Malas Enseñanzas

By PaolaValentine_

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Se suponía que todo iba a ser sencillo. "Se suponía" Pero como siempre, todos mis planes eran una porquería... More

Sinopsis completa
Epígrafe
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24 |+18|
Capítulo 25
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 (Maratón 1/4)
Capítulo 37 (Maratón 2/4)
Capítulo 38 (Maratón 3/4)
Capítulo 39 (Maratón 4/4)
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43 |+18|
Capítulo 44
Capítulo 45 |+18|
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49 |+18|
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Nota importante que deben leer
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59

Capítulo 26

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By PaolaValentine_

Capítulo 26:

Cena conmigo

Yo no imaginé que él se aparecería en mi casa. Pensé que intentaría abordarme en el hospital, pero me sorprendió con ello. Ayer yo estaba dispuesta hablar, solo que hoy la valentía me había abandonado. No quería verlo, pero a la vez no.

Pero sabía que esto estaba ahí y debíamos resolver, por lo que me puse mis bragas de niña grande y me preparé para la que sería la conversación más complicada de toda mi vida.

Tomé una sudadera y me la coloqué encima del pijama ya que yo no tenía sujetador debajo. No es como si hubiera mucho por ocultar, pero bueno, tenía que sentirme un poco normal si iba a hablar con él.

Abrí la puerta y él estaba allí. Llevaba aún su uniforme, su pelo estaba recogido como siempre y sabía que había venido directo del hospital.

—Avery.

Con solo decir mi nombre, ya mi respiración se había atascado en mi garganta. No entendía el efecto que tenía este hombre en mí, pero era demasiado para mí.

—Doctor.

Me miró, había un tanto de diversión y sabía que yo lo llamé por su nombre por solo molestarlo.

—Ven a cenar conmigo.

Esperen un segundo.

—No creo que sea buena idea.

—Ven a cenar conmigo —repitió

Yo me estaba estresando. —¿Estás consciente que está situación no es normal?

—Por eso te estoy pidiendo que vengas a cenar conmigo. Para hablar.

—Yo no quiero hablar.

—Ayer querías hacerlo.

—Ayer era otra.

Yo me comenzaba a estresar de esta conversación. —Stone, creo que metimos la pata hasta el fondo.

—No voy a tener está conversación aquí. —y ya iba a cerrarle la puerta, cuando sentí que me tomaron de las piernas y me cargaron como un saco de papas.

—Stone, hijo de tu madre, suéltame.

—Te invité a cenar por la buenas, ahora me toca tomar medidas mayores

—Bájame.

—Aún no

Intenté golpearlo en su espalda, pero el desgraciado tenía eso como una roca y no le hacía nada. Abrió la puerta de su camioneta y antes de bajarme me dio una nalgada. A mí.

—Bárbaro, animal, bruto.

—Si, si, todo eso.

Me puso el cinturón y cerró la puerta. Iba a bajarme, pero ya estaba de su lado y en menos de lo que pensé había arrancado. Prefería el Stone que solo me regañaba. No a este mandón.

—Sabes qué, te odio.

—Anoche no pensabas así.

—Anoche era otra, ya te dije. Yo estaba ovulando, cualquiera hubiera servido. No te creas tan importante.

Justo en ese momento se paró en un semáforo y me miró. —¿Segura?

Dios, ¿Por qué tenía que ser tan lindo?

—Segura —por supuesto que no lo estaba.

No lo vi, pero estoy segura que se rio.

Siguió conduciendo y yo miraba mi ropa. No estaba vestida para ir a cenar, ni siquiera para salir al porche de la casa. Y este bruto me sacó así. Es que en este momento lo odiaba. Me caía super mal.

—Estás bien.

—Para ir a la cama, o para ir a comer algún sitio.

—Si querías ir a la cama me lo hubieses dicho —esa era una frase tan normal, pero en él sonaba como si me estuviera a pecar—. Te pones muy roja para la forma que hablas.

—¿Puedes volver a ser el insufrible del principio? Estás muy risueño.

—Alguien te ha dicho que eres insoportable?

—Sí, tú.

No me quise reír, pero lo logró, así que intenté enseriarme. No estaba feliz con esta situación.

Al final estacionó en un restaurante y me miró. —Baja.

—Prefiero quedarme aquí.

—Es un restaurante de comida vegetariana, créeme que no encontrarás a nadie que conozcas aquí.

Lo miré y sin responderle nada abrí la puerta y bajé. Andaba en chanclas y parecía una sin techo, pero tenía hambre. —¿No te da miedo que nos vean?

—Ya te dije que nadie nos va a ver aquí.

Lo seguí sin estar totalmente confiada y me abrió la puerta para que pudiera pasar. Me di cuenta que el restaurante estaba vacío. Me hizo caminar a una mesa que estaba en una esquina.

—¿Es tan mala la comida que nadie viene?

—Es de un amigo y mandé a cerrarlo para lo dos.

Qué demonios.

—Espero tengas hambre, la comida es buena.

Yo seguía muda.

Un hombre de unos sesenta años se acercó a la mesa. Tenía el cabello como un copo de algodón. Era un poco gordo y sonreía casi paternalmente. —Hijo mío, me alegra verte.

—Gracias, Valente —me señaló—. Ella es Avery.

—Un gusto conocerla, bella.

¿Me llamó bella? ¿Yo? Si parecía un desastre.

—¿Qué piensan comer?

—Quiero un fetuccini en salsa blanca. —eso oía deliciosa—. Avery.

—Lo mismo. Por favor.

El hombre nos sonrió. —En un momento.

Dejaron una cesta de pan y yo la miré con ganas. Pero sabía que sería una idiotez. Ya me iba a comer una pasta para atiborrarme de más azúcares.

—¿Por qué trabajaste hoy?

—Porque tengo un trabajo —respondí como si fuera obvio—. Me voy a cambiar de hospital.

—Eso sí que no.

¿Cómo dijo?

—Por si no se dio cuenta que ambos la cagamos. Me tengo que ir.

—Eso no lo permitiré. Podemos separar lo profesional de lo personal.

—Claro, cómo es tan fácil —mi voz destilaba sarcasmo.

—Eres una de las mejores residentes que he tenido, no quiero a nadie nuevo.

—No pienso seguir aquí —esto se comenzaba a hacer repetitivo.

—Eso ya lo veremos.

Valente trajo una ensalada y la colocó delante de nosotros lo que cortó nuestra conversación por un momento. Tenía una pinta divina, era de lechuga con trozos de queso y nueces. Y yo por no haber comido en todo el día, casi que salivé al verla.

—Buen provecho.

—¿Quieres vino?

—Un médico ofreciéndome vino, eso es nuevo.

—Y también lo bebo. ¿Quieres? —y me mostró la botella de vino blanco.

—Está bien, gracias.

Me sirvió la copa y sin querer su mano rozó la mía en el proceso. Fue como haber tocado una llama directa y el aluvión de recuerdos de la noche anterior llegó a mí.

Le di un trago llevándome casi la mitad.

Ambos empezamos a comer y yo estaba famélica. Sabía que no debería hacer este tipo de desastre, pero tampoco debería estar cenando con mi tutor. Pero de buenas intenciones estaba lleno el infierno, ¿no es lo que decían?

—Mañana iré a la facultad y pediré cambio.

—Esta conversación ya la hemos tenido.

—Pero está vez si va en serio. Me iré sin mirar atrás. No lo veré de nuevo. Ayer fue un error que no pienso cometer otra vez.

—Ambos disfrutamos de la noche, no puedes hacer de ver qué no.

Sí, él lo sabía. Que me volví loca, que lo deseé. Que me encantó. Pero yo era fuerte. No lo dejaría que me ganara en esto.

—Miré, fue un momento de debilidad. Nada más eso.

—O sea que si te toco ahora no te encontraré lista para mí.

A mí en este punto casi que me les fui.

—Fue mi ovulación. —yo están hecha un río, de verdad que si lo deseaba y en vez de solo matar las ganas parecía que se hubieran incrementado.

—Come, Very

—No me de órdenes, doctor.

—¿Volvemos con lo de doctor?

—Eso es. Tiene un titulo que lo dice.

—Anoche no era solo un doctor.

—Olvide esa noche, ¿Sí?

—No la puedo olvidar. —Dios mío, santo— no puedo olvidar el olor de tu perfume, ni ese sonido que haces cuando estás a punto de correrte.

Yo me iba a morir. —Pero si insiste en que fue la ovulación, bueno, tendré que creerte. —y bebió de su copa como si nada.

Quién en vida se llamó Avery Taylor.

—No tendrá que pensar en ello cuando me vaya. Se arrepentirá.

—Avery, Pasó. No es algo que se pueda cambiar. ¿Arrepentirme? No. ¿Qué estaba bien? No. Pero ya no podemos hacer más nada, solo que afrontarlo.

Nos trajeron nuestros fetuccini y comenzamos a comerlo. Gemí cuando di el primer bocado. Estaba delicioso.

Y justo me di cuenta que él lo escucho y me ruboricé de pies a cabeza.

—¿Quieres más vino?

—¿Tratas de emborracharme acaso?

—A ver si te haces más dulce —le lancé un palito de pan y lo tomó en su mano—. Pero no. Yo conduzco así que puedes estar tranquila.

—Mejor me mantengo en mis canales —para no hacer una locura como besarlo—. Gracias por la cena, pero no volverá a pasar.

Y su sonrisa solo pido significar problemas.

Joder.

Buenasss, feliz domingo. son las 11: 54pm en Venezuela. Les dije que iba actualizar el día domingo. Paciencia. Trabajo y a veces no tengo el tiempo de escribir. Además, no tenía internet. 

Estoy agradecida por la oportunidad que le están dando la novela y por los 47k leídos que tenemos. Es un triunfo de todxs. 

Gracias por la oportunidad. Un abrazo inmenso. 

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