Malas Enseñanzas

By PaolaValentine_

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Se suponía que todo iba a ser sencillo. "Se suponía" Pero como siempre, todos mis planes eran una porquería... More

Sinopsis completa
Epígrafe
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24 |+18|
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 (Maratón 1/4)
Capítulo 37 (Maratón 2/4)
Capítulo 38 (Maratón 3/4)
Capítulo 39 (Maratón 4/4)
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43 |+18|
Capítulo 44
Capítulo 45 |+18|
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49 |+18|
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Nota importante que deben leer
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59

Capítulo 14

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By PaolaValentine_

Capítulo 14:

A prueba de balas

La mañana siguiente no quería levantarme de la cama. Lo menos que deseaba era eso. Solo necesitaba quedarme un día más encerrada para poder meditar sobre mi futuro y lo estúpida que fui. Y tal vez recuperar algunas horas de sueño luego de no haber dormido casi nada por culpa de mi loca exploración.

No quería llegar hoy al hospital y verlo. Mucho menos recordar la forma en que me sentí durante nuestro efímero beso. Sentía que si lo veía caería lánguida contra el piso de la forma más estúpida y con risitas como una idiota.

Todavía no podía creer lo que pasó en la madrugada.

Quería echarle la culpa al estrés, a la falta de tiempo libre y que por eso mi mente evocó al único hombre con que la paso más tiempo que Eli. Mi jefe. Pero algo dentro de mí decía que eso no era así de sencillo y fácil y que algo había pasado. ¿El qué? lo desconocía por completo.

Yo me quedaría hoy en esta cama, estaba suspendida, ¿no? en cualquier caso me valgo de esa excusa para no aparecerme el día de hoy en ese lugar. Era mucho mejor que ponerme como una manzana delante de él. Hacer más de mí una idiota.

Es que yo pensé que no podía meter más la pata, pero conmigo eso era una posibilidad. Yo cuando decía hacer un desastre lo hacía a lo grande. ¿Para qué algo pequeño cuando puedo pasar la vergüenza de mi vida?

Yo me felicito.

Así que cuando la alarma sonó, lo que hice fue arroparme con mi sábana y aprovechar de irme a dormir como quería.

Solo que eso no fue posible.

Sentí que alguien se acostaba al lado de la cama y al abrir los ojos me encontré con la cara de mi mejor amigo. No entendía qué hacía aquí.

—¿Por qué no estás en el hospital? —dijimos ambos al mismo tiempo.

—Yo estoy suspendida, así que me quedaré aquí —era eso mejor a explicarle que me estaba besuqueando con nuestro superior.

—Eso era solamente ayer. Deberías estar allá.

—¿Para qué? ¿Para que me humillen más? Prefiero dormir que lo necesito.

—Very, todo mundo habla de ti —eso encendió las alarmas en mi cabeza, ¿se habrá enterado alguien?—. Cuentan que una residente se enfrentó a Stone y sobrevivió para contarlo. Eres como una heroína.

Y también me lo besé, pero por qué ser específicos.

—No soy ninguna heroína, y fue un golpe de suerte.

—La suerte es para los tontos y tú eres brillante. Quiero ser tú de mayor. —lo dudo, lo dudo, porque no creo que quiera ser capitana mosca, donde se sienta, la caga—. Estaban hablando de eso en el grupo de WhatsApp del hospital.

—¿Grupo de WhatsApp? ¿Por qué yo no estoy ahí?

—Porque dijiste que no estarías con esa bandada de necios. —sí, parecen palabras mías así que debía de ser verdad—. Pero en serio, eres nuestra ídolo. El modelo a seguir de todos los de primer año.

Dios, ¿qué demonios hice?

Esto hacía que la culpabilidad se acentuara en la boca de mi estómago y se sintiera mucho peor el recuerdo de mi beso con Stone. Yo no era un modelo a seguir, solo una estúpida que cometía cada error como si fuera necesario para sobrevivir.

—No iré al hospital hoy.

—Vamos o te sacaré así en pijama. Y ahí si nuestro jefe vería todo el potencial que hay en ti —justo lo que quería, sobre todo. Ya vio cada pedazo de mí—. Alex está afuera y puede ayudarme.

Le lancé una almohada. —No iré, olvídalo.

—No me retes.

Me quitó la sabana y yo me paré furiosa de la cama. El día de hoy sería muy largo y no hay nada que más desee que la piedrita le salga un viaje y pueda quedarme lo que queda de residencia sin su presencia. Porque sí, me gustaba aprender de él, pero podía prescindir de eso con tal de no verlo de nuevo.

Me di una ducha y al salir de la misma vi que mi amigo me había traído desayuno, así que tomé la bolsa y corrí directa al auto de su chico. Iba rumiando sobre lo mucho que deseaba hoy quedarme en casa durmiendo.

Menos de diez minutos después estaban estacionando al frente del St. Jonhs Hospital y me armé de un valor que no sabía que tenía, pero antes de bajar escuché la voz de Alex. —Very, tú tienes algo.

Culpa. Eso es lo que tengo.

—Nada, solo un poco de cansancio y el tuyo que no me dejó quedarme.

—¿Segura? —no, lo único de lo que estaba segura es que yo era una soberana idiota—. Cualquier cosa sabes que nosotros te ayudaremos. Eres nuestra niña.

Y la culpa solo se hacía más grande aún. No pude más que tragar en seco y asentir.

—Los amo.

Bajé de ahí y caminé al lado de mi mejor amigo, hermano y ser especial en la vida. Iba comentarme algo que había leído de un caso clínico sobre un nuevo estudio de la diabetes. Pero yo estaba distraída, no pensaba demasiado ya que toda mi atención estaba puesta en lo que venía el día de hoy.

—¿Estás bien, very? —alcé la mirada a Eli, pero de momento me dio ganas de llorar. No me encontraba bien, sentía que lo traicionaba.

Intenté darle una sonrisa, pero no estaba segura si salió algo de ello. —Todo bien, solo un poco preocupada por lo de ayer.

Era una verdad a medias, porque él creía que era por mi suspensión, no por otra cosa que él no sabía y que me estaba lastimando.

—Tú tranquila, que todo saldrá bien.

Estaba bastante complicado eso.

Vi que había un montón de cámaras en el lobby del hospital y que todo estaba desordenado. Tanto Eli como yo nos miramos las caras sin comprender absolutamente nada de lo que ocurría.

—Es para un video del hospital —explicó una enfermera tras de nosotros.

Eso tenía sentido.

Iba a agradecerle la información cuando vi las cámaras y a quién tomaban fotos. Se me revolvió el estómago de ver ese personaje que detesto con todo mi ser desde ayer cuando me hizo quedar como una loca. Le salvé el pellejo a la estúpida esa.

—¿Ahora es la nueva imagen del hospital? —inquirió Eli.

—Si, su padrino le dijo que quedaba muy bien para ello.

Figúrate tú, es la sobrina del director del hospital. No pues así cualquiera.

No me importa.

No seguimos mirando el circo y pasamos nuestras identificaciones por el escáner para dirigimos a la zona de medicina interna. Al guardar nuestras cosas cada uno tomó sus cosas y yo me preparé para el día que se venía.

Algo me decía que sería extremadamente largo e inacabable.

Me fui hasta la admisión y comencé a revisar todo. No había mucho que hacer y me quedé deambulando revisando a los pacientes ingresados. El señor de ayer lo movieron a una habitación y estaba siendo atendido por enfermedades infecciosas.

Me quedé en el stand de enfermeros. Apenas me vieron, sonrieron. —Hola, doctora Taylor —dijo la jefa de ellos.

Mierda. ¿Y eso?

Di una pequeña sonrisa. —Hola.

—Ayer nos enteramos de lo que hizo, fue genial. —si supieran lo otro no estarían tan contentas—. Fue interesante ver cómo dio con el diagnostico, se pareció más que nunca al doctor Stone.

Eso como que era improbable, pero lo tomaría como un halago. No en vano era uno de los mejores internistas y aparte una eminencia.

—Solo estoy contenta que el paciente esté bien.

—Va a ser una buena médica —continuó la mujer—. Los comienzos difíciles tendrán su recompensa.

—Es...—Iba a responder, pero un cuerpo de casi dos metros empezó a entrar a la sala y mi garganta se cerró de inmediato. No estaba lista para verlo, ni ahora, mucho menos nunca—. Espero poder hacerlo, es mi sueño de niña.

—Qué bonito.

Intenté hacer de ver que solo le estaba prestando atención a la historia que tenía delante de mí, pero cuando esa energía apabullante se hizo más presente, tarde me di cuenta que había venido hasta donde estaba yo.

—Taylor.

Yo no quería subir la cara, sentía que poco a poco me estaba poniendo más y más roja. Odiaba mi piel y su facilidad para ruborizarse como si nada. No necesitaba que la gente notara como me veía, pero esto me marcaba como una señal de stop.

—Taylor —repitió con esa voz de capitán.

Me preparé lo más que pude en cinco segundos para alzar la cara y enfrentarme al hombre que me había besado y con el mismo que soñé que había cogido. Era la tarea más difícil de mi vida.

—Doctor Stone.

—¿Podemos hablar en mi consultorio?

Eso no me gustaba para nada, sonaba como una misión imposible muy difícil de llevar a cabo. Estar solos luego de lo que ocurrió, no es como que fuera una buena idea.

Pero si no iba se liberarían sospechas.

Señor, ayúdame.

—Está bien. —lo seguí hasta el mismo consultorio que no había entrado desde el primer día, para mí sonaba como una cámara de tortura más que un sitio donde la gente iba a contar sus males.

Cerró la puerta tras de nosotros y un recuerdo de ayer vino a mí con demasiada precisión. No me gustaba para nada que no hubiese nadie cerca.

—¿Vas a hablar con la facultad?

¿Era eso lo que me iba a preguntar?

Todo tenía sentido, tenía miedo de que lo acusara. —No voy a hablar, ya que yo también fui participe de ello. No tiene lógica cuando los dos nos vimos envueltos. No dañaré su reputación por un momento de estrés.

—Me importa una mierda mi reputación —dijo con más fuerza de la que esperé.

—Vea, doctor Stone. Ayer fue un día agobiante para ambos. No creo que debamos hacer una tormenta de arena cuando solo fue algo que ya está olvidado para mí —sobre todo eso, pensé—. No pienso que deba llegar a mayores. Y si me disculpa, debo volver a trabajar.

No di tiempo a nada, solo abrí la puerta y salí de allí como alma que lleva el diablo. No quería ni verlo, sentía que lo detestaba ahora mucho más de lo que sentí al inicio de esta residencia.

Nadie dijo que medicina interna sería tan complicado. Esto era un evento cada día de mi vida.

Bajé a emergencias para ver qué había. Nada interesante que ocupara mucho tiempo, por lo que suturé algunos pacientes y atendí gente que venía con dolencias menores. Todo estaba en calma hasta que acabo.

La puerta de la emergencia se abrió y pasó un chico no mayor a dieciocho años con otro en brazos. Ambos estaban ensangrentados y eso nos alertó por los gritos del mayor. La enfermera lo llevó hasta una camilla.

—Es mi hermano menor —gritaba.

Yo noté que llevaban cadenas y en su costado una pañoleta roja que me llamó la atención. Maldita sea, esto no era bueno.

Mis ojos se encontraron con los del chico y debió de imaginar lo que yo iba a hacer, porque me tomó del brazo y me atrajo hacia él. —Nadie diga nada —sentí en mi cuello el filo de un cuchillo y dentro de mí fue como si estuviese viendo una película, no podía ser yo.

Estaba en shock.

—Solo quiero que atiendan al niño, no me iré de aquí hasta que esté bien. Si le pasa algo, ella se muere.

¿Cómo es que yo llegué a esto?

La sala se quedó en silencio, lo único que se oía era la gente que estaba atendiendo al pandillero. Los de seguridad entraron, pero yo estaba retenida, le disparaban a él y probablemente yo salga herida.

¿Cómo es que yo llegué a esto?

Mis ojos se encontraron con los de Eli, estaba asustado por mí y yo me recriminé el hecho de haber salido de casa. Si me hubiese quedado tal vez esto no habría pasado.

—Atiendan a mi hermano —gritó.

Eli estaba ayudando al doctor, notaba como sus manos le temblaban y el filo de la navaja se incrustó un poco en mi piel. Tenía miedo, yo no quería morir, tantos años que yo sorteé a la diabetes para que lo que me mate sea un pandillero.

Es que hasta lo creía que no podía pasarme, me pasaba.

Escuché a lo lejos pasos, no sabía si eran policías, pero lo rogué. No pude pensar en ello demasiado porque fui empujada hacia adelante y como la persona consciente que fui, salí corriendo.

Pero noté como todo cambió.

Gabriel estaba luchando con el chico, el mismo que no había soltado el cuchillo y amenazaba con apuñalarlo. Pese que la diferencia de altura era mucha, un muchacho criado en las calles también podía defenderse de un militar.

Pero lo más sorprendente no fue eso.

Me había salvado a mí.

Veía aquí al hombre que estuvo años siendo parte de las fuerzas. Lejos quedaba el doctor que era cuidadoso con los pacientes, era otro.

Stone le dio una patada en su rodilla y el pandillero cayó sobre esta en el suelo. Dio un golpe en su mano y el cuchillo pegó contra el suelo. Con el mismo movimiento yo lo empujé lejos y vi como este inmovilizaba al chico.

La policía entró al fin a la sala y esposó al pandillero, ni siquiera sé cómo un muchacho en ese estado pudo pasar ya que hay vigilantes en la entrada.

Stone se levantó del suelo y lo hizo con gracia, no importaba que acababa de verse envuelto en una situación que implicaba violencia. El muchacho pedía que salvaran a su hermano y yo sentí tristeza. No quería imaginar lo que debió de pasar para que cayeran en algo como eso.

Stone caminó hasta mí y yo quise escapar, la gente a su alrededor le hablaban, pero los ignoraba de forma deliberada. Quise encogerme en mi sitio y hacerme del tamaño de una hormiga. Este hombre me acababa de salvar.

—¿Estás bien?

No imaginé que preguntara por ello, ya que era evidente que no me había pasado nada. —Estoy bien.

Sentí su mano en mi cuello y la electricidad se esparció en mi cuerpo. ¿Por qué me tocaba en público?

Quitó el contacto y vi que había una gota de sangre. —Estás herida

Puse un dedo en el mismo sitio había estado el suyo y sentí un corte, porque me ardió al roce. —Ni siquiera me di cuenta, solo es un rasguño.

—Pudiste haber muerto.

—Pero no lo hice.

Ambos nos miramos, la misma tensión de siempre haciéndose presente y yo me sentía por completo perdida. Pero no quité mis ojos de los suyos, nuestros temperamentos fuertes entrando en combustión.

Solo que él fue el primero en quitar la mirada y eso fue raro.

—Doctor, está herido

Ambos escuchamos y cuando miré hacia abajo, su camisa comenzaba a llenarse de sangre y él se ponía un poco pálido. Sin pensarlo lo tomé de un brazo antes de que cayera contra el suelo—Una camilla.

Él estaba lastimado.


Buenass, espero que estén bien y que la vida les trate de la forma más maravillosa. 

¿Qué les parecieron los capítulos? Estuvieron potentes y la Avery andada de lujuriosa. No la culpo. 

Avisaré que intentaré qur las actualizaciones sean los domingos, porque me es dificil más días de la semana.

Había prometido que si llegabamos a 10k leídos hasta hoy subiría un maraton de cuatro caps, pero nos faltaron 1.5k para la meta. 

Sin más que decir. Nos leemos el domingo que viene. 

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