un vestido veraniego que no tenía muchas oportunidades de usar y me lo puse. Estaba linda, me gustaba.

No sabía si se debía a qué una nueva seguridad se había adueñado de mi por mi ponencia, pero hoy me sentía invencible, hermosa y era algo que disfrutaría. Ya mañana debía volver a la realidad de la residencia, pero hoy no. Hoy me encontraba lejos, con un reconocimiento y una nueva experiencia para la vida.

Guardé en un bolso de baño mi bloqueador y tomé un sombrero. Me iría de aquí con un lindo bronceado. Me lo merecía. Faltaría mucho para tener unas nuevas vacaciones.

Salí rumbo a la piscina y la incandescencia del sol me golpeó en los ojos. Me puse mis lentes oscuros y encontré una tumbona que para mí tenía mi nombre escrito en ella. Así me coloqué en ese sitio y me embarduné en bloqueador.

Estaba en medio de una sesión de fotos la cual iba a subir a mi Instagram, al frente de mí se detuvo un mesero. —Le mandaron esto.

Era un daiquiri de fresa.

Oh mierda, a mí me provocaba eso, pero no podía. Además, ¿qué sabía yo si era un loco quien me lo mandó. —¿Tiene azúcar?

Asintió. —Sí, se lo envió el caballero de allá.

Dios mío.

Esto nunca había pasado conmigo.

Era un hombre de al menos cuarenta años, cabello rubio y ojos azules. Lo reconocí como uno de los ponentes. Él venía de Nueva York.

Era lindo, incluso tenía un parecido con el doctor Mark Sloan de Grey's Anatomy.

Él me sonrió e intenté devolverle la sonrisa. No podía hacer más por él.

—Dile que no puedo aceptarlo, pero gracias.

Volví a mi sesión de fotos y sentí pasos al rato. Pensé que era el mesero, pero me equivoqué. Me encontré cara a cara con el médico. —La doctora Taylor, ¿No?

Las mujeres a mi lado prestaron atención y yo me ruboricé.

—Sí, soy yo.

—Me alegra conocerte, soy Nathan White.

Hasta nombre de protagonista de serie médica tenía. Me imagino que es el rompecorazones de su hospital.

—Un gusto, Avery Taylor.

—Fue una ponencia demasiado interesante, y la forma en la que hablaste me dejó sorprendido. ¿De verdad eres de primer año?

Quiero creer que es admiración lo que oigo en su voz y no burla, me quedaré con la primera opción.

—Sí, tengo un tutor bastante exigente. Y fui ayudada por un cardiólogo. Gracias a ellos hablé bien.

—Ninguno de mis residentes es así.

Me reí. Estaba ligando, no me engañaba. —¿Me lo dices a mi o a todos tus residentes?

—Me descubriste —alzó sus manos en señal de paz, lo que me hizo volver a reír.

Se sentó en la tumbona que estaba junto a la mía. —Siendo sincero, pensé que una residente estaría nerviosa. Pero tú tomaste el tema como que fue creado para ti. ¿De verdad descubriste el Chagas tu sola?

Era mi momento de jactarme. —Sí, lo hice.

—Eres brillante.

No pudo contestar, porque escuché a mi lado un jadeo de una chica que estaba sentada en otra tumbona más allá.

—Madre del amor hermoso —era una de las asistentes al congreso y su atención estaba puesta en un punto de la piscina.

—¿Soy yo hizo calor de repente? —secundó la que estaba a su lado.

Decidida a ver lo que estaba robando su atención, me enfoqué en lo que veían y pude entender su reacción.

—Santa mierda servida en una galleta —musité.

Ellas dijeron que sí a mi afirmación.

Stone estaba saliendo de la piscina con su cabello completamente suelto en su espalda y el cuerpo corriendo gotas de agua perdiéndose en su cuerpo. Yo de repente comencé a sentir más calor que nunca al recordar lo bien que se sentían esos músculos en mis manos aquella noche.

Su atención estuvo puesta en mí y en el doctor que estaba a mi lado. Mierda.

Se secó con la toalla y estoy segura de que bragas volaron por todo este lugar. ¿Por qué algo tan simple como eso en él parecía sacado de un canal porno?

Caminó hasta donde yo estaba.

—Taylor —una fuerte energía emanaba de él, vi sus brazos estar en tensión—. White, ¿Qué haces aquí?

—Conociendo a la doctora Avery. Estaba interesado en su presentación.

—Bueno, abre el Mandell de enfermedades infecciosas, créeme que está completo ahí —okey, eso fue intenso—. Creo que tu esposa te está llamando por allá. Deberías ir a verla.

White se puso irónicamente cómo su apellido, blanco. Y me miró avergonzado, luego salió corriendo como un cobarde que era. Desgraciado infiel.

—Avery —seguía sin poder superar la forma en que decía mi nombre.

Yo me quedé mirando ese abdomen y el camino de la felicidad. —¿Sabías que estaba casado? —siguió.

—Nop.

Tenía ganas de bajar ese bañador y liberarlo de su prisión, probarlo con mi... —¿Vas a ir a la fiesta de esta noche?

Yo subí mi mirada a la suya.

—Sí, es mi último día como expositora en un congreso. Voy a celebrarlo.

Yo debería darme un baño de piscina, estaba ardiendo. Seguramente se me veía en toda la cara mis pensamientos pecaminosos.

—Está bien —miró mi cadera—. ¿Tu bomba de insulina?

—A resguardo.

—¿Estás segura? Ella es resistente al agua.

—Tengo la azúcar en sus niveles. Y comí hace rato.

—Si tú lo dices —su atención estaba perdida, hasta que me di cuenta de que era mis pechos, mis pezones se marcaron en la tela del traje de baño—. Iré a mi habitación, no te pierdas.

—Soy una adulta, Stone.

—No te pierdas —repitió.

Y se fue dejándome sola.

Estúpido.

Me metí en la piscina y dejé que el agua intentará quitarme este deseo. Nunca había querido o ansiado algo tanto en la vida como sentir de nuevo dentro de mí a Gabriel. Quería que me montara, que me llenara de esa forma y que no párese jamás.

Me sumergí.

Tenía que controlarme.

⚕️⚕️⚕️

Luego de un sueñito que eché para reponer energía. Me metí en la ducha, estando ahí me di cuenta de que mi estado de excitación no había disminuido ni un poco y en la soledad de mi baño me puse curiosa.

Con un viaje rápido al paraíso e imaginándome al hombre que no debía, me terminé de bañar y salí para vestirme.

Busqué el outfit que ya había preparado para este día. Era una falda larga color piel, con una abertura en mi pierna, además de mi top de crochet color blanco. Sí, lo había hecho yo. Mi cabello lo peiné de solo un lado y me maquillé lo más sencilla para que mi piel bronceada por el sol se notara.

Busqué mis tacones que usé para mí ponencia y estaba lista para salir. Cuando me miré en el espejo me di cuenta de que estaba bien. Me veía ruborizada, supongo que por mi ducha. Me sentía sexi, poderosa.

Tomando mi bolso, me fui a la fiesta en la piscina. Apenas llegué me emocioné con lo lindo que se veía. El ambiente estaba caldeado, antorchas estaban alrededor del lugar iluminando todo. Mesas con bocadillos se encontraban en mi vera. Tenía hambre por lo que fue el primer sitio en que me acerqué.

—Estás hermosa —escuché detrás de mí.

Me giré y vi a Gabriel mirarme. Sus ojos barrieron de arriba abajo por mi cuerpo. —Joder, Very —parecía no saber qué decir al ver como se mostraba mi pierna desnuda.

Él también estaba muy guapo. Con su camisa blanca, bermudas beige, parecía que estábamos combinados.

Varios doctores intentaron tener su atención y yo me fui a una esquina para tratar de acompasar mi corazón. Había gente bailando en medio de la pista y quise hacerlo, pero no quería ir sola. Así que esperé. Había otras cosas que hacer aquí.

Noté que había algunas chicas intentando sacar bailar a Stone y me reí. Estaban en su peor momento, él no iba a bailar, así como si nada. Conocía a ese hombre. Era de los reservados.

Aunque deseé ser la afortunada que bailara con él.

Me miró desde donde estaba, sus ojos parecían caer siempre en mí y yo quise que no hubiese nadie alrededor. Que estuviéramos los dos solos. Pero aquí había varias personas del hospital. No podíamos hacer como que nos acercábamos.

Me tomé algunas fotos y las fui guardando para el recuerdo. En todas salía mi papá comentándole lo hermosa que me veía. No tenía muchos seguidores en mis redes sociales, pero los dos que siempre me decían algo, eran mis fans.

—¿Puedes tomarte una foto conmigo, Taylor?

—Tendré que ponerte un cencerro —él rio y eso hizo que mis bragas se volvieran un manantial—. ¿Estás seguro?

—Claro, debo tomarme una foto con mi residente. Salió bien porque la ayudé.

—Qué comemierda eres —su sonrisa estaba ahí y mi corazón se volvió una masa inservible.

Ayer me tomé algunas con él y los demás organizadores del evento luego de mi ponencia. Así que supongo que no estaría tan mal visto. Le pedí a una mesera que nos ayudará y nos colocamos uno al lado del otro. Su brazo lo pasó por mi espalda y ahí donde tocó se sintió como fuego.

Sonreí sabiendo que esta iba a ser mi foto favorita en mucho tiempo.

—Gracias —le dije y la miré. Era linda—. Me veo hermosa, debería vender ropa.

—¿Por qué?

—Porque mi top es hecho por mí —él tragó en seco y decidí cambiar de tema—. Pensé que bailarías con alguna de las que te han invitado.

Sus ojos abrasaron todo de mi cuerpo y se acercó más para que solo yo lo escuchara. Tenía que ser fuerte.

—No me gusta bailar en público, en privado se siente mejor.

Alguien se iba a desmayar y probablemente iba a ser yo.

—Gabriel —el doctor Mckinsey lo abordó—. Hay alguien que quiero que conozcas. Está muy emocionado contigo.

—Doctora Taylor, usted también. He quedado encantado con su ponencia.

—Gracias, me alegra mucho.

Nos acercamos hasta donde nos indicó y me presentó algunos doctores de hospitales muy importantes de Estados Unidos. Yo por poco hiperventilé, era increíble poder codearme con gente así.

Cuando todos fueron por una copa de whisky, yo me alejé. Me senté en una de las mesas y revise mis fotos. Me di cuenta de que mi hermana también acababa de subir algo sobre una campaña de modelo que tenía como bailarian. Pero eso no fue lo que más me sorprendió.

Mamá había escrito un hermoso mensaje a ella.

Y me di cuenta den que ni siquiera me llamó para saber cómo me había ido, nada. Eso rompió mi corazón, una vez más.

Era ver el amor y el orgullo de mamá en su comentario.

Para ella solo tenía una hija y esa no era yo.

Me sentí triste, todo el ánimo que había tenido al inicio de la noche se esfumó como si nada. Porque en ese momento me sentí poco querida. Siempre me había dicho que debería superarlo, pero era complicado. Yo no creo que sea anormal esperar a que tú mamá te ame algún día.

Dolía mucho.

Ya la fiesta comenzaba a llegar a su fin y yo me decidí ir a caminar por los jardines del hotel. No quería que nadie me viera llorar, ni mucho menos quería volver a mi habitación porque eso significa hacerme bolita y deprimirme en soledad. Así que busqué mis audífonos y comencé a escuchar algo de música que apagará mis sentimientos. Algo que no me hiciera pensar en que yo no era perfecta.

Yo tenía que aceptarlo, era una adulta, tenía un padre que me amaba más que nada. Así que no estaba mal. Saldría de esto como siempre.

Joder, sonaba más fácil decirlo que hacerlo.

Cuando creí que me calmé un poquito, decidí irme a mi cuarto. El ascensor estaba a punto de cerrarse, pero alguien impidió la acción. Al alzar la mirada, me di cuenta de que Gabriel estaba dentro

—¿Qué tienes, Very?

Yo lo abracé.

Las puertas se cerraron con nosotros dos mientras yo lloraba como una niña pequeña. Me sentía tan triste, tan poca cosa en los ojos de mamá y eso lo odié. Porque yo valía. Era médico, intentaba ser buena persona, yo trataba de ser la mejor en lo que hacía. Pero ella nunca lo miró.

—Vida, no llores, por favor.

—Ella no me quiere —musité.

—¿Quién no te quiere, Very?

—Mi mamá.

Él me atrajo hasta su pecho y dejó que llorara. Su abrazo era reconfortante, algo que había necesitado como nunca.

—Lo siento, Very. De verdad.

Comencé a respirar menos agitada y poco a poco el llanto se me fue calmando. —No sé qué me pasó.

—Vida, tus lágrimas son válidas. Si necesitas llorar, hazlo. Nunca te disculpes por ello.

Me extendió un pañuelo y me limpié el desastre que de seguro debía ser mi cara. —Gracias.

Me preguntó sobre mi piso y se lo dicté para que el ascensor se dirigiera allí. Cuando nos dejó en la entrada de este, pensé que se iría, pero me acompañó todo el camino hasta mi habitación.

—No tienes que seguirme —dije.

—Quiero ver que llegas bien.

Al fin estuvimos en la entrada y abrí la puerta para pasar y nos quedamos ahí sin saber qué decir. Él me halló en un momento vulnerable, más que el de mi apendicitis.

—Sí necesitas algo, solo avisa. Vendré por ti.

—Está bien —algo estaba sembrando en mi mente. Una cosa que debería vetar, pero no quería.

—Mañana salimos a la una.

Asentí sin poder hablar.

—Nos vemos, Avery.

Mandé todo al carajo.

Porque antes de que se fuera, yo lo besé.

Él me sostuvo en sus brazos porque yo no me podía tener en pie. Cerró la puerta tras de mí antes de que alguien nos viera, pero en este punto ya no me importaba.

Cuando nuestros pulmones comenzaron a pedir aire, nos alejamos.

Y fue cuando lo que más quería lo expresé con voz clara. Necesitaba que me creyera y que aceptara todo.

—Dame está noche, Gabriel. Una última noche antes de volver a la realidad.

Su respuesta fue besarme otra vez.


Continuaraaaaaaa...........

Buenas, buenas. Tenemos un nuevo capítulo de este bebé.  ¿Qué creen que pasará?

Un solo cap porque ando en la universidad, pero como mis dinámicas locas, si este bebé llega a los 155mil leídos antes del viernes, le estaré publicando el capítulo 43.

Sin más que decir, tengan una hermosa semana.

Los quiero. 

Продолжить чтение

Вам также понравится

¿Aceptas besos como medio de pago? Flor

Короткий рассказ

3.3K 295 15
Ella necesitaba ayuda en química. Él era el más listo de la clase.
Paura (Mafia Italiana #2) Shakira

Любовные романы

339K 24.8K 30
Adonis Messina. Antonegra de la Ndrangheta y un completo sádico al que todo el mundo teme. Las advertencias sobre él me han llegado desde que era pe...
180K 9K 45
+21 ⚠️🔞 Alessandro líder de la mafia italiana secuestra a Adelaide hija menor de Nikolay Romanov jefe de la mafia rusa, en un ajuste de cuenta, todo...
El capricho de amarte Nacarid Portal

Любовные романы

3.7M 160K 132
Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo trato de estar planificada. Mi manía e...